El contubernio entre grandes burgueses, políticos de Estado e influyentes medios de comunicación

 

             A continuación, transcribimos el correo que recibimos también nosotros de alguien anónimo, atribuyendo falsamente la autoría de su texto a Vicenç Navarro López. Seguidamente damos a conocer nuestra carta abierta dirigida a este señor, explicando por qué la corrupción política bajo el capitalismo es de naturaleza inherente a este mismo sistema económico-social de vida, insistiendo en lo que es necesario y cada vez más imperioso hacer para superarlo. GPM.

 

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LOS RICOS CONTROLAN LOS PERIÓDICOS ESPAÑOLES Y NO LES PERMITEN PUBLICAR ESTO
El New York Times Publica los Nombres de los Grandes Defraudadores Españoles
AQUÍ LO TIENES CON NOMBRES Y TODO. NO SE SALVA NADIE, OIGA.

LA BANCA, EL FRAUDE FISCAL Y EL NEW YORK TIMES, artículo de Vicenç Navarro López.

          El New York Times ha ido publicando una serie de artículos sobre Emilio Botín, presentado por tal rotativo como el banquero más influyente de España, y Presidente del Banco de Santander, que tienen inversiones financieras de gran peso en Brasil, en Gran Bretaña y en Estados Unidos, además de en España. En EE.UU. el Banco de Santander es propietario de Sovereign Bank.

          Lo que le interesa al rotativo estadounidense no es, sin embargo, el comportamiento bancario del Santander, sino el de su Presidente y el de su familia, así como su enorme influencia política y mediática en España. Un indicador de esto último es que ninguno de los cinco rotativos más importantes del país ha citado o hecho comentarios sobre esta serie de artículos en el diario más influyente de EE.UU. y uno de los más influyentes del mundo.

          Una discusión importante de tales artículos es el ocultamiento por parte de Emilio Botín y de su familia de unas cuentas secretas establecidas desde la Guerra Civil en la banca suiza HSBC. Por lo visto, en las cuentas de tal banco había 2.000 millones de euros que nunca se habían declarado a las autoridades tributarias del Estado español.

          Pero, un empleado de tal banco suizo, despechado por el maltrato recibido por tal banco, decidió publicar los nombres de las personas que depositaban su dinero en dicha banca suiza, sin nunca declararlo en sus propios países. Entre ellos había nada menos que 569 españoles, incluyendo a Emilio Botín y su familia, con grandes nombres de la vida política y empresarial (entre ellos, por cierto, el padre del President de la Generalitat, el Sr. Artur Mas; José María Aznar; Dolores Cospedal; Rodrigo Rato; Narcís Serra; Eduardo Zaplana; Miguel Boyer; José Folgado; Carlos Solchaga; Josep Piqué; Rafael Arias-Salgado; Pío Cabanillas; Isabel Tocino; Jordi Sevilla; Josu Jon Imaz; José María Michavila; Juan Miguel Villar Mir; Anna Birulés; Abel Matutes; Julián García Vargas; Ángel Acebes; Eduardo Serra; Marcelino Oreja...). Según el New York Times, esta práctica es muy común entre las grandes familias, las grandes empresas y la gran banca. El fraude fiscal en estos sectores es enorme. Según la propia Agencia Tributaria española, el 74% del fraude fiscal se centra en estos grupos, con un total de 44.000 millones de euros que el Estado español (incluido el central y los autonómicos) no ingresa. Esta cantidad, por cierto, casi alcanza la cifra del déficit de gasto público social de España respecto la media de la UE-15 (66.000 millones de euros), es decir, el gasto que España debería gastarse en su Estado del Bienestar (sanidad, educación, escuelas de infancia, servicios a personas con dependencia, y otros) por el nivel de desarrollo económico que tiene y que no se gasta porque el Estado no recoge tales fondos. Y una de las causas de que no se recojan es precisamente el fraude fiscal realizado por estos colectivos citados en el New York Times. El resultado de su influencia es que el Estado no se atreve a recogerlos. En realidad, la gran mayoría de investigaciones de fraude fiscal de la Agencia Tributaria se centra en los autónomos y profesionales liberales, cuyo fraude fiscal representa -según los técnicos de la Agencia Tributaria del Estado español- sólo el 8% del fraude fiscal total. Es también conocida la intervención de autoridades públicas para proteger al Sr. Emilio Botín de las pesquisas de la propia Agencia Tributaria.

