Reformismo pequeñoburgués del capitalismo: Un remedio peor que la
enfermedad
El
pasado día 05/10/2015 a las 19:54 Hs. el señor Omar escribió:
Hola.
Buenas tardes. Hago llegar a ustedes, un texto de Néstor Kohan que ha sido
publicado este mes en rebelión.org bajo el título: “Apuntes sobre cultura, ideología y revolución”. (Aportes para una posible
estrategia). Octubre 2015, en un nuevo aniversario del Che
Saludos.
El 27/10/2015
a las 14:12 Hs. el GPM escribió:
Señor Omar:
Acerca del estatus socio-político al
que se acomodó Néstor Kohan en los aparatos ideológicos del Estado burgués nacional
dependiente argentino, ya nos hemos pronunciado con total claridad en enero de
2014 bajo el título: “Marx y los marxistas subjetivistas”. Y en este otro
trabajo al que Ud. se refiere, Kohan
se ratifica en haberse aquerenciado a un superficial análisis económico del
capitalismo, que se limita a deambular por la epidermis del sistema, es decir:
el mercado internacional. Un método para explicar apologéticamente la
naturaleza del capitalismo, que este señor atribuye falsamente a Marx:
<<Para
comprender nuestro presente de crisis, partimos metodológicamente del sistema
mundial capitalista (“el mercado mundial y su crisis”), como nos enseñó Karl
Marx desde los Grundrisse hasta El Capital. La categoría
dialéctica más concreta es la de mercado mundial2. Las sociedades y
estados naciones latinoamericanos y las diversas regiones de Nuestra América
sólo se pueden comprender en su trágica y sufrida historia pasada y en el
dramático presente histórico a partir de su inserción forzada en el sistema mundial
capitalista que violentó nuestro continente desde 1492 en adelante
subordinando, deformando, distorsionando, combinando lo más arcaico, comunitario
y ancestral con modernidades excluyentes y represivas, en una mixtura
endemoniada>>. (N.
Kohan: “Apuntes sobre cultura, ideología y
revolución” Cap. I: Sistema
mundial, crisis y dependencia Pp. 2)
Y en el primer punto de este
párrafo, Kohan introduce una nota 2 “aclaratoria” donde dice:
Según
el primer plan de redacción de El Capital de 1857-1858 que figura en
los Grundrisse (primeros borradores de El Capital), la investigación
de Marx apuntaba hacia “El mercado mundial y las crisis” ubicando allí el
nudo dialéctico más concreto de todas sus teorías y explicaciones sobre el
capitalismo porque en él se sintetizan y reúnen las múltiples contradicciones,
en tanto unidad de lo diverso. Véase Karl Marx (1987a): Elementos fundamentales
para la crítica de la economía política [Grundrisse] 1857- 1858. México,
Siglo XXI. Vol.1, pp.29-30.
He aquí una lectura equívoca
y perversa de los “fundamentos”
sobre los cuales Marx emprendió seguidamente la exposición de su obra central: “El capital”. Según su pensamiento, el
mercado mundial entendido como lo más concreto ya estructurado que se ofrece a
los cinco sentidos, es lo más abstracto, indeterminado y falso que se pueda
concebir. En realidad, el nudo
dialéctico que abordó Marx para desnudarlo en su trabajo de investigación,
en modo alguno se limitó a “apuntar” con el pensamiento hacia esa “totalidad ya
estructurada como es el caso del mercado mundial, o sea, hacia la circulación de la riqueza por
mediación de los intercambios. No. Marx apuntó hacia lo más simple y abstracto de esa totalidad. La que se verifica en
el acto de la producción. Habida
cuenta de que sin producción no puede haber distribución, circulación, cambio
ni consumo posibles de riqueza social, momentos subrogados que también
constituyen el objeto de la economía política. Pero:
<<El
resultado al que llegamos no es que la producción, la distribución, el cambio y
el consumo sean idénticos, sino que constituyen las articulaciones, diferenciaciones
dentro de una unidad. (Unidad donde) La
producción trasciende (y domina) tanto más allá de si misma en la determinación opuesta de la producción
(o sea, el consumo), como más allá
de los otros momentos (previos: distribución y circulación o cambio). A partir de ella (de la producción), el proceso recomienza siempre nuevamente.
