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Los Borbones en la Guerra Civil: entregados a Franco
www.elmundo.es (01-03-2007)


Alfonso XIII alardeaba en Italia de ser un falangista de primera hora; Don Juan entró en España clandestinamente para combatir a la República; otros tres Borbones murieron combatiendo y ocho fueron fusilados.

El 4 de noviembre de 1937, el destronado Alfonso XIII escribió a su tía, la infanta Paz, una desconocida y reveladora carta en la que le decía: “Como verás, nuestra Cruzada continúa metódica y victoriosa, aunque lenta. No es de extrañar, dadas las enormes dificultades al encontrar todos los puentes volados y tenerse que hacer todo el abastecimiento por camiones automóviles y ser la región entre Santander y Asturias tremendamente montañosa”.

Alfonso XIII, desde su exilio romano, seguía atentamente, en un mapa clavado en la pared, el avance del Ejército nacionalista en el frente norte. El 20 de octubre, ante el derrumbamiento de la resistencia organizada del Ejército republicano, el general Aranda había ordenado el avance de unidades nacionalistas, cubriendo todas las vías naturales de comunicación para apresar a los restos de los efectivos republicanos en su retirada.

Al día siguiente, se derrumbaba la resistencia del Ejército del Norte y las unidades navarras entraban victoriosas en Gijón y Avilés, las principales ciudades de la Asturias republicana.

El monarca español se congratulaba por el triunfo de las tropas franquistas, tomando partido por la que él mismo denominaba “nuestra Cruzada”, con mayúsculas, para derrotar al marxismo y a los mismos que le echaron con cajas destempladas de España, acusándole de “alta traición”, el 14 de abril de 1931.

Tampoco pudo controlar su euforia al felicitar al general monárquico Alfredo Kindelán por su nombramiento como jefe del Aire con estas significativas palabras: “Todos tenemos que ayudar al movimiento de salvación de España y vencer... ¡Quién pudiera estar con vosotros!”.

Pero Alfonso XIII no demostró sólo con palabras su apoyo incondicional a Franco, sino que lo hizo también con hechos, algunos de los cuales contribuyeron de manera decisiva al triunfo de los sublevados. No en vano la infanta Eulalia, su tía materna, reveló en cierta ocasión que el Rey había entregado un millón de libras para la causa de Franco. Dinero, desde luego, no le faltaba al monarca, que en el momento de ser expulsado de España tenía un patrimonio superior a los 32 millones de pesetas, equivalentes hoy a más de 10.000 millones de las antiguas pesetas.

José María Zavala, escritor y periodista, recuerda en el número de noviembre el afán con el que la familia apoyó la sublevación de Franco en 1936.