Recuperando la Memoria
Histórica. Construyendo izquierda
3 de diciembre del 2002
José Mª Pedreño Gómez
Rebelión
En los últimos años
estamos viendo un gran resurgir de los que hemos dado en llamar
Recuperación de la Memoria Histórica. Son varias
decenas los libros publicados y numerosas las actividades
y actos, de todo tipo, que se están realizando, en
todo el estado, para rescatar el recuerdo de los perdedores
de la guerra civil.
Cuando Franco murió
y la democracia formal fue haciéndose realidad empezaron
a editarse miles de libros, hasta ese momento, prohibidos.
La historia sobre nuestra guerra civil y la dictadura empezó
a llenar las bibliotecas y, algunos, en edad todavía
adolescente, impulsados por la curiosidad, comenzamos a conocer,
a través de autores de los que no habíamos oído
hablar hasta entonces, lo que habían sido aquellos
hechos desde otras perspectivas ideológicas distintas
a las que habían llenado nuestros años escolares.
Durante la transición, si bien la desaparición
de la censura nos dio la posibilidad de conocer, no tuvimos
la oportunidad de divulgar, en el ámbito popular, más
allá de los ambientes académicos e intelectuales,
lo que fueron aquellos duros años de lucha, represión,
exilio y muerte. La transición, en especial a partir
de la intentona golpista del 23 de febrero de 1981, nos impuso
a todos un pacto no escrito de silencio, para muchos inexplicable,
que provocó la imposibilidad de traspasar esa frontera
y los perdedores, salvo algunas excepciones, siguieron siendo
presas del olvido, tanto en la calle como en las instituciones.
A lo largo de los 27 años
transcurridos, los condicionantes que hicieron posible esta
situación han ido desapareciendo y hoy, podemos decir
que todas las trabas que existían, para romper ese
inexplicable silencio, se han evaporado, si bien, queda todo
por hacer. El relevo generacional que se está produciendo
en el mundo de la política y en la sociedad, la necesidad
de la izquierda social y política de recuperar referentes
perdidos y el renacimiento del fascismo, como sustanciación
en lo cotidiano de las políticas imperialistas de los
gobiernos de EEUU y Europa, han puesto en el candelero la
obligación de hacer justicia histórica. Justicia
con las víctimas y sus familias, que llevan años
sufriendo vejaciones y silencio, justicia con el pueblo español,
que desconoce su verdad histórica y, por lo tanto,
ha perdido sus señas de identidad y, por último,
justicia con la izquierda, que dio lo mejor de sus militantes
para combatir las desigualdades y defender las libertades
democráticas y los derechos humanos.
Todo esto se está concretando,
desde hace unos años, en la conformación de
un fuerte movimiento popular que desea recuperar esas señas
de identidad perdidas. Salir de lo meramente académico,
de lo meramente histórico, adentrándonos en
el reconocimiento público de los perdedores y en el
conocimiento de lo que fuimos para, sobre está base,
construir la izquierda del futuro, conforma la Recuperación
de la Memoria Histórica. Estamos hablando de Historia,
de movimiento popular, de conocimiento, de construcción
de sociedad civil y fortalecimiento de la izquierda, tanto
en el ámbito organizativo como en el ideológico.
Y no se trata de una moda,
como a simple vista algunos podrían pensar, se trata
de algo duradero, de la incorporación, a las luchas
actuales, de las esencias vitales y de los principios políticos
y éticos que nos hicieron nacer; de dotarnos de elementos
de análisis que nos permitan reconocer, en la compleja
sociedad en que vivimos, donde se encuentra la injusticia
para seguir combatiéndola. En definitiva, la posibilidad
de ser más humanos, de aumentar nuestro conocimiento,
de dotarnos de mayor capacidad política para incidir
en la sociedad y de aumentar nuestra moral y nuestra autoestima
como militantes, fortaleciendo al mismo tiempo a nuestras
organizaciones y a la izquierda en su conjunto.