Se comprende que el intercambio (en los mercados) y el consumo no puedan ser lo
trascendente (en el sistema). Y
lo mismo puede decirse de la distribución en cuanto a distribución de
productos. Pero como distribución de los agentes de la
producción (entre las distintas ramas de la industria), constituye un momento de la producción. Una producción determinada,
por lo tanto, determina un consumo, una distribución y un determinado intercambio
(de productos) y relaciones recíprocas determinadas de estos diferentes momentos. A decir verdad, también la producción bajo su forma unilateral está a su vez determinada por los otros momentos (cada uno de los
cuales determina solo uno de los
aspectos de la producción). Por ejemplo,
(1) cuando el mercado, o sea la
esfera del cambio, se expande, la producción amplía su ámbito y se
subdivide más en profundidad (entre distintos productores). (2) Al darse transformaciones de la distribución
se dan cambios en la producción en el caso, por ejemplo, de la concentración
del capital o de una distribución de la población en la ciudad y en el campo,
etc. Finalmente, (3) las necesidades
del consumo determinan la producción. Entre los diferentes momentos
tiene lugar una acción recíproca. Esto siempre ocurre en todos los conjuntos
orgánicos>>. (K. Marx: “Grundrisse” (Fundamentos) Ed. Siglo XXI/2007 Pp. 38. El subrayado y
lo entre paréntesis nuestros).
El método
científico no consiste, pues, en homologar con el pensamiento —como si fuera un
espejo— la representación sintética de una totalidad
ya estructurada tal y como aparece directamente
a los sentidos de cualquier observador. Al contrario, es un trabajo
intelectual desconfiado de esa
totalidad acabada que parece ser lo que muestra, cuando al mismo tiempo encubre
lo que realmente es, lo cual exige al pensamiento penetrar la piel de esa
totalidad para ahondar en ella hasta descubrir esas partes significantes ocultas
y poder someterlas con el raciocinio a un riguroso análisis, con el propósito
de comprenderlas en lo que cada una de ellas son realmente según su esencia o verdadera razón de ser
no manifiesta. Desde el punto de vista estrictamente científico, pues, lo más
complejo y concreto en su totalidad tal como se ofrece directamente a los
sentidos es, según Marx, lo más abstracto. Y por el contrario lo más simple y
abstracto pero esencial y
determinante que se logra descubrir penetrando con el pensamiento en
esa totalidad representada, es lo más concreto:
<<El primer
camino es el que siguió históricamente la economía política naciente. Los
economistas del Siglo XVII, por ejemplo, comienzan siempre por el todo
viviente: la población, la nación, el Estado, varios Estados, etc. Pero
terminan siempre por descubrir (en él), mediante el análisis, un cierto número de relaciones generales
abstractas determinantes, tales como la división del trabajo, el dinero, el
valor, etc. Una vez que esos momentos fueron más o menos fijados y abstraídos (de
esa totalidad viviente), comenzaron [a surgir] los sistemas económicos que se elevaron desde
lo simple —trabajo, división del trabajo, necesidad, valor de cambio— hasta el
Estado, el cambio entre las naciones y el mercado mundial. Este último es,
manifiestamente, el método científico correcto. Lo concreto es concreto porque
es la síntesis de múltiples determinaciones, por lo tanto, unidad de lo
diverso. Aparece en el pensamiento como síntesis, como resultado, no como punto
de partida, aunque (desde el punto de vista rigurosamente científico) sea el verdadero punto de partida y, en
consecuencia, el punto de partida también de la intuición y de la
representación. En el primer camino, la representación plena se volatiliza en
una determinación abstracta; en el segundo las determinaciones abstractas (trabajo,
división del trabajo, dinero, valor, etc.) conducen
a la reproducción de lo concreto por el camino del pensamiento>>. (Op cit. Pp. 38 Lo entre paréntesis y
el subrayado nuestros. Lo entre corchetes del editor).
¿De
dónde pudo sacar Kohan, pues, que la noción de “mercado mundial” haya sido “el
nudo dialéctico más concreto de todas las teorías de Marx”? ¿De dónde sino
de su propia imaginación, inducida por los intereses que comparte como integrante
y beneficiario directo de los aparatos ideológicos del Estado capitalista nacional
argentino, dependiente del capital
imperialista?
Para
desmontar semejante superchería basta con ocuparse de saber, que la historia más
reciente del mercado mundial o de los intercambios internacionales, estuvo determinada por la transición de
la reproducción simple a la reproducción ampliada del capital social global en el Mundo. Un proceso histórico cuya dinámica no se puede
comprender, sin el referente de los progresos técnicos que, de forma desigual, se han ido
incorporando a los medios de producción en cada país, y que han venido haciendo
a la mayor o menor productividad relativa
del trabajo social entre países.
