La
falsa “democracia” como gobierno de los propietarios burgueses, y la legitima
como gobierno del proletariado
<<Las
relaciones burguesas de producción y de cambio [bancario], las relaciones burguesas de propiedad, toda esa sociedad burguesa
moderna, que ha hecho surgir como por encanto tan potentes medios de producción
y de cambio, se asemeja al mago que ya no es capaz de dominar las potencias
infernales que ha desencadenado con sus conjuros. Desde hace algunas décadas la
historia de la industria y el comercio no es más que la historia de la rebelión de las fuerzas
productivas modernas contra las actuales relaciones de producción, contra las
relaciones de propiedad que
condicionan la existencia de la burguesía y su dominación. Basta
mencionara las crisis comerciales que, con su retorno periódico, plantean en
forma cada vez más amenazante, la cuestión de la existencia de la sociedad
burguesa. Durante cada crisis comercial se destruye sistemáticamente, no sólo
una parte de productos elaborados, sino incluso de las fuerzas productivas ya
creadas [como empresas]. Durante las
crisis, una epidemia social, que en cualquier época anterior hubiera parecido
absurda, se extiende sobre la sociedad: la epidemia de la superproducción. La
sociedad se encuentra súbitamente retrotraída a un estado de súbita barbarie:
diríase que el hambre, que una guerra devastadora mundial la han privado de
todos sus medios de subsistencia; la industria y el comercio parecen
aniquilados. Y todo eso ¿por qué? Porque la sociedad posee demasiada
civilización; demasiados medios de vida, demasiada industria, demasiado
comercio. Las fuerzas productivas de que dispone la burguesía no favorecen ya
el régimen de su propiedad, por el contrario, resultan ya demasiado poderosas
para estas relaciones, que constituyen un obstáculo para su desarrollo; y cada
vez que salvan este obstáculo, precipitan en el desorden a toda la sociedad
burguesa y amenazan su existencia. Las relaciones burguesas resultan demasiado
estrechas para contener las riquezas creadas en su seno. ¿Cómo vende esta
crisis la burguesía? De una parte por la destrucción obligada de una masa de
fuerzas productivas; de otra, por la conquista de nuevos mercados y la
explotación más intensa de los antiguos. ¿De qué modo lo hace, pues? Preparando
crisis más extensas y más violentas y disminuyendo los medios de prevenirlas.
Las armas de que se sirvió la burguesía
para derribar al feudalismo se vuelven ahora contra ella, que no ha forjado
solamente las armas que deben darle muerte; ha producido también hombres que
empuñarán esas armas: los obreros modernos, los proletarios.
En la misma proporción en que se
desarrolla el capital, desarróllase también el proletariado, la clase de los
obreros modernos, que no viven sino a condición de encontrar trabajo, y lo
encuentran únicamente mientras su trabajo acrecienta el capital. Estos obreros
obligados a venderse al detalle, son una mercancía como cualquier otro artículo
de comercio, sujeta, por tanto, a todas las vicisitudes de la competencia, a
todas las fluctuaciones del mercado.
El creciente empleo de las máquinas y
la división del trabajo quitan al trabajo del proletario todo carácter propio y
le hacen perder con ello todo atractivo para el obrero. Éste se convierte en un
simple apéndice de la máquina, y sólo se le exigen las operaciones más
sencillas, más monótonas y de más fácil aprendizaje. Por tanto, lo que cuesta
hoy día al obrero se reduce poco más o menos
a los medios de subsistencia indispensables para vivir y para perpetuar
si linaje. Pero el precio de todo trabajo, como el de toda mercancía, es igual
a los gastos de su producción. Por consiguiente, cuanto más fastidioso resulta
el trabajo, más bajan los salarios. Más aún, cuanto más se desenvuelven la
maquinaria y la división del trabajo, más aumenta la cantidad de trabajo bien
mediante la prolongación de la jornada, bien por el aumento del trabajo exigido
en un determinado tiempo, la aceleración del movimiento de las máquinas, etc.
La industria moderna ha transformado el
pequeño taller del maestro patriarcal en la gran fábrica capitalista
industrial. Masas de obreros hacinados en la fábrica, son organizados en forma
militar. Como soldados rasos de la industria, están colocados como colocados
bajo la vigilanza de toda jerarquía de oficiales y suboficiales. No son
solamente esclavos de la clase burguesa, del Estado burgués, sino diariamente,
a todas horas, esclavos de la máquina, del capataz y, sobre todo, del burgués
individual, patrón de la fábrica. Y este despotismo es tanto más mezquino, odioso
y exasperante,, cuanto mayor es la franqueza con que
proclama que no tiene otro fin que el lucro.
Cuanto menos habilidad y fuerza
requiere el trabajo manual, es decir, cuanto mayor es el desarrollo de la
industria moderna, mayor es la proporción en que el trabajo de los hombres es
suplantado por el de las mujeres y los niños. Por lo que respecta a la clase
obrera, las diferencias de edad y sexo pierden toda significación social. No
hay más que instrumentos de trabajo, cuyo coste varía según la edad el sexo.
Una vez que el obrero ha sufrido la
explotación del fabricante y ha recibido su salario en dinero metálico, se
convierte en víctima de otros elementos de la burguesía: el casero [en edificios alquilados], el tendero, el prestamista, etc.
Pequeños industriales, pequeños
comerciantes y rentistas, artesanos y campesinos, toda la escala inferior de
las clases medias de otro tiempo, caen en las filas del proletariado: unos,
porque sus pequeños capitales no les alcanzan para acometer grandes empresas industriales
y sucumben en la competencia con los capitalistas más fuertes; otros porque su
habilidad profesional se ve despreciada ante los nuevos métodos de producción.
De tal suerte, el proletariado se recluta entre todas las clases de la
población.
El proletariado pasa por diferentes
etapas de desarrollo. Su lucha contra la burguesía comienza con su surgimiento.
Al principio, su lucha es entablada por
obreros aislados, después por los obreros de una misma fábrica, más tarde por los obreros del mismo oficio de la
localidad contra el burgués individual que los explota directamente. No se
contentan con dirigir sus ataques contra las relaciones burguesas de
producción, y los dirigen contra los mismos instrumentos de producción:
destruyen las mercancías extranjeras que les hacen competencia, rompen las
máquinas, incendian las fábricas, intentan reconquistar por la fuerza la
posición perdida del artesano de la Edad Media.
