7. Ley de la Tendencia decreciente de la Tasa General de Ganancia Media

Hasta aquí hemos venido haciendo valer el supuesto de una tasa de explotación o de plusvalor constante = 100% sobre el capital variable o salarios Cv, porque así procedió metodológicamente Marx para facilitar la comprensión del proceso de formación de la Tasa de Ganancia Media, sin menoscabo de su rigor científico.

En realidad este supuesto no se cumple. De lo contrario estaríamos pensando en un modo de producción irreal, en el que no habría desarrollo científico técnico incorporado a los medios de trabajo y, por tanto, ausencia de productividad y su decisiva incidencia en el proceso de acumulación. En tal caso, la reproducción del capital por el tiempo de trabajo, tampoco sería acumulativa o a escala ampliada. Sería simple, donde una parte del tiempo de trabajo de los asalariados se limitaría a reponer el valor de su salario y, al mismo tiempo, trasladar al producto final el valor de los combustibles así como el equivalente al desgaste de los medios de trabajo y la trasformación de las materias primas, mientras que la otra parte correspondiente al plusvalor, entraría íntegramente en el consumo personal de los capitalistas. Pero como de lo que se trata en este apartado es, precisamente de saber qué pasa con el proceso de la reproducción ampliada típica del capitalismo, pues habrá que poner en el centro del análisis el concepto de progreso científico-técnico incorporado a los medios de trabajo.

Ya hemos dicho que el concepto genérico de progreso de la fuerza productiva del trabajo es una noción puramente técnica o políticamente neutra, aséptica, propia de todo proceso de trabajo, entendida como la relación entre la fuerza de trabajo o energía en acción (FT) y los medios de producción (MP) que el ser humano utiliza para fines concretos determinados. El progreso de dicha fuerza productiva se explica y determina por la capacidad de un operario para poner en movimiento un mayor número de medios de trabajo y el procesamiento de más materia prima por unidad de tiempo empleado. Y como también hemos visto, esta relación técnica al mismo tiempo que un proceso de trabajo común a cualquier etapa histórica del desarrollo humano, bajo el capitalismo se caracteriza por ser un específico proceso de valorización, esto es, de producción de plusvalor para los fines de la acumulación de capital.

¿En qué consiste esencialmente el capitalismo? En desarrollar dicha fuerza productiva del trabajo, para convertir la mayor cantidad posible de trabajo necesario, en excedente o plusvalor para los fines de la acumulación. Desde este específico punto de vista histórico-social que hace a la esencia del capitalismo, el resultado del progreso de la fuerza productiva se define como la relación variable entre el trabajo excedente o plusvalor (Pv) y el salario (Cv) o trabajo necesario, relación que Marx denominó plusvalor relativo, donde dada una masa salarial, con cada progreso operado por la fuerza productiva del trabajo, la parte de la jornada laboral durante la cual los asalariados trabajan para del patrón, aumenta y se convierte en capital a expensas del salario, cuya participación en el tiempo de trabajo total disminuye en la misma medida; progreso éste determinado por el aumento en la composición orgánica del capital, técnicamente definido por la creciente capacidad de un asalariado para poner en movimiento más eficaces y onerosos medios de trabajo por unidad de tiempo empleado en ello.

Ahora bien, dada la extensión de la jornada laboral media, que naturalmente no puede exceder las 24 Hs. de cada día, este límite físico infranqueable determina que, cuanto mayor sea la parte de la jornada laboral que la fuerza productiva del trabajo haya convertido en plusvalor capitalizado —es decir, en capital acumuladomenor será la fracción de esa jornada que a la burguesía le quede por capitalizar y menor, por tanto, el incremento de plusvalor capitalizable, al tiempo que mayor será la masa de capital constante a emplear para conseguir transformar fracciones cada vez más pequeñas del trabajo necesario restante en plusvalor capitalizable.

