El MAS de Evo Morales y el Partido Bolchevique de Lenin

A modo de respuesta al trabajo de Jorge Sanmartino: “Sobre los hombros de kornilov”.

Ver en: http://www.corrientepraxis.org.ar/spip.php?article618

 

¿Se da cuenta de lo que ha hecho UD. en el mencionado trabajo de su autoría, señor Sanmatino? Porque ha confundido a la Central Obrera Boliviana con el Soviet de Petrogrado, al MAS de Evo Morales con el Partido Bolchevique, y a la situación netamente contrarrevolucionaria que existe hoy en Bolivia, con la situación revolucionaria que existió en Rusia entre febrero y octubre de 1917. Todo este despropósito teórico porque piensa —o cree UD.— que Evo Morales se propone acabar con el capitalismo en ese país, y que por la vía del nacionalismo pequeñoburgués se llega al socialismo. ¡Menuda composición de lugar!
Kornilov fue un general del mismo origen social pequeñoburgués y para más señas, cosaco, quien cuando decidió ensayar el fracasado golpe de agosto, lo hizo impulsado por la pequeñoburguesía rusa más radicalizada, que abandonó las huestes del Partido Constitucionalista de la burguesía liberal encabezada políticamente por Kerensky, para echarse en brazos de la minoritaria reacción zarista terrateniente ante el peligro rojo que supuso la Revolución de febrero. Al ser derrocado Kerenski por la Revolución de octubre, que llevó al poder a los asalariados dirigidos por el Partido Bolchevique, Kornilov obtuvo el mando de los ejércitos blancos que se formaron en el sur para combatir a los rojos. Al comienzo de la Guerra Civil (1918-20) fundó en esa región una efímera República del Don, hasta que murió combatiendo al Ejército Rojo en la zona del Cáucaso.
Respecto del Partido Constitucionalista “Kadete”, decir que jamás estuvo dispuesto a ir más allá de una monarquía constitucional con un sistema electoral limitado, y que temiendo más a los explotados que a los terratenientes, procuró entenderse con el régimen zarista.
En cuanto al Partido Bolchevique, en febrero era un partido minoritario, pero entre febrero y octubre consiguió influir decisivamente sobre el conjunto del proletariado y una gran mayoría del campesinado pobre también siguió rigurosamente sus directivas habiendo dado la espalda a populistas, mencheviques y liberales burgueses.
Dice UD. que, al enfrentarse con el gobierno de Evo Morales, la COB le hace el juego a la derecha nacional aliada del imperialismo, y lo que le propone a ese sindicato, es ceñirse a la consigna política que Trotsky lanzó a los obreros y campesinos rusos ante la reacción korniloviana de los Guardias Blancos en agosto de 1917: “Apoyad el fusil en el hombro de Kerensky” —esto es, en la burguesía liberal gobernante— para disparar contra los Guardias Blancos de la nobleza y los terratenientes aliados del imperialismo.
Fíjese que, según UD., hoy, en Bolivia, la cita de Trotsky se traduce en que los asalariados debieran “apoyar el fusil en el hombro…” ¿de quién? Del gobierno, es decir, del MAS, que se aupó hasta esa más alta instancia política con los votos de obreros y campesinos pobres. ¿Y para disparar contra quien? Contra los terratenientes y el imperialismo, naturalmente.
Pero es que UD. no solo ha sacado esta cita de Trotsky del contexto literario e histórico general en que fue escrita, sino que ni siquiera la citó completa. Porque a punto seguido Trostsky dice allí: “…Después le ajustaremos las cuentas a Kerensky”. ¿Y con quienes estarían hoy en condiciones de ajustar sus cuentas los obreros bolivianos en la actual coyuntura de la lucha de clases? Con nadie, señor Sanmartino, con nadie.
Y es que la actual situación política en Bolivia dista muy mucho de ser la de Rusia en 1917, y que la COB no es un Soviet sino un sindicato, más estatizado que el mismísimo Ministerio del Interior en ese país capitalista dependiente. Fíjese:

<<El Soviet de diputados obreros no es una organización de tipo sindical como lo quiere la burguesía. El pueblo lo ve de otro modo y más acertadamente; lo ve como un órgano de poder (político), el pueblo ve que el camino para salir de la guerra es el triunfo de los Soviets de diputados obreros. Es éste el tipo de Estado con el que es posible avanzar hacia el socialismo. Que un grupo tome el poder no significa gran cosa. La revolución rusa ha alcanzado ya una fase más alta: no puede haber otro poder que el de los Soviets, y eso es lo que teme la burguesía. Mientras los Soviets no tomen el poder no lo tomaremos nosotros>>. (V.I. Lenin: Conferencia del POSDR(B) de la ciudad de Petrogrado” 14-22 de abril de 1917)

