Lenin: 1902: ¿Qué hacer?
Subcapítulo III b) DE COMO MARTINOV HA PROFUNDIZADO A PLEJANOV
El ¿Qué hacer? Problemas candentes de nuestro movimiento fue escrito en ruso por Lenin entre el otoño de 1901 y febrero de 1902 y publicado por primera vez en marzo de 1902 como folleto aparte en Stuttgart.
Reproducimos el fragmento de la traducción al español del texto completo de ¿Qué hacer? Problemas candentes de nuestro movimiento, por la Editorial Progreso contenido en Lenin: Obras escogidas, tomo I, Editorial Progreso, Moscú, 1981, páginas 115-270. Que se halla también en Lenin: Obras Completas, tomo 6, Editorial Progreso, Moscú, 1981, páginas 1-203.
Este Subcapítulo ocupa las páginas 167 a 170 de la edición de Obras escogidas y las páginas 69 a 73 de la edición de Obras completas citadas.
"¡Cuántos Sénecas socialdemócratas
han aparecido últimamente en nuestro país!",
observó cierto día un camarada, refiriéndose
a la asombrosa inclinación de mucha gente propensa al "economicismo"
a alcanzar indefectiblemente con "su propia inteligencia"
las grandes verdades (por ejemplo, que la lucha económica
incita a los obreros a pensar en su falta de derechos), desconociendo
con magnífico desdén de genios innatos cuanto ha
proporcionado ya el desarrollo anterior del pensamiento revolucionario
y del movimiento revolucionario. Un genio innato de esta índole
es precisamente Séneca-Martínov. Den un vistazo
a su artículo Problemas inmediatos y verán
cómo llega con "su propio entendimiento"
a cosas dichas hace ya mucho por Axelrod (al que nuestro Séneca,
como es natural, silencia por completo); cómo empieza,
por ejemplo, a comprender que no podemos pasar por alto la oposición
de tales o cuales sectores de la burguesía (Rabócheie
Dielo, núm. 9, págs. 61, 62, 71; compárese
con la Respuesta de la redacción de R.D. a
Axelrod, págs. 22, 23-24), etc. Pero -¡ay!- sólo
"llega" y no pasa de "empezar", ya que, a
pesar de todo, no ha comprendido aún las ideas de Axelrod
hasta el punto de que habla de "lucha económica contra
los patronos y el gobierno". Rab. Dielo ha venido acumulando
fuerzas durante tres años (de 1898 a 1901 para comprender
a Axelrod y, pese a ello, ¡no lo ha comprendido! ¿Quizás
también se deba esto a que la socialdemocracia, "a
semejanza de la humanidad", se plantea siempre únicamente
tareas realizables?
Pero los Sénecas no se distinguen sólo porque ignoran
muchas cosas (¡eso sería una desgracia a medias!),
sino también porque no ven su ignorancia. Eso es ya una
verdadera desgracia, y esta desgracia los mueve a emprender en
el acto la labor de "profundizar" a Plejánov.
"Desde que Plejánov escribió el folleto citado
(Las tareas de los socialistas en la lucha contra el hambre
en Rusia) ha corrido mucha agua bajo los puentes -cuenta Séneca-Martínov-.
Los socialdemócratas, que en el transcurso de diez años
han dirigido la lucha económica de la clase obrera... no
han tenido aún tiempo de ofrecer una amplia argumentación
teórica de la táctica del partido. Hoy esta cuestión
ha madurado, y si quisiéramos ofrecer esa argumentación
teórica, tendríamos sin duda, que profundizar considerablemente
los principios tácticos desarrollados en su tiempo por
Plejánov... Ahora tendríamos que definir la diferencia
entre la propaganda y la agitación de una manera distinta
a como lo hizo Plejánov" (Martínov acaba de
citar las palabras de Plejánov: "El propagandista
comunica muchas ideas a una sola o a varias personas, mientras
que el agitador comunica una sola idea o un pequeño número
de ideas, pero, en cambio, a toda una multitud"). "Nosotros
entenderíamos por propaganda la explicación revolucionaria
de todo el régimen actual o de sus manifestaciones parciales,
indiferentemente de que se haga en una forma accesible sólo
para algunas personas o para la multitud. Por agitación,
en el sentido estricto de la palabra (¡sic!), entenderíamos
el llamamiento dirigido a las masas para ciertas acciones concretas,
la ayuda a la intervención revolucionaria directa del proletariado
en la vida social".