          El caso más conocido es la gestión realizada por la exvicepresidenta del Gobierno español, la Sra. De la Vega, para interrumpir una de tales investigaciones. Pero el Sr. Botín no es el único. Como señala el New York Times, hace dos años, César Alierta, presidente de Telefónica, que estaba siendo investigado, dejó de estarlo. Como escribe el New York Times con cierta ironía, "el Tribunal desistió de continuar estudiando el caso porque, según el juez, ya había pasado demasiado tiempo entre el momento de los hechos y su presentación al tribunal". Una medida que juega a favor de los fraudulentos es la ineficacia del Estado así como su temor a realizar la investigación. Fue nada menos que el Presidente del Gobierno español, el Sr. José Mª Aznar, que en un momento de franqueza admitió que "los ricos no pagan impuestos en España". Tal tolerancia por parte del Estado con el fraude fiscal de los súperricos se justifica con el argumento de que, aún cuando no pagan impuestos, las consecuencias de ello son limitadas porque son pocos. El Presidente de la Generalitat de Catalunya, el Sr. Artur Mas, ha indicado que la subida de impuestos de los ricos y súper ricos tiene más un valor testimonial que práctico, pues su número es escaso. La solidez de tal argumento, sin embargo, es nula. En realidad, alcanza niveles de frivolidad.

          Ignora la enorme concentración de las rentas y de la propiedad existente en España (y en Catalunya), uno de los países donde las desigualdades sociales son mayores y el impacto redistributivo del Estado es menor. Los 44.000 millones de euros al año que no se recaudan de los súper ricos por parte del Estado hubieran evitado los enormes recortes de gasto público social que el Estado español está hoy realizando.

          Pero otra observación que hace el New York Times sobre el fraude fiscal y la banca es el silencio que existe en los medios de información sobre tal fraude fiscal. Tal rotativo cita a Salvador Arancibia, un periodista de temas financieros en Madrid, que trabajó para el Banco Santander, que señala como causas de este silencio el hecho de que el Banco Santander gasta mucho dinero en anuncios comerciales, siendo la banca uno de los sectores más importantes en la financiación de los medios, no sólo comprando espacio de anuncios comerciales, sino también proveyendo créditos -aclara el Sr. Salvador Arancibia- "...medidas de enorme importancia en un momento como el actual, donde los medios están en una situación financiera muy delicada". De ahí que tenga que agradecer al diario que se atreva a publicarlo, porque hoy, artículos como los que publica el New York Times y el mío propio, no tienen fácil publicación en nuestro país. Es lo que llaman "libertad de prensa".

          Vicenç Navarro López, Catedrático de Políticas Públicas de la Universidad Pompeu Fabra y Profesor de Public Policy. The Johns Hopkins University. POR FAVOR, QUE CORRA LA VOZ EN INTERNET - GRACIAS. "Sé el cambio que quieres ver en el mundo" POR FAVOR A COMPARTIR EN TODOS LOS MEDIOS POSIBLES.

LOS RICOS CONTROLAN LOS PERIÓDICOS ESPAÑOLES Y NO LES PERMITEN PUBLICAR ESTO.

Que todo el mundo lo sepa y que no se libren de que se sepa a gran escala.....
¡VAMOS A POR LAS GRANDES FORTUNAS QUE NO PAGAN IMPUESTOS, YA!


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Carta abierta del GPM al señor Vicenç Navarro López:

          Bienvenida su contribución a extender lo difundido en España por el "New York Times", denunciando a la familia del poderoso banquero español Emilio Botín entre los corruptos de España. Pero, ¿será que ese periódico norteamericano es controlado por los pobres? ¿Y será por eso que tal vez sus dueños necesiten de prestigiosos intelectuales como Ud., para sumar voluntades a la tarea de denunciar a determinados capitalistas y políticos corruptos pero a otros no, porque los ricos se lo tienen prohibido? La verdad es que ese medio de información estadounidense, cuenta con suficiente poder económico como para decidir discrecionalmente publicar lo que quiera y lo que no, desde que la opulenta familia de los Ochs-Sulzberger lo compró hace ciento diecisiete años.

          Sin embargo, esa "libertad de expresión" del "New York Times", no se debe solo a la mayor magnitud relativa de su fortuna (hay capitalistas mucho más ricos que ellos), sino sobre todo a que han dividido la participación en la propiedad sobre su empresa periodística, en dos tipos o clases de acciones, las que tienen calidad de voto decisorio en materia de control empresarial, y las que no tienen tal prerrogativa. Y el caso es que si los Ochs-Sulzberger han podido conservar el dominio sobre su empresa, extendiendo así su influencia ideológica socialdemócrata hacia la sociedad en todo el mundo, es porque han hecho piña en torno al principio de no faltar jamás a su compromiso de asegurar que nadie de la familia enajene tales "acciones preferentes" en su poder. "El nepotismo funciona”, dijo, una vez el patriarca Adolf Ochs-Sulzberger en referencia a que sólo los miembros de la familia "sabrían el verdadero valor de conservar la empresa". Y han cumplido el precepto. Por eso siguen controlando el 84% de las acciones y ocupan nueve de los 14 puestos en el consejo de administración. El grupo también edita el "Herald Tribune", el "Boston Globe" y otros 16 periódicos más. Tiene estaciones de radio y opera con más de 50 sitios en la Web.

