03.
Epílogo
En
este punto es preciso recordar, a modo de paradigma emblemático, un episodio
parecido que sucedió el 07 de mayo de 1915 y tuvo como principal protagonista, a
quien por entonces se desempeñara como Primer Lord del Almirantazgo británico,
llamado Winston Churchill, cuando en plena Guerra Mundial se ocupó de propiciar
todas las circunstancias favorables, para que los alemanes en aguas irlandesas
pudieran hundir el lujoso transatlántico de pasajeros inglés “Lusitania” —en el
que murieron 1.200 personas—, comprometiendo así a la burguesía de los EE.UU.,
muy interesada en participar de ese conflicto: http://www.elcorreo.com/bizkaia/sociedad/201505/07/cebo-costo-vidas-20150507112401.html.
Cierto es, como acertara en afirmar
el biólogo Jean-Baptiste Lamarck, que “la función
fisiológica hace a su órgano respectivo” en animales y seres humanos. Pero no es menos cierto que sin el
órgano tampoco hay función realmente posible que valga. Trasladando esta última
proposición al ámbito de las actuales instituciones políticas en cualquier
Estado nacional, para juzgar la función en un órgano empresarial o de gobierno
en un Estado nacional —como por ejemplo la encarnada en el individuo corrupto y criminal que demostró
ser en su calidad de Almirante de la marina británica, el llamado Winston
Churchill—, es necesario conocer
la naturaleza específica del órgano
superior que corrompe. Y ese órgano específico superior no es otro que el sistema capitalista. Tan rigurosamente cierto es esto, como
que Churchill fungió en ese órgano durante toda su carrera, militar y política,
“haciendo patria” como una pieza más de él. Así fue cómo pasó a ocupar un
destacado lugar en la historia moderna.
Dicho esto y a propósito de las últimas elecciones generales en España,
nos preguntamos qué será en el futuro de la nueva generación de jóvenes políticos
hechos a la medida en los aparatos ideológicos del sistema capitalista, que
hoy buscan afanosamente un sitio en las instituciones estatales porque así
lo han querido. Y a este respecto nos interpelamos viendo lo que llegaron a ser esos otros, antecesores suyos de la generación
post franquista, como Felipe González y tutti cuanti, quienes hoy no pocos
de ellos miran a estos noveles de ahora desde los más altos peldaños que,
como tales funcionarios, alcanzaron en su momento a trepar por la escala económica y social del sistema.
En fin, que tanto el órgano corruptor hace a la función corrompida, como a
la inversa. Todo es cuestión de decidirse a participar, adiestrándose diplomáticamente
para sacar tajada en ese pingüe negocio de la “democracia”. Y en lo que respecta
a los ingenuos y anónimos ciudadanos de condición asalariada, que todavía
votan confiando en que sus candidatos elegidos representen sus derechos e
intereses, decirles lo que ya debieran saber: que “nadie hará por ellos nada que ellos no sepan
hacer por sí mismos”.
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