El papel de la memoria histórica en la refundación
comunista
José Mª Pedreño - 6/02/2003
El dolor de la izquierda
Frías calaveras ensombrecidas,
traspasadas por balas como agujas.
Agujas que se clavan como balas
en la carne de quien un sueño tuviera.
Blancas calaveras
enterradas en cualquier cuneta,
de cualquier camino,
de la península Ibérica.
Sesenta y seis años y un día de condena.
Sesenta y seis años de lágrimas retenidas.
Sesenta y seis años y, al final, mas tristeza.
Tristeza de hombres e ideas
que aunque quieren volver, no regresan.
Tristeza de fantasmas que vagan, entre tinieblas,
buscando una luz roja que ilumine la tierra.
Clamor de banderas al viento,
banderas rojas, banderas negras.
banderas tricolores,
perdidas en la niebla.
Sueños rotos por la pólvora,
pesadilla de yugos y flechas,
infierno dantesco de svásticas,
cadenas y guerra.
Es el dolor de la izquierda
que perdida entre tinieblas
busca sus viejas banderas
y no las encuentra.
Espinosa de Cervera (Soria)
Ante una fosa común
7 de septiembre de 2002
Las quince tesis de Bertinotti vienen a sintetizar, y condensar,
lo que muchos de nosotros veníamos planteando desde hacía
tiempo: la idea de una refundación de la izquierda a escala
europea. Bertinotti trata de aportar las bases teóricas sobre
las que recomponer la izquierda, en el ámbito global, en este
momento histórico. Su objetivo es el de orientar el debate
hacia la creación de un marco unitario para encauzar todo
el movimiento anticapitalista en la misma dirección. Si bien,
sería necesario realizar un debate más amplio sobre los planteamientos
de Bertinotti -y seguramente sus quince tesis podrían ser
ampliadas o modificadas tras un debate riguroso-, en lo que
sí estamos de acuerdo, al menos muchos de nosotros, es en
la idea de una refundación. Por que lo que nuestro camarada
italiano plantea no es que aceptemos sus quince tesis -que
pueden ser más o menos acertadas, más o menos discutidas-,
sino la idea, o el concepto, de que hay que crear unas premisas
políticas básicas para la construcción de los nuevos marcos
organizativos de la izquierda del siglo XXI.
Bertinotti nos está arrojando un guante ideológico para que
iniciemos el debate y tratemos de poner sobre la mesa cuales
son esas premisas básicas que puedan dotar de verdadera unidad
a la izquierda y posibilitar la construcción de lo que serán
las organizaciones del siglo XXI.
La situación no es, desde luego, la más óptima. Mientras el
capital se muestra más fuerte y unido que nunca, nosotros
parecemos desintegrarnos en miles de moléculas. El número
de fracciones ha llegado a colapsar las cosas, de tal modo,
que cualquier acción unitaria, enfocada en la misma dirección,
se hace casi imposible. Las convocatorias de lucha, realizadas
por un interminable número de siglas, se han transformado
en el escaparate de la desunión de la izquierda transformadora
y no en una acumulación de fuerzas, como algunos de los pseudo
dirigentes de esas micro organizaciones nos quieren hacer
creer. Por eso, cualquier apuesta -acertada o equivocada -
que trate de hacer aportaciones en positivo para que, entre
TODOS, podamos salir de esta 'ratonera' en la que nos encontramos,
debe ser valorada con el máximo respeto, estudiada, analizada,
debatida, enriquecida y puesta en práctica. Cuando esta propuesta
viene de la mano de un dirigente de la talla de Bertinotti,
hablando en nombre del Partito della Rifondazione Comunista,
debe ser tratada, además, como una mano tendida para que nos
sumemos al debate y a la búsqueda del camino para la unidad.
Por que sin debate no hay enriquecimiento ideológico, sin
ideología no hay acción política eficaz, sin acción política
eficaz no hay posibilidad de unidad y sin unidad seguiremos
siendo los restos dispersos de una derrota, cada vez más afectados
e integrados en la cultura dominante. Parecemos pequeños comerciantes
haciéndonos una competencia salvaje, los unos a los otros,
mientras nos ponen un hipermercado en el barrio.
