Lo material objetivo como determinante en última instancia

La lógica del razonamiento que venimos desarrollando nos muestra que la formación de la conciencia de clase se da en el marco de la unidad dialéctica complementaria entre la teoría revolucionaria y la lucha de las masas. Sin embargo, es necesario detenernos en un factor clave: las condiciones materiales objetivas en que esa teoría y esa lucha se desarrollan.  Es que:

“Los hombres hacen su propia historia, pero no la hacen a su libre arbitrio, bajo circunstancias elegidas por ellos mismos, sino bajo aquellas circunstancias con que se encuentran directamente, que existen y les han sido legadas por el pasado.” Marx,. K: “El Dieciocho Brumario de Luís Bonaparte. Capitulo 1. (El subrayado es nuestro)

Desde una posición materialista sabemos que es lo material objetivo en tanto conjunto de relaciones lo que en última instancia se impone en la conciencia subjetiva como condición determinante, ya que “No es la conciencia del hombre la que determina su ser sino, por el contrario, el ser social es lo que determina su conciencia[22]. Es el factor objetivo —la dirección y sentido contenidos en la lógica de sus contradicciones— el que determina que las posibilidades abstractas que se mueven en el “reino” de la razón y la voluntad puedan transformarse en posibilidades reales, ya “maduras”, para que el sentido de la sociedad socialista contenido en el vientre de la sociedad capitalista, pueda ver finalmente la luz mediante la acción revolucionara.

Hablando con mayor propiedad, debemos decir que desde el punto de vista materialista histórico en la sociedad capitalista no existen condiciones para la creación de la realidad social, porque es la realidad social la que se recrea a si misma con independencia de los sujetos que interactúan en ella. Pero esa realidad es contradictoria y son esas contradicciones de la realidad social las que motorizan el devenir de su proceso histórico determinado por su principio activo. Y es que una de las propiedades fundamentales de la materia —entendiendo aquí por materia al conjunto de sus interrelaciones— es el movimiento. Y a diferencia de los idealistas, los materialistas sostenemos que el movimiento no es externo sino interno a la “cosa”: es resultado de las contradicciones que actúan dialécticamente en su interior, y de las cuales surge la fuerza con una dirección y sentido precisos, en nuestro caso la fuerza histórica que tiende a trascender la relación. Aunque al mismo tiempo tiende a conservarla. Y esto sucede cuando las fuerzas que interactúan en la relación son de la misma naturaleza o uno de sus polos dialécticos se comporta como si lo fuera. Entonces no hay trascendencia histórica, como es el caso en la dialéctica de Hegel y, en nuestro caso, el momento en que el proletariado se asume y comporta como capital variable, es decir, como mercancía. Para que exista trascendencia histórica, como venimos mostrando, es necesario que el proletariado supere subjetivamente su ser para si en la autoconciencia de lo objetivamente irreconciliable de su relación con el capital. Ver: http://www.nodo50.org/gpm/dialectica/todo%20.doc. Descubrir esas contradicciones fundamentales que se están desplegando y bregar a favor de su resolución progresiva, contribuyendo a agudizarlas y acelerarlas, tal es la esencia de la tarea revolucionaria en tanto auxiliar eficaz de esa “partera de la historia” que son las contradicciones del capitalismo

“El único camino histórico por el cual pueden destruirse y transformarse las contradicciones de una forma histórica de producción es el desarrollo de esas mismas contradicciones”. Marx, K: “El Capital”  Cap:XIII apdº 9.

Es esto,  justamente, lo que diferencia al socialismo científico del socialismo utópico y del reformismo. Y es que el marxismo no se inventa ninguna sociedad superadora del capitalismo, sino que la prevé como proyecto de inevitable realización en tanto descubre científicamente las leyes de su desarrollo; prefigura teóricamente esa nueva sociedad comprobando que en el mismo desarrollo del sistema capitalista están las bases materiales y sociales de su superación, aun antes de que el sistema se desplome por el peso humanamente insoportable de sus propias contradicciones:

“…Una vez que se ha visto claro en estas interconexiones internas, cualquier creencia teórica en la necesidad permanente de las condiciones existentes, se derrumba antes de su colapso práctico…” (Carta de Marx a Kugelmann 11/07/1868, aportada por el GPM)

