El Pichirri de la operación Banco Central

Lo decisivo de esta confabulación fue idea de Sarasola, quien actuó no sólo como inspirador de la maniobra, sino como principal componedor oficioso entre el ejecutivo español y el colombiano a cargo de Belisario Betancur, para lo cual, la personalidad y trayectoria de Sarasola merece algo más que una cita a pie de página.

¿Quien fue este Sarasola? Oriundo de San Sebastián, nació en el seno de una familia de derechas en 1937. A los 20 años emigró a Colombia para hacer las Américas. En los primeros meses se ganó el sustento como vendedor de zapatos para el empresario judío llamado Jaime Gontowit. Luego trabajó para la empresa Price Waterhouse. En 1958 creó en Medellín la empresa “Fabricaucho”, una fábrica de rueditas de goma para muebles y neveras.

Finalmente, acabó como casi todos los emigrantes que quieren hacer dinero fácil: vendiendo fondos mutuos de empresas americanas. El 8 de junio de 1963 aparece asociado con un tal José Félix de Rivera, destacado militante del PSOE, con el que creó la sociedad International Securities Corporation (Iseco), con domicilio en Curacao. Allí ambos comenzaron a vender bonos a través de una empresa inscrita en Nassau (Bahamas). El negocio iba viento en popa. Entre la pequeña y mediana burguesía latinoamericana se había desatado la fiebre por el dinero que parece hacerse por sí mismo, y todo pequeño ahorrista que tenia unos cuantos dólares en el bolsillo, quería sacarlos fuera del país con rapidez para colocarlos en los Estados Unidos a través de la tupida red de paraísos fiscales caribeños. El que pocos años después sería un buen amigo para el presidente Felipe González, participó también de esa euforia, pero no como inversor en renta variable, sino como intermediario, llegando a abrir 28 oficinas de su empresa en 20 países diferentes, que dieron trabajo a varias decenas de empleados.

Pasada esta euforia periódica que —como es de ley bajo el capitalismo— se saldó con la ruina de cientos de miles de incautos inversionistas, Enrique Sarasola cerró aquél negocio y regresó a España, dando por terminada su aventura colombiana. Pero antes se casó en 1966 con María Cristina Marulanda, hija de Alberto Marulanda Grillo —uno de los principales terratenientes de Colombia y accionista de la compañía aérea Avianca— demostrando que tampoco él había perdido el tiempo mezclando ocio y negocio en sus relaciones amorosas.

En 1967, Sarasola alquiló unas oficinas en la Gran Vía de Madrid y al frente puso al barranquillero Lácides Leonardo Luque Cervantes, apodado el  “cojonudito de Barranquilla”, a instancias de quien De Rivera y Sarasola se dedican a la venta de bonos norteamericanos por cuenta de Crédit Luxemburgois. Poco después conoce a Felipe González y se convierte al felipismo:

<<El político y el aventuro fueron cada vez más cercanos. Y fue por medio de esas relaciones que tuvo noticias del Metro de Medellín y cómo tejió nuevos lazos con Colombia y con algunos de quienes tenían en sus manos la decisión para ejecutarlo. Como pudo se acercó a ellos y logró su cometido.>> José Díaz Herrera y Ramón Tijeras: “El dinero del poder” http://www.elcolombiano.terra.com.co/proyectos/metro/textos/robo_6.htm

Esta ambiciosa obra de ingeniería en materia de transportes, se emprendió en Colombia durante el gobierno de Belisario Betancur, quien había llegado a la presidencia de la República en mayo de 1982, apoyado por poco más de tres millones de votos —el 46% de los sufragios. Con la realización de semejante proyecto, esperó quedar en la memoria de los colombianos como uno de los presidentes más populares del país. Probablemente, cualquier economista sin demasiada formación, se habría dado cuenta de que aquél proyecto era descabellado para un país como Colombia, cuyo tránsito urbano era tan relativamente escaso como sus recursos económicos y el intercambio mercantil que lo genera, habiendo necesidades sociales por cumplir más acuciantes que esa.

Pero Betancur descuidó esas prioridades no precisamente por ser profesionalmente ajeno a la economía —sólo había llegado a doctorarse en derecho— sino porque no estaba en la piel de quienes sufrían tales necesidades, y porque quiso darse el lujo de pasar a la historia como los faraones egipcios, dejando un testimonio monumental de su obra política. Sin embargo, y a la vista de los desastrosos resultados financieros y de las catastróficas consecuencias económicas y sociales de ese emprendimiento, este señor fue investido paradójicamente como doctor honoris causa en economía gerencial por la Universidad Autónoma de Manizales en 1995.

Según el informe del jurista antioqueño Ignacio Mejía Velásquez —encargado por la empresa gala que salió perjudicada en la licitación— en su momento se calculó que el funcionamiento del Metro solo daría para sufragar los gastos de mantenimiento sobre la base de 950 mil pasajeros-día y se advirtió desde entonces, que no produciría mas de 250 mil. “La realidad demostró que ese es el potencial y que la cifra mayor era un engaño, por lo que el Metro no sería viable”, concluyó el jurista Mejía Velásquez. En efecto:

<<Desde el 30 de noviembre de 1995, cuando entró en operación comercial el Metro de Medellín, hasta noviembre de 2000, cuando recibió la certificación internacional por la calidad de su servicio, el sistema masivo de transporte ha movilizado 450 millones de pasajeros. (según las previsiones debiera haber movilizado 17.100 millones)

En diciembre de 1995 transportó 4'266.881 usuarios y en enero de 1996 movilizó 3'652.643, aunque para esa fecha no estaba funcionando en un 100%, ya que sólo estaba en servicio la Línea A (de Niquia a Poblado y viceversa).>> (Norbey Quevedo Hernández y Éver Palomo Llorente, en “El Espectador”: 04/02/01: http://historicos.elespectador.com/periodismo_inv/2001/marzo/nota8.htm Lo entre paréntesis es nuestro)

Para la contratación de las empresas a cargo de la consecución de esta obra, el gobierno de Betancur abrió un concurso internacional. En relación con la cantidad de dinero a invertir —aproximadamente 650 millones de dólares, 117.000 millones de pesetas de la época— se trataba del más importante emprendimiento de la historia del país, para el cual, once empresas y consorcios internacionales con el respaldo de seis países, acudieron a la convocatoria

Margaret Thacher envió a Colombia al ministro de Comercio Exterior. Franceses y norteamericanos ofrecieron créditos. Un ministro, el embajador alemán y el príncipe Alberto, de Bélgica, viajaron a Medellín con el mismo propósito de ganar el concurso, todos ellos rivalizando no sólo con sus respectivas ofertas, sino por ver quien untaba mejor a los políticos representantes de la soberanía popular, para inclinar la balanza en su favor. La pelea por el contrato del siglo "más que un concurso para una obra de ingeniería civil, parece una película de gangsters ", según comentó un testigo.

Al final, con la asesoría de la empresa suiza “Electrowatt” —propuesta por Enrique Sarasola Lerchundi— fueron favorecidas las empresas apoyadas por Sarasola Lerchundi: Ateinsa, Siemens, Entrecanales y Construcciones y Contratas. Tras las críticas, Betancur ordenó una investigación que acabó con la destitución del procurador encargado de hacerla. Enrique Sarasola Lerchundi, alias “Pichirri”, era Amigo de Carlos Andrés Pérez, de Omar Torrijos, de Julio César Turbay Ayala, como lo fue del almirante Luis Carrero Blanco, de José López Portillo y de muchos ostentadores de poder y de millones. Por eso mismo llegó a ser amigo de Felipe González.

Una vez adjudicado el proyecto al “Consorcio Hispano-Alemán” (CHA), la firma francesa “Francorai”, que fue descartada como segunda en la licitación, contrató al jurista antioqueño Ignacio Mejía Velásquez para que estudiara el acto de adjudicación. “Encontré gran cantidad de fallas jurídicas y de mucha gravedad”, declaró Mejía al periódico “El Colombiano” Cfr.: http://www.elcolombiano.terra.com.co/proyectos/metro/textos/poder.htm :

Y por supuesto que “Pichirri” no hizo esta intermediación precisamente “ad honorem”:

En el tira y afloje entre ETMVA (Empresa de Transporte Masivo del Valle de Aburrá) y Metromed (del Consorcio Hispano-Alñemán CHA) para empezar la obra apareció Enrique Sarasola, amigo del presidente de España Felipe González, y cuñado del ex embajador Carlos Arturo Marulanda, cuestionado por nexos con grupos paramilitares.

Según lo registraron los diarios “ABC” y “El Mundo”, de Madrid, Sarasola recibió el 3,5% por el negocio, porcentaje equivalente a U$S 19,6 millones.

El dinero fue girado a Sarasola a la cuenta 999-12345 del banco Merry Linch de Panamá, a nombre de la sociedad “Enseco”.

En la operación también apareció el espía alemán Werner Mauss, como mediador para la adjudicación, quien supuestamente también recibió comisiones.

Precisamente el pasado 28 de diciembre, el juez español Ismael Moreno, quien investiga el caso Sarasola, denunció falta de colaboración de las autoridades panameñas y pidió la intervención del presidente José María Aznar.>> (Op. Cit.)

En 1994, el escritor José Luis de Vilallonga —autor de la única biografía autorizada del rey Juan Carlos— aseguró que “Pichirri” había contribuido al enriquecimiento de Felipe González en la construcción del metro de Melledín, acusación que Sarasola naturalmente negó. Este sujeto murió en noviembre de 2002 a los 65 años de edad. El día del sepelio, Felipe González acudió al cementerio de La Paz para despedirle y dar el pésame a su esposa, coincidiendo allí con el presidente del poderoso Grupo PRISA, Jesús de Polanco, con dos ex ministros de Interior de su gabinete: José Luis Corcuera y José Barrionuevo, y con el ex director general de la Policía José María Rodríguez Colorado, además de otros asistentes como el torero Jaime Ostos, el restaurador Lucio, el cineasta Luis García Berlanga, la modelo Bimba Bosé, y Marisa de Borbón. En declaraciones a la prensa, Felipe González se lamentó ese día de que, según él, Sarasola "pagó demasiado precio sólo por ser mi amigo". Desde luego, bastante menos del que pagó por su lujosa mansión en Puerta de Hierro.

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