Felicitamos a la socialdemocracia rusa -e internacional- por esta
nueva terminología martinoviana, más estricta y
más profunda. Hasta ahora creíamos (con Plejánov
y con todos los líderes del movimiento obrero internacional)
que si un propagandista trata, por ejemplo, el problema del desempleo,
debe explicar la naturaleza capitalista de las crisis, mostrar
la causa que las hace inevitables en la sociedad actual, exponer
la necesidad de transformar la sociedad capitalista en socialista,
etc. En una palabra, debe comunicar "muchas ideas",
tantas, que todas ellas en conjunto podrán ser asimiladas
en el acto sólo por pocas (relativamente) personas. En
cambio, el agitador, al hablar de este mismo problema, tomará
un ejemplo, el más destacado y más conocido de su
auditorio, inanición, el aumento de la miseria, etc.- y,
aprovechando ese hecho conocido por todos y cada uno, orientará
todos sus esfuerzos a inculcar en la "masa" una sola
idea: la idea de cuán absurda es la contradicción
entre el incremento de la riqueza y el aumento de la miseria;
tratará de despertar en la masa el descontento y
la indignación contra esta flagrante injusticia, dejando
al propagandista la explicación completa de esta contradicción.
Por eso, el propagandista actúa principalmente por medio
de la palabra impresa, mientras que el agitador lo hace
de viva voz. Al propagandista se le exigen cualidades distintas
que al agitador. Así, llamaremos propagandistas a Kautsky
y a Lafargue; agitadores, a Bebel y Guesde. Pero segregar un tercer
terreno o tercera función de la actividad práctica
incluyendo en esta función "el llamamiento dirigido
a las masas para ciertas acciones concretas", constituye
el mayor desatino, pues el "llamamiento", como acto
aislado, o es un complemento natural e inevitable del tratado
teórico, del folleto de propaganda y del discurso de agitación,
o es una función netamente ejecutiva. En efecto, tomemos,
por ejemplo, la lucha actual de los socialdemócratas alemanes
contra los aranceles cerealistas. los teóricos escriben
estudios sobre la política aduanera y "llaman",
supongamos, a luchar por la conclusión de tratados comerciales
y por la libertad de comercio; el propagandista hace lo mismo
en una revista, y el agitador, en discursos públicos. Las
"acciones concretas" de las masas consisten en este
caso en firmar peticiones dirigidas al Reichstag, reclamando que
no se eleven los aranceles cerealistas. El llamamiento a esta
acción parte indirectamente de los teóricos, los
propagandistas y los agitadores, y directamente, de los obreros
que recorren las fábricas y las viviendas particulares
recogiendo firmas. Según la "terminología de
Martínov", resulta que Kautsky y Bebel son propagandistas,
y los portadores de las listas de adhesión, agitadores.
¿No es así?
El ejemplo de los alemanes me ha hecho recordar la palabra alemana
Verballhornung, que traducida literalmente significa "ballhornización".
Juan Ballhorn fue un editor de Leipzig del siglo XVI; publicó
un catón, en el que, siguiendo la costumbre, incluyó
un dibujo que representaba un gallo, pero en lugar de la estampa
habitual del gallo con espolones, figuraba uno sin espolones y
con dos huevos al lado. Y en la portada del catón agregó:
"Edición corregida de Juan Ballhorn".
Desde entonces, los alemanes dicen Verballhornung al referirse
a una "enmienda" que, de hecho, empeora el original.
Y no puede menos de recordarse a Ballhorn al ver cómo los
Martínov "profundizan" a Plejánov.
¿Para qué ha "inventado" nuestro Séneca
este embrollo? Para demostrar que Iskra, "lo mismo
que Plejánov hace ya unos quince años, presta atención
a un solo aspecto del asunto" (pág. 39). "En
Iskra, por lo menos en el momento actual las tareas de
propaganda relegan a un segundo plano las tareas de agitación"
(pág. 52). Si traducimos esta última frase del lenguaje
de Martínov a un lenguaje corriente (pues la humanidad
no ha tenido aún tiempo de adoptar esta terminología
recién descubierta), resultará lo siguiente: en
Iskra, las tareas de propaganda y agitación políticas
relegan a segundo plano la tarea de "presentar al gobierno
reivindicaciones concretas de medidas legislativas y administrativas"
que "prometen ciertos resultados palpables" (o, en otros
términos, reivindicaciones de reformas sociales, si se
nos permite emplear una vez más la vieja terminología
de la vieja humanidad, que no ha llegado aún al nivel de
Martínov). Proponemos al lector que compare con esta tesis
la retahíla siguiente:
"En estos programas" (los programas de los socialdemócratas
revolucionarios) "nos asombra también que coloquen
eternamente en primer plano las ventajas de la actividad de los
obreros en el Parlamento (que no existe en nuestro país)
dando de lado por completo (a causa de su nihilismo revolucionario)
la importancia de la participación de los obreros en las
asambleas legislativas de los fabricantes, asambleas que sí
existen en nuestro país, para discutir asuntos de las fábricas...
o aunque sólo sea de la participación de los obreros
en la autogestión urbana.."
El autor de esta retahíla expresa de una manera algo más directa, clara y franca la idea a que ha llegado con su propio entendimiento Séneca-Martínov. El autor es R. M. , en el Suplemento especial de "Rabóchaya Mysl" (pág. 15).