Y esta tendencia se explica por dos razones adicionales. La primera es que, aun cuando el progreso de la fuerza productiva aplicado a la fabricación de medios de trabajo de última generación, se traduzca en que su coste por unidad sea menor que el de la mano de obra que desplaza, el adelanto tecnológico que incorporan permite que un mismo operario pueda poner en movimiento un mayor número de ellos al mismo tiempo, con lo que su coste total resulta ser progresivamente mayor según aumenta la fuerza productiva potencial del trabajo contenida en ellos. Así lo explica Marx:

<<…Y, como consecuencia de esta misma productividad creciente del trabajo, no cabe duda de que una parte del capital constante existente (el capital fijo) se deprecia continuamente, ya que su valor no se rige por el tiempo de trabajo que originalmente ha costado, (y al que se sustituye) sino por el tiempo de trabajo con el que se lo puede reproducir, (con adelanto tecnológico incorporado), el cual decrece continuamente a medida que aumenta la productividad del trabajo. Por tanto, aunque su valor no aumenta en razón a su volumen, aumenta, sin embargo, puesto que su volumen (el que la progresiva fuerza productiva que incorpora exige poner en movimiento por unidad de tiempo) crece más aprisa de lo que desciende su valor…>> (K. Marx: “Teorías sobre la Plusvalía” Op.cit. Cap. XV. B.3. Lo entre paréntesis nuestro).

La segunda razón es que, cuanto mayor sea la eficacia productiva materializada en tales medios de trabajo, también mayor es su capacidad para procesar más capital circulante (materia prima) por unidad de tiempo. Y dado que el valor del capital constante es la suma del capital fijo más el capital circulante, ergo, las dos razones expuestas determinan que según progresa la acumulación reduciendo la base salarial sobre la que se capitaliza el plusvalor, el coste de incorporar progreso tecnológico al capital fijo de nueva generación, aumenta en términos de capital constante (fijo y circulante) más rápidamente de lo que se incrementa el plusvalor obtenido con él.

Insistimos: dado que el capital se acumula convirtiendo en plusvalor la parte de la jornada de labor correspondiente al tiempo de trabajo insumido en crear el equivalente a los medios de vida de los asalariados, cuanto más haya disminuido esta parte convertida en plusvalor ya capitalizado, menos es lo que queda de ella por convertir en plusvalor para capitalizar desarrollando la fuerza productiva del trabajo. Por tanto, mayor deberá ser el capital constante a emplear para alcanzar una productividad del trabajo tal, que permita capitalizar una masa cada vez más menguada de plusvalor adicional, extraída de una porción cada vez menor de la jornada laboral restante. Y dado el coste creciente que en términos de capital constante supone el progreso tecnológico incorporado al capital fijo de nueva generación, ello obliga a su funcionamiento continuado y sin interrupciones —el “perpetuum mobile” del capital de que hablaba Marx— para evitar su desvalorización y retiro prematuros del mercado por obsolescencia técnica o moral antes de ser totalmente amortizado, con lo que resulta mayor todavía la inversión en capital circulante (materias) primas a procesar por unidad de tiempo empleado en la producción.

Esta lógica conduce a un sobreaumento en la Composición Orgánica del Capital por un mayor empleo relativo de capital fijo cada vez más tecnológicamente avanzado, así como a la extensión hasta el límite físico posible de la jornada de labor colectiva en tres turnos de 8Hs. que abarque las 24 horas de cada día, al tiempo que se intensifican también, al límite, los ritmos de explotación del trabajo vivo para una mayor producción por unidad de tiempo. De todo lo cual Marx concluye:

<<Por consiguiente, con el desarrollo del modo capitalista de producción disminuye la tasa de ganancia, mientras que su masa (plusvalor) aumenta (aunque menos que el capital constante) al aumentar la masa del capital empleado (Cc+Cv)>>. K. Marx: "El Capital” Libro III Cap. XV Aptdo. II. Lo entre paréntesis nuestro)

Dicho de otro modo, dado el límite físico de la jornada laboral media, el progreso de la fuerza productiva del trabajo determina que el plusvalor aumente menos que la Composición Orgánica del Capital. Ergo, la Tasa General de Ganancia Media desciende. Este hecho induce a que la burguesía acelere todavía más el proceso de acumulación, tratando, como se ha dicho, de amortizar más rápidamente el valor del capital fijo invertido para contener dicho descenso. En medio de este paroxismo, el capital global gravita inevitablemente hacia la crisis de superproducción absoluta, que se presenta cuando el capital global incrementado produce la misma masa de plusvalor o menos que antes de su incremento:

<<La baja de la tasa de ganancia y la acumulación acelerada no son más que dos modos distintos de expresar el mismo proceso, en el sentido de que ambos son el resultado del desarrollo de la capacidad productiva. La acumulación, por su parte, acelera la disminución de la tasa de ganancia, toda vez que implica la concentración de los trabajos en gran escala y, por tanto, una composición más alta del capital. Por otra parte, la baja de la tasa de ganancia acelera, a su vez, el proceso de concentración del capital (mayor masa en cada empresa), su centralización (de la propiedad) mediante la expropiación de capitales menores y el desahucio del último resto de los productores directos a los cuales aún les queda algo que expropiar. Con ello se acelera, a su vez, en cuanto a la masa, la acumulación, aunque, en lo que a la tasa se refiere (plusvalor acumulado en cada rotación respecto de la precedente), disminuye al disminuir la cuota de ganancia>>. (K. Marx: "El Capital". Libro III Cap. XV)

¿Cuál es el momento conclusivo en que la burguesía se ve forzada al trasiego del capital productivo hacia la especulación, convertido así en capital ficticio? Por ejemplo, si una determinada masa de capital acumulado de 1.000 al 15% de ganancia pasa, por tanto, de 1.000 a 1.150 unidades monetarias y en el siguiente período la tasa de ganancia desciende del 15 al 9%, esto quiere decir que habiendo invertido al 15%, ese capital de 1.000 obtuvo un plusvalor o masa de ganancia de 150. Luego, en la siguiente rotación, el capital incrementado de 1.150 a una tasa del 9% pasaría a obtener sólo 103 unidades monetarias de plusvalor. Por tanto, del 100% = 150, la tasa de acumulación pasaría al 68,66% = 103

En semejantes condiciones, la masa de capital adicional o plusvalor obtenido = 150 no se reinvierte, porque para volver a obtener poco más que esas 150 de plusvalor, el capitalista tendría que invertir un capital mayor que las 1.150 disponibles. Exactamente 525 más (1.000+150+525 = 1.675 x 9% = 150,75 ) lo cual le significa una pérdida neta de capital. No sólo porque el irrisorio margen de 0,75 respecto de 150 no compensa invertir las 525 adicionales, sino porque el capital productivo no dispone de esa masa de valor adicional, por lo que tiene que pedir un crédito, de modo que, entonces, su ganancia no sería ya del 9% sino menos, equivalente al interés sobre el préstamo de 525. A este fenómeno Marx le llama "Sobreacumulación absoluta de capital", es decir, demasiado capital para tan poco rédito. Tal es la causa eficiente y material u origen histórico de las crisis. La causa eficiente es el aumento en la composición orgánica del capital y el consecuente descenso de la tasa de ganancia. La causa material u originaria es la acumulación absoluta de capital productivo (Cc+Cv), que no de mercancías de consumo final.

Pero de esto hay algo más que decir y es que, invirtiendo 1.150 con un rédito del 9%, ya no es solamente que descienda la cuota de ganancia, sino que desciende la propia masa de ganancia, su volumen absoluto respecto de la rotación anterior. Se siguen obteniendo rendimientos, pero menores, en nuestro ejemplo: 150-103 = 47 menos que antes de su incremento. Es decir, que la acumulación absoluta está todavía lejos de una situación en que la masa de plusvalor y, por tanto, su tasa de ganancia correspondiente sean ambas nulas, = 0. Por tanto, dado que bajo condiciones de acumulación absoluta se siguen obteniendo beneficios, la acumulación prosigue. Pero la parte del capital que contribuyó a obtener el plusvalor adicional de 150 debe ser retirado de la producción quedando inutilizado; y las 150 de plusvalor pasan a invertirse como capital de riesgo en la especulación:

<<Hablar de sobreacumulación absoluta de capital es hablar de una masa de valor bajo la forma de dinero que huye de la esfera de la producción de plusvalor, que deja de producir plusvalor porque no se invierte y por tanto, deja de demandar trabajo adicional. Tal es el principio activo que explica el fenómeno del exceso de capital con exceso de población o paro creciente. Esto se produce porque (desde el punto de vista burgués) la población obrera explotada se ha vuelto demasiado pequeña respecto del capital invertido, pero al mismo tiempo (desde el punto de vista de los asalariados) este capital deviene demasiado pequeño respecto de la población obrera explotable>>. [Ver en: K. Marx: “El Capital” Libro III Cap. 14-III)] http://www.nodo50.org/gpm/crisis/06.htm

Como consecuencia de esta inevitable ley del capitalismo, parte del capital global que no puede seguir acumulando plusvalor, se desvalorizará en tanto y cuanto deja de producirlo al ser expulsado de la producción por el mercado; y es expulsado de la producción porque la Tasa de Ganancia Media dictamina que sobra, dependiendo de la competencia a qué propietarios de esa parte del capital global perjudicará más la inevitable desvalorización que no dejará de afectar al conjunto, dejando a los propietarios de la fuerza de trabajo hasta ese momento empleados por él, en la más absoluta indigencia, por la misma causa sistémica que les arroja cruelmente al paro:

<<Mientras todo marcha bien, la competencia, tal como se revela en la nivelación de la tasa general de ganancia, actúa como una cofradía práctica de la clase capitalista, de modo que ésta se reparte comunitariamente y en proporción a la magnitud de la participación de cada cual, el botín colectivo. Pero cuando ya no se trata de repartir ganancias sino de dividir pérdidas, cada cual procura reducir en lo posible su participación en las mismas y endosársela a los demás. La pérdida es inevitable para la clase (burguesa). Pero la cantidad que de ella ha de corresponderle a cada cual, en qué medida ha de participar en ella, se torna entonces en cuestión de poder y de astucia, y la competencia se convierte, a partir de ahí, en una lucha entre hermanos enemigos. Se hace sentir entonces el antagonismo entre el interés de cada capitalista individual y el de la clase de los capitalistas, del mismo modo que antes se imponía prácticamente la identidad de esos intereses a través de la competencia>> (K. Marx: Op. Cit. Libro III Cap. XV. Lo entre paréntesis es nuestro)

La consecuente desinversión y paralización parcial del capital productivo, comercial y de servicios —hasta ese momento plenamente activo en poder de las más grandes empresas—, retrae la producción e ingresos por ventas. Como lógica deriva, disminuye la demanda de pedidos a sus empresas auxiliares en manos de capitales medios y pequeños que, a su vez, son también abducidos por la espiral de la semiparálisis productiva, la caída en picado de sus ventas y la imposibilidad de saldar al vencimiento sus promesas de hacer frente a las deudas contraídas.

Se rompe así la cadena de cobros y pagos que durante la fase de prosperidad hizo hasta ese momento posible la metamorfosis del capital mercantil: M—D—M que, a su vez, vino posibilitando la metamorfosis del capital productivo mediante la fórmula: D—M—D’, donde D’ = D [dinero invertido en (Cc + Cv) que se recupera con la venta del producto) + un incremento de D equivalente al plusvalor producido convertido así en capital].

Esta violenta interrupción del intercambio mercantil acaba por generar una crisis de dinero, es decir, brusca retracción de la oferta dineraria y crediticia hasta desaparecer de la circulación respecto de un desmesurado aumento de su demanda, no precisamente para inversión productiva sino para pagar deudas exigibles contraídas. El resultado es que la semiparálisis del aparato productivo en su conjunto, acaba trasladando la crisis a las cuentas públicas: al disminuir la producción en la sociedad civil por falta del incentivo que suponen ganancias crecientes, caen significativamente los ingresos fiscales en concepto de impuestos y la amenaza de bancarrota se cierne sobre los Estados nacionales. Ante estas circunstancias está el capitalismo en los países más desarrollados ahora mismo.

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