Lo cual da la razón a Marx en cuanto a que la producción determina en general los intercambios, hasta el punto de que
el desarrollo desigual de las
fuerzas productivas a escala planetaria, es la causa del distinto poder adquisitivo de las
diversas monedas nacionales, según la mayor productividad relativa en un
hipotético país reduce el precio de cada unidad de producto, valorizando así en
la misma proporción a su moneda nacional. Un fenómeno que hace al intercambio económico desigual entre
países más desarrollados y de menor desarrollo relativo, que sin duda es el
principio activo del capital imperialista. ¿Dónde está pues el “nudo dialéctico” que Kohan presuntamente
atribuye al mercado mundial, si no en la desigual productividad del trabajo entre
países? Una desigualdad que determina transferencias
de valor desde los países económicamente menos desarrollados hacia los
de mayor desarrollo relativo. ¿No es esto mismo lo que sucede con los
intercambios entre empresas al interior de cada
país? Por tanto: ¿qué capacidad de resolución dialéctica se les puede
atribuir a los mercados, siendo como son simples espacios físicos símiles de un
ring, donde los capitalistas
concurren y compiten para repartirse allí las ganancias generadas por sus
asalariados, según la distinta productividad del trabajo contenida en sus respectivos
medios de producción?
Y
es que a los fines del análisis científico de cualquier objeto del pensamiento,
no se trata de confundir el continente con lo que contiene, es decir, el objeto sobre el cual debe recaer
el pensamiento para dilucidar la contradicción dialéctica encerrada en él. En
este caso, la competencia entre distintos capitales por el reparto de la
ganancia global creada. Se trata de un reparto desigual que tiene lugar en el continente
llamado mercado, pero cuyas respectivas proporciones ya están previamente determinadas en la esfera de
la producción, según la mayor o menor productividad relativa del
trabajo explotado por los distintos agentes capitalistas con determinados
medios técnicos, quienes posteriormente concurren a ese continente con sus
productos para resolver la contradicción, en esa especie de cofradía práctica que
viene a ser el mercado, donde todos ganan aun cuando unos más que otros. Un espacio en el que la oferta y la
demanda determina en cada país, la formación de la llamada Tasa General de
Ganancia Promedio que a la postre permite repartir esos réditos globales, según
la masa de capital con que
cada fracción empresarial participa en el común negocio de explotar trabajo
ajeno. En síntesis, que el mercado de cada país es un mero instrumento de reparto ganancial, previamente determinado en el ámbito productivo fundamental,
según la mayor o menor eficacia del trabajo explotado en las empresas que se
lucran con ese negocio.
Y dado que las empresas con la más alta
capacidad productiva concentran en ellas a la mayor masa de capital acumulado e
invertido, el mayor número de empresas con semejante masa de recursos
productivos contenidos en ellas al interior de sus respectivos territorios
nacionales, han acabado dando pábulo a los países centrales dominantes de la cadena imperialista, mientras
que los países menos desarrollados respecto del centro imperial y con una más
pobre concentración relativa de capital en sus empresas, han originado lo que
se conoce por la periferia
capitalista dependiente.
Pues
bien, lo que Kohan dice haber aprendido de Marx, es la “dialéctica”
interburguesa entre los grandes capitales multinacionales de la cadena imperialista
y los medianos capitales nacionales dependientes, tomando partido por estos
últimos. Una falsa dialéctica social que no hace más que consolidar el sistema
capitalista imperante. Kohan se comporta hoy como los demócratas burgueses en
1848, cuando se negaron a destruir el feudalismo. Tal como ya había sucedido
durante la primera revolución francesa en 1781, cuando bajo Napoleón entregaron
a los campesinos las tierras feudales en libre propiedad, dejando subsistir la
explotación al proletariado agrícola por parte de un campesinado
pequeñoburgués, que dada la lógica del capitalismo incipiente pasó por un proceso
de empobrecimiento y endeudamiento. Un proceso a través del cual y como no podía ser de otra manera, acabó
siendo expropiado a manos del que así llegó a ser gran capital latifundista.