Los estados nacionales han perdido soberanía en favor de entidades
supranacionales, la mayor parte de las grandes decisiones
económicas, políticas y culturales se toman en ámbitos distintos
a los estatales. La capacidad de propuesta de las organizaciones
de izquierdas se ve constreñida a esta situación, dificultando
la posibilidad de generar políticas que no estén sometidas
a los mandatos de estas instituciones supranacionales. Estas
entidades (Fondo Monetario Internacional, Banco Mundial, Comunidad
Europea, etc) están controladas por opciones políticas defensoras
de las multinacionales que son, en realidad, quienes mandan
e imponen sus criterios. La imposibilidad de hacer otro tipo
de política en el ámbito estatal o local, ha provocado que
sean difíciles de distinguir unas opciones de otras, creando
cierta uniformidad, dando la sensación de que el neoliberalismo
es la doctrina aceptada por todos de forma consensuada y que
la búsqueda del centro político se haya transformado en una
constante. La desideologización de las organizaciones, como
consecuencia de esta situación, es parte fundamental de esta
la crisis de la política que, en la actualidad, se ha transformado
en la capacidad de gestionar lo que viene impuesto desde afuera.
En esta crisis confluye, también, el desenlace de la lucha
de clases desarrollada en el siglo XX que se saldó con una
derrota para las clases dominadas. Bertinotti está poniendo
como causas fundamentales de la crisis de la política la globalización
capitalista y la caída de la URSS. En España la situación
se agrava debido a que la clase trabajadora de nuestro país
ha sufrido tres grandes derrotas: la guerra civil, la transición
(que se hizo bajo los planteamientos y la dirección de los
fascistas vencedores en la guerra civil) y la caída de la
URSS. La idea de refundación, para nosotros, pasa necesariamente,
por tanto, por un profundo debate sobre las tres grandes derrotas
sufridas, sus causas y consecuencias, y nuestro papel en las
mismas, asumiendo y corrigiendo, en la medida de lo posible,
los errores u omisiones cometidos. La derrota del fascismo,
tal como ocurrió en el resto de Europa, es una tarea pendiente.
Obviamente, transcurridos 28 años desde la muerte del general
Franco, no podemos ya derrotarlo en el plano militar, pero
sin en el plano ideológico y cultural mediante la recuperación
de la memoria histórica. Una recuperación de la memoria histórica
que sea capaz de demostrar la equiparación entre los fascistas
españoles, los fascistas italianos y los nazis alemanes nos
acercará al resto de los camaradas europeos. La recuperación
de algunas de las reivindicaciones históricas, aún vigentes,
de la izquierda española, mediante un estudio serio y un gran
debate sobre la transición, y el papel de la izquierda en
la misma, debe ser otro de los objetivos a cubrir. El debate,
aún sin hacer, por parte de toda la izquierda europea sobre
la caída de la URSS, debe ponerse en el guión de la refundación
a nivel europeo.
Hay un elemento que Bertinotti no menciona de forma explícita
y que es tan importante como la globalización y la derrota.
Se trata del empobrecimiento ideológico de las clases dominadas
y el fortalecimiento, en el mismo aspecto, de las dominantes
a través del uso del neoliberalismo de forma ortodoxa y doctrinaria,
impregnando a una buena parte de la izquierda política. Todos
sabemos que la lucha de clases se desarrolla en diversos frentes,
uno de ellos, quizás el más importante, es el ideológico-cultural.
Si queremos refundar la izquierda debemos fortalecer ideológicamente
las organizaciones para ser capaces de volver a superar el
pensamiento neoliberal. El conocimiento de la obra de los
grandes pensadores neoliberales, tales como Hayeck y Friedman,
para poder hacer una crítica de sus planteamientos, anularlos
y superarlos en el terreno ideológico es fundamental. No sólo
hay que conocer, analizar y combatir los efectos del neoliberalismo,
sino que hay que atacar directamente sus propios fundamentos
filosóficos. El ataque a la base ideológica del enemigo de
clase es una de las líneas maestras de la lucha cultural.
Su análisis crítico nos daría capacidad para reconstruir nuestra
teoría revolucionaria en el terreno de las ideas para volver
a superar en lo ideológico al enemigo. El marxismo superó
al liberalismo clásico, no sólo por la capacidad de Marx para
analizar la realidad de su momento histórico, sino por la
destrucción sistemática de todos sus fundamentos filosóficos.