Es la última batalla
de la Guerra Civil, la batalla contra el olvido que, con la
participación de este movimiento popular, cada vez
mas consolidado y más fuerte, se transformará,
si somos capaces de entender su importancia, en una gran victoria
de las clases dominadas. Una batalla enmarcada dentro de la
histórica guerra que el pueblo mantiene contra los
constantes abusos del poder. Una gran victoria popular en
la lucha de clases. La primera gran victoria ideológica
de la izquierda española en el siglo XXI.
El PCE tiene mucho que decir
en este batalla por la memoria del pueblo y, al igual que
en 1936 con la formación del Quinto Regimiento fue
capaz de crear la base sobre la que se construyeron el Ejército
Popular y la resistencia antifascista, también será
capaz de crear, en la actualidad, el marco de participación
adecuado, para organizar y dotar de dirección política
a este gran movimiento popular contra el olvido, asentando,
al mismo tiempo, las bases para construir la izquierda del
siglo XXI y la resistencia contra el neoliberalismo, el imperialismo,
el neocolonialismo y sus interminables guerras y alienación.
La resistencia contra una nueva versión del fascismo.
La regeneración del
PCE, como fuerza política que actúe de hilo
conductor para la izquierda transformadora, pasa por la recuperación
de esas señas de identidad perdidas. Los documentos
aprobados en este sentido por el XVI Congreso y los coherentes
esfuerzos que se están haciendo, tanto por la dirección
como por las bases, tendrán como resultado un auténtico
renacimiento (o refundación) del Partido para, tal
como planteaba Gramsci, ejercer de crisol de todas las luchas
emancipadoras, de referente ideológico y de estado
mayor de las clases dominadas, capaz de dirigir todas las
fuerzas transformadoras de la izquierda española en
la misma dirección. Es más, recuperando toda
la experiencia acumulada de dos grandes derrotas, una vez
conocidos y asumidos los errores cometidos, apostando por
los aciertos, estaremos en la situación idónea
para ser capaces de poner las bases sobre las que construir
el gran partido de la izquierda transformadora europea que
necesitamos. Estamos hablando de la guerra de posiciones que
entraña la lucha de clases en nuestras sociedades.
Se trata del ataque directo para ocupar las trincheras culturales
del enemigo, la conquista de las fortificaciones que defienden
sus valores ideológicos. Es, en esta lucha ideológica
y cultural, donde los dominados toman conciencia de su lugar
en la Historia, por eso es tan importante esta batalla. La
victoria en este frente supone la ruptura de parte de la hegemonía
cultural del enemigo, el aumento de nuestra propia hegemonía
y la suma de nuevos sectores sociales al bloque histórico,
al sujeto revolucionario.
Hay quien está viendo
esto como un ejercicio nostálgico, quien lo ve sólo
con un sentido humanitario, otros con curiosidad cultural,
algunos lo utilizan, de forma oportunista, para obtener una
rentabilidad política inmediata, hay, incluso, los
que lo ven como una moda pasajera. Desde la derecha, tanto
la social como la política, desde el capital, se ve
con miedo. Desde ciertos sectores de la izquierda, más
exactamente, desde el PSOE, se está asumiendo de forma
exclusivamente nostálgica, sin hacer un ejercicio de
análisis de los procesos históricos, rescatando
la memoria de forma sesgada, ocultando hechos o tergiversándolos,
dando la sensación de que la Guerra Civil Española
fue un proceso enmarcado exclusivamente en una parte de los
conflictos y luchas derivados de la situación interna
existente en nuestro país durante la II República,
ocultando muchos de sus aspectos importantes, quizás
por que ese ejercicio didáctico crearía tales
contradicciones entre sus militantes y votantes que les obligaría
a asumir que hace tiempo pasaron, en lo ideológico
y en la práctica política, al margen derecho
del espectro político y que, por lo tanto no son los
verdaderos herederos ideológicos de su compañeros