Tal fue la fatal consecuencia de haberse puesto de espaldas a la “revolución
permanente”, un concepto que el propio Marx abrazó desde Londres junto a Engels
en marzo de 1850:
<<Mientras que los pequeños burgueses
desean que la revolución burguesa termine lo antes posible y alcanzar a lo sumo
las metas señaladas [más
arriba descritas], nosotros estamos
interesados, y esa es nuestra tarea, en que la revolución se haga permanente,
en que dure el tiempo necesario para que sean desplazadas del poder todas
las clases más o menos poderosas, el proletariado conquiste el poder y la
asociación de los proletarios, no sólo en un país sino en todos los países
prominentes del mundo entero, se desarrolle hasta acabar con la competencia
entre los proletarios de estos países, concentrando en manos del proletariado,
por lo menos las fuerzas decisivas de la producción. Para nosotros no se trata
de modificar la propiedad privada, de lo que se trata es de destruirla;
no se trata de paliar las contradicciones de clase, sino de la abolición de las
clases; no se trata de mejorar la sociedad existente, se trata de
instaurar una nueva sociedad. (….)
Los obreros alemanes saben que podrán
llegar al poder y hacer valer sus intereses de clase sin pasar por una larga trayectoria revolucionaria; pero
esta vez tienen por lo menos la certeza de que el primer acto de este drama
revolucionario inminente, coincide con la victoria directa de su propia clase
en Francia, lo cual la acelerará considerablemente. Pero ellos mismos deberán
contribuir más que nada a la victoria final, viendo claros sus intereses de
clase, adoptando lo antes posible una posición de partido independiente, no
dejándose engañar un solo momento por las hipócritas frases de los demócratas
pequeñoburgueses sin perder de vista la imperiosa necesidad de una organización independiente del partido
del proletariado. Su grito de combate deberá ser: “La revolución
permanente”>>. (K.
Marx-F. Engels: “Circular del Comité
Central de la Liga de los Comunistas”. En “Los grandes fundamentos” Ed. FCE/1988 Pp. 358/364. Versión digitalizada. El subrayado y
lo entre corchetes nuestro).
Todavía hoy,
cuando el sistema capitalista deriva económicamente y cada vez más rápido hacia
su colapso económico
definitivo, llama la atención que sujetos como Néstor Kohan sigan aferrados al
polo dialéctico pequeñoburgués dependiente del capital imperialista. Como si
esa supuesta contradicción entre opuestos o contrarios de idéntica naturaleza social pudiera ser históricamente
resoluble, hasta el punto de inaugurar un nuevo tipo de sociedad humana
superior a la actual:
<<Un movimiento
revolucionario serio y que aspire a tener rango, perspectiva, estrategia e
incidencia real a nivel internacional no debe perder la brújula del enemigo
principal ni dejarse encandilar por las alabanzas fáciles que intentan
seducir pronosticando livianamente la caída inminente del capitalismo
norteamericano (siempre postergada para más adelante).
Lo que está claro es que, aunque durante
las décadas de 1980 y 1990 las nociones de “imperialismo” y “dependencia”
fueron menos utilizadas en escritos y reflexiones académicas de ciencias
sociales (daban casi la impresión de ser categorías y teorías proscriptas…), en
las primeras décadas del siglo XXI vuelven a ocupar de lleno el centro de la
escena intelectual7. No por dejar de mencionar estos procesos,
tendencias y relaciones, ellos dejan de existir. Lejos estamos del giro
lingüístico que pretende disolver el mundo social reduciendo sus relaciones de
poder y dominación, jerarquías y subordinaciones, explotaciones y saqueo, a un
mero efecto del discurso (académico, en este caso). Borrar una palabra del
pizarrón o dejar de mencionarla en los papers académicos, no anula la relación
social en la vida real.
Las nuevas formas y modalidades que asume
la acumulación de capital y la dependencia a escala del sistema capitalista
mundial (donde el Pentágono es acompañado por las fuerzas de la OTAN, la CIA y
la NSA por el MOSSAD y el tesoro norteamericano por el Bundesbank y la troika),
condicionan social y materialmente las formas de resistencia popular
antiimperialista. Pensar una estrategia política internacional a futuro
presupone dar cuenta de sus condiciones de posibilidad sociales y materiales>>.
(Néstor
Kohan: Op. Cit. Sistema mundial, crisis y dependencia. El subrayado nuestro)
.
A
juicio del señor Kohan ¿quién es ese tal “enemigo
principal” a combatir hoy en el largo proceso hacia la libertad? ¡El
imperialismo! ¿Cuál es su proposición alternativa? Emancipar al pequeño y
mediano capital nacional explotador.