En esta etapa, los obreros forman una
masa diseminada por todo el país y disgregada por la competencia. Si los
obreros forman masas compactas, esta acción no es todavía consecuencia de su
propia unión, sino de la unión de la burguesía, que para alcanzar sus propios
fines políticos debe —y por ahora aún puede— poner en movimiento a todo el proletariado.
Durante esta etapa, los proletarios no combaten, por tanto, sino contra los
enemigos de sus enemigos, es decir, contra los restos de la monarquía absoluta,
los propietarios territoriales, los burgueses no industriales y los pequeños
burgueses. Todo el movimiento histórico se concentra, de esta suerte, en manos
de la burguesía; toda victoria alcanzada en estas condiciones es una victoria
de la burguesía.
Pero la industria, en su desarrollo, no
sólo acrecienta el número de proletarios, sino que les concentra en masas
considerables; su fuerza aumenta y adquieren mayor conciencia de la misma. Los
intereses y las condiciones de existencia de los proletarios se igualan cada
vez más a medida que la máquina va borrando las diferencias en el trabajo y
reduce el salario, casi en todas partes, a un nivel igualmente bajo. Como
resultados de la creciente competencia de los burgueses entre sí y de las
crisis comerciales que ella ocasiona, los salarios son cada vez más
fluctuantes; el constante y acelerado perfeccionamiento de la máquina coloca
al obrero en situación cada vez más precaria; las colisiones entre el
obrero individual y el burgués individual adquieren más y más el carácter de
colisiones entre las dos clases. Los obreros empiezan a formar coaliciones
actuando
en común para la defensa de sus salarios: Llegan hasta formar asociaciones
permanentes para asegurarse los medios necesarios, en previsión de estos
choques eventuales. Aquí y allá la lucha estalla en sublevación. A veces los
obreros triunfan; pero es un triunfo efímero. El verdadero resultado de sus
luchas no es el éxito inmediato, sino la unión cada vez más extensa de los
obreros. . Esta unión es propiciada por el crecimiento de los medios de
comunicación creados por la gran industria, que ponen en contacto a los obreros
de diferentes localidades. Y basta con ese contacto para que las numerosas
luchas locales, que en todas partes revisten el mismo carácter, se centralicen
en una lucha nacional, en una lucha de clases. Mas toda lucha de clases es una
lucha política. Y la unión que los habitantes de las ciudades de la Edad Media,
con sus caminos vecinales, tardaron siglos en establecer, los proletarios
modernos, con los ferrocarriles, la llevan a cabo en unos pocos años.
Esta organización del proletariado en
clase y, por tanto, el partido político, vuelve sin cesar a ser socavada por la
competencia entre los propios obreros. Pero resurge, y siempre más fuerte, más
firme, más potente. Aprovecha las disensiones intestinas de los burgueses para
obligarles a reconocer por la ley algunos intereses de la clase obrera; por
ejemplo, la ley de la jornada de diez horas en Inglaterra.
En general, las colisiones en la vieja sociedad favorecen de
diversas maneras el proceso de desarrollo del proletariado. La burguesía vive
en lucha permanente: al principio, contra la aristocracia; después contra
aquellas fracciones de la misma burguesía, cuyos intereses entran en
contradicción con los progresos de la industria, y siempre, en fin, contra la
burguesía de todos los demás países. En
todas estas luchas se ve forzada a apelar al proletariado, a reclamar su ayuda
y a arrastrarle así al movimiento político. De tal manera, la burguesía
proporciona a los proletarios los elementos de su propia educación, es decir,
armas contra ella misma.
Además, como acabamos de ver, el
progreso de la industria precipita a las filas del proletariado a capas enteras
de la clase dominante, o, al menos, las amenaza en sus condiciones de
existencia. También ellas aportan al proletariado elementos de educación.
Finalmente, en los períodos en que la lucha de clases se acerca a su
desenlace, el proceso de desintegración de la clase dominante, de toda la vieja
sociedad, adquiere un carácter tan violento y tan agudo, que una pequeña
fracción de esa clase reniega de ella y se adhiere a la clase revolucionaria, a
la clase en cuyas manos está el porvenir. Y así como antes una parte de la
nobleza se pasó a la burguesía, en nuestros días un sector de la burguesía se
pasa al proletariado, particularmente ese sector de los ideólogos burgueses que
se han elevado hasta la comprensión teórica del conjunto del movimiento
histórico.
De todas las clases que hoy se
enfrentan con la burguesía, sólo el proletariado es una clase verdaderamente
revolucionaria. Las demás clases van degenerando y desaparecen con el
desarrollo de la gran industria; el
proletariado, en cambio es un producto más peculiar…
Los estamentos medios —el pequeño
industrial, el pequeño comerciante, el artesano, el campesino—, todos ellos luchan
contra la burguesía para salvar de la ruina su existencia como tales estamentos
medios. No son, pues, revolucionarios sino conservadores. Más todavía, son
reaccionarios, ya que pretenden volver atrás las ruedas de la Historia. Son
revolucionarios únicamente por cuanto tienen ante sí las perspectivas de su
tránsito inminente a la condición de proletarios, defendiendo así no sus
intereses presentes sino sus intereses futuros, por cuanto abandonan sus
propios puntos de vista para adoptar los del proletariado.
El lumpenproletariado, ese producto pasivo
de la putrefacción de las capas más
bajas de la vieja sociedad, puede a
veces ser arrastrado al movimiento por una revolución proletaria; sin embargo,
en virtud de todas sus condiciones de vida está
más bien dispuesto a venderse a la reacción para servir a sus maniobras.
Las condiciones de existencia de la
vieja sociedad están ya abolidas en las condiciones de existencia del
proletariado. El proletariado no tiene propiedad; su relación con la mujer y
con sus hijos no tienen nada de común con las relaciones familiares burguesas;
el trabajo industrial moderno, el moderno yugo del capital, que es el mismo en
Inglaterra que en Francia, en Norteamérica que en Alemania, despoja al
proletariado de todo carácter nacional. Las leyes, la moral, la religión, son
para él meros prejuicios burgueses, detrás de los cuales se ocultan otros
tantos intereses de la burguesía.