El análisis de la realidad, unido a la crítica de los fundamentos
teóricos que sustentaban ideológicamente a las clases dominantes
de su tiempo, dio como resultado un cuerpo doctrinario que
permitió, unas décadas más tarde, que triunfase el proceso
revolucionario en Rusia. Para hacer resurgir un nuevo flujo
revolucionario tenemos que, por un lado, seguir analizando
la realidad actual, oponernos en lo concreto a las actuaciones
de los neoliberales y, por otro, destruir las principales
bases arguméntales de los grandes teóricos neoliberales. Se
trata pues, no sólo de refundar la izquierda, sino de refundar
la ideología.
Veníamos anunciando, en anteriores escritos, que las relaciones
de producción han variado poco, es decir, han tenido un menor
desarrollo que las fuerzas productivas. No estamos hablando
de variación en las relaciones sociales de producción, sino
en el modo de producción. Seguimos hablando de dominados y
dominantes, de propietarios de los medios de producción y
asalariados, lo que varía es el modo de organización de la
producción y, por tanto, lo que Bertinotti apunta es la necesidad
de la refundación para dar una nueva forma orgánica a la lucha,
adaptándola a las nuevas formas concretas de alienación y
explotación. Para llegar a estas conclusiones se hace necesario
recuperar la memoria histórica de cómo se desarrolló la explotación
y de la respuesta orgánica que las clases dominadas dieron
a las formas concretas de esa explotación. En esto se hace
fundamental el estudio de las organizaciones de clase y el
desarrollo de la sociedad civil antes, durante y después de
la guerra civil y sus relaciones con las organizaciones de
otros países.
Los ciclos históricos, evaluados como procesos de acción-reacción,
vistos como flujos y reflujos revolucionarios, nos permiten
ver la situación real de los acontecimientos en su momento
histórico. En el actual, las formas de organización del poder
surgidas del equilibrio entre el bloque socialista y el capitalista
después de la II Guerra Mundial, van siendo sustituidas o
adaptadas al mundo unipolar. Nos encontramos en un reflujo
revolucionario con una situación comparable a la Europa de
Metternich, en la que las potencias absolutistas europeas
daban al traste con cualquier intento emancipador (véase la
intervención de los cien mil hijos de San Luis para acabar
con los liberales españoles en 1823). La radicalización del
capitalismo, en este sentido, pone en entredicho las afirmaciones
de la socialdemocracia respecto a que los socialistas han
conseguido civilizarlo. Lo que servía de barrera de contención
era la existencia de la URSS. El control por parte del capitalismo
de todos los organismos supranacionales obliga a que el problema
de la transformación capitalista tenga que ponerse en el ámbito
mundial.
Analizar las relaciones del movimiento obrero con el movimiento
de crítica a la globalización capitalista, en cuanto a fenómeno
de valor estratégico, obliga a estudiar otros fenómenos similares,
tales como el movimiento antifascista que se generó a nivel
mundial en los años treinta. Éste era de carácter interclasista
y supuso, también, un fenómeno de valor estratégico en la
lucha anticapitalista. Si somos capaces de interpretarlo desde
el punto de vista de la lucha de clases tenemos uno de los
principales recursos para la refundación.
La guerra infinita es la base que sustenta la globalización
capitalista y el imperialismo, al igual que la guerra era
la base que sustentaba el nazi-fascismo. La lucha contra la
guerra, como expresión de la globalización, es la lucha contra
la globalización capitalista. El estudio y el análisis de
otros procesos históricos imperiales nos pueden ayudar a descubrir
el camino para encontrar el eslabón más débil de la cadena
de poder del nuevo ordenamiento imperial. Recuperando la memoria
histórica de lo que fueron las guerras europeas del siglo
XX, analizándolas desde el punto de vista del materialismo
histórico, aprenderemos a conocer como el imperialismo siempre
enmascara sus guerras con causas distintas a las que realmente
persigue.
En definitiva, la Recuperación de la Memoria Histórica, desde
todos los puntos de vista, se hace necesaria para la refundación.
Primero, como elemento de lucha ideológico-cultural, segundo,
para documentar los procesos históricos tales como la lucha
de clases a lo largo del siglo XX, la transición o la caída
de la URSS, tercero, para analizar las formas orgánicas del
movimiento obrero y la sociedad civil, cuarto, para situar
las luchas actuales en su momento histórico, quinto, para
conocer la importancia de la ideología, en cada uno de los
procesos, como elemento fundamental en la lucha de clases
y, por último, dado que la Historia afectó directamente la
vida de miles de familias, para sumar a miles de personas
a la lucha cultural, construyendo sociedad civil, sumando
fuerzas al bloque histórico y ganando hegemonía cultural.
José Mª Pedreño
6 de febrero de 2003
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