Repetimos: un soviet no es un sindicato. ¿Es necesario rememorar aquí lo que comenzó siendo y llegó a ser la COB desde su creación en medio de la insurrección de abril de 1952? El MAS llegó al gobierno, que no al poder, con los votos del 65% de los electores. El Partido Bolchevique llegó al poder a caballo de los Soviets como órgano de poder de las mayorías absolutas populares rusas. Hasta que los Soviets no tomaron el poder, no lo tomaron los bolcheviques. ¿De donde salió el infame y cobarde infundio de que Lenin fue un déspota de toda la vida, sino de la intelectualidad pequeñoburguesa al dictado de las usinas ideológicas del gran capital, señor Sanmartino?
Quienes en Rusia “dispararon” sobre los hombros de Kerensky, fueron las masas de obreros y campesinos en medio de una situación revolucionaria y la existencia de un partido muy bien instruido en el Materialismo Histórico, que comenzaba a convencer e incidir sobre las más amplias masas de obreros y campesinos pobres, todavía y como siempre artera y mentirosamente influidos por la intelectualidad pequeñoburguesía personificada en los partidos menchevique y socialista revolucionario. ¿Qué tienen que ver estas condiciones y perspectivas políticas con la situación actual en Bolivia, señor Sanmartino?
Ciertamente, para que se den las condiciones de una situación revolucionaria no es necesaria la existencia de un partido efectivamente comunista. Tales condiciones se dan cuando los explotados no quieren seguir viviendo en las condiciones que les impone el capitalismo, al tiempo que la burguesía no puede ofrecerles otra cosa. Por tanto la salida política para la burguesía es abandonar el consenso democrático e implantar el Estado de excepción. En efecto: Según la doctrina leninista —con la que acordamos— es revolucionaria:

1. una situación excepcional en que las clases dominantes no puedan mantener inmutable su dominación, viéndose obligadas a cambiar sus formas de dominio en situaciones democráticas normales por formas despóticas;
2. una situación excepcional causada por "un agravamiento fuera de lo común" de la penuria relativa y "de los sufrimientos de las clases oprimidas"; una situación tal que conduzca a:
3. <<Una intensificación considerable, por estas causas, de la actividad de las masas que, en tiempos de "paz" (social), se dejan expoliar tranquilamente, pero que en épocas turbulentas, son empujadas tanto por la situación de crisis, como por los mismos "de arriba", a una acción histórica independiente>> (V.I. Lenin: "La bancarrota de la II Internacional". Mayo-junio de 1915. Lo entre paréntesis y el subrayado es nuestro)

Pero que los explotados puestos ante tales condiciones excepcionales sean empujados a ser concientes de su propia situación como condición de su acción histórica independiente —respecto de los partidos de la burguesía— no significa que por si mismos, o sea, espontáneamente, puedan lograrlo. Son empujados pero su conciencia dependiente forjada bajo sus condiciones de explotación normales, resisten ese empuje y hasta lo neutralizan, porque todavía entienden que ellos existen mientras que para ellos exista un capital que les emplee. Ni se imaginan que puedan existir por sí mismos, sin la tutela del capital. El hecho de ser empujados por las crisis capitalistas, es la condición necesaria para tal accionar independiente del proletariado. La condición suficiente para que el accionar de los explotados se independice respecto de sus clases dominantes, es la existencia de un partido revolucionario, que les explique pacientemente cual es su verdadera situación y les haga conscientes de la necesidad de independizarse políticamente de todos los patronos.
¿Se verifica hoy día en Bolivia la posibilidad real de un accionar independiente de la mayoría de los explotados respecto de los partidos de la burguesía, señor Sanmartino? Ésta es la pregunta que UD debiera hacerse y contestar después de observar desprejuiciadamente lo que está pasando con la lucha de clases en Bolivia, antes de citar palabras de Trotsky fuera del contexto literal e histórico en que fueron escritas y de confrontar ambas situaciones para comprobar si se pueden homologar.
¿Por qué Trotsky pudo decir —siguiendo a Lenin— que había que apoyar el fusil en el hombro de Kerensky? En primer lugar, porque existía un partido revolucionario —al cual él mismo pertenecía— ideológica y políticamente independiente del conjunto de las fuerzas burguesas que se disputaban el poder. Y no solo existía un partido sino un doble poder político encarnado en los Soviets de obreros, campesinos y soldados, en cuyo poder estaban las armas, por tanto, todo un ejército revolucionario, señor Sanmartino. Fíjese cual es el contexto literario de donde UD. extrajo esa consigna que nada tiene que ver con la situación política actual de Bolivia: Trotsky lanzó en julio ante la amenaza de las fuerzas militares cosacas del General Kornilov:

<<El Comité Ejecutivo (del Soviet de Petrogrado, se entiende, en ese momento bajo la dirección de populistas y mencheviques), pidió telefónicamente a Cronstadt y Viborg (ciudades en que tenía base la flota sobre el Mar Báltico, a 30 Km. de Petrogrado) que se mandaran fuerzas considerables a Petrogrado. A partir del 29 (de agosto) por la mañana, empezaron a llegar tropas. Eran, principalmente, regimientos bolchevistas; para dar fuerza al llamamiento del Comité Ejecutivo fue necesaria (por tanto) la confirmación del Comité Central de los bolcheviques. Un poco antes, hacia el mediodía del 28, por orden de Kerenski, orden que se parecía mucho a una humilde súplica, se encargaban de la protección del palacio de Invierno los marinos del crucero Aurora, parte de cuya tripulación seguía encarcelada en el "Kresti" por su participación en la manifestación de julio. En las horas que tenían libres de servicio, los marinos iban a la cárcel a ver a sus compañeros detenidos, a Trotsky, Raskolnikov y otros. "¿Es que no ha llegado el momento de detener al gobierno (de Kerensky?" -preguntaban los visitantes-. "No, no ha llegado aún —se les contestaba; apoyad el fusil sobre el hombro de Kerenski y disparad contra Kornílov. Después le ajustaremos las cuentas a Kerenski." (Trotsky: “Historia de la revolución Rusa Tomo II Cap. XXXIII. Lo entreparéntesis nuestro.)

¿Advierte UD. la diferencia entre unas condiciones históricas y otras, señor Sanmartino?
En segundo lugar y no por segundo menos importante: ¿por qué los bolcheviques no daban la orden a sus bases militares de detener al gobierno de Kerensky? Esta es otra pregunta clave. Porque inmediatamente después de la revolución democrático burguesa de febrero, los bolcheviques comprendieron que estaban dadas todas las condiciones para la transformación de la revolución democrático burguesa en socialista por medios pacíficos, a instancias de los soviets de obreros, campesinos y soldados, que tenían el poder de las armas. Pero el problema a resolver consistía en que estos órganos democráticos del poder popular estaban hegemonizados por liberales burgueses, populistas y mencheviques, partidos estos últimos que alentaban en sus bases las “ilusiones constitucionalistas” surgidas de la revolución de febrero. ¿En qué consistieron tales ilusiones? En la convocatoria de una Asamblea Constituyente de la nueva supuesta República Burguesa, presuntamente encargada de resolver en paz el problema de la guerra, y en propiedad de la tierra para los campesinos el problema del latifundio.
Pero como la burguesía liberal estaba atada a la alianza belicista del Zar Nicolás II con los imperialistas anglofranceses, e igualmente comprometida con los terratenientes, tales promesas eran de imposible cumplimiento por parte del Gobierno Provisional de Kerensky, que así fue retrasando sine die la convocatoria de la constituyente con sucesivos pretextos. En esto consistieron, pues, las “ilusiones constitucionalistas” que desde febrero a octubre fueron el empeño más importante de los liberales burgueses y sus aliados al frente del Gobierno Provisional con Kerensky a la cabeza. Dilaciones y subterfugios para alejar el horizonte de la Asamblea Constituyente y para mantener el control político sobre los explotados el mayor tiempo posible. En esto, y en ratificar bajo cuerda los compromisos militares con el imperialismo anglofrancés:

<<Con respecto a la tierra, esperen hasta la Asamblea Constituyente. Con respecto a la Asamblea Constituyente, esperen a que termine la guerra. Con respecto a la terminación de la guerra, esperen hasta la victoria total. Esto es lo que pasa. Los capitalistas y terratenientes que tienen mayoría en el Gobierno, sencillamente se burlan de los campesinos(…)
El gobierno no tenía más que una preocupación: renovar subrepticiamente los rapaces tratados internacionales concertados por el zar con los capitalistas de Inglaterra y Francia, frenar lo más cautelosa e inadvertidamente posible la revolución, prometiendo todo sin cumplir nada
>> (V.I. Lenin: “Las enseñanzas de la revolución” 06/09/1917)

¿En qué basaban su previsión política de una toma pacífica del poder en Rusia los bolcheviques?
1. En que las clases dominantes rusas estaban comprometidas hasta los tuétanos en la guerra imperialista de rapiña con el imperialismo anglofrancés, arrastrando tras de sí a los dirigentes políticos —populistas y mencheviques— que ilusionaban a sus bases pequeñoburguesas con las anexiones de guerra: la conquista de Constantinopla y Lvov; de Erzerum y Trebisonda;
2. en que la guerra agudizaba al extremo la crisis económica rusa, al tiempo que debilitaba peligrosamente el frente militar interno de prevención contra sus propios explotados;
3. en que, tanto los campesinos pobres como el proletariado —base social del ejército ruso— estaban cada vez más en contra de esa guerra, que no dejaba de acarrearles más muertes, más hambre y más sufrimiento sin nombre para los suyos, y,
4. en que, tras la Revolución de Febrero, los explotados rusos estaban viviendo en condiciones de una libertad que no existía en ninguna otra parte del Mundo.
En su “Informe sobre la situación actual y la actitud hacia el Gobierno Provisional”, escrito el 27 de abril, Lenin razonaba del modo siguiente: En Rusia existen los Soviets de obreros, campesinos y soldados, en poder de las armas. Por tanto, son un tipo de Estado que se gobierna por la lógica democrática de las mayorías, donde la existencia de la policía como un órgano represivo es imposible. “¡Esto es la Comuna de París!”, sentenciaba:

<<En este Estado (el de los Soviets), el pueblo se gobierna a sí mismo, y no puede haber retorno a la monarquía. El ejército y el pueblo deben fusionarse en uno: ¡He ahí el triunfo de la libertad! Todos deben aprender a manejar las armas. Para defender la libertad, todo el pueblo, hasta el último hombre, debe estar armado. Ésta es la esencia de la Comuna (…) El Soviet de diputados obreros (por tanto) no es una organización de tipo sindical, como quiere la burguesía>> (V.I.Lenin: “Conferencia del POSD(B) de Petrogrado” 14/04/1917. Lo entreparéntesis nuestro).
¿Lo ve UD., señor Sanmartino? Los Soviets no fueron un sindicato. Pero UD pretende que la COB apoye sus inexistentes fusiles en el hombro del MAS.
Otra cuestión: “Lenin disputaba con Kerensky la dirección de la lucha contra el golpe”, dice UD. No, señor. En ese momento Lenin y los bolcheviques no disputaban nada con Kerensky. Lo que disputaban era la dirección de los soviets en la conciencia falsa de los obreros y campesinos rusos —que ése era el terreno de su lucha— diciéndoles la verdad acerca del bloque histórico de poder político entre liberales burgueses, populistas y mencheviques. La hegemonía política ideológica de ese bloque poder sobre los explotados al interior de los Soviets, eso es lo que los bolcheviques disputaban en la conciencia de los obreros políticamente más atrasados y los campesinos pobres.
Lenin mal pudo en ese momento disputar con Kerensky la dirección de la lucha contra el golpe, por la sencilla razón de que los bolcheviques no podían hacer nada decisivo para disputarle el poder a la burguesía, sin contar con la decidida determinación de los explotados. Y el caso fue que, en julio, no estaban aun suficientemente esclarecidos, no habían llegado a comprender su propia situación, a ser concientes de ella como condición de determinarse por sí mismos, de ser autoconcientes. En aquél momento, el Partido Bolchevique no había completado aun la tarea de sustituir en su conciencia las “ilusiones constitucionalistas” de la burguesía por la idea de proceder según sus intereses históricos.
Entre febrero y octubre del 17 hubo en Rusia un doble poder: el de los explotados en los Soviets y el de la burguesía —y el zarismo embozado tras ella— en el Gobierno Provisional. Pero era un doble poder abstracto, porque en la conciencia de los explotados prevalecían las ilusiones que populistas y mencheviques les trasmitían acerca de que la Asamblea Constituyente era el instrumento efectivo de sus aspiraciones seculares no satisfechas, y esta ilusión suponía un apoyo explícito al gobierno de la burguesía que debía convocarla. De este modo, la dialéctica del doble poder entre los Soviets y el Gobierno Provisional era una dialéctica de complementariedad entre contrarios todavía conciliables, de hecho conciliados:
<<Los acontecimientos han entrelazado la dictadura del proletariado y de los campesinos con la dictadura de la burguesía. La etapa siguiente es la dictadura (democrática) del proletariado. Pero el proletariado no está todavía suficientemente organizado ni esclarecido: es necesario abrirle los ojos. (…) El Gobierno (Provisional) debe ser derribado, pero no todos lo comprenden acertadamente. Mientras el Gobierno Provisional tenga el apoyo del Soviet de diputados obreros, no se puede “sencillamente” derribarlo (es decir, por medios pacíficos). Sólo se lo puede y se lo debe derribar conquistando la mayoría de los Soviets.>> (Op. cit.)

Y en su informe a la “Séptima conferencia de toda Rusia” celebrada entre el 24 de abril y el 7 de mayo, Lenin volvió sobre el entrelazamiento ideológico y político de los Soviets y el Gobierno Provisional, con una proyección clarificadora de mayor alcance dirigida a las bases de su propio partido, inculcándoles la necesidad de explicar, explicar y explicar por qué no había que creer en las promesas que partían del Gobierno Provisional:

<<En cuanto a esta original compenetración de dos poderes, en la cual el gobierno provisional —sin tener el poder ni los cañones, ni los soldados, ni la masa de hombres armados— se apoya en los Soviets, que se fían, por ahora, de promesas y siguen una política de defensa de esas promesas, si ustedes quieren participar de ese juego, fracasarán. Nuestro deber es no participar en este juego. Continuaremos nuestro trabajo explicando al proletariado la inconsistencia de esa política, y los acontecimientos a cada instante, demostrarán la justeza de nuestra posición. Hasta ahora estamos en minoría. Las masas todavía no nos creen. Podemos esperar; se unirán a nosotros cuando el gobierno se desenmascare. (…) Entonces, tomando en consideración la (nueva) correlación de fuerzas, diremos: nuestra hora ha llegado.
(…) Hablar de la guerra civil antes de que la gente haya comprendido su necesidad, es caer inevitablemente en el blanquismo. Nosotros somos partidarios de la guerra civil, pero solo de la guerra civil librada por una clase políticamente conciente. Puede derrocarse a quien el pueblo considera como opresor. Pero en la actualidad no hay ningún opresor en Rusia, pues los cañones y los fusiles están en manos de los soldados y no en manos de los capitalistas; los capitalistas obtienen ahora, lo que quieren, no por la fuerza sino por el engaño, y gritar ahora sobre la violencia no tiene sentido. Se debe ser capaz de sostener el punto de vista del marxismo, el cual dice que esta transformación de la guerra imperialista en guerra civil, debe basarse en condiciones objetivas y no en condiciones subjetivas. Por ahora renunciamos a esa consigna, pero solo por ahora. Los soldados y los obreros poseen ahora las armas, no los capitalistas. Mientras el gobierno no comience la guerra nuestra propaganda será pacífica
>> (Op. cit. Subrayado nuestro)

Si es que se quiere decir la verdad y no hacer retórica falsa para determinados propósitos políticos inconfesados, la consigna de Trotsky que UD. ha esgrimido en el escrito que nos remitió —y fue publicado en diversos medios dando su implícita aprobación— hay que inscribirla en el contexto histórico y literario que acabamos de exponer hasta este punto, señor Sanmartino. No en el contexto que UD. se ha inventado para engrandecer al gobierno del MAS y la figura política del reformista indígena Evo Morales.
Por el revés de la trama, los bolcheviques hicieron lo mismo. Sabiendo que, ante el golpe, un sector de los explotados políticamente más atrasados todavía vacilaban, lanzaron la consigna de defender al gobierno surgido de la revolución de febrero, para garantizar la necesaria unidad ideológica en la lucha de los explotados (obreros, campesinos pobres y semiproletarios del campo) en contra del golpe de Kornilov, que ese era el inmediato obstáculo frente a la revolución. Pero sin dejar de denunciar la complicidad de los burgueses liberales, mencheviques y socialistas revolucionarios con la reacción, preparando así el posterior ajuste de cuentas con ellos. He aquí el significado de la consigna: “Apoyad el fusil en el hombro de Kerensky y disparad contra Kornilov”. Hacedlo así —era el corolario— que según se desenvuelvan los acontecimientos acompañados de nuestra profusa denuncia persistente y tenaz contra ellos, los Kerensky, los Tsereteli y los Chernov, quedarán desenmascarados ante los ojos del pueblo como cómplices de la contrarrevolución democrática, de modo, que el pueblo se irá volviendo contra ellos hasta que llegue el momento del ajustarles las cuentas.
Por tanto, entre que los bolcheviques explicaban el por qué, y los mencheviques y socialistas revolucionarios lo confirmaban paso a paso en los hechos probando la verdad política por medio de la práctica, quedó demostrado a los ojos del pueblo ruso, que, en esencia, Kornilov y Kerensky, tanto como mencheviques y eseristas, siguieron siendo la misma cosa hasta el final. Antes, durante y después del golpe. Así lo expuso Lenin a mediados de julio, quien nunca dejó de ser esclavo del mismo principio: la verdad es revolucionaria. Y después de destacar que los Kerensky, los Tsereteli y los Chernov habían pasado a ser desde el día 4 unos títeres en manos de Kornilov, Lenin puso a todos ellos en la misma bolsa de las esencias burguesas contrarrevolucionarias:


<<El pueblo debe saber, ante todo y en primer término, la verdad; debe saber quién posee el poder estatal. Al pueblo hay que decirle toda la verdad: hay que decirle que el poder (político) está en manos de una camarilla militar de Cavaignac (en manos de Kerensky, de ciertos generales, oficiales, etc.), apoyados por la clase burguesa, con el partido Kadete [de los burgueses liberales] al frente, y por todos los monárquicos, que actúan por medio de la prensa centurionegrista, Nóvoie Vremia, Zhivoie Slovo, etc.
Hay que derrocar ese poder. Mientras no lo hagamos, todo lo que sea hablar de lucha frente a la contrarrevolución no será más que fraseología, no será más que “engañarnos a nosotros mismos y engañar al pueblo”
>> (V.I. Lenin: Sobre las consignas” Mediados de julio de 1917 )


¿Qué papel cumplió en este episodio el populismo campesino de los dirigentes políticos “eseristas” y el reformismo obrero de sus colegas mencheviques? El papel cómplice de la reacción korniloviana:


<<Hay que reorganizar toda la labor de agitación entre el pueblo, a fin de tener en cuenta la experiencia concreta de la actual revolución, principalmente de las jornadas de julio, es decir, a fin de señalar al pueblo, con toda claridad, que sus verdaderos enemigos son la camarilla militar, los kadetes y los centurionegristas, y desenmascarar específicamente a todos los partidos pequeñoburgueses, a los partidos eserista (de las siglas SR: Socialistas revolucionarios) y menchevique, que han desempeñado y desempeñan el papel de cómplices de los verdugos>> (Op. cit.)


