La memoria histórica del
PP y la ocupación de Iraq
29 de agosto de 2003 - José Mª Pedreño Gómez - Presidente
de Foro por la Memoria
En estas últimas semanas
se han acumulando una serie de noticias que tienen mucho que
ver -y sirve- para dar explicación sobre el objeto de la Recuperación
de la Memoria Histórica.
Hace más de un año
que las tropas españolas ponían la gran bandera patria
nacional-constitucionalista en el lugar más alto de la
Isla del Perejil. Para más escarnio, las pobres cabras
que normalmente pacían allí, a partir del 18 de julio de 2002
(significativa fecha ¿no?) tuvieron que practicar un ayuno
forzado, por que esa mezcla de airgamboy y cura, que
disfrutamos como ministro de defensa, deseaba lanzar
el grito de “viva España“, con los ojos bañados en lágrimas
de emoción, para emular a su abuelo cuando ordenaba matar
a marineros leales a la bandera tricolor. Muchos pensaron
que se habían parado en el Perejil, sin embargo se han metido
de lleno en el ajo y no están dispuestos a parar hasta
haber hecho un buen ali-oli, porque esa fecha –no elegida
al azar- era señal de movilizar la fuerza colonial y prepararla
para unirse al gran golpe de estado mundial, capitaneado por
el gran canciller nacional-petrolista George
Bush hijo (hijo de su padre) Para más perplejidad, nuestro
pequeño gran general, animando el cotarro, firmaba
con una empresa alemana la recuperación y repatriación de
soldados españoles que cayeron combatiendo, en Leningrado,
encuadrados en la división 150 de la Wermacht, también conocida
por Azul, debido a la camisa falangista que lucían sus componentes
bajo la guerrera del ejercito nazi. Ni que decir tiene que
se olvidó de que en la misma batalla, de los alrededores de
Leningrado, donde cayeron muchos de aquellos falangistas,
también murieron unos doscientos españoles exiliados, que
combatían en las filas del Ejercito Rojo. Pero ahí no terminaba
la cosa, recientemente firmaba, con el gobierno de Marruecos,
un acuerdo para el cuidado de los cementerios militares españoles,
en aquel país, donde yacen miles de soldaditos caídos en aquellas
maravillosas guerras imperiales de Don Alfonso XIII, abuelo
de nuestro excelso rey, afianzado en su trono –al igual que
su nieto- golpe a golpe, para seguir viviendo sin dar ni golpe.
Un nuevo proyecto circula por los despachos del Ministerio
dirigido por el Sr. Trillo: la recuperación de soldados caídos
en esa guerra de Cuba que todavía llegamos a oír contar –algunos-
en boca de nuestros abuelos; no sabemos las cifras que se
barajan, pero tarde o temprano, también se hará público. Con
estos actos, estos muchachos del PP, tan democráticos y centrados,
nos recuerdan que sus padres y abuelos eran igual de demócratas
y centrados, hasta que llegó el Frente Popular y decidieron
descentrarse y matar a todo bicho