Todas las clases que en el pasado
lograron hacerse dominantes, trataron de consolidar la situación adquirida
sometiendo a toda la sociedad a las condiciones de su modo de apropiación. Los
proletarios no pueden conquistar las fuerzas productivas sociales, sino
aboliendo el propio modo de apropiación de la burguesía en vigor y, por tanto,
todo modo de apropiación existente hasta nuestros días. Los proletarios no
tienen nada que salvaguardar; tienen que destruir todo lo que hasta ahora ha
venido garantizando y asegurando la propiedad privada existente.
Todos los movimientos han sido hasta
ahora realizados por minorías o en provecho de minorías. El movimiento
proletario es un movimiento propio de la inmensa mayoría en provecho de la
inmensa mayoría. El proletariado, capa inferior de la sociedad actual, no puede
levantarse, no puede enderezarse, sin hacer saltar toda la superestructura
formada por las capas de la sociedad oficial…
Todas las sociedades anteriores, como
hemos visto, han descansado entre el antagonismo entre clases opresoras y
oprimidas: Pero para poder oprimir a una clase, es preciso asegurarle unas
condiciones que le permitan, por lo menos, arrastrar su existencia de
esclavitud. El siervo, en pleno régimen de servidumbre, llegó a ser miembro de
la Comuna, lo mismo que el pequeñoburgués llegó a elevarse a la categoría de
burgués bajo el yugo del absolutismo feudal. El obrero moderno, por el
contrario, lejos de elevarse con el progreso de la industria, desciende siempre
más y más por debajo de las condiciones de vida de su propia clase. El
trabajador cae en la miseria, y el pauperismo crece más rápidamente todavía que
la población y la riqueza. Es, pues, evidente, que la burguesía no puede
seguir desempeñando el papel de clase dominante de la sociedad ni de imponer a
ésta, como ley reguladora, las condiciones de existencia de su clase. No es
capaz de dominar, porque no es capaz de asegurar a su esclavo su existencia, ni
siquiera dentro del marco de la esclavitud, porque se ve obligada a dejarle
decaer hasta el punto de tener que mantenerle en lugar de ser mantenida por él.
La sociedad ya no puede vivir bajo su dominación; lo que equivale a decir que
la existencia de la burguesía es, en lo sucesivo, incompatible con la de la
sociedad.
La condición esencial de la
existencia y dominación de la clase burguesa, es la acumulación de riqueza en
manos de particulares, la formación y el acrecentamiento del capital. La
condición de existencia del capital es el trabajo asalariado. El trabajo
asalariado descansa exclusivamente sobre la competencia de los obreros entre
sí. El progreso de la industria, del que la burguesía incapaz de oponérsele, es
agente involuntario, sustituye el aislamiento de los obreros, resultante de la
competencia, por su unión revolucionaria mediante la asociación. Así el
desarrollo de la gran industria socava bajo los pies de la burguesía las bases
sobre las que ésta produce y se apropia lo producido. La burguesía produce,
ante todo, sus propios sepultureros. Su hundimiento y la victoria del
proletariado son igualmente inevitables. (K.
Marx y F. Engels: “Manifiesto del Partido
Comunista”. Obra publicada en 1850 por “El
republicano rojo”. Versión castellana de 1989 Ed. L’eina. Lo
entre corchetes y el subrayado nuestros).
GPM.
¿Qué conclusiones cabe
sacar de este manifiesto? Que la
propiedad privada sobre los medios de producción y el dinero bancario, han
venido siendo históricamente incompatibles con la tan falsamente consagrada “libertad, igualdad y fraternidad”
de los seres humanos en el mundo, desde la Revolución francesa hasta nuestros
días. Y en efecto:
<<El sistema de la verdadera libertad
universal basada en la igualdad [de las
relaciones sociales productivas], no
sólo tiene a su favor las mayores ventajas, sino también la estricta
justicia…Cada ser humano en su relación laboral, es un eslabón
indispensable, en la cadena de los efectos, que parte de una idea para
culminar, tal vez, en la producción de una pieza de paño, por ejemplo. Por eso,
del hecho de que nuestros gustos no sean los mismos para las distintas
profesiones, no hay que deducir que el trabajo de uno deba ser retribuido mejor
que el de otro. El inventor recibirá siempre, además de su justa retribución en
dinero, el tributo de nuestra admiración, que sólo el genio puede obtener de
nosotros…
Por la naturaleza misma del trabajo y del intercambio,
la estricta justicia exige que todos los que intercambian obtengan beneficios
no solo mutuos, sino iguales (all exchangers should be not only mutually but they should
likewise be equally benefited). No hay más que dos cosas que los seres
humanos pueden cambiar entre sí, a saber: el trabajo y los productos del
trabajo. Si los cambios se efectuasen según un sistema equitativo, el valor de
todos los artículos se determinaría por
un coste de producción completo; y valores iguales se cambiarían siempre por
valores iguales (If a just sistema of exchanges were acted upon, the
value all articles would be determined by the entire cost of production, and
equal values should always exchange for equal values). Si, por ejemplo, un sombrerero que invierte una jornada
de trabajo en hacer un sombrero y un zapatero que emplea el mismo tiempo en
hacer un par de zapatos —suponiendo que la materia que ambos empleen tenga el
mismo valor— y cambian estos artículos entre sí, el beneficio obtenido de este
cambio es al mismo tiempo mutuo e igual. La ganancia
de una de las partes no puede ser una pérdida para la otra, puesto que ambas
han suministrado la misma cantidad de trabajo. Pero si el sombrerero recibiese dos pares de calzado por un sombrero, no variando las condiciones
arriba supuestas, es evidente que el cambio sería injusto. El sombrerero
usurparía al zapatero una jornada de trabajo. (…); y procediendo así en todos
sus cambios, recibiría por el trabajo de medio
año el producto de todo un año de otra persona (…). Hasta aquí hemos
seguido siempre este sistema de cambio eminentemente injusto: los obreros han dado al capitalista el
trabajo de todo un año a cambio del valor de medio año (the workmem have
given the capitalist the labour of a whole year, in exchange for the value of only half a year). De
ahí, y no de una supuesta desigualdad de las fuerzas físicas e intelectuales de
los individuos [de condición asalariada], es de donde proviene la desigualdad de riquezas y de poder. La
desigualdad de los intercambios, la diferencia de precios en las compras y en
las ventas, no puede existir sino a condición de que los capitalistas sigan
siendo capitalistas y los obreros, obreros (…) La transacción entre el
trabajador y el capitalista es una verdadera farsa: en realidad no es, en miles
de casos, otra cosa que un robo descarado, aunque legal. (The whole transaction between the
producer and the capitalist is mere
farse: it is, in fact, in thousands of instances, no other than a barefaced
though legalised robbery). (John
Francis Bray: Op. Cit. Pags. 45, 48, 49 y 50. Cita de Marx en “Miseria de la filosofía” Ed.