          Sea como fuere, esta realidad pone patas arriba el infundio contenido en el slogan publicitado por el autor que manipuló el escrito reproducido por nosotros al principio de este trabajo, haciéndolo aparecer como de su autoría, señor Navarro. Nos referimos a que:

POR QUÉ LOS RICOS CONTROLAN LOS PERIÓDICOS

          Efectivamente, quienes controlan los periódicos más influyentes en la opinión pública mundial, como el "New York Times" son muy ricos. Aclarado este extremo, ¿se ha preguntado Ud. por qué causa ese periódico puede abrazar la —en apariencia la “noble” tarea moral de denunciar la corrupción política en todo el orbe —vinculada a la financiación de los partidos políticos por particulares, lo cual sin duda le da prestigio y aumenta sus ingresos— excepto en los EE.UU.? ¿Será porque también allí, los ricos más ricos controlan los medios de información, como es verdad que los controlan? No. Porque no todos esos medios responden a las mismas filiaciones políticas partidarias dentro del sistema capitalista. Entonces, ¿donde radica esa causa? En que allí, en ese país, la práctica de financiar a los partidos políticos es perfectamente legal y sin límite alguno de cuantía, señor Navarro. Y Ud. lo sabe. Por eso es que tales trapicheos entre grandes burgueses, políticos de Estado e influyentes medios de comunicación como el "New York Times", son por lo general en EE.UU. un "viva la pepa". O sea, que el Estado capitalista norteamericano puede pasar por ser "incorrupto", solo porque las leyes en ese bendito país, han decidido legalizar la corrupción en materia de financiación privada de los partidos políticos, por parte de las corporaciones que aparecen como "Comités de Acción Política" (PAC), de modo que parezca "como si" allí la corrupción no existiera, para que las clases dominantes se puedan dar el lujo de denunciar la corrupción fuera de sus fronteras con todo el cinismo del mundo y detalle, porque saben que la compra-venta de voluntades políticas en los EE.UU., es un negocio tan legal y moralmente provechoso para quienes disponen del dinero suficiente, como cualquier otro. Todo sea en nombre de la tan acaramelada como exclusiva "libertad de expresión" de los más acaudalados, que les permite incrementar mutuamente su riqueza y poder de influencia sin menoscabo de su "dignidad humana ", "honorabilidad" y "prestigio"—valores que también cotizan en bolsa— e influyen sobre las masas explotadas manipulando su conciencia con el recurso al "como sí", haciendo realidad la máxima nietzscheana del eterno retorno de lo mismo, teoría que nuestro inefable "científico" japonés Fukuyama ratificó en 1992, proclamando "el fin de la historia".

          Ya vamos llegando al meollo de esta cuestión, a propósito de la muy selectiva denuncia publicada en el New York Times, acerca de la corrupción política en España, a la que Ud. se ha sumado muy rápida y entusiastamente, por solidaridad internacional con sus correligionarios socialdemócratas. Pero para eso hay que preguntarse, ahora, por qué causa fundamental ese tipo de prácticas corruptas relativas a la financiación de los partidos políticos, a partir de determinada suma sigue siendo un delito en España mientras que no lo es en EE.UU. Esa causa fundamental está en la Ley General de la Acumulación capitalista, también llamada por Marx Ley de la población en este, el más moderno sistema económico-social de referencia, que permite explicar la propia evolución económica de la sociedad norteamericana respecto del resto de países más desarrollados, a caballo del más rápido ritmo en que allí, la propiedad sobre el capital global existente se fue irresistiblemente centralizando en cada vez menos propietarios, a instancias de la llamada competencia oligopólica.