de aquella época. El proceso de desideologización
y su asunción del neoliberalismo como cuerpo doctrinario
de sus propuestas, tanto en lo económico como en lo
político, lo social y lo cultural, renunciando a la
lucha de clases como elemento motor de la Historia, les lleva
a este ocultamiento de la verdad. Su visceral anticomunismo
y sus alianzas con los poderes del estado burgués,
unido a la respuesta obligada que tienen que dar a muchos
de sus votantes, respecto a lo que está sucediendo,
con miles de españoles, militantes de izquierdas, asesinados
y escondidos en fosas comunes en las cunetas de los caminos,
les obliga a mantener esta situación de recuperar la
memoria, de forma controlada y oportunista, contando solamente
lo que les interesa. Su reivindicación del exilio,
sin hacer apenas referencia a la gran sangría de militantes
comunistas, anarquistas y socialistas caídos en todos
los frentes de lucha contra el fascismo y sin enmarcar la
guerra de España en el contexto internacional de lucha
del capitalismo occidental y los países fascistas para
destruir la URSS, es decir, sin hablar de lucha de clases,
es peor que no hablar de la Historia ya que, no sólo
es deshistorizar, sino que es desorientar y manipular. Esto
conlleva a una comunión permanente con el imperialismo
y con la visión que, desde las democracias formales
de occidente, dirigidas cultural e ideológicamente
por los grandes poderes económicos, quiere transmitirse
para alejar a los pueblos del camino hacia su emancipación.
Esos mismos poderes económicos que se aliaron con los
países fascistas para hacer grandes negocios y que,
cuando vieron peligrar sus intereses en España, impulsaron
y ayudaron a los militares rebeldes españoles para
que destruyesen la II República. No se puede seguir
hablando de la Guerra Civil eludiendo constantemente su carácter
de lucha de clases y el análisis de todas sus contradicciones.
El rescate de la memoria histórica,
desde el punto de vista de la izquierda, tanto de la política
como de la social, debe ir más allá. Decíamos
en un documento anterior que la recuperación de la
memoria histórica, desde el punto de vista de la izquierda,
tenía tres aspectos que debían tenerse siempre
en cuenta: el aspecto humano, el aspecto cultural y el aspecto
político. En el aspecto humano casi siempre coincidiremos
ya que, preocuparse por el bienestar de los que sufrieron
como consecuencia de la derrota y sus familias, es asumible,
incluso, por muchos miembros de la derecha; de hecho, el PP
en algunos lugares, está asumiendo la recuperación
de la memoria histórica desde este punto de vista humanitario
y politicamente aséptico, pero sin ir más allá
de la recuperación de historias individuales, con el
claro objeto de poder ocultar la historia colectiva y con
ella, las verdaderas razones de la guerra y el aniquilamiento
de la izquierda española. Es en los aspectos culturales
y políticos donde discrepamos y donde está la
verdadera esencia de lo que es recuperar la memoria histórica.
No se puede vender constantemente la idea de que la Guerra
Civil Española representa exclusivamente la lucha entre
la democracia y el fascismo, negando el carácter de
lucha de clases que impregnó todo el conflicto, tanto
en sus aspectos nacionales como internacionales.
Nosotros, como marxistas, tenemos
una concepción global de las cosas, las leyes de la
dialéctica nos llevan a sumar los miles de historias
individuales para reconstruir la historia colectiva. La cantidad
se irá convirtiendo en calidad. Cuantas más
fosas comunes se descubran, cuantas más familias soliciten
los cuerpos de los suyos, cuantas más reivindicaciones
realicemos en este sentido, cuantos más actos de divulgación
se organicen, más homenajes realicemos, más
libros se escriban, más películas, etc...más
cerca estaremos de la verdad y de su conocimiento entre nuestro
pueblo, mejor conoceremos nuestros propios errores y nuestros
propios aciertos, y mejor nos conoceremos a nosotros mismos,
como verdad descarnada y no como verdad disfrazada.