Progreso-Moscú Pp. 61). Versión digitalizada Ver Pp.
26-27. El subrayado y lo entre corchetes nuestros).
La consideración del objetivo y de la misión de la
sociedad me autoriza a hacer la conclusión de que no sólo deben trabajar todos
los hombres y de obtener de este modo la posibilidad de cambiar, sino también
que valores iguales deben cambiarse por valores iguales. Además, como el
beneficio de uno no debe ser una pérdida para otro, el valor se debe determinar
por el gasto en la producción. Ein embargo, hemos visto que, bajo el régimen
social vigente, el beneficio del capitalista
y del rico, es siempre una pérdida para el obrero, que este resultado es
inevitable, que bajo todas las formas de gobierno el pobre queda siempre
abandonado enteramente a merced del rico, mientras subsista la desigualdad de
los cambio, y que la igualdad de los cambios sólo puede ser asegurada por un
régimen social que reconozca la universalidad del trabajo…La igualdad de los
cambios hará gradualmente que la riqueza
pase de manos de los capitalistas actuales a manos de la clase obrera (John Francis Bray Op. cit. Pp. 53-55).
<<Mientras permanezca en vigor este sistema de
desigualdad en los intercambios, los productores [asalariados] seguirán
siendo tan pobres, tan ignorantes, estarán tan agobiados por el trabajo como lo
están actualmente...Sólo un cambio total de sistema, la introducción de
la igualdad del trabajo y de los cambios, puede mejorar este estado de cosas y
asegurar a los seres humanos la verdadera igualdad de derechos… A los
productores les bastará hacer un esfuerzo —son ellos precisamente quienes deben
hacer todos los esfuerzos para su propia salvación— y sus cadenas serán rotas
para siempre. Como fin, la igualdad política es un error, y como medio también
es un error (As and en, the political
equality is there a failure). Con la igualdad de los cambios, el
beneficio de uno no puede ser pérdida para otro: porque todo cambio no es más
que una simple transferencia de
trabajo y de riqueza, no exige ningún sacrificio. Por tanto, bajo un sistema
social basado en la igualdad de los cambios, el productor podrá llegar a
enriquecerse por medio de sus ahorros; pero su riqueza no será sino el producto
acumulado de su propio trabajo. Podrá cambiar su riqueza o donarla a otros;
pero si deja de trabajar no podrá seguir siendo rico durante un tiempo
más o menos prolongado. Con la igualdad de los cambios, la riqueza pierde el
poder actual de renovarse y de reproducirse, por decirlo así, por sí misma: no
podrá llenar el vacío creado por el consumo; porque, una vez consumida, la
riqueza es perdida para siempre si no es reproducida por el trabajo. Bajo el
régimen de cambios iguales no podrá ya existir lo que ahora llamamos beneficios e intereses. Tanto el
productor como el distribuidor recibirán igual retribución [equivalente al
valor creado por su propio trabajo]. Y el valor de cada artículo creado y puesto a disposición del
consumidor, será determinado por la suma total del trabajo invertido por ellos
(…). El principio de la igualdad en los cambios debe, pues, conducir por su
propia naturaleza, al trabajo universal>>
[John Francis Bray:
Op. Cit. Pp. 67, 88, 89, 94, 109 y 110. Citado por Marx en “Miseria de la Filosofía” Cap. I Apartado II. Pp. 61 Ed. Progreso. Lo entre corchetes y el subrayado
nuestros]. Versión digitalizada ver: Pp. 26. [Últimos
dos párrafos ver Pp. 27 y 28. El subrayado y lo entre corchetes nuestros].
GPM.
En síntesis:
que según el pensamiento de Marx, Engels y John Francis Bray, el hecho de que
hoy todavía subsista en el Mundo la
propiedad privada de los medios de producción y el dinero bancario en poder de
los empresarios industriales, comerciales y de servicios, es una realidad
histórica intolerable. Porque tales condiciones no han hecho más que determinar
históricamente, que los intercambios
desiguales de la relación entre patronos y obreros —que han propiciado el reparto desigual de la riqueza desde
los orígenes del capitalismo—, no han hecho más que agudizarse a expensas de la
penuria relativa de los asalariados, que no ha dejado de aumentar y en estas
estamos ahora mismo, donde se verifica que:
1) El 0,6 % de la población adulta del Planeta, dispone del 39,3 % de
la riqueza creada en el mundo.
2) Más de una tercera parte de esa
riqueza, está controlada por una super élite de apenas 29 millones de personas. Justo por debajo de ellos, una segunda
división de la élite opulenta mundial representada por 344 millones de personas (el 7,5
% de la población mundial) ostenta
otro 43,1 % de la riqueza total del globo terráqueo.
3) Sumando ambos valores porcentuales medidos en
términos de población y tenencia de riqueza, resulta que el 8,1 % de la población mundial posee el 82,4 % de la riqueza en el
Planeta.
4) Si analizamos la pirámide por la
parte baja de sí misma, las conclusiones son aún más desoladoras: alrededor de 3.184 millones de personas, el
69,3 % de la población mundial, con una riqueza inferior a los 10.000 dólares,
acumula el 3,3 % de la riqueza del Planeta.
