El banquero Mario Conde y los papeles del CESID

Periodista: 
¿Cree usted en la independencia del poder judicial?
Mario Conde:
Una señora que está casada con un juez le pregunta:
¿Por qué Pepe es del Tribunal Supremo y tú no?
Porque a Pepe lo ha nombrado el Consejo General del Poder Judicial.
—Pues a ver si te nombran a ti, gilipollas. ¿Quién es el CGPJ?
—Unos señores que han sido nombrados por los partidos.
—Pues haz caso a lo que te diga el partido. A los tíos del Supremo, los ha sentado ahí el poder político.  (http://www.el-mundo.es/magazine/num111/textos/mario1.html)

Mario Conde ha sido uno de esos lazos que el capital financiero proyecta en todo el Mundo desde la sociedad civil hacia el Estado, para fortalecer sus vínculos con él a instancias de los gobiernos de turno, hecho que se ha venido verificando desde principios del pasado siglo a esta parte. Es allí, en las instituciones del Estado, donde se tejen y destejen imperceptiblemente las más diversas tramas del poder político entre determinadas fracciones del capital y determinadas formaciones políticas en función de gobierno, cuyas disputas —por completo a espaldas de los proclamados valores de la “democracia” y los “intereses generales de los ciudadanos”, deciden el curso de la sociedad, en ultima instancia según los dictados de la ley general de la acumulación capitalista. 

“La banca debe estar con el Gobierno" decía Pedro Toledo, presidente del antiguo banco de Vizcaya, autor de la fusión con el entonces banco de Bilbao que presidía José Ángel Sánchez Asiaín. Por gobierno se entienden todas las instancias institucionales del Estado. Esta frase ocupa una página especial en el manual del buen banquero desde siempre. La contraparte de este lema acuñado por Pedro Toledo en lo que atañe a los políticos institucionalizados en el Estado “democrático” español, fue que el partido en el gobierno debe estrechar vínculos con los principales bancos. Y esto es lo que hizo el PSOE con Sánchez Asiaín. [8]  

Pero, dadas las características institucionales del Estado español postfranquista, y las nuevas condiciones políticas impuestas por el resultado del 23F, casi todas las tramas políticas al interior del Estado español empezaron a pasar también por la Casa Real, dada la poderosa autonomía e influencia política que el Monarca había adquirido, una vez que los mass-media de este país fabricaron para él e hicieron flotar sobre su corona, el mito y la aureola de autoridad arbitral, como resultado de haberle metamorfoseado en “salvador de la democracia”, validando en la conciencia servil de los explotados el slogan burgués de que lo verosímil es más importante que lo verdadero.

Por lo tanto, según el proverbial pragmatismo oportunista que impregna la práctica política de todos los partidos políticos burgueses, como no podía ser de otra manera uno de los objetivos políticos primordiales del PSOE tras ganar las elecciones en 1982, fue implicarse con el Monarca, hasta el punto de llegar al compadreo con él y su familia:

<<Cuando en 1982 el PSOE accedió al poder, empezó una etapa de gran prosperidad para la monarquía. El presidente Felipe González, sobre todo en los tres primeros años de mandato, llegó a tener una íntima amistad con Juan Carlos, fascinado por su gracia andaluza. Aunque institucionalizaron despachar todos los martes, hablaban por teléfono y cambiaban o ampliaban sus encuentros muchas veces. A menudo los dos matrimonios salían a cenar juntos y después veían películas en La Zarzuela hasta la madrugada. Al final, Felipe se pasaba por la zarzuela cuando quería, sin avisar. El presidente se desvivía por atender los deseos del rey, con un planteamiento gubernamental que se podía resumir en la recomendación siguiente: “Señor, no se preocupe, nosotros nos ocupamos de todo: ¡diviértase Vuestra Majestad!. Y Juan Carlos estaba encantado con los socialistas, capaces de llegar hasta la frivolidad o el derroche para proporcionarle cualquier capricho: aviones, helicópteros, barcos, automóviles, la práctica de los deportes más caros, viajes a los sitios de moda internacional….y, sobre todo, vacaciones, muchas vacaciones. El día de su santo se celebraron grandes saraos en los jardines del Campo del Moro, con más de 4.000 invitados de la beautiful people, esta nueva casta social de “isabelitas Preysler” y ministros del nuevo régimen (“democrático”) que habían ido a mas, bien nutridos por el mamoneo del PSOE” (Patricia Sverlo Op. Cit. Cap. 13) 