La clase dominante, no ejerce
su poder sólo por medios coercitivos, sino que también
utiliza la difusión de su concepción del mundo,
su filosofía, sus costumbres y su moral de tal forma
que le permita la aceptación de su dominación
por las clases dominadas. En palabras de Antonio Gramsci,
"la supremacía de un grupo social se manifiesta
de dos formas, como dominación y como dirección
intelectual y moral". Esto pone sobre el tapete la importancia
que la burguesía triunfante pone en la lucha cultural
para deshistorizar el ejercicio de ese dominio. Si somos capaces
de ganar esta batalla contra el olvido, esta lucha por divulgar
la verdad de lo ocurrido, estaremos recuperando referentes
políticos, culturales y éticos, estaremos acabando
con la dirección intelectual y moral que el capitalismo
ejerce sobre todos nosotros.
Esta búsqueda de la
verdad nos incumbe a todos: a los familiares, a los hombres
y mujeres de la cultura, a los militantes y a la sociedad
en su conjunto. A partir de esta base estamos hablando de
sociedad civil, de movimiento popular y de acción política
en la calle y en las instituciones. Es un frente en la lucha
de clases, si somos capaces de entender su importancia, de
construir y fortalecer sociedad civil alrededor de este frente,
si somos capaces de sumar voluntades, podremos conseguir esclarecer
la verdad y ganar esta batalla, menos cruenta en principio,
pero tan dura como la que dieron nuestros padres y abuelos.
Recordando nuevamente a Gramsci,
más vigente hoy que nunca, ya que entendió muy
bien como se desarrollaba la lucha de clases en los países
occidentales desarrollados, debemos recordar que "la
lucha económica no puede separarse de la lucha política,
y ni la una ni la otra pueden ser separadas de la lucha ideológica."
Evidentemente, la lucha contra el olvido forma parte de la
lucha ideológica y cultural y, por tanto está
ligada a todas las luchas. Gramsci describía la victoria
de la burguesía (situación en la que nos encontramos
ahora) como un proceso con el que se intentaba crear en la
mente de la clase trabajadora, mediante el dominio cultural,
la sensación de irreversibilidad de su derrota como
clase, llegando a un momento, transcurrido el tiempo, en el
que se deshistorizaba el proceso de tal forma que el derrotado
confundía lo natural con lo real, integrándose,
como derrotado, en la sociedad del vencedor. La clase trabajadora
española ha sido derrotada en dos ocasiones: en la
guerra civil y en la guerra fría. El proceso de deshistorización
de las relaciones sociales y del ejercicio del poder, es decir
la constate voluntad, por parte de las clases dominantes y
sus aliados de esconder, bajo el manto del olvido o del conocimiento
sesgado y parcial, la realidad histórica, pone de manifiesto
la necesidad que tienen de que la recuperación de la
memoria histórica se realice sin despertar el espectro
de las dos españas, de forma aséptica, sin hacer
mención a ninguna clase de conceptualización
política. Intentando poner de manifiesto que sólo
se defendía la democracia formal, tratando de separar
nuevamente lo cultural de lo económico y lo político,
para usurparnos el derecho a ser herederos de aquella izquierda
que luchó heroicamente, no sólo para defender
la democracia, sino para defender unos valores, unas prácticas
y principios políticos realmente de izquierdas que
nada, o muy poco, tienen que ver con los valores, las prácticas
y los principios políticos, ni del PP, intentando reivindicar
la figura de Don Manuel Azaña, ni del PSOE, auto designándose
herederos de Largo Caballero o del Doctor Negrín.
No queremos reavivar espectros
del pasado, pero pensamos que el hecho de que un grupo de
mercenarios, auxiliados por el capitalismo y el fascismo internacional
masacraran a un pueblo que se armó como pudo para defender
sus derechos y su propia vida, aunque fuese derrotado en esa
lucha, tiene los suficientes paralelismos con otros procesos
históricos, tanto del pasado como actuales, que deben
ser analizados de forma seria y exhaustiva. Fue una lucha
de clases, con contradicciones primarias y secundarias. La
contradicción primaria era el imperialismo, las secundarias
los distintos conflictos ideológicos, económicos,
políticos y religiosos acumulados a lo largo de siglos.