5) El dato es aún más preocupante al
descubrir que 4.219 millones de
personas, el 91,8 % de la población
adulta mundial, tan sólo acumula el 17,7 % de la riqueza total. Cfr.: https://www.elblogsalmon.com/economia/una-super-elite-mueve-los-hilos-de-la-economia-mundial.
6) 2015 será recordado como el primer
año de la serie histórica, en el que la
riqueza del 1% de la población mundial alcanzó la mitad del valor del total de
activos. En otras palabras: el 1% de la población mundial, aquellos que tienen
un patrimonio valorado en 760.000 dólares, poseen tanto dinero —líquido o
invertido— como el 99% restante de esa población mundial. Esta enorme brecha entre
privilegiados y el resto de la humanidad acorralada en la miseria, lejos de
disminuir ha seguido ampliándose desde el inicio de la Gran Recesión, en 2008. Cfr.: http://economia.elpais.com/economia/2015/10/13/actualidad/1444760736_267255.html?rel=mas.
Éste ha sido
el resultado histórico de la todavía
vigente propiedad privada de los empresarios en la sociedad civil de
todo el Mundo. ¿Y qué ha sucedido con la llamada democracia representativa en las instituciones estatales?
Que a la hora de gobernar, la inmensa
mayoría social de los llamados “ciudadanos de a pie” —arrastrados hacia
la miseria por la desigualdad de los
intercambios en su relación social con sus patronos capitalistas—, tampoco
pintan nada. Porque no pueden hacer más que votar en las elecciones periódicas delegando eventualmente el poder en políticos
profesionales oportunistas y
corruptos que se disputan el gobierno de las distintas naciones, para
que en su condición de candidatos presuntamente les representen, cuando en
realidad ellos se representan despóticamente a sí mismos en contubernio con sus colegas empresarios,
enriqueciéndose mutuamente sin límites a expensas del trabajo ajeno.
Así las cosas, la todavía vigente
propiedad privada sobre los medios
materiales de producción y el dinero bancario, que inevitablemente
ostentan los patronos burgueses
y que, a instancias de los políticos
profesionales en los distintos países ha derivado en poder político sobre la inmensa
mayoría en el mundo de terceras personas dependientes de su trabajo asalariado
—por tiempo determinado—, ha sido y sigue siendo el fundamento de la dictadura que
la clase social burguesa ejerce sobre el proletariado bajo el capitalismo, tal
como lo dejara por primera vez negro
sobre blanco F. Engels:
<<Pero hoy [en 1847], cuando merced al
desarrollo de la gran industria, en
primer lugar se han constituido capitales y fuerzas productivas en
proporciones sin precedentes, y existen medios para aumentar en breve plazo
hasta el infinito estas fuerzas productivas; cuando, en segundo lugar, estas fuerzas productivas se concentran hoy en
manos de un reducido número de burgueses, mientras la gran masa del pueblo se
va proletarizando y empobreciendo, con la particularidad de que su situación se
hace más cada vez más precaria e insoportable en la medida en que aumenta la
riqueza de los burgueses; cuando en
tercer lugar, estas poderosas fuerzas productivas, que se multiplican con
tanta facilidad hasta rebasar el marco de la propiedad privada y del burgués,
provocando continuamente las mayores conmociones del orden social, sólo ahora
la supresión de la propiedad privada se ha hecho posible e incluso
absolutamente necesaria>>. (F. Engels a fines de octubre y principios
de noviembre de 1847 en su obra: “Principios
del Comunismo” publicada por Ed. l’eina/1989. Pp. 85). Versión digitalizada ver en
apartado XV último párrafo).
Por lo tanto, si como es cierto y verdad que todo
principio activo mueve a la
realización de un fin, teniendo en cuenta que la finalidad del capitalismo es
la acumulación de ganancia económica explotando trabajo ajeno cada vez más
productivo, más allá de lo señalado por F. Engels ocurrió contradictoriamente, que la creciente productividad del
trabajo asalariado sólo ha sido posible a instancias de medios materiales técnicos cada vez más eficaces sustitutos de trabajo humano
—única fuerza esta última creadora de
valor económico—, y dado que tales instrumentos materiales se limitan a trasladar su costo de
mercado al producto, en
forma de amortización por desgaste.
O sea, que no generan ganancia
ninguna. Así lo dejó negro sobre blanco K. Marx en sus “Líneas fundamentales de la crítica de la
economía”, escrito entre 1857 y 1858:
<<Tan pronto como el trabajo [humano ganancial explotado] en forma inmediata [ha ido siendo
sustituido por maquinaria] dejando de
ser la gran fuente de la riqueza, el tiempo de [ese] trabajo [físico e
intelectual de los asalariados] deja y
tiene que dejar de ser su medida y, en consecuencia, el valor de cambio [de la
riqueza producida] tiene que dejar de ser la medida del valor de uso [trabajo
explotado]. El plustrabajo de la masa [asalariada] ha dejado de ser condición
para el desarrollo de la riqueza general [en manos de los
explotadores], así como también el no-trabajo de los [relativamente
pocos capitalistas todavía usufructuarios dirigentes del tinglado explotador], ha
dejado de ser condición de las fuerzas generales del cerebro humano [en
general]. Con ello se derrumba la
producción basada sobre el valor de cambio, el proceso de producción inmediato
pierde la forma de [producir miseria relativa en los explotados], y el antagonismo [entre las dos clases
sociales universales desaparece]. Aquí entra entonces [a manifestarse] el desarrollo de los individuos [libres
e iguales], y por lo tanto la reducción del tiempo de trabajo necesario, no
para crear plustrabajo sino para reducirlo en la sociedad a un mínimo, al que
corresponde entonces la función artística, etc., de los individuos gracias al tiempo
devenido libre y a los instrumentos [supletorios de trabajo vivo] creados para todos>>. (K. Marx: “Líneas fundamentales de la crítica de la
economía Política”. En alemán “Grundrisse”. Ed. Grijalbo. Segundo volumen: El
proceso de circulación del capital. Tomo II Cap. III Pp. 91. El subrayado y los
entre corchetes nuestros. Confrontar esta parte citada del texto traducido por
la mencionada Editorial, con la versión digitalizada en las páginas
228 y 229).