¿Cuál fue el resultado estratégico previsto comprendido en la táctica ensayada por los bolcheviques entre julio y octubre de 1917?. Lo dice el propio Trotsky a renglón seguido de lo que citamos más arriba:


<<En junio y julio, esos mismos marinos no estaban muy inclinados a prestar atención a los argumentos de la estrategia revolucionaria. En estos dos meses escasos habían aprendido mucho. (en gran parte gracias a la profusa propaganda bolchevique). La pregunta sobre la detención del gobierno la formulaban más bien para descargar su conciencia. Ellos mismos se daban cuenta de la consecuencia inexorable con que se desarrollaban los acontecimientos. En la primera mitad de julio eran derrotados, condenados, calumniados; a fines de agosto se convirtieron en la defensa más segura del palacio de Invierno (y del gobierno Kerensky) contra los kornilovianos; a últimos de octubre dispararán contra el palacio de Invierno (contra el gobierno Kerensky) con los cañones del Aurora. >> (L.D. Trotsky: Op cit. Lo entre paréntesis nuestro)


En este punto le preguntamos, señor Sanmartino: ¿Es su voluntad política proclive a sacudirse el capitalismo allí donde le sorprenda la lucha de clases? Le hacemos esta pregunta porque los populistas y reformistas en general, es decir, los intelectuales pequeñoburgueses, maestros en el arte contrarrevolucionario de mezclarlo todo y confundirlo todo, suelen aderezar sus típicos análisis de andar por casa de la burguesía, con citas de Marx, Engels, Lenin o Trotsky sacados fuera de su contexto literario e histórico, tal como es evidente que ha hecho UD en su trabajo —tal vez sin quererlo— para evitar que el instinto de clase de los asalariados espontáneos se convierta en autoconciencia, a fin de llevar agua al molino de la contrarrevolución. Al revés de los intelectuales pequeñoburgueses, los revolucionarios, que procuramos orientar el pensamiento de los explotados según la esencia de la realidad del capitalismo, es decir, según sus intereses históricos de clase proletaria, para que se eduquen ellos mismos en el arte político de la revolución educándonos a nosotros.
Recordando la situación en Rusia entre febrero y julio de 1917, y observando la situación actual en Bolivia, le hemos dado a comprender una diferencia esencial entre ambas, y es la ausencia de un partido revolucionario actuante hoy día en este último país. Y no es casual, porque todo partido revolucionario se constituye como tal en el contexto de luchas políticas ofensivas de los explotados. Por lo tanto, en nuestra opinión —coincidente con los maestros del marxismo que acabamos de exponer— como tarea prioritaria en la presente coyuntura es necesario empezar a construir ese partido; Pero hay que hacerlo sin esperar quiméricamente a que surja de las luchas políticas presididas por el reformismo, y naturalmente sin comprometernos en ellas. Y para construir ese partido, es ineludible que los militantes revolucionarios libremos eficazmente la batalla ideológica y política victoriosa, en primer lugar NO contra el capital multinacional, sino contra SUS CÓMPLICES: el reformismo burgués nacional presidido hoy, en Bolivia, por el MAS de Evo Morales & Cía. Tal como procedió Lenin al frente del POSDR en sus primeros trabajos, entre 1893 y 1899, contra los representantes teóricos y políticos del populismo ruso, al mismo tiempo que contra la otra variante de la izquierda burguesa: el menchevismo, hoy pro stalinista vergonzante, autoproclamado socialista o comunista, y sus extensiones político-sindicales, como es el caso de la Central Obrera Boliviana (COB).
Por cierto, señor Sanmartino, ¿que tiene UD. que alegar en contra de la aprobación del proyecto de ley de pensiones presentado por la Central Obrera Boliviana (COB), que pugna por acabar con el sistema neoliberal de escaso alcance social (cubre sólo al 10 por ciento de la fuerza laboral) y está sustentado tan sólo con el aporte individual de los trabajadores, para reemplazarlo por otro sistema de carácter solidario, con menor edad para la jubilación (55 años en vez de 65 años) y financiado, además del aporte laboral, por las empresas privadas, las transnacionales y el Estado? ¿No fue ésta una promesa electoral del actual presidente, que permitió movilizar al más numeroso sector del proletariado industrial de Bolivia, los mineros, en buena parte gracias a cuyos votos el partido de Evo Morales ganó las elecciones?
Pero ahora que los mineros se movilizan arrastrando a los burócratas de la COB en contra del nuevo gobierno, porque intenta convertir sus promesas electorales en papel mojado —y esto no pudo haber sido sin que Evo Morales se pusiera en principio de acuerdo con la patronal multinacional del sector, resulta que el Presidente Evo Morales acusa a la COB de servir a los planes de la derecha burguesa confabulada con el imperialismo, y UD. se ha sumado a esa “poblada”. ¿No le sugiere nada el hecho de que hasta poco antes del Referéndum Revocatorio, la actual Ley de Pensiones fuera defendida tanto por el MAS como por la oligarquía, ambos con fines electorales?
Dice UD. que:

<<La izquierda radical boliviana pretende que el “gobierno campesino” acepte la propuesta obrera. Si pudiéramos darle un consejo, de aquellos que las enseñanzas de Lenin ofrecían, les diríamos que traten de lograr la unidad obrero-campesina y no el odio eterno que las grandes mayorías nacionales, campesinas e indígenas, están a punto de sentir por la COB. Una herida que quizá no cicatrice por mucho tiempo. Si la COB se hubiera colocado a la cabeza de la campaña por la reelección presidencial, participado junto a la inmensa mayoría del pueblo en defensa de su gobierno asediado por fuerzas superiores de adentro y de afuera, podría recibir, al día siguiente, el apoyo entusiasta de muchos bolivianos a su propio proyecto de ley de pensiones o, por lo menos, a uno que supere las insuficiencias neoliberales del proyecto oficial. Incluso estarían en mejores condiciones si eventualmente no les quedara otro camino que el de una huelga nacional.>>


Al respecto decirle que la postergada Ley de Pensiones, no solo comprende a mineros, sino a todos los sectores del trabajo en Bolivia, como es el caso de trabajadores autónomos en general, campesinos, albañiles, carpinteros, etc. De modo que la lucha por la promulgación de esta ley en los términos más favorables a los asalariados y cuentapropistas, no es un asunto que divida al pueblo, sino al contrario.
Evo Morales y su partido, el MAS, debieran reconocerle políticamente a UD. su contribución a la unidad obrero campesina ante el referéndum Revocatorio que ratificó ampliamente en su puesto al actual gobierno. Dos días después de firmar y remitirnos el trabajo que comentamos aquí, el máximo dirigente de la COB, Pedro Montes, firmó un acuerdo con el gobierno para que ambas partes en conflicto se den una tregua de 45 días, a fin de que, en ese “plazo razonable” —que no interfiera el curso electoral del Referéndum Revocatorio— la comisión parlamentaria “de Desarrollo Social y de Hacienda” estudie la nueva Ley de Pensiones y alcance “consensos en la forma de financiamiento de la renta de vejez”. No repetirán estos agentes de la burguesía con la ley de pensiones, las mismas dilaciones que populistas y Mencheviques en acuerdo con burgueses liberales y terratenientes hicieron respecto de la Asamblea Constituyente?
Mientras tanto, agitando el fantasma de los oligarcas de la “media luna oriental” en su intención segregacionista, los dirigentes del MAS han venido denunciando que esos sectores reaccionarios reciben el 70% de la ayuda norteamericana al desarrollo en ese país. ¡Faltaría más! Pero cuando esos mismos dirigentes del MAS escuchan o leen decir que se les imputa carecer de la más elemental voluntad política soberanista para renunciar a esa “ayuda”, y siguiendo a Lenin esgrimen el poder democrático que les ha elevado al gobierno para cumplir con la voluntad del pueblo expropiando a los terratenientes y nacionalizar los medios de producción en manos de las transnacionales que explotan los recursos naturales bolivianos, Evo Morales contesta que esa ayuda es necesaria para el desarrollo del País. O sea que ése es el precio por el que han cambiado —vendido— su autoproclamada vocación nacionalista burguesa de desarrollo independiente autosostenido del capital nacional.
Esta es la prueba más categórica y terminante, de que Evo Morales y sus adláteres solo aspiran a administrar el status quo de la lucha de clases en Bolivia, y la dependencia del país respecto del capital imperialista. Porque está claro que eliminando el latifundio en la media luna oriental y recuperando la propiedad sobre los medios de producción con que las empresas multinacionales actualmente exploran, perforan, producen, refinan, transportan y venden el producto de los ricos yacimientos bolivianos de petróleo y gas, la suma en ayuda al desarrollo que los países imperialistas en conjunto “donan” a Bolivia hoy día, representaría muchísimo menos que el chocolate del loro. Exactamente lo mismo que representa hoy para la gran burguesía de esos países respecto de lo que obtienen como actuales propietarios de tales medios en ese país. Estamos, pues, ante un reformismo burgués de status quo, tan cobarde y pacato como el dinero de propiedad privada pequeñoburguesa que administra y la ayuda que recibe de los Estados imperialistas.