Existía un pueblo oprimido que, habiendo tomado conciencia
de su propio lugar en la Historia, había emprendido
el camino de su emancipación y una oligarquía
minoritaria que, en alianza con las fuerzas imperialistas
internacionales, impulsada por las mismas, utilizando un ejercito
de mercenarios (marroquíes, legionarios, italianos,
portugueses y alemanes) y de soldados reclutados, en la mayor
parte de los casos, bajo la presión del miedo, armados
por Hitler y Mussolini, financiados por el ex rey Alfonso
XIII que, desde su cómodo y lujoso exilio en la Viena
de Dolfus, envió diez millones de dólares americanos
de la época a los militares golpistas, la banca británica
(15 millones de libras esterlinas de la época), americana
(1 millón de dólares de la época) y española
(de sobra conocemos el apoyo de Juan March a los fascistas),
dotados de una gran movilidad por la General Motors (alrededor
de 12.000 camiones) y la Texas Oil Co. (alrededor de 1.800.000
toneladas combustible) inició una guerra de exterminio
contra el pueblo español. Un pueblo que estaba construyendo
una república de trabajadores, democrática,
popular y muy participativa que se volvió peligrosa
para el capitalismo internacional al poner las necesidades
humanas por encima de los intereses capitalistas. Un pueblo
que estaba organizándose cada vez más alrededor
de las casas del pueblo, de los ateneos libertarios y republicanos.
Un pueblo que cada vez era más fuerte debido a su gran
articulación y vertebración social y que estaba
dispuesto a llevar a cabo programas de transformación
profunda, tanto en lo económico, como en lo social
y político. Un pueblo que, por vías democráticas,
estaba dando pasos firmes hacía la revolución
socialista. Un pueblo al que había que descabezar asesinando
a todos sus dirigentes, a los elementos más conscientes,
incluso a los que podrían volverse peligrosos con el
tiempo y sus familias. Un pueblo al que había que asesinar
y callar para siempre, asustarlo y volverlo ignorante para
que pasasen décadas antes de que volviera a ponerse
en pie. "Salvaré a España aunque tenga
que matar a la mitad de los españoles..." llegó
a decir Franco ante la prensa extranjera... y lo cumplió.
Si nos fijamos, no hay más
que ver la situación de alienación en que nos
encontramos, dónde todo nos parece normal, como si
hubiese sido así desde siempre, como si no hubiese
otras alternativas. Nos han hecho creer que la lucha de clases
no existe, sin embargo ellos la practican, cada vez con más
virulencia. Basta echar un vistazo a la vida que llevamos,
como aumentan nuestras horas de obligación y disminuyen
nuestras horas de ocio, como estas últimas nos son
robadas también en actividades que reviertan un beneficio
económico para el mercado, un mercado que sólo
definen como libre cuando es controlado por ellos. Sólo
tenemos que mirar como cualquier persona o pueblo que intenta
defender sus derechos es tildado de antidemócrata o
de terrorista.
Por todas estas causas, que
el enemigo seguramente también habrá analizado,
les asusta tanto la Memoria Histórica, tal como la
entendemos nosotros, por eso sus intentos de vaciar de contenido
las proposiciones no de ley que hasta la fecha IU ha presentado
en el Parlamento, por eso sus impedimentos para recuperar
las fosas, por eso sus intentos continuos de dejar zanjado
el tema de la guerra civil y la dictadura. Para ellos, Franco
sigue siendo un benefactor, fue el que les hizo el trabajo
sucio en nuestro País, para que las nuevas generaciones
de oligarcas no tuviesen que mancharse las manos de sangre,
al menos con sus compatriotas. El capital siempre encuentra
quien le haga el trabajo sucio. Para debilitar y destruir
a la URSS, usaron a Hitler, recientemente a Bin Laden, a Pinochet
en Chile y así sucesivamente... Franco hizo el trabajo
sucio en España, por eso, el capitalismo español
puede permitirse el lujo de presumir de demócrata,
construyó la democracia formal sobre una gran fosa
común y no le ha sido necesario realizar, al menos
por el momento, un nuevo genocidio ideológico, en el
estado español, aunque en otros lugares, donde los
pueblos se resisten a la dominación, si que están
dispuestos a mancharse las manos de sangre. Ya nos contarán
algún día por que, tanto PSOE y PP, apoyaron
a los golpistas venezolanos, por plantear un ejemplo cercano
en el tiempo aunque, obviamente, hay muchos más.