          Esta fue la causa determinante de que la gran burguesía norteamericana haya logrado abandonar la hipocresía, para prenderse al clavo ardiendo del cinismo antes que en cualquier otro país del mundo, llevándose por delante la doble moral puritana heredada de la época victoriana en Inglaterra. Este proceso económico en EE.UU., tuvo naturalmente sus consecuencias jurídico-políticas y morales. Todavía en el primer cuarto del siglo pasado, hasta que en 1925 fue aprobada la llamada Ley de prácticas corruptas (Corrupt Practices Act), puede decirse que la hipocresía predominaba en la sociedad norteamericana. Pero desde que, en 1974, la Ley Federal de Campañas Electorales (FECA), atenuó las restricciones de gastos privados con destino a financiar partidos políticos, el orden de cosas en esa materia cambió radicalmente, haciendo prevalecer el criterio jurídico y moral de los más poderosos magnates burgueses, en el sentido de que la restricción de sus inversiones para tal finalidad, fue calificada como una "limitación injustificable" de la "libertad de expresión" consagrada por la Primera Enmienda constitucional vigente. Así fue como la enorme presión que los poderosos lobbies económicos ejercieron sobre la justicia norteamericana, determinó que el Tribunal Supremo de ese país entendiera torticeramente por libertad de expresión en general, la que pueden legalmente ejercer en particular, quienes para ello disponen de más dinero que otros. Y así fue como los magistrados de ese supremo órgano judicial votaron favorablemente la moción, que redactaron en su sentencia literalmente así:

<<La idea de que se pueda restringir la expresión de algunos elementos (más opulentos) de nuestra sociedad a fin de aumentar la voz relativa de otros (menos adinerados), es totalmente ajena a la Primera Enmienda". (Buckley v. Baleo, 424 U.S. 48-49. Ver dto. en Pp.77 El subrayado y lo entre paréntesis nuestro)

         

          Y a este respecto, saber qué fracción de la burguesía dedica más dinero a uno u otro de los dos grandes partidos que amenizan la vida político-electoral es lo de menos. Porque lo más importante es que a través de esas "fiestas de la democracia", se logra preservar y reforzar el dominio del conjunto de los opulentos sobre los explotados. Este ejemplo histórico entre tantos otros, donde la estructura económica siempre acaba imponiéndose sobre la superestructura jurídica, política y moral del sistema, demuestra que ningún individuo puede corromperse moralmente y corromper a los demás, si tal posibilidad real no estuviera implícita en el sistema de vida imperante, donde ciertos acaudalados individuos, cuanto más económicamente poderosos, más extienden la corrupción al resto de la sociedad, hasta que semejante vicio pasa a ser poco menos que una virtud incorruptible. Tal es el concepto que Marx aprehendió del dinero como equivalente general de todas las mercancías, en tanto y cuanto permite igualar todas las cualidades en términos de cantidad y, por tanto, convertir trastocando unas en sus contrarias y viceversa. Y lo hizo después de pasar por el estudio del "Fausto" de Goethe y el "Timon de Atenas" en la obra literaria de Shakespeare:

<<Lo que como ser humano no puedo, lo que no pueden mis fuerzas individuales, lo puedo mediante el dinero (Goethe: "Si puedo pagar seis potros, ¿No son sus fuerzas la mías propias? Los conduzco y soy todo un señor. Como si tuviese veinticuatro patas". Shakespeare: "¡Oro!, ¡oro maravilloso, brillante, precioso!...Un poco de él puede volver lo blanco, negro; lo feo, hermoso; lo falso, verdadero; lo bajo, noble; lo viejo, joven; lo cobarde, valiente... ¡Oh dioses! ¿Por qué?"). El dinero convierte así cada una de estas esencias en lo que en sí no son, es decir, en su contrario. Si ansío un manjar o quiero tomar la posta porque no soy suficientemente fuerte para hacer el camino a pie, el dinero me procura el manjar y la posta, es decir, transustancia mis deseos, que son meras representaciones; los traduce de su existencia pensada, representada, querida; a su existencia sensible, real; de la representación a la vida, del ser representado al ser real. El dinero es, al hacer esta mediación, la verdadera fuerza creadora>>. (K. Marx: "Manuscritos económico-filosóficos" 1844. Lo entre paréntesis y el subrayado nuestros)