El capitalismo consiste básicamente en explotar trabajo ajeno para los fines de incrementar la masa de capital en funciones; y según la acumulación del capital progresa cada vez más aceleradamente por influjo del desarrollo de las fuerzas productivas, se incrementa su masa pero desciende la tasa de ganancia. Hasta un punto en el que el incremento de plusvalor obtenido en cada rotación es igual o menor al obtenido en la anterior. Esto determina que una parte creciente de esa masa de capital acumulado sea irremisiblemente expulsada del circuito productivo en los países centros según aumenta la composición orgánica media aplicada al proceso productivo, resultado de lo cual ese capital supernumerario o excedente, presiona sobre los países económicamente dependientes de menor composición orgánica relativa, tendiendo a apoderarse de sus recursos naturales y productivos, incluida naturalmente su fuerza de trabajo, única fuente de plusvalor. Y esto se cumple históricamente y se está cumpliendo con la misma necesidad que la Ley de la gravitación universal. De un modo interrumpido, con marchas y contramarchas. Pero en tanto que la lógica objetiva del capital quede intangible, será de inexorable cumplimiento que la burguesía se apodere de los medios de producción remanentes en por de los Estados que naturalmente están para que esa lógica llegue hasta sus últimas consecuencias. Tal es el límite histórico objetivo de cualquier proyecto presuntamente independiente de acumulación sostenida del capital nacional autóctono en los países capitalistas dependientes en la etapa del capitalismo tardía o postrero, tan caro al nacionalismo populista pequeñoburgués, pero que fatalmente se desvanece.
Por tanto, si por su propia naturaleza sistémica el populismo nacionalista permanece inexorablemente atado a la propiedad privada sobre los medios de producción en pequeña y mediana escala, y esa propiedad nacional está cada vez más amenazada de expropiación por el propio proceso de acumulación del capital multinacional, ergo una de dos: o quienes integran el gobierno del MAS son unos ilusos, o están deliberadamente ahí para “chupar del bote” a cambio de retrasar todo lo que puedan su desaparición como clase burguesa intermedia. Y todo el empeño que sus intelectuales —orgánicos o inorgánicos— pongan en lograr que este modo de producción remanente y anacrónico subsista, no hace más que prolongar y tornar cada vez más insufribles los dolores del inevitable parto socialista, señor Sanmartino.
Esta lógica del capital pone objetivamente de manifiesto a los agentes de la pequeñoburguesía infiltrados en el movimiento obrero, como unos vividores de la política. Para ir dándose cuenta de lo que hacen, no tienen más que dar el primer paso. ¿Sabe lo que dijo Evo Morales en 2005, mientras el pueblo boliviano pedía expulsar del país a las transnacionales?: "Cuando era ignorante pedía que se vayan las empresas transnacionales, ahora he entendido que tenemos que hacer negocios con ellas". Cierto. Toda lucha con un enemigo estratégico incluye momentos de negociación con él. Pero una cosa es negociar con el capital transnacional desde la perspectiva política estratégica comunista de un Estado Obrero fuerte como el de la URSS entre 1922 y 1924, que había expropiado a los terratenientes y a las grandes empresas multinacionales, implantando el control obrero en el resto de las empresas capitalistas —como hicieron los bolcheviques entre 1918 y 1922 siguiendo el programa del “Manifiesto Comunista”—, y otra muy distinta negociar desde la perspectiva política estratégica pequeñoburguesa en un Estado capitalista dependiente, mediante un gobierno de corte populista que no se propone hacer ni hace nada de lo que hicieron los bolcheviques, señor Sanmartino. Y podíamos dirimir por qué todo aquello se fue al garete, pero éste es un asunto que no viene al caso discutir aquí.
UD. nos objetará que semejante proyecto llevado adelante por los bolcheviques en la Rusia de 1918 resulta de imposible realización bajo una coyuntura como la actual, de retroceso ideológico y político de los explotados a escala Planetaria. Y tiene razón. Pero, entonces, ¿con qué objetivos políticos, y desde qué perspectiva estratégica se plantearon los políticos profesionales del MAS auparse al gobierno de Bolivia participando en las últimas elecciones, si no para renegociar la dependencia de la lumpenburguesía boliviana con el capital multinacional, consiguiendo para ello los votos de una mayoría social absoluta de la población constituida por asalariados y campesinos indios, a quienes engañó con promesas que jamás estuvieron dispuestos ni en disposición de cumplir? ¿Qué “Movimiento al Socialismo” es éste, señor Sanmartino?
Los marxistas que no lo son solo de boquilla, jamás se propusieron participar en ninguna experiencia de poder político si las condiciones para llevar adelante la revolución socialista no están dadas, porque no tienen vocación de poder político para administrar los asuntos políticos de ninguna fracción de la burguesía. Por eso apelan a la ciencia social que permite prever semejantes circunstancias favorables para la revolución. Los políticos populistas y reformistas, en cambio, no necesitan el auxilio de la ciencia, porque como buenos oportunistas pragmáticos están en todo momento prestos a participar en las instituciones políticas burguesas, como ahora el MAS en Bolivia. Y lo que han hecho siempre, invariablemente, bajo condiciones revolucionarias, es cumplir disciplinadamente el papel de bomberos allí donde vean que arde la sociedad burguesa. Por lo tanto, nosotros, desde luego, no dejamos pasar ninguna ocasión que se nos presente para crear conciencia en contrario de argumentos y proposiciones como la suya.

Un saludo: G.P.M.