El acuerdo aprobado el día
20 de noviembre de 2002 por todos los grupos parlamentarios,
no supone una derrota para la izquierda, sino el paso hacía
atrás necesario para impulsarnos, con dos pasos hacia
adelante, para seguir trabajando en la sociedad civil. Al
intentar vaciar de contenido político la propuesta
inicial de IU, tratando de dar carpetazo a la Guerra Civil,
cuyo recuerdo cada vez les es más insoportable, han
dejado abierta una puerta a través de la cual, instan
a todas las administraciones públicas, en especial
a las locales, a apoyar cualquier iniciativa de los familiares
para el reconocimiento moral de los afectados por la represión,
sin reavivar las viejas heridas.
No queremos reavivar las heridas
del pasado, sino dotarnos del arma del conocimiento para luchar
mejor en el presente y en el futuro contra las mismas fuerzas
que iniciaron la Guerra Civil Española. Los mismos
poderes económicos, políticos, culturales y
militares que tienen miedo a la verdad, ya que el conocimiento
de esa verdad les quitará legitimidad para seguir mintiendo
a nuestro pueblo; para seguir sometiéndonos a todos
a las leyes del mercado y de las multinacionales, en vez de
someter el mercado a las leyes del pueblo; para seguir presentando
las guerras actuales como humanitarias, cuando en realidad
persiguen los mismos objetivos económicos y geoestratégicos
que se dieron cita para impulsar la Guerra Civil; para seguir
diciéndonos que la democracia es sólo ir a votarles
cada cuatro años, y no la participación directa
del pueblo en todas las decisiones; para seguir planteando
que los dos partidos mayoritarios representan opciones distintas
(Solves es a Rato, lo que Solana a Trillo, defienden las mismas
cosas, los primeros en Europa y los segundos en España);
para seguir haciéndonos creer que la dinastía
borbónica está impregnada de valores democráticos
intrínsecos (ya hemos hablado del abuelo de su majestad);
para seguir planteando que todas las opciones políticas
son iguales, cuando algunas (como la nuestra) dejaron en el
camino a lo mejor de sus militantes que murieron en un auténtico
genocidio ideológico, planificado de antemano y, por
lo tanto, fuimos relegados a un mero papel testimonial.
No queremos despertar el fantasma
de las dos españas, por que ese fantasma no existe,
ya que las dos españas de las que tanto hablan, no
han muerto, siguen más vivas que nunca: un pueblo derrotado,
explotado por las leyes del mercado, alienado culturalmente
frente a unas oligarquías económicas, aliadas
con las grandes multinacionales y con el poder militar imperial
de los EEUU, y representadas políticamente por el PP
y el PSOE.
Sólo hay una Memoria
Histórica, la de la verdad, la de la lucha entre dominados
y dominantes, la de la lucha entre la verdad y la mentira,
la de la lucha entre el recuerdo y el olvido, la de la lucha
de clases. Eso es la Recuperación de la Memoria Histórica.
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Libros y obras consultados
"Guerra y Revolución en España" de
Georges Soria
"Partido y Revolución en Gramsci" de Giorgio
Bonomi
"El mito de la guerra buena" de Jacques R. Pauwels
"La España del siglo XX. La Guerra Civil (1936/1939)"
Manuel Tuñón de Lara
"La política norteamericana de "no intervención"
en la Guerra Civil Española" de Juan Durá.
Revista Tiempo de Historia nº 42
Las propuestas presentadas por IU, respecto a la Memoria Histórica,
basadas en la realidad del trabajo de base realizado por varios
militantes del PCE, así como lo aprobado, hasta la
fecha, por las Cortes, pueden encontrase en la web del PCE
www.nodo50.org y en la de Izquierda Unida Federal http://www.izquierda-unida.es
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