El papel de la organización revolucionaria independiente o “aparte” de los asalariados espontáneos

Cuando unos párrafos antes Lenin afirmaba que “La verdadera educación de las masas no puede ir nunca separada de la lucha política independiente, y sobre todo, de la lucha revolucionaria de las propias masas” estaba diciendo que sólo es revolucionaria la lucha de masas que es dirigida por revolucionarios organizados en un Partido, puesto que espontáneamente las masas no pueden generar ninguna lucha revolucionaria. Por lo tanto, la organización de los revolucionarios, en tanto educadores de la clase, debe preceder a la lucha revolucionaria de masas. Este fue, justamente, el gran descubrimiento de Lenin que le llevó, a principio del siglo XX, a luchar no por un frente amplio contra el zarismo haciendo seguidísmo de la “contradicción principal”, sino por un partido independiente, libre de influencias burguesas y pequeñoburguesas, formado por cuadros profesionales.

“..En tercer lugar, porque con esta exacta exposición del efecto funesto del capitalismo y de la necesidad, de a inevitabilidad de la indignación obrera establecemos una divisoria entre nosotros y esas gentes que nadan entre dos aguas y que “simpatizando” con el proletariado y exigiendo “reformas” que le beneficien, tratan de mantenerse en el “justo medio” entre el proletariado y la burguesía, entre el gobierno absolutista y los revolucionarios. Y tal divisoria entre nosotros y esa gente es particularmente necesaria ahora, si es que queremos crear un partido obrero unido y cohesionado, que luche firme y resueltamente por la libertad política y el socialismo…” Lenin, V: “Proyecto de programa de nuestro partido”. En la Alianza de la clase obrera y el campesinado. Progreso. Moscú. P-36.

La lucha de Lenin apuntaba a construir una herramienta orgánica y homogénea en lo ideológico, cohesionada por la aplicación colectiva del Materialismo Histórico a la realidad social. Una vez conseguido este objetivo, abrir un frente de penetración político-ideológico en el movimiento de masas desde donde disputar disciplinadamente la conciencia de la vanguardia natural del proletariado.

Comentario del GPM << Los revolucionarios deben organizarse en torno a los principios del Materialismo Histórico, para introyectar las ideas revolucionarias en el movimiento asalariado espontáneo. Pero no tienen por qué indicarle a las masas cómo se deben organizar a la hora de llevar adelante sus propias luchas. Esto no es lo fundamental en las tareas de los revolucionarios. Como ya hemos dicho anteriormente, son los explotados quienes, en cada momento de la lucha y del desarrollo de su conciencia, crean sus propias organizaciones, tal como lo han demostrado en su historia. En tal sentido, sí es cierto que la organización de los revolucionarios debe preceder a la lucha efectivamente revolucionaria de los explotados, no es precisamente porque los revolucionarios saben cómo organizar a las masas, sino porque están en condiciones de contribuir decisivamente a transformar el instinto de clase de los asalariados espontáneos en autoconciencia a través de la propaganda y la agitación, a la vez que orientar tácticamente al movimiento en el sentido de la estrategia de poder.>>   

Y es que desde la concepción que defendemos, la conciencia se encuentra en disputa permanente, no hay lugar para dejar vacíos o “agujeros” ideológicos en el campo de batalla por las ideas encontradas. De ahí, la necesidad de asumir su conformación en el seno de la lucha de clases —lucha, que por cierto, es inconmensurablemente desigual— en la que no existe la menor posibilidad de neutralidad. La vanguardia revolucionaria debe conquistar para la revolución la conciencia y el corazón de grandes sectores de la masa a través de su vanguardia natural. Debe arrancar de la influencia burguesa una parte cada vez más considerable de los trabajadores esforzándose en todo momento para elevar su nivel ideológico a la altura de las exigencias revolucionarias, no para rebajarlo haciendo concesiones a la burguesía en la conciencia de sus sectores ideológicamente mas atrasados. Debe lograr que una parte importante de la clase se comprenda y comporte como tal.

Para esta disputa, que en el fondo es una guerra a vida o muerte, la vanguardia revolucionaria necesita organizase aparte,  manteniéndose firme en lo ideológico y unívoca en lo político. Es que la historia viene demostrando que no es ninguna tarea fácil resistir la ofensiva político-ideológica de la burguesía, incluso, luego de haberla “eliminado” oficialmente, como en la URSS.  Esta es una de las claves para comprender la necesidad del partido de cuadros, en tanto instancia suprema de organización independiente de la vanguardia revolucionaria. Cabe aclarar que esta organización, por su parte, no es una organización de “intelectuales” o de “obreros” [26], como puede entenderse, sino de revolucionarios profesionales, de cuadros teórico-prácticos del socialismo.

