Jiménez Lozano o
la vergüenza del olvido
(Esto tampoco lo publicará El País)
José Mª Pedreño
26 de diciembre del 2002
Las declaraciones de un intelectual de la talla
de Don José Jiménez Lozano, respecto a la utilización
de la Historia con fines políticos, son una muestra
más de hasta donde están dispuestas a llegar
las clases dominantes en su constante intento de alienación
cultural de nuestro pueblo. El rechazo a la utilización
de la Historia con fines políticos equivale a la aceptación
del olvido con esos mismos fines. Por que eso ha sido, en
definitiva, lo que se ha estado haciendo, en este país,
durante los últimos 27 años: usar el más
vergonzoso olvido con fines políticos.
Nosotros, no sólo no rechazamos la utilización
de la Historia con el objetivo político de despertar
a las clases dominadas de su alienación cultural, si
no que vamos a seguir haciéndolo, día a día,
a pesar de que algunas personas aborrezcan el hecho de que
la izquierda utilice su patrimonio histórico para recordar,
que el hecho de haber perdido una guerra, no significa que
las injusticias y las clases hayan dejado de existir. El hecho
de haber sido derrotados no significa parafraseando
a Marx- que seamos unos criminales, ni nos quita razones por
las que seguir luchando.
El constante miedo a despertar lo que ellos
llaman fantasmas del pasado, la posibilidad de resucitar odios
y sufrimientos, es una clara prueba de que sus temores van
más allá. No queremos resucitar odios y sufrimientos,
sino buscar explicación a los mismos, para demostrar
que las causas que los ocasionaron siguen vigentes, provocando
más sufrimiento que nunca y, por lo tanto, más
odios. ¿O es que el neoliberalismo, heredero ideológico
del fascismo, no ocasiona sufrimientos y odio? ¿Es
que la búsqueda del beneficio económico, a costa
de lo que sea, no ocasiona muertes y destrucción? ¿Es
lo mismo un banquero que un parado que no puede pagar la hipoteca
de su casa? ¿Es lo mismo el dueño del Prestige
que un pescador gallego? ¿Es lo mismo George Bush que
un niño iraquí muriéndose por culpa del
uranio empobrecido? Lo que el banquero hace al parado, el
dueño del Prestige a los pescadores y George Bush a
los niños iraquíes son latigazos del amo sobre
la espalda del esclavo... ¿se podría llamar
cainismo a los actos de resistencia de los segundos? Creemos
que Don José Jiménez Lozano, con todos nuestros
respetos, tiene una concepción, sobre lo que fueron
la guerra civil española y la dictadura fascista del
general Franco, que concuerda más con los viejos tópicos,
repetidos, de forma machacona, durante los casi cuarenta años
de dictadura y los 27 transcurridos desde la muerte física
del dictador, que con una interpretación racional de
lo que fueron los procesos históricos y el contexto
internacional que dieron marco al trágico conflicto.
Nuestra guerra civil no tuvo, frente a lo que se nos quiere
hacer creer, connotaciones bíblicas, sino romanas.
No se puede seguir hablando de nuestra guerra civil como la
lucha entre Caín y Abel, sino como la lucha entre Espartaco
y Crasso.
Ramón Salas Larrazábal, en su
libro "Los muertos de la guerra civil", concluía
diciendo: "Realmente, todos tenemos mucho de qué
avergonzarnos y muy poco que reprocharnos". Sin embargo,
algunos consideramos que el esclavo no tiene por que avergonzarse
de la violencia que emplea cuando lucha por su liberación
y sí todo el derecho de reprochar al amo la que éste
ejerce para impedirle escapar de las cadenas.
La localización, excavación,
recuperación y señalización de fosas
comunes, perdidas en cunetas y descampados, en las que descansan
republicanos, asesinados durante la guerra civil, es una acción
de justicia histórica, pero también es un ejercicio
didáctico para todo nuestro pueblo. El encontrar esas
blancas calaveras, agujereadas por el tiro de gracia, de lo
que un día fueron personas que, en su gran mayoría,
tenían una inquietud política que les enfrentaba
a los poderes dominantes de la época, nos ha hecho
a algunos despertar y hacernos preguntas sobre las causas
que ocasionaron tantos miles de asesinatos. Porque tenemos
la certeza de que fueron miles, y no sólo durante la
contienda, sino también después de la contienda.
El periodo histórico al que nos referimos
fue excepcionalmente largo. La estricta censura de la dictadura
y el silencio de estos últimos veintisiete años
han permitido que el pueblo español desconozca su pasado
reciente y tan sólo conoce la versión dada por
los vencedores y sus hijos políticos. Basta conocer
las declaraciones, decretos y órdenes de los militares
fascistas sublevados para darnos cuenta que, si seguimos perseverando
por este camino, llegaremos a la conclusión y, al fin,
podremos documentar y demostrar que se realizó un genocidio
ideológico.
Mientras que los dirigentes políticos
y el gobierno republicano denunciaba los excesos cometidos
por sus propios partidarios poniendo fin a los mismos una
vez reconstruido el Estado, los militares rebeldes animaban
y dirigían los excesos que se cometían en las
zonas bajo su control. El coronel Gavilán, nombrado
gobernador civil de Burgos por los generales sublevados, declaraba
que había que "echar al carajo toda esa monserga
de Derechos del Hombre, Humanitarismo, Filantropía
y demás tópicos masónicos".
Estas declaraciones son un ejemplo de otras
muchas que salieron de los labios de aquellos Crassos para
justificar tantas crucifixiones. El suministro de camiones
por la General Motors, de combustible por la Texas Oil Co.
la financiación de la banca británica y americana,
las simpatías de los gobiernos de EEUU y Gran Bretaña
hacia los militares rebeldes y el apoyo descarado de la Alemania
nazi y la Italia fascista, están suficientemente documentados
como para poder evitar el establecimiento de paralelismos
con acontecimientos actuales.
Les da miedo que recuperemos la Historia desde
este punto de vista por que, para nosotros, la Historia, no
es el resultado de casualidades o de decisiones de un número
determinado de personas -cuya acción tan sólo
puede acelerar o frenar los procesos históricos-, sino
de la colisión de fuerzas económicas, sociales
y culturales en constante confrontación. La recuperación
de la Memoria Histórica, desde la izquierda, choca
frontalmente con el constante intento de deshistorizar las
relaciones sociales y el ejercicio del poder mediante el silencio
y el olvido. El conocimiento de lo ocurrido, la búsqueda
de las causas y su divulgación situarían los
acontecimientos actuales en su verdadero contexto histórico
y darían la posibilidad al pueblo español de
tomar conciencia de su propia alienación. Las declaraciones
de Jiménez Lozano forman parte de ese constante ejercicio
de deshistorización del poder a que nos tienen acostumbrados
las clases dirigentes de este país.
El "atado y bien atado" del testamento
político del sátrapa ya ha durado demasiado
tiempo. Es hora de romper los nudos. ¿O es que los
fascistas españoles no van a ser responsables ni ante
la Historia?
José Mª Pedreño Presidente de la asociación
Foro por la Memoria 18 de diciembre de 2002. |