          Pero dado que el capital es dinero acumulado y que esa propensión a la acumulación del capital sin límite es esencialmente inherente a la existencia del actual sistema de vida imperante, esto significa, ni más ni menos, que las causas de la corrupción y del delito en general, NO son de carácter jurídico y menos aun moral, porque la propensión a delinquir no estaría en los sujetos, de no estarlo antes en la misma base económica de la sociedad, sobre la cual lo delictivo se sostiene e induce —por mediación del dinero acumulado como capital— a infringir las leyes, hasta el momento en que dichas leyes se cambian y lo que antes era delito deja de serlo. Esto es lo que ha sucedido y sucede en EE.UU., con la misma fuerza y fatalidad que actúa la Ley de la Gravedad sobre los cuerpos en la física, señor Navarro. Es decir, que la causa de la corrupción está en las relaciones económico-sociales inherentes a un sistema de vida esencialmente corrupto, que fomenta la distribución cada vez más desigual de la riqueza y el poder político en el Mundo, basado en la explotación de trabajo ajeno. Una tendencia al totalitarismo político de naturaleza económica, esencialmente corrupta, que propaga la corrupción tan espontáneamente según se reproduce y acumula el capital-dinero en la sociedad, como cualquier cáncer que hace metástasis en los individuos por vía de la reproducción incontrolada de sus células corporales, cuyos cromosomas pierden sus telómeros. Y esto sucede con total y absoluta independencia de la voluntad de nadie en particular. ¿O alguien nos va a salir ahora diciendo que el capitalismo y su innata corrupción fue un invento de los enciclopedistas franceses?

          Después de aquella primera liberalización jurídica parcial de la "corrupción" en 1974preexistente de modo ilegal en EE.UU. en cuanto a la financiación privada de los partidos políticos—, hasta que por presión del capital-dinero acabó totalmente legalizada en enero 2010 y sin límite de cuantía, pasaron 38 años. Durante ese lapso de tiempo, ocurrió en EE.UU. un episodio al que el periódico español "El País" aludió en su edición del sábado 01 de octubre de 1994. Resulta que un día antes de esa fecha, el por entonces jefe de la mayoría demócrata en el senado norteamericano, George Mitchell (un colega político suyo, señor Navarro), notoriamente desmoralizado ante la sentencia denegatoria del Tribunal Supremo a resucitar siquiera tímidamente aquél espíritu moralizante recogido en la derogada legislación de 1925, dijo desde su escaño en la cámara de modo insuperable lo siguiente:

<<El dinero (acumulado como capital) domina el sistema (jurídico-político). El dinero invade el sistema. El dinero es el sistema>> (El subrayado y lo entre paréntesis nuestros).

          En buen romance, lo que este socialdemócrata yankee vino a decir fue, que la lógica de la corrupción política y moral en cualquier parte del mundo moderno, es inherente a la naturaleza del capitalismo como sistema orgánico de vida dominante. O sea, que la "justicia" y la "democracia" se rigen por la dictadura del capital. La evidencia de esto es algo tan de cascote que golpea la cabeza del más ignorante para que despierte de su sueño embrutecedor, pero que nunca todavía golpeó la cabeza de ningún burgués como para que lo reconozca públicamente. Y es que lo dicho por Mitchell aquel día, fue un pronto de sinceridad que no pasó de ser para él y las mayorías sociales en el mundo, un simple, circunstancial e intrascendente juego de palabras para la galería, de lo cual se olvidó inmediatamente después de haberlas pronunciado. Porque desde entonces, este señor siguió medrando entregado al doble juego de sus negocios en la sociedad civil, que simultáneamente alternó con su participación en las instituciones políticas del Estado norteamericano como líder de la fracción demócrata en el senado, al parecer hasta hoy, a sus ya 80 años. Y a vivir que son dos días.

          Esta realidad explica con absoluta claridad y certidumbre, el hecho de que merced a su granítico nepotismo, la familia Ochs-Sulzberger haya podido enriquecerse conservando su patrimonio periodístico atado y bien atado a los intereses políticos del Partido Socialdemócrata. A la vez que garantizó así que su periódico, el "New York Times", siga apareciendo cínicamente ante el mundo como el máximo paladín de la moralidad pública. Esta es la falsa idea que los Ochs-Sulzberger acaban de reforzar en la conciencia popular, limitándose muy selectivamente a denunciar como ejemplo de corrupción en España, a la familia del poderoso banquero Emilio Botín. Como si sus directivos no se hubieran enterado de la multitud de casos tan clamorosos como el suyo en España.

          Porque lo cierto es que ese periódico no dijo ni una palabra acerca de las prácticas corruptas en que también incurren con igual frecuencia y magnitud, si no más, determinados políticos y empresarios españoles de filiación socialdemócrata, a quienes hace poco un informático denunció públicamente junto a otros de la derecha burguesa, tras ser despedido por el banco suizo HSBC para el que trabajaba, no sin antes poner esa información en manos de la presidenta del FMI Christine Lagard y de la mismísima Comisión Europea. Una información que hasta entonces había permanecido protegida bajo secreto comercial por ese banco. Nos referimos a la ya popular "Lista Hervé Falciani" que todavía hoy circula por la Web con 659 presuntos corruptos, entre políticos y empresarios a derecha e izquierda del espectro económico y político-institucional español.