He aquí el valor revolucionario de la teoría. Es que la futura sociedad socialista no nacerá de una moral filistea preocupada por la falta de asistencia para los problemas sociales, ni de las buenas intenciones proyectadas desde la imaginación, sino de las propias contradicciones reales que socavan el suelo la sociedad capitalista. Las gigantescas fuerzas productivas desarrolladas en el seno de la producción social bajo el capitalismo, pujan desde hace tiempo por salir del cepo de las relaciones burguesas de propiedad: la producción es cada vez más social y los choques con la apropiación privada de ésta son cada vez más contrastantes. Con el desarrollo del capital financiero trasnacional, la misma burguesía se ha tornado superflua y parásita, dejando en manos del trabajo asalariado el conjunto de la producción social, aunque arrojando fuera del sistema a millones de seres humanos que son condenados al paro. Con esto, la burguesía demuestra la decadencia que experimenta como clase dominante confirmando aquello ya previsto por Marx y Engels en donde a propósito de la decadencia de la misma decían:

“No es capaz de dominar, porque no es capaz de asegurar a su esclavo la existencia, ni siquiera dentro del marco de la esclavitud, porque se ve obligada a dejarle decaer hasta el punto de tener que mantenerle, en lugar de ser mantenida por él. La sociedad ya no puede vivir bajo su dominación; lo que equivale a decir que la existencia de la burguesía es, en lo sucesivo, incompatible con la de la sociedad” Marx, K y Engels, F: “El manifiesto comunista. Cap: Burgueses y proletarios

Seguir el movimiento real -lo material objetivo- en la sociedad capitalista  tiene que ver con seguir este movimiento dialéctico de las relaciones entre las clases sociales en pugna: burguesía y proletariado. El desarrollo de la contradicción entre las fuerzas productivas y las relaciones de producción, presiona para que el movimiento proletario, en tanto aspecto progresivo de las fuerzas productivas, se imponga sobre las fuerzas regresivas del movimiento de la burguesía, en tanto relaciones de producción históricamente superadas.  Este es el sentido que Marx daba a la afirmación de que “la conciencia es una cosa que el mundo debe adquirir, quiéralo o no”[23]. No porque esta se adquiera de modo espontáneo, sino porque la conciencia socialista tiene su base material –existe objetivamente como posibilidad- en las contradicciones del movimiento real, esto es, en la tendencia objetiva al derrumbe de la sociedad capitalista [24] . Por eso Marx también afirmaba que no se podían saltar etapas por decreto y que la tarea de los revolucionarios, en este sentido, era la de “mitigar los dolores de parto” de lo que históricamente se ha estado gestando. No se trata, para Marx, de engendrar la revolución, sino de trabajar para que ésta nazca.

Ahora bien, sabido es que la lucha de clases no discurre en línea recta y progresiva, sino, a través de innumerables “zigzag”,  de ascensos y descensos, de éxitos y fracasos parciales. Por eso, con el objetivo de no reeditar errores, este “seguimiento” que la vanguardia debe realizar, supone la asimilación de los aprendizajes acumulados por la clase a lo largo de su historia de lucha. Por otro lado, el hecho de que no todos los momentos son iguales y aptos para el avance revolucionario, significa que las tareas de la clase deben necesariamente ir cambiando de acuerdo a la situación. Por cierto, esto nada tiene que ver con la adaptación seguidista y la prédica oportunista de “la política como arte de lo posible”, donde lo posible, es siempre lo posible para la burguesía. De lo que se trata es de comprender y asumir la práctica política como “el arte de hacer posible lo históricamente necesario”. Esta es la práctica que siguieron Marx, Engels y también Lenin junto a los bolcheviques. Práctica, según la cual, pueden hacerse “acuerdos prácticos” pero jamás, “tráfico de principios”. Esta es la práctica política que permite comprender porqué a pesar de haber estado mucho tiempo aislados, ni Marx, ni Engels ni Lenin fueron sectarios. Y es ésta política antioportunista de permanecer anclados a la necesidad histórica lo que permite entender porqué los bolcheviques pasaron de minoría a mayoría cuando el resto de las condiciones para la revolución comenzaron a aparecer:

“Sin embargo, debemos recordar que a principios de 1917 el Partido Bolchevique dirigía a una ínfima minoría de trabajadores. Tanto en los soviets de solda­dos como en los de obreros, el bloque bolchevique constituía el uno o dos por ciento, a lo sumo el cinco por ciento. Los grandes partidos de la democracia pequeñoburguesa (los mencheviques y los autotitulados social-revolucionarios) dirigían como mínimo al noventa y cinco por ciento de los obreros, soldados y campesinos en lucha. Los dirigentes de esos partidos acusaron a los bolcheviques, primero de sectarios y luego... de agentes del káiser alemán. Pero no, ¡los bolcheviques no eran sectarios! Toda su atención estaba concentrada en las masas, no en su estrato superior, sino en los más bajos, en los millones y decenas de millones de oprimi­dos, aquéllos a quienes los charlatanes parlamentarios generalmente olvidaban. Justamente para dirigir a los proletarios y semiproletarios de la ciudad y del campo, los bolcheviques estimaron necesario diferenciarse tajantemente de todos los sectores y grupos burgueses, en especial de esos falsos "socialistas", que en reali­dad son agentes de la burguesía.” Trotsky, León: “Lecciones de Octubre”. Ediciones Yunque.

 Al hablar de la necesidad del cambio según la situación, se quiere plantear un problema de consecuencias importantes, y es el hecho de que una tarea o consigna que busca un determinado resultado en un momento puede generar su contrario dialéctico si es aplicada cuando las condiciones que la hacían posible perdieron su razón de ser. En este sentido, una de las responsabilidades más importantes de la vanguardia en su tarea de organización y educación, es justamente, ir estudiando el “piso” en el que el movimiento de masas se “afirma” de modo que en su caminar, este pueda dar pasos “certeros” —aunque para ello haya que adecuarse a sus emergente retrocesos políticos— manteniéndose siempre en la tierra firme de la necesidad histórica y no en el pantano de las ilusiones pequeñoburguesas:

“Ocurre con harta frecuencia que cuando la historia da un viraje brusco, hasta los partidos avanzados dejan pasar un tiempo mas o menos largo antes de orientarse en la nueva situación creada y repiten consignas que si ayer eran acertadas, hoy han perdido ya toda su razón de ser tan “súbitamente” como súbito es el brusco viraje de la historia.” Lenin, V: “A propósito de las consignas” (Julio 1917).

Hablamos al comienzo del programa de transición y de la dificultad de emplearlo en momentos no revolucionarios. Otro ejemplo histórico es el momento en que el desarrollo de la democracia soviética torno superflua y pro-burguesa la consigna de la asamblea nacional constituyente, que formaba parte del programa de los revolucionarios bolcheviques. Al observar que el grueso de la masa de proletarios, soldados y campesinos pobres estaba participando en los soviets de diputados  y que la mayoría de los posibles electos para la asamblea constituyente representarían a los partidos pequeñoburgueses, los bolcheviques —con la insistencia de Lenin— disolvieron la asamblea constituyente garantizando que el poder efectivo seguiría siendo ejercido por lo soviets, esto es, que seguiría en  manos del proletariado y las masas oprimidas. Si los bolcheviques no hubieran tomado esta decisión en nombre de la democracia en general, el proceso hubiera quedado empantanado bajo el lodo de la democracia representativa burguesa y la revolución misma hubiera fracasado.  Y es que:

“Cada consigna debe derivar siempre del conjunto de peculiaridades que forman una determinada situación política.” Lenin, V: “A propósito de las consignas” (julio de 1917).

Esto quiere decir que ser vanguardia, ser educador orgánico de la clase, no significa hacer literatura con el marxismo, sino saber utilizar el Materialismo Histórico en el dialogo con las masas con el objetivo de ganar su conciencia. Es por esta razón que las masas no necesitan saber con precisión lo que Marx dijo, sino cuales son las tareas políticas que guardan relación con el momento histórico en dirección a la toma del poder revolucionario o a su consolidación. Y es por esto que la verdadera tarea educativa de la vanguardia hacia la masa es fundamentalmente la dirigirla dando la consigna acertada. Claro, de esto a convertir la labor “organizativa” y las consignas en tanto “tareas del momento” en un fetiche,  hay mucha distancia. Para introducir un sentido revolucionario a las luchas espontáneas, es necesario una interrelación de dialogo permanente entre las masas y la vanguardia revolucionaria organizada en el Partido, y este dialogo exige una actitud paciente para que las masas asuman subjetivamente una determinada posición que las circunstancias imponen objetivamente como necesaria a la clase. En este marco, Trotsky recuperaba a Lenin:

“En mi breve trabajo sobre la crisis austriaca subrayé en un paréntesis que la fórmula “explicar pacientemente”, fue utilizada por primera vez por Lenin, en abril de 1917. Seis meses más tarde conquistamos el poder. Esto significa que no es lo mismo que el partido revolucionario explique pacientemente a que emplee tácticas dilatorias, el gradualismo o el sectarismo aislado. “Explicar pacientemente" no implica explicar las cosas de manera incoherente, indolente, con cuentagotas. Al emplear esta fórmula en abril de 1917, Lenin le decía a su partido: “Comprended que sois una pequeña minoría y reconocedlo abiertamente; no os propongáis tareas que excedan vuestras fuerzas, como el derrocamiento inmediato del Gobierno Provisional; no temáis quedar en oposición a los defensistas, a los que siguen hoy la abrumadora mayoría de las masas; tratad de comprender la psicología de los defensistas honestos —-obreros y campesinos—- y explicadles pacientemente cómo poner fin a la guerra." El consejo de Lenin significaba, en otras palabras; “No creáis que existen recetas sofisticadas ni ardides que os permitirán fortaleceros repentinamente sin ganar la conciencia de las masas; dedicad todo vuestro tiempo, toda vuestra impaciencia revolucionaria, a ‘explicar pacientemente'". Este es el verdadero significado de las palabras de Lenin.” Citado por GPM en “Contestación al CIS Argentinahttp://www.nodo50.org/gpm/cis/06.htm

Para cerrar este capítulo es necesario decir que no es necesario esperar a que “toda” la clase asalariada en su conjunto tome conciencia de su situación de opresión y de sus verdaderos intereses históricos para desarrollar una política de asalto al poder. Por eso, Lenin criticaba enfáticamente a los que soslayando esta cuestión y pretendiendo esperar la conciencia de toda la clase, detenían el movimiento en su conjunto al rebajar el papel de su parte más conciente a la altura de su parte más inconsciente o atrasada:

“Nosotros somos el Partido de la clase, y, por ello, casi toda la clase (y en tiempo de guerra, en época de guerra civil, la clase entera) debe actuar bajo la dirección de nuestro Partido, debe tener con nuestro Partido la ligazón más estrecha posible; pero sería manilovismo y "seguidismo" creer que casi toda la clase o la clase entera pueda algún día, bajo el capitalismo, elevarse hasta el punto de alcanzar el grado de conciencia y de actividad de su destacamento de vanguardia, de su Partido socialdemócrata. Ningún socialdemócrata juicioso ha puesto nunca en duda que, bajo el capitalismo, ni aun la organización sindical (más rudimentaria, más asequible al grado de conciencia de las capas menos desarrolladas) esté en condiciones de englobar a toda o casi toda la clase obrera. Olvidar la diferencia que existe entre el destacamento de vanguardia y toda la masa que gravita hacia él, olvidar el deber constante que tiene el destacamento de vanguardia de elevar a capas cada vez más amplias a su avanzado nivel, sería únicamente engañarse a sí mismo, cerrar los ojos ante la inmensidad de nuestras tareas, restringir nuestras tareas. Y precisamente así se cierran los ojos y tal es el olvido que se comete cuando se borra la diferencia que existe entre los que están en contacto y los que ingresan, entre los conscientes y los activos, por una parte, y los que ayudan, por otra.” Lenin, V: “Un paso adelante, dos pasos atrás” (1904).

La clase en su totalidad alcanzará una verdadera conciencia socialista –y aun así, como dice Freire para la educación [25] , no mecánicamente- cuando la sociedad sea transformada radicalmente por la acción revolucionaria y el carácter de explotación de las relaciones sociales burguesas quede a plena luz del día. A su vez, la nueva vida, las nuevas relaciones de producción trabadas entre hombres y mujeres libres –lo nuevo material objetivo- irán plasmándose en la conciencia de la misma forma espontánea que hoy lo hacen las relaciones burguesas de explotación. A medida que avance el proceso de construcción de la nueva sociedad, los hombres y las mujeres serán cada vez más espontáneamente libres y concientes.

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[22] Marx. C. Prólogo a la Contribución a la Crítica de la Economía Política.

[23] Cata de Marx a Ruge de septiembre de 1843.

[24] En relación a este tema ver: GPM (2007) “Misceláneas sobre el materialismo histórico III” en http://www.nodo50.org/gpm

[25] Freire decía que el cambio educacional en tanto “sistema, solo se da (y aún así, no de manera automática y mecánica) cuando también la sociedad sufre su transformación radical” ya que no es la educación la que crea la sociedad sino la sociedad, que organizada de cierta manera y según ciertos  valores, crea la educación” Freire Paulo en “La importancia de leer y el proceso de liberación”. Pág. 88.