11. Profanación de la tumba del GEO presuntamente muerto en Leganés
origen del documento: http://www.larazon.es/11m/abril2003.htm
«Los profanadores sabían dónde iban»
Los restos mortales del geo fueron llevadas al Anatómico Forense para esclarecer los hechos
Los trabajadores del cementerio Sur aseguran que los profanadores debían conocer bien el lugar para poder encontrar la tumba del geo, Francisco Javier Torronteras, en mitad de la madrugada. No descartan que hubieran estado cerca del nicho en repetidas ocasiones antes de decidirse a abrir la tumba.
Olga Esteban
Madrid- «Nadie puede entrar en el cementerio de noche y encontrar una
tumba si de antemano no sabe donde va» así de seguro comentaba
ayer uno de los trabajadores del Cementerio Sur sobre la profanación
de la tumba de Francisco Javier Torronteras, el geo que perdió la vida
en la explosión que provocó una célula terrorista el
pasado 3 de abril en Leganés. Los empleados del campo santo estaban
sorprendidos y horrorizados por lo que había pasado esa madrugada a
pesar de que «en varias ocasiones hay gamberros que se cuelan por la
noche nunca había pasado algo así».
Todos coincidían en que las personas que sacaron los restos mortales
del agente de su sepulcro sabían lo que hacían: «tuvieron
que venir preparados para poder saltar el muro, son más de dos metros,
y seguro que utilizaron una escalera. Además, por la noche aquí
casi no hay luz y todas las zonas son muy parecidas. Es muy fácil perderse,
incluso por el día se pierden muchos de los visitantes que vienen a
ver a sus familiares».
Al parecer no sólo conocían el lugar, también los turnos
de los agentes de seguridad como señala uno de los jardineros «por
la noche hay un coche que patrulla todo el cementerio, tenían que tenerlo
controlado para poder hacer lo que hicieron sin ser vistos». La luz
del fuego fue lo que alerto a los guardias que estaban trabajando en el turno
de noche, les extraño ver una hoguera en ese lugar. Después,
se acercaron hasta allí y encontraron el cuerpo de Francisco Javier
Torronteras con diversas heridas. «En ese momento no puedes saber si
es alguien de fuera o uno de los cuerpos que descansa en los nichos. Por eso,
fueron a comprobar si habían abierto alguna de las tumbas, al ver el
estado del cuerpo pensaron que debía de ser una de las personas que
había sido enterrada hace poco».
«Al principio no vieron nada anormal pero al acercarse un poco más
vieron que una de la sección 12 estaba mal puesta y un poco rota. Más
tarde, introdujeron el número de la lápida en el registro del
ordenador y pudieron identificarlo. Cuando se confirmó que era el agente
que había muerto en la explosión esto se lleno de policías,
acordonaron todo y no dejaban pasar a nadie» apuntó uno de los
compañeros de los guardias.
Los profanadores trasladaron el cuerpo hasta uno de los extremos del cementerio,
junto a la zona más antigua, un lugar a unos 700 metros del nicho por
donde uno de los encargados de mantenimiento cree que fue por donde entraron:
«Por las puertas no pudieron llegar por que allí siempre hay
gente vigilando. Tuvieron que hacerlo por uno de los lados, si trajeron el
cuerpo hasta aquí sería por que salieron por el lateral que
es donde está más oscuro. Pero para moverlo por un camino tan
largo tenían que llevar una carretilla o algo. Una caja con un cuerpo
adentro pesa mucho y no se mueve tan fácilmente».
Una de las cosas que más extrañó a este trabajador fue
el coche que encontró la policía cerca de la entrada trasera
del cementerio: «era un BMW rojo que el día anterior no estaba
allí. Tuvo que llegar por la noche pero cuando lo vimos no tenía
ninguna rueda. Tenía un golpe en la parte delantera y le habían
quitado todos los neumáticos. Se lo han llevado en una grúa,
suponemos que para analizarlo pero lo que no sabemos es cómo pudo llegar
hasta allí».
Hace apenas quince días que fueron enterrados los restos mortales del
geo que falleció en acto de servicio. Personal del cementerio Sur de
Madrid reconocen que sabían que se encontraba allí pero la mayoría
desconocía el lugar exacto.
El subinspector había sido enterrado el pasado 4 de abril, un día
después de que los siete terroristas decidieran inmolarse en el piso
de la calle Carmen Martín Gaite de Leganés Norte. En la sección
12 letra F donde estaba el sepulcro se celebran entierros todos los días,
lo que hace que sea habitual la fluencia de muchas personas como detalla otro
empleado: «esa parte se está utilizando ahora para las nuevas
tumbas, cada día se celebran unos 20 entierros y es normal que venga
mucha gente en ese momento y en los siguientes días a traer flores.
Ha habido muchas personas por allí en los últimos días
y tampoco hemos visto nada extraño aunque seguro que los que lo han
sacado han tenido que estar merodeando por el cementerio».
Ninguno de los que allí trabaja se podía imaginar algo así
como cuenta uno de ellos: «no me entra en la cabeza quién ha
podido hacer esto. Una persona cuando está muerta hay que dejarla en
paz. Ya no importa lo que haya hecho en vida, está muerto y se merece
un respeto».
Por otra parte reconocían que tienen miedo al romperse la tranquilidad
habitual en su lugar de trabajo: «he trabajado en muchos sitios en Madrid
y ninguno era tan silencioso como éste. Aquí nunca había
habido problemas pero ahora ya no sabes lo que puede pasar en cualquier momento.
Sientes que no estás a salvo».
A primera hora de la tarde los agentes quitaron el cordón policial
para que entraran los efectivos de limpieza a quitar los restos de madera
quemada que quedaban sobre el asfalto. El nicho se quedó vacío
y fue tapado con una cubierta de plástico sobre la que sólo
se podía leer el número 80.
Mientras, los restos mortales de Francisco Javier Torronteras fueron trasladados
hasta el Anatómico Forense donde se le están practicando diversas
pruebas de ADN para verificar su identidad y esclarecer cómo se ha
llevado a cabo la profanación.
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