          Y como "a río revuelto ganancia de pescadores", hubo alguien —no precisamente interesado en salvar de la quema a ningún corrupto y esto le honra— que le pescó a Ud. implicándole como difusor de esa lista sin haberle consultado. Tal vez pensando que no reaccionaría como lo hizo tratando de desmarcarse. Así las cosas, una de dos, o este molesto y anónimo sujeto le puso a Ud. en semejante aprieto sabiendo cual es su verdadera filiación política y compromiso, o no lo sabía. Otro es el caso del ex dirigente político de I.U. Julio Anguita, quien actuó de la misma forma comprometedora para Ud. —pero a la luz del día— difundiendo ese mismo documento deliberadamente manipulado sin haberle previamente consultado, a raíz de lo cual Ud. se dirigió a él públicamente para exigirle públicas excusas. Sea como haya sido y en resumidas cuentas, lo relevante aquí es que, como suele decirse, ha sido pillado Ud. con "el carrito del helado", señor Navarro.

          Pero dejemos a un lado las motivaciones personales que inducen a los actos propios de cada cual, porque lo importante es dilucidar las causas económicas y sociales que hay en juego por encima de tales episodios particulares social y políticamente intrascendentes. Y al respecto se impone contestar a esta otra pregunta: ¿por qué causa la absoluta mayoría social en el mundo perteneciente a la clase social más subalterna, aun bajo las mismas condiciones jurídico-políticas corruptas del capitalismo, resulta que no se corrompe o, a lo sumo, si acaso algunos lo consiguen es en irrisoria medida? Pues, porque no pueden, dado que su condición social de explotados en este sistema de vida se lo impide. De hecho, los asalariados tienen objetivamente imposibilitado el acto de defraudar al fisco. Y todavía más imposible aun lo tienen para comprar voluntades políticas. Porque previo al pago de la única renta que la inmensa mayoría de ellos perciben a mes vencido de trabajo en concepto de sueldos, la patronal les descuenta la parte proporcional de su aporte jubilatorio a la Seguridad Social.

          Otro tanto sucede con la minoría de quienes puedan ahorrar parte de su salario y lo tengan depositado a interés acumulado en una cuenta bancaria, porque los bancos descuentan la parte de esa capitalización gravada impositivamente, cuyo importe depositan en la DGI. Y en cuanto a comprar voluntades políticas, bien al contrario son ellos los comprados por tiempo determinado durante toda su vida laboral, con el dinero que los capitalistas dedican al negocio de hacerles trabajar cada jornada, por más tiempo del equivalente al contratado, durante el cual producen lo necesario para vivir. De modo que, por lo general, no les queda tiempo ni recursos para andar por ahí comprando la voluntad de nadie. Total: que los explotados solo pueden participar en las instituciones políticas del sistema, votando, es decir, dividiendo su "voluntad" política como clase explotada, entre los explotadores que más influyen sobre los políticos. Y votan no para gobernar, sino para decidir en cada comicio, qué parte alícuota de la patronal explotadora dueña de la industria, la banca y el comercio —en contubernio con los partidos políticos institucionalizados y los medios de comunicación afines a sus intereses—, les seguirán gobernando.

          Y todavía queda por aludir al hecho de que, los explotadores con mayor capacidad de presión e influencia sobre los políticos, son los más acaudalados y de mayor peso económico decisorio sobre las instituciones de cada Estado nacional y la voluntad política de los electores. ¿Para que? Pues para que todos los capitalistas —grandes, medianos y pequeños— puedan seguir conservando políticamente su privilegiado status económico-social del que gozan explotando trabajo ajeno. Y esto explica, también, que sean ellos quienes estén en disposición de defraudar sistemáticamente al fisco en tiempos de bonanza. Y con esa superganancia ilícita compran a los más representativos partidos políticos institucionalizados, a cuyos máximos dirigentes corrompen enriqueciéndoles con parte de ese dinero negro, libre de impuestos, que colocan en paraísos fiscales. Para que a cambio los políticos a cargo del gobierno de turno, les concedan todo tipo de canongías, adjudicándoles la ejecución de costosas obras públicas con cargo a los presupuestos del Estado o, como sucedió en los últimos años, asignándoles suelo urbano público a bajo precio, donde construyen viviendas privadas con fines especulativos. Pero, además, con el resto de lo defraudado financian las campañas electorales millonarias de esos grandes partidos, facilitándoles la tarea de "comprar" votos a los ciudadanos de a pié, y no precisamente a cambio de dinero, sino de promesas electorales que luego incumplen sistemáticamente. Como ha sido el desfachatado caso del Partido Popular durante las últimas elecciones en España.