Para
decirlo en términos más sencillos: la tendencia
objetiva del movimiento capitalista ha generado la combinación controvertida entre la propiedad privada
y la competencia intercapitalista, teniendo en cuenta que ambos principios activos han ido en
dirección inevitable hacia el automatismo
científico-técnico sustituto de trabajo humano por máquinas en las distintas
ramas de la producción; este es un hecho que históricamente ha venido
aproximando el capitalismo hacia el
fin de su existencia para siempre.
Y
el caso es que hoy día, esa tendencia ya casi roza una realidad actual que no
permanece a la espera de ningún futuro próximo. Porque la creciente automatización mecánica de la producción como resultado de
la competencia intercapitalista, determina que la ganancia creciente de la burguesía a expensas del trabajo
humano, remita con tendencia
inevitable a desaparecer. Y es que la sustitución de puestos de trabajo
asalariado por maquinaria, no solo se reduce hasta dejar sin sentido la
ganancia capitalista explotando trabajo ajeno. Porque siembra la exclusión social profunda entre
los sectores mayoritarios de la sociedad, de tal modo marginados de la
producción, cada vez más más
numerosos. Un fenómeno este que así, de haber sido una excepción durante
las precedentes recesiones económicas mundiales periódicas, ha pasado cada vez
más imperiosamente a ser una norma que
disuelve la explotación de trabajo asalariado:
<<Se
han inventado máquinas que permiten a un asalariado producir tanto hilo como el
que podrían haber producido 250, o incluso 300 hace 70 años, y a un hombre y 1
niño estampar tanto tejido como el que podrían haber estampado antes 100
hombres y 100 niños. Los 150.000 trabajadores en las fábricas de hilar “producen”
tanto hilo como el que habían podido producir 40 millones con el huso de un
solo hilo>> Gaskell: “Artisans
and Machinery”. London, 1836 Pp. 314. Citado por Marx en: “Líneas fundamentales de la crítica de la
economía política”. En alemán “Grundrisse”. Segundo volumen. Ed. Grijalbo
Pp. 227. Versión
digitalizada Pp. 228 y 229).
Esta
realidad explica, por un lado, que la potencial productividad de la maquinaria
deje sin sentido la explotación de trabajo ajeno poniendo en evidencia la
creciente defraudación al fisco que practican las grandes y medianas empresas capitalistas, y que según OXFAM sea en las familias asalariadas sobre quienes
recaiga el 84% de la
contribución al erario público, frente al 13% que aporta el sector empresarial. Lo cual da
cuenta del desigual reparto de la riqueza en el mundo con una “recaudación
impositiva insuficiente, y un sistema tributario regresivo en su diseño e
injusto a la hora de frenar las fugas de dinero de los capitalistas hacia paraísos
fiscales”. Un proceso que más o menos se verifica a escala
planetaria. Así las cosas, en el segundo trimestre de 2018 la deuda
pública en España ha crecido en 2.333 millones de
euros y se sitúa literalmente en un
billón ciento sesenta y dos mil novecientos cuarenta y seis millones de Euros:
1.162.946.000.000€. Esta cifra supone que la deuda pública en ese país alcanzó
el 98,8% del PIB [producto interior
bruto], mientras que en el trimestre anterior fue de 98,3. Pero no es éste el
único Estado nacional endeudado, porque puede consultarse el listado completo
de los países cuya deuda se incrementa (confrontar en: Deuda
Pública). Y para conocer toda la información
económica de España ver en Economía de España. También en ¿Fin de ciclo? La economía española empieza a mostrar signos
de agotamiento. Lo mismo sucede con la elegante
clientela que frecuenta el casino de Montecarlo, multimillonarios empresariales
de Saint James en Paris o Connecticut en los EE.UU. El botín
que custodian para ellos los paraísos fiscales se ha cifrado en 11,54
billones de dólares, el 80% del PIB norteamericano.
El
actual gobierno español en acuerdo con la formación política “Podemos”, ha
decidido desde el próximo año subir el Salario Mínimo Interprofesional (SMI)
hasta los 900 Euros en 14 pagas. Un incremento de más del 22% desde la cifra de
735 Euros que fue acordada para 2018. Concretamente, el “Instituto de Estudios Económicos” (IEE) ha dejado claro que esta
subida, "ralentizará la creación de
empleo a tiempo completo, fomentará la contratación temporal y la economía
sumergida, elevando el paro estructural de los jóvenes y de los trabajadores
menos cualificados":
<<Subiendo el salario mínimo no se consigue
mejorar la calidad del empleo, sino simplemente mantener en el paro a muchos
trabajadores que podrían encontrarlo en ausencia de dicha medida, explica dicho
Instituto en un comunicado. Hasta ahora, España estaba en la segunda
división europea del salario mínimo. Según los cálculos de Eurostat, que mide
los salarios mínimos prorrateados en 12 pagas, el nuevo SMI español superará
los 1.166 euros y nos pondría en el mismo grupo que Reino Unido, Irlanda,
Francia, los Países Bajos, Alemania, Bélgica y Luxemburgo. Por primera vez, el
salario mínimo de España superará al de Estados Unidos, que tiene un SMI de
7,25 dólares la hora y que, según Eurostat, supone para una jornada completa el
equivalente a 1.011 euros/mes en 12 pagas. Otros países como Dinamarca, Suecia,
Austria, Italia, Finlandia o Chipre no tienen sueldos mínimos fijados por
ley>>. (Cfr.: https://www.elespanol.com/economia/empresas/20181011/respuestas-nuevo-salario-minimo-euros/344716322_0.html).
Otro tanto sostienen los bancos. Por ejemplo, el Banco de España:
<<El Banco estatal de España
advierte de que el ritmo de creación de empleo se desacelerará en 2019 con más
fuerza debido a la subida
del salario mínimo anunciada por el Gobierno de Pedro Sánchez. No
obstante, los efectos sobre el mercado de trabajo se verán compensados por un
ligero repunte observado últimamente en la actividad, que está siendo un poco
más dinámica de lo esperado, y por el impulso que proporcionan la
reciente caída del precio del petróleo y un tipo de cambio del euro
algo más depreciado. De tal modo que la previsión de crecimiento de la economía
para 2019 se deja igual: en el 2,2%, según las últimas proyecciones del
organismo publicadas este viernes.
"En comparación con las anteriores
proyecciones de septiembre, la tasa de desempleo proyectada para finales de
2020, del 12,9%, es casi un punto porcentual más alta", concluye el
documento elaborado por el servicio de estudios de la entidad. Y añade que la
subida del salario mínimo desempeña "una contribución relevante a la
hora de explicar la revisión a la baja del crecimiento del empleo".
El organismo de ese banco a cargo Pablo
Hernández de Cos, sostiene que el incremento del salario mínimo
anunciado afectará de forma directa a un 6,2% de los trabajadores en activo,
"una proporción considerable dada la importante cuantía" de la
subida, fijada en el 22,3%. "Sin embargo, según las estimaciones
realizadas, el impacto de la medida sobre la remuneración de los asalariados,
en su conjunto, será prácticamente nulo, ya que, en términos porcentuales, los
efectos al alza sobre el salario medio se verán compensados aproximadamente por
una pérdida de empleo de similar magnitud", afirma el documento. Es decir,
en euros la masa salarial ganará lo mismo pero la distribución será distinta:
los salarios bajos conseguirán más a costa de los que no obtendrán un
trabajo.
En su comparecencia ante el Congreso a
principios de noviembre, el gobernador Hernández de Cos aseguró que se dejaría de crear un 0,8% del empleo, esto es, unos
150.000 puestos de trabajo menos. "El incremento del
salario mínimo en cuantías reducidas tiene poco efecto. Pero tenemos pocas
experiencias de subidas altas. Ninguna de un 22%. Y este impacto limitado se
derivaba de que el colectivo afectado era pequeño. Los efectos podrían incluso
no ser lineales. No vayamos a lograr lo contrario de lo que pretendíamos y
reduzcamos el empleo de aquellos a los que se quería ayudar, los jóvenes",
declaró. La Autoridad Fiscal ha cifrado la pérdida de empleo en unos 40.000 en
el primer año y unos 20.000 en el segundo. La Comisión Europea calcula unos
70.000 ocupados menos en dos años. Y el BBVA esgrime que unos 80.000 podrían
perder el trabajo o ver reducido su número de horas>>. https://elpais.com/economia/2018/12/14/actualidad/1544784015_367023.html
De todo este embrollo cabe
concluir que:
<<La pauperización
[del proletariado] es el punto conclusivo necesario
del desarrollo al cual tiende inevitablemente la acumulación capitalista, de
cuyo curso no puede ser apartada por ninguna reacción sindical por poderosa que
esta sea. Aquí se encuentra fijado el
límite objetivo de la acción sindical. A partir de un cierto punto de la
acumulación, el plusvalor disponible no resulta suficiente para proseguir la
acumulación con salarios fijos. O el nivel de los salarios es deprimido por
debajo del nivel anteriormente existente, o la acumulación se estanca, es decir
sobreviene el derrumbe del mecanismo capitalista. De esta manera el desarrollo
conduce a desplegar y agudizar las contradicciones internas entre el capital
y el trabajo, a un punto tal que la solución sólo puede ser encontrada a
través de la lucha entre estos dos momentos […]. El desarrollo de las fuerzas productivas del trabajo [FT], no solo se manifiesta a través de la puesta en función de una masa
cada vez mayor de medios técnicos de producción [MP] en desmedro de la fuerza humana
de trabajo (FT) empleada. O sea, no sólo por el relativo mayor incremento
de los medios materiales técnicos de producción (MP), incorporando cada vez más
innovaciones tecnológicas, sino que también lo hace por la menguante participación
de la fuerza de trabajo FT en este desarrollo. Resulta decisivo, por tanto, que
junto con el crecimiento de MP [medios de producción cada vez más eficaces], también sea reproducida en su totalidad FT [valor
del capital variable o salarios], es decir, que el salario real crezca en
la misma medida en que aumenta la productividad del trabajo contratado. Sin
embargo, en el mismo momento en que dentro de la relación capital constante/capital variable fracasa la valorización del
capital total invertido en virtud de que la inversión en capital
constante “cc” aumenta cada
vez más que el capital
variable “cv” o salario del trabajo humano empleado, porque al hacer
esto impide la reproducción de la FT casi en su totalidad. Si en virtud de ello
la fuerza productiva más importante, la fuerza de trabajo humana, se ve
excluida de los frutos de la civilización en constante desarrollo, entonces
simultáneamente se demuestra que nos acercamos cada vez más a aquella situación
que fuera vislumbrada por Marx y Engels en el “Manifiesto comunista”:
“La burguesía ya no es capaz de dominar,
porque no es capaz de asegurar a su esclavo la existencia, ni siquiera en el
marco de la esclavitud”. También este es, a su vez, el motivo por el cual los
esclavos asalariados se tienen que revelar necesariamente contra el sistema de
la esclavitud asalariada. […]. Puesto
que si el desarrollo [técnico de la maquinaria sustituye cada vez más
trabajo vivo] y tiende a la miseria del proletariado,
toda lucha [sindical] por
mejorar la situación de la clase obrera, se revela en última instancia como
inútil […].
Precisamente por eso es que toda la
investigación de Marx sobre el proceso de reproducción [capitalista], desemboca
en la lucha de clases. En una carta
enviada a Engels el 30 de abril de 1868, donde sintetiza el curso seguido por
su pensamiento en los tomos II y III de “El
Capital”, afirma que: “Finalmente, como aquellos tres réditos: salarios,
renta del suelo y ganancia constituyen las fuentes de las tres clases, o sea
los terratenientes, los capitalistas [industriales, comerciantes y
bancarios] más los obreros asalariados, tenemos como final la lucha de clases, resolviéndose allí el movimiento y la
disolución de toda esta basura”>>. (Henryk Grossmann: “La ley de la acumulación y del derrumbe del
sistema capitalista”. Ed. Siglo XXI/1979 Pp. 386-388. Lo entre corchetes
nuestro. No hay versión digitalizada).
Eh aquí descrita la etapa postrera y terminal del
capitalismo que Marx previó entonces para un futuro, y por la que ahora
mismo el sistema muestra
estar pasando en todo el mundo, según lo que se ve sin lugar a dudas. Y para
confirmarlo, cómo no, aquí está redivivo, faltaría más, nuestro querido y
admirado Stephen Hawking, a quien nosotros hemos rendido tributo con motivo de
su muerte en julio del ya pasado año:
Un ateo
antimilitarista en contra del capitalismo, la otra vertiente de Stephen Hawking
Posted: 14 Mar 2018 01:22 PM PDT
Palestina, guerras como la de Vietnam en los 60 o la de Irak en tiempos más
actuales, han sido causas que llevaron a tomar partido a Hawking, que no dudó
en advertir sobre la amenaza que el sistema capitalista entraña para la
aspiración a una sociedad de iguales.
| @ZALDUARIZ | DONOSTIA
Aunque
sobre la vida de Stephen Hawking destacan, en primer lugar, el trabajo
científico y, en segundo, su estatus de celebrity —no cualquiera aparece en ‘Star
Trek’, ‘The
Simpson’, ‘The Big Bang Theory’ o en una canción de Pink
Floyd—, hay otra vertiente que está pasando algo desapercibida en esta jornada
de obituarios y homenajes: su firme
compromiso con valores humanistas y de izquierdas.
De
ello dio cuenta hace ya medio siglo, con su oposición pública a la guerra de
Vietnam, posición que retomó con fuerza en contra del Gobierno de Tony
Blair y su apoyo a la guerra
de Irak. «Cerca de 100.000 personas han muerto, la mitad de ellas mujeres y
menores. Si no es un crimen de guerra, ¿qué es?», se preguntó en noviembre de
2004 en una manifestación contra la guerra celebrada en Londres.
Asimismo,
Hawking, que se declaró ateo convencido –«No hay ningún dios, soy ateo», dijo
no hace tanto a ‘El Mundo’–, rechazó públicamente el título de
caballero ofrecido por la reina Isabel II, alegando que no le gusta «el
concepto global» de estos títulos honoríficos y criticando de manera elocuente
la política británica de financiación de las investigaciones científicas.
También
tomó partido abiertamente contra la ocupación de territorios palestinos por
parte de Israel, cuya política sionista criticó abiertamente. De hecho, aunque
viajó en más de una ocasión a Israel, tras el bombardeo de Gaza en 2009, el físico inglés
participó activamente en la campaña de boicot académico a Israel y en 2013, por
ejemplo, se negó a participar en una conferencia en una universidad de Tel
Aviv. «La política del Gobierno israelí conduce al desastre», declaró en
aquella ocasión.
El peligro del
capitalismo
En
una fecha más reciente, concretamente en octubre de 2015, Hawking se explayó
acerca de los peligros del capitalismo en la lucha contra la desigualdad. En un
coloquio virtual organizado por la revista científica ‘The New Reddit’, Hawking fue
preguntado sobre el peligro que puede
suponer la robotización de la economía para el trabajo y, por consiguiente,
para la distribución de la renta. El científico fue claro a la hora de
exculpar a los robots y señalar a las condiciones sociales y económicas en las
que se está desarrollando esta nueva revolución industrial.
«Si las máquinas producen todo lo que
necesitamos, el resultado dependerá de cómo se distribuyen las cosas.
Todo el mundo podrá disfrutar de una vida de lujo si la riqueza producida por
las máquinas es compartida, o la mayoría de la gente puede acabar siendo
miserablemente pobre si los
propietarios de las máquinas cabildean con éxito contra la redistribución de la
riqueza», explicó el recien fallecido científico.
No
se llevó a engaño sobre cuál de las opciones está triunfando: «Hasta ahora, la tendencia parece ser hacia
la segunda opción, con la tecnología provocando cada vez mayor desigualdad».
Y
como gran aficionado a las profecías, añadió: «Los dueños de las máquinas se posicionarán como la burguesía de una
nueva era, en la cual sus corporaciones no proveerán de puestos de trabajo a
las personas».
La
voz electrónica del astrofísico, que falleció este miércoles, se escuchó en dos
canciónes de la banda de rock británico. ‘Keep Talking’, que
hace parte del disco ‘The Division Bell’ (1994); y en ‘Talkin'
Hawkin’ del disco ‘The Endless River’ (2014). (Pulso.com).
--oo0oo--
Este obituario que nosotros hemos
reproducido fielmente aquí acerca de Stephen Hawking, fue publicado por la
revista “Naiz”
el pasado miércoles 14 de marzo, día de su muerte a los 76 años. A propósito de lo que este
comprometido intelectual ha dejado para la posteridad, como también dijera el argentino
poeta José Rafael
Hernández y Pueyrredón con esclarecida y absoluta razón, más que
necesario siempre ha sido imperioso conocer lo que con plena certidumbre cada
cual ha vivido y/o le queda por vivir.
Pero
ya que muy sabia y oportunamente se nos plantea el saber de nuestra vida, cabe preguntarse qué ha venido siendo
para la humanidad la propiedad
privada de los medios de producción y el dinero bancario en la sociedad
capitalista, sino la descarada y sistemática explotación de trabajo ajeno causante
de la distribución cada vez más
desigual de la riqueza, por parte de una irrisoria minoría de grandes y medianos empresarios, en contubernio sistémico permanente
con esa otra minoría de políticos
profesionales corruptos, institucionalizados en los distintos Estados
nacionales de todo el Mundo.
Y
finalmente ¿qué es la “democracia”
representativa o indirecta ejercida por esas minorías”? Se nos inculca diciendo
que los pueblos <<no deliberan
ni gobiernan sino a través de sus representantes ‘democráticamente’
mayoritarios en cada elección periódica>>. Como si el verdadero poder “democrático” de los
pueblos consistiera sólo en votar, delegando el verdadero poder en sus candidatos
a representarles, es decir, al contubernio
ya formado entre determinados políticos profesionales corruptos y otros
tantos empresarios privados, todos ellos igualmente corrompidos aspirantes a ejercer efectivamente ese verdadero
poder, para mutuos fines gananciales.
GPM.