Para
poner en evidencia la falacia contenida en semejante discurso, basta con
suponer la hipótesis de que por una rara circunstancia y sortilegio político, sea
posible que los grandes capitales multinacionales se dividan regresando a su
condición nacional pretérita de medianos y pequeños. Pero, ¿cómo evitar que la propiedad privada
capitalista catapultada por la competencia interburguesa, impulse al sistema económico
de relaciones internacionales en dirección a recorrer el mismo proceso de
vuelta, hasta reconstituirse nuevamente como capital multinacional
imperialista? Ergo, ¿es razonable concebir que la historia humana pueda mantenerse
indefinidamente anclada en una de sus etapas ya superada? Estas son dos
preguntas a las que Kohan no puede responder y huye de ellas como de la peste. ¿De
qué “movimiento revolucionario serio”
nos habla Néstor Kohan? Tal es el absurdo reformista
burgués de concebir para siempre un capitalismo “allegro
ma non troppo”.
Y
en cuanto a las referencias que Kohan hizo de los “Grundrisse” acerca de lo que comentamos críticamente aquí, es necesario
destacar que este señor ha sido tan interesadamente selectivo como en todo
lo demás, para los fines de inculcar en los explotados la peregrina idea del
capitalismo como un sistema de vida eterno, que Marx por el contrario concibió
como históricamente transitorio;
una idea que precisamente pudo demostrar
en esa obra matemáticamente, a la que nosotros hemos venido insistiendo
en apelar y lo hacemos una
vez más aquí para que se difunda. [Confrontar esta
demostración con los Grundrisse de Marx (Cuaderno III Pp. 276: “Plusvalor y fuerza
productiva”)].
Y
hablando de capitalismo transitorio, al introducir el concepto de revolución política permanente
Marx puso muy claramente de manifiesto, que la sustitución del capitalismo por
el socialismo transicional no se producirá por el derrumbe económico automático del sistema, sino por
determinación política consciente y tenaz de los explotados a escala internacional,
aun cuando dicha revolución sea nacional por su forma. O sea, que el colapso
económico es la condición necesaria pero no suficiente. Una problemática que
volvió a ser retomada por Henryk Grossmann en su obra: “La ley de la acumulación y del derrumbe del sistema capitalista”.
Y para ello sin duda se inspiró en el trascendental pasaje de los “Grundrisse” de Marx citados
inmediatamente más arriba, insistiendo en que:
<<La pauperización (del proletariado)
es el punto conclusivo necesario del desarrollo al cual tiende
inevitablemente la acumulación capitalista, de cuyo curso no puede ser
apartada por ninguna reacción sindical por poderosa que ésta sea. Aquí se encuentra fijado el límite objetivo
de la acción sindical. A partir de un cierto punto de la acumulación, el
plusvalor disponible no resulta suficiente para proseguir acumulando con
salarios fijos. O el nivel de los salarios es deprimido por
debajo del nivel anteriormente existente, o la acumulación se estanca (por
rentabilidad insuficiente), es decir,
sobreviene el derrumbe del mecanismo capitalista. De esta manera, el desarrollo
conduce a desplegar y agudizar las contradicciones internas entre el capital y
el trabajo a un punto tal, que la solución sólo puede ser encontrada a través
de la lucha entre los dos momentos.
(…)
Precisamente por eso es que toda la
investigación del proceso de reproducción (del sistema) desemboca según Marx en la lucha
de clases. En una carta que remitió a Engels el 30 de abril de 1868, en la
que sintetiza el curso seguido por su pensamiento en los Tomos II y III de “El Capital”, afirma que: “Finalmente,
como aquellos tres [réditos: salario, renta del suelo y ganancia] constituyen
las fuentes de ingresos de las tres clases, o sean los terratenientes, los
capitalistas y los obreros asalariados, tenemos
como final la lucha de clases, resolviéndose
allí el movimiento y la disolución de toda esta basura”>>. (Op. Cit.
Ed. Siglo XXI/1979 Pp. 386-388).
Pues
bien, ésta es la circunstancia por la que según todos los indicios parece ahora
mismo atravesar el Mundo. Y si el capitalismo había ya demostrado ser una
basura cuando Marx redactó esa carta que remitió a Engels, desde entonces ha
pasado demasiado tiempo. Es hora, pues, de que este sistema de vida merezca ser
arrojado sin más contemplaciones al basurero de la historia. De modo que las
reformas preconizadas por los hipócritas oportunistas “bons vivants”
del sistema —que a su vez simpatizan de boquilla con las penurias del pueblo—, no
hacen más que acentuar y prolongar los dolores del cada vez más necesario parto socialista sin comillas,
es decir, efectivamente revolucionario.
Un
saludo: GPM.