          Por todo lo dicho hasta este punto, sería un error pensar que semejantes corruptelas personales millonarias de una minoría de corruptos, son la supuesta causa fundamental de los déficits públicos catastróficos en épocas de crisis, porque es falso. Pero no cabe duda que ese oscuro contubernio permanente y sistemático entre los grandes conglomerados económico-financieros, la casta de políticos a cargo de la administración del Estado y los más influyentes medios de comunicación, agravan dichas crisis todavía más y encienden el oprobio social dirigido contra cierta minoría de "corruptos", tanto como para distraer la atención pública y que nunca se puedan saber cuales son las verdaderas causas sistémicas de las crisis. Lo que sí se sabe por inocultable, es que las crisis inevitablemente se trasladan al aparato del Estado, sirviendo de pretexto a los políticos profesionales eventualmente a cargo de los gobiernos de turno, para "rescatar" al capital financiero —fusión entre el gran capital industrial y bancario— pretextando que sin capital dinerario para préstamo, no puede haber consumo, lo cual es cierto. Pero esa evidencia disfraza el hecho de que, si el crédito desaparece, no es por falta de dinero disponible, sino porque gran parte de esos fondos líquidos permanecen ociosos en las cajas fuertes y paraísos fiscales de los más acaudalados lobbies burgueses, o se destinan para fines exclusivamente especulativos. Y por una "razón" estructural muy simple. Y es que la magnitud de ganancia que puede obtenerse demandando dinero a crédito para invertirlo en producir riqueza, en condiciones de crisis resulta ser tan relativamente escasa, que no justifica tal demanda para eso.

          Dicho de otra forma: al no haber ganancias esperadas que aumenten lo requerido como punto de apoyo sobre el cual pueda hacer palanca el capital acumulado disponible para inversión productiva, la demanda de crédito con destino a comprar medios físicos y humanos para incrementar la producción de riqueza, se retrae. Consecuentemente, el aparato productivo del sistema entra en recesión y paro obrero masivo. Al disminuir las ganancias empresariales y los salarios, también descienden los ingresos del Estado en concepto de impuestos, lo cual traslada las crisis a las cuentas públicas estatales. De modo que para solventar los déficits presupuestarios —que en países como EE.UU., se ven agravados por los enormes gastos militares y eso es sagrado— los políticos de cualquier color en función de gobernar que se ven comprometidos a enfrentar tales circunstancias, recortan gastos en servicios esenciales como educación, transporte, sanidad y servicios sociales, al tiempo que suben impuestos, tarifas y tasas para incrementar los ingresos fiscales. Medidas draconianas todas ellas, que trasladan esa carga de los déficits públicos a la ya empobrecida sociedad civil, hundiendo en la más absoluta miseria a sus capas más paupérrimas.

          Díganos, señor Navarro, si es o no cierto que familias como la de los Ochs-Sultzberger, periódicos como el "New York Times" y partidos políticos como el socialdemócrata norteamericano, son ajenos a este tipo tan históricamente "representativo" de gobierno llamado "democracia social de mercado", del cual resulta que la riqueza en poder de una minoría social —cada vez más relativamente irrisoria—, aumenta a expensas del esfuerzo y la penuria relativa de las mayorías sociales absolutas explotadas. Díganos si es cierto o no, que esa distribución cada vez más desigual de la riqueza en el mundo, es consustancial a ese tipo de "democracia" sobre la cual galopa la corrupción política.

          Nosotros estamos convencidos de que, según avanza el proceso de acumulación del capital global, las crisis económicas periódicas cada vez más catastróficas y difíciles de superar, en si y por si son tan esclarecedoras, que contribuyen a la toma de conciencia de los explotados sobre su propia situación en el actual sistema de vida. Pero si bajo tales condiciones —proclives al triunfo de la verdad sobre la mentira—, propusiéramos inconscientemente desviar la atención de la opinión pública hacia los corrompidos tildados de "culpables" —y más aun cuando se lo hace selectivamente por motivos ideológicos infundados—, dejando intangible o intacto al sistema que corrompe y para eso está el ordenamiento jurídico que penaliza conductas individuales, desde el punto de vista del progreso humano sin duda sería éste un gravísimo equívoco y un total despropósito político más en la historia de los despropósitos. Y con lo que le estamos diciendo, queremos significar que la consigna de su denostado manipulador:

¡VAMOS A POR LAS GRANDES FORTUNAS QUE NO PAGAN IMPUESTOS, YA!