“La organización de los revolucionarios debe agrupar, ante todo y sobre todo, a personas cuya profesión sea la actividad revolucionaria (por eso hablo de una organización de revolucionarios, teniendo en cuenta a los revolucionarios socialdemócratas). Ante este rasgo común de los miembros de semejante organización debe desaparecer en absoluto toda diferencia entre obreros e intelectuales, sin hablar ya de la diferencia entre las diversas profesiones de unos y otros. Esta organización debe ser necesariamente no muy amplia y lo más clandestina posible” Lenin, V. “¿Qué hacer?”. (1902)

Si, como vemos, la conciencia de clase se desarrolla desigualmente en el movimiento de masas, las propuestas de asumir partidariamente a los sectores más atrasados –léase, mas influidos por la burguesía- con los más avanzados –que son minoría- no significaría otra cosa que diluir democráticamente la conciencia socialista de la vanguardia en una mayoría atrasada. Así, terminarían influenciando a la organización los sectores más atrasados y las acciones a seguir, por tanto, no resultarían ser las realmente necesarias para enfrentar resueltamente a la burguesía. Por eso, el lugar de la disciplina conciente es fundamental para entender y garantizar la democracia leninista. El partido revolucionario supone la participación en él con un nivel de conciencia tal que permita a todos sus miembros discutir con fundamentos y una vez convencidos, asumir conscientemente la propuesta de acción mayoritaria conseguida. La democracia formal de las mayorías inconscientes es el fundamento de la dictadura política burguesa. El acto de disciplinarse al voto mayoritario tras el ejercicio de la libertad de pensamiento individual fundado en la común conciencia de clase, es fruto de la decisión científica colectiva, por eso no puede resultar nunca imposición. Es por esto que para aceptar la disciplina de una verdadera organización revolucionaria hay que tener conciencia y experiencia. El Partido debe exigir ambas cosas:

“La necesidad de limitar el partido a los que están dispuestos a aceptar su disciplina es de aplicación mucho más general. Cabe señalar que para Lenin esto no implica aceptar ciegamente el autoritarismo (aun si sus supuestos seguidores lo hayan interpretado así). El partido revolucionario existe para que los obreros e intelectuales más conscientes y activos participen en una discusión científica antes de lanzarse a una actividad consciente coordinada. Y esto es imposible sin una participación general en las actividades del partido, lo cual requiere de una combinación de claridad y precisión en los  argumentos y una decisión a nivel orgánico. La alternativa es el “pantano”, donde los elementos motivados por una apreciación científica se encuentran tan mezclados con los elementos más inseguros que la acción decisiva viene siendo imposible; lo que ocurre en este caso es que de hecho son los más atrasados los que dirigen. La disciplina necesaria para un debate de este tipo es la disciplina de los que se han “unido en virtud de una decisión libremente adoptada”. Sin fronteras claramente definidas, y sin la coherencia necesaria para implementar decisiones, la discusión sobre las decisiones del partido deja de ser “libre”, y pierde su sentido” Chris Harman (2002) Partido y Clase. Las diferentes concepciones. Ediciones El Mundo al Revés. Uruguay. p-16-17

Y es justamente por esto que en muchas ocasiones planteamientos “democrático-aperturistas” “no sectarios” y “críticos” hacia la homogeneidad político-ideológica, que aparecen enunciados como meramente “tácticos”, son en realidad planteos que buscan diluir la función de la vanguardia en una masa despolitizada e inoculada hasta el hartazgo de prejuicios burgueses y pequeñoburgueses. No en vano una de las consignas mas usadas por nuestros demócratas en los últimos años ha sido la de trabajar en la “diversidad” que en buen castellano significa, conciliar bajo el chantaje inmovilista de las mayorías inconscientes. Con esta filosofía política de mantener unido lo diverso en los partidos para ganar votos, no se hace otra cosa que fortalecer estratégicamente la dictadura “democrática” de la burguesía en el Estado y la sociedad. Y es que:

“El punto de vista demócrata-formal es precisamente el de demócrata burgués que no admite la supremacía de los intereses del proletariado y de la lucha proletaria de clase”. Lenin, V. “La revolución proletaria y el renegado Kautsky”. (1918)

Recordemos también que el “joven y poco conocido” Lenin de 1902 comienza su ¿Qué hacer? cuestionando,  justamente, la consigna más en boga de aquel momento: “libertad de crítica”, sostenida nada más y nada menos que por uno de los dos intelectuales de mayor prestigio e influencia en el movimiento obrero: Eduard Bernstein:

“Quien no cierre deliberadamente los ojos debe ver por fuerza que la nueva tendencia “crítica” surgida en el socialismo no es sino una nueva variedad de oportunismo. Y si no juzgamos a los hombre por el brillo del uniforme que se han puesto ellos mismos, ni por el pomposo sobrenombre que a sí mismos se dan, sino por sus actos y por las ideas que propagan en realidad, veremos claramente que la “libertad de crítica” es la libertad de la tendencia oportunista en el seno de la socialdemocracia, la libertad de hacer de la socialdemocracia un partido demócrata de reformas, la libertad de introducir en el socialismo ideas burguesas y elementos burgueses Lenin, V: “¿Qué hacer?”. Cap: Dogmatismo y libertad de crítica. (1902) (el subrayado es nuestro)

Como vemos, esta concepción de la organización independiente de la vanguardia revolucionaria se ha confundido muchas veces con falta de democracia y con la posibilidad de manipulación. Pero en realidad, al estar integrada por aquellos que demuestren participar con fundamento en las discusiones y  responder conscientemente a su disciplina, esta organización será, por tanto, esencialmente democrática. Las manipulación política más grande y escandalosa se da y se ha dado, justamente, en espacios amplios donde una minoría entrenada “maniobra” sobre una mayoría sin elementos de análisis ni experiencia. Por más buenas intenciones que se tengan, esto es lo que inevitablemente termina pasando cuando se asume la posición democrático-formal, esto es, cuando se abandona el punto de vista de clase. Esto es lo que hace cotidianamente la burguesía y ha sido también, aunque trágicamente para la izquierda, la manera que Stalin encontró para desvirtuar el partido bolchevique al eliminar los restos de la vieja guardia comunista, para poder abrirlo indiscriminadamente luego de la muerte de Lenin, no sólo a los sectores políticamente más inconscientes de la clase, sino a la pequeñoburguesía de los Koljoses:

“Por el contrario, el partido leninista, integrado por los miembros más activos y conscientes, que siguen las polémicas y son incitados a participar en cursos, escribir en el periódico, a asumir el rol de «oficiales» del ejército obrero en lucha y forjarse en los más variados combates, permitirá una democracia real muchísimo más profunda que cualquier experiencia conocida, asimilable al «partido-clase». Precisamente cuando Stalin pudo atacar abiertamente al partido leninista, el primer paso fue promover la entrada indiscriminada de miembros (la «promoción Lenin», después de la muerte del líder)... ¿para ampliar la democracia obrera? ¡No! Para liquidar la esencia del partido, para ahogar la conciencia revolucionaria de la vanguardia en una masa despolitizada, agotada y «maleable».” Osvaldo Garmendia: (1996) Revista Debate Marxista Nº 7

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[26] En una nota al pie del Que Hacer, Lenin decía con respecto a la imposibilidad de que el movimiento espontáneo elabore socialismo lo siguiente “Esto no quiere decir, naturalmente, que los obreros no participen en esa elaboración. Pero no participan como obreros, sino como teóricos del socialismo, como los Proudhon y los Weitling; dicho con otras palabras, sólo participan en el momento y en la medida en que logran, en grado mayor o menor, dominar la ciencia de su siglo y hacerla avanzar. Y para que lo logren con mayor frecuencia, es necesario preocuparse lo más posible de elevar el nivel de conciencia de los obreros en general; es necesario que éstos no se encierren en el marco, artificialmente restringido, de las “publicaciones para obreros”, sino que aprendan a asimilar más y más las publicaciones generales. Incluso sería más justo decir, en vez de “no se encierren”, que “no sean encerrados”, pues los obreros  leen y quieren leer cuanto se escribe también para los intelectuales, y sólo ciertos intelectuales (de ínfima categoría) creen que “para los obreros”  basta relatar lo que ocurre en las fábricas y repetir cosas conocidas desde hace ya mucho tiempo” (Lo en negritas y subrayado es nuestro).