Yo,
maestra
Yo, maestra, pienso en los gestos de la gente que despreciaba
nuestro reclamo en el colectivo, en el supermercado, en la verdulería
y tantos otros lugares donde se cruzan las vidas cotidianas, pienso
en los 200 vidrios rotos de mi escuela del oeste que recién
colocarían un mes después de la fecha de inicio
de clases, pienso en el habitual silencio del gobierno con cuatro
semanas de huelga, pienso en los empresarios exigiendo las rutas
libres, pienso en la palabra "vagos" que vituperaban
los que pasaban a pie por el corte del puente, pienso en el camionero
que la única razón por la que no arremetió
contra el piquete fue porque todavía es delito atropellar
a una persona en una protesta, pienso en un obispo que firma declaraciones
contra el aborto y que, bajo el fantasma de Don Jaime, tiene
una escuálida participación en los conflictos sociales,
pienso en esa mañana en Arroyito con la tensión en la
sangre, en la granada de gas que rebotó en el auto en el que
íbamos, pienso en las maestras corriendo a campo traviesa,
cuerpos vulnerables frente a la parafernalia militar de
los uniformados, pienso en mi casa, cuando me saco la ropa con los
rastros del gas que me cerraba la garganta, en la desesperación
y las lágrimas de ese día, pienso en mi llanto cuando
la foto del asesinato hizo estallar mi cabeza, pienso en la madre
de mi escuela que en la huelga del año pasado dijo que los
conflictos se resolvían con un muerto, pienso como un ejercicio
de memoria en las docentes apaleadas en Plaza Huincul el año
anterior, pienso en la cadena de nombres que se apiñan como
saldo de políticas genocidas como Teresa Rodríguez,
Víctor Choque, Kosteki y Santillán, Silvia Roggetti,
y ahora, Carlos Fuentealba, pienso en la pulsión de derecha
que ya se instaló en el costado izquierdo de la población,
pienso en las felicitaciones a la policía de varios turistas
en la ruta que alababan su accionar por despejar los "obstáculos",
que sólo eran cuerpos de mujeres y varones ya que ni las
gomas llegamos a colocar, pienso en las palabras del gobernador
como "enfrentamiento" y "excesos" que
dan continuidad a la historia de la dictadura, pienso en la burocracia
gremial del país que también esperó un "muerto"
y suerte para ellos que fue en Neuquén y no en Santa Kruz,
pienso en lo que pueden estar pensando mis alumnas y alumnos,
pienso en el dibujo acerca de la democracia del hijo de un "puntero"
donde un hombre le decía a otro a metros de una mesa de
escrutinio: "yo te voto si me das algo", pienso en cómo
ser policía se convirtió en trabajo seguro para
los pobres y también para las pobres, porque la igualdad
de género siempre llega antes a los lugares donde al poder
le conviene, pienso en lo que enseñaremos y en lo que
dejaremos de enseñar a partir de ahora, pienso que tengo que
volver a tomar la tiza que pesa como el cuerpo de un compañero
tirado en la ruta y desearía escribir otros nombres en el espacio
de las autoridades políticas, pienso en que seguramente
serán parecidos o serán de la misma manufactura
corrupta y
negligente, pero que Jorge "Rafael" Sobisch y sus cómplices
paguen por sus acciones, pienso en el policía que disparó
y en los eslabones de impunidad que hicieron posible su presencia
en la ruta, pienso que en el reclamo de justicia por Carlos están
muchos nombres, muchos cuerpos, desnutridos, encarcelados, enterrados,
mutilados, desaparecidos, pienso en la miseria de esta provincia que
contrasta con los millones de dólares de la renta petrolera,
pienso en el slogan "Sentite Neuquén" de una
solapada xenofobia siempre impulsada por los sectores gobernantes,
pienso en nuestro trabajo docente precarizado sometido siempre
a la jerarquía de la burocracia estatal, pienso en el
papel de guardianas del orden social, moral y sexual que todavía
depositan en nosotras para formar al "ciudadano de
bien", pienso en que no comparto la idea de que las y los docentes
somos sagrados como se dijo en algún escrito de ocasión,
pienso que la educación tiene que desarmar jerarquías
de cualquier índole, promover itinerarios de comprensión
de la desigualdad de clase, género, raza, sexo, orientación
sexual, nacionalidad, edad, que no son ni para siempre ni desde siempre,
que hay intereses para que sean así, pienso que la obediencia
no puede ser nuestro mandato pedagógico, yo, maestra, pienso
que las cosas pueden ser de otra manera.
Valeria Flores, maestra, Escuela Nro. 348, Neuquén
/ 08-04-07