            Esta consigna es tan pro sistémica y regresiva como ideológicamente tramposa y políticamente contraproducente. Porque induce a pensar que si haciéndoles pagar los impuestos que han defraudado y meterles en la cárcel, se acabarían los corruptos y todos los males en esta sociedad. Lo que hay que comprender, es que la corrupción no se combate haciendo "justicia" con los corruptos. Porque esa lacra social habita en los propios genes de la sociedad capitalista, es decir, en la propiedad privada sobre los medios de producción y de cambio. Y es que los comportamientos individuales corruptos, están objetivamente predeterminados por el sistema de vida corruptor que ha venido imperando en la sociedad clasista típica occidental desde los tiempos de la esclavitud. Porque la corrupción ha venido imperando en tales formaciones sociales independientemente de los corruptos que la personificaron, tan víctimas propicias al fin y al cabo como los que no han podido ni pueden pueden corromperse, sufriendo las consecuencias de la explotación y su inevitable rémora parasitaria que es la corrupción. Los corruptos convictos de hoy, son chivos expiatorios que la "justicia" del sistema sacrifica en el altar del Dios capital, para dejar intacto al mismo sistema que genera la corrupción. Y en lo que respecta a los desgraciados inocentes que no pueden corromperse, el sistema los contabiliza como en las guerras modernas, entre los afectados por "daños colaterales" tras los criminales bombardeos. En este punto queremos acabar —porque debemos— insistiendo ante Ud. y la opinión pública una vez más, sobre lo siguiente, algo que nunca podremos leer en tan prestigiosos "medios de información" como el "New York Times":

    <<Dos palabras para evitar posibles equívocos. No pinto del color de rosa, por cierto, las figuras del capitalista y el terrateniente (y ni que decir tiene de los políticos profesionales y los dueños de medios de comunicación corrompidos para beneficio mutuo). Pero aquí solo se trata de personas en la medida en que son la personificación de categorías económicas (sociales, jurídicas, políticas, culturales, morales etc.) portadores de determinadas relaciones e intereses de clase. Mi punto de vista, con arreglo al cual concibo como proceso de historia natural el desarrollo de la formación económico social (capitalista), menos que ningún otro podría responsabilizar al individuo por relaciones de las cuales él sigue siendo socialmente una creatura, por más que subjetivamente pueda elevarse sobre las mismas>>. (K. Marx: "El Capital" Libro I. Prólogo a la primera edición alemana. 25 de julio de 1867. Lo entre paréntesis nuestro)

          La moraleja o enseñanza que cabe sacar de estas sabias palabras, es que las víctimas de la explotación, el engaño, la corrupción y la violencia —con ese regusto cinematográfico y escatológico tan burgués por lo más irracional y monstruoso—, jamás podremos emanciparnos de semejantes lacras inhumanas y genocidas que recrudecen trágicamente durante las crisis económicas periódicas. Y no podremos hacerlo si en la lucha por emanciparnos, al mismo tiempo no emancipamos humanamente de toda esa porquería histórica para siempre, también a los explotadores, a los sofistas, a los corruptos y a los violentos que, en última instancia, todos ellos se dedican a preservar el mismo sistema de vida esencialmente basado en la explotación, el engaño, la corrupción y la violencia. Porque eso les hace sentir bien mientras puedan eludir ser víctimas de lo mismo que propician. Y contribuir a que tal propósito humanitario superior se cumpla, será imposible sin empezar por decidirse a acabar con el actual sistema económico y político capitalista de vida ya caduco, que lleva en sí mismo todos esos desechos jurídicos y morales socialmente contaminantes, allí donde sigan disimuladamente amparados por las leyes y la moral pública vigentes.

          El remedio está, insistimos, en dejar fuera de la ley a la propiedad privada sobre los medios de producción y de cambio en las grandes y medianas empresas capitalistas. De este modo, la sociedad se sacudiría la condición sistémica fundamental corrupta y corruptora de la sociedad. Pero, al mismo tiempo, es imprescindible legitimar el obligado control democrático y permanente de los productores libres asociados a escala estatal, nacional e internacional, sobre los medios de producción y de cambio en todas las empresas. Tanto como para garantizar que el reparto de lo producido por la sociedad en esta etapa del progreso cada vez más avanzado de la productividad del trabajo social, se haga según el criterio jurídico-político equitativo de que, a cada individuo en edad y disposición de trabajar, se le recompense según su capacidad, de modo que la sociedad pueda recibir de cada cual según su trabajo.

          Un saludo: GPM.