 Al mismo tiempo, los burócratas del PSOE se propusieron ir al abordaje de los tres buques insignia de la oligarquía financiera española: el Banesto, el Hispano y el Central. Para ello, trataron de conformar un núcleo de modernos bucaneros asaltantes de guante blanco, conocidos como la “beautiful people” formada por nuevos ricos,  tecnócratas remanentes a cargo de las empresas del Estado franquista y altos cargos del partido en el gobierno, quienes para mantenerse como una fuerza política imprescindible en el nuevo régimen, buscaron dotarse de un potente entramado financiero. [9] Entre la “beutiful people” de los nuevos ricos figuraba Sánchez Asiaín —un economista que, sin ser propietario, dirigió el Banco de Bilbao  durante los 80—, Enrique Sarasola, que medró a la sombra del poder político a caballo entre Latinoamérica y España, o  los Albertos, que hicieron su fortuna tras casarse ambos con las hermanas Koplowitz, sobrinas de Ramón Areces (dueño de “El Corte Inglés”) que les cedió la empresa “Construcciones y Contratas”. [10] Los tecnócratas eran un grupo selecto de cuadros directivos del enorme grupo de empresas estatales (Instituto Nacional de Industria INI) cuya gestión habían venido ostentando desde el franquismo, y que en el modelo de gestión burocrático-estatal del PSOE encontraron su mejor aliado: José María López de Letona y Núñez del Pino, ministro franquista y presidente del INI desde 1969; Claudio Boada, vicepresidente del INI con Franco y presidente de Altos Hornos con el PSOE; J.Mª Amusátegui vicepresidente del INI en 1970 y  presidente de Campsa en 1982, también con el PSOE. [11] No hace falta más para comprender que ese engendro “socialista” que surgió en 1974 —después del XIII Congreso de Suresnes—, devino cada vez más en una excrecencia del franquismo aggiornado.

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[8] Pedro Toledo

[9] Esto demuestra que tanto desde su base material o económica, como desde la superestructura política, la “democracia” nació del vientre del franquismo, es hija bastarda de la dictadura, entre otras razones porque los “demócratas” que desde 1977 han venido ocupando el aparato de Estado, jamás han reconocido la genealogía de la criatura. Y lo peor del caso es que ese engendro no ha cortado aun su cordón umbilical que le vincula con ese pasado.

[10] Estos primos avispados se hicieron amigos del PSOE bastante antes de que el ingeniero de caminos, canales y puertos, Alonso Puerta —afiliado al PSOE desde 1972— siendo teniente de alcalde y portavoz del PSOE en el municipio de Madrid, denunciara la prevaricación de su partido respecto de las adjudicaciones municipales de la recogida y el tratamiento de basuras en beneficio de estos señores, litigio que se saldó no precisamente con acto de justicia burguesa, sino con su renuncia, no solo al cargo que desempeñaba en el ayuntamiento y en el partido, sino también a su condición de militante. 

[11] La expropiación del holding Rumasa en febrero de 1983, marcó el inicio de la ofensiva. El banco Zaragozano, pieza clave de Rumasa, fue entregado a los primos Alberto Alcocer y Alberto Cortina —enriquecidos con la especulación inmobiliaria a la sombra del PSOE— que en 1987 lo convirtieron en su plataforma creando la sociedad financiera Cartera Central con el respaldo del grupo Kuwaití KIO, y en pocos meses lograron tener el 2% de Banesto y el 5% del Central, con derecho a sentarse en el consejo de administración. López de Letona fue colocado —también por el PSOE— como consejero delegado del Banesto, y Claudio Boada impuesto en la presidencia  del Banco Hispanoamericano, a cambio de la ayuda financiera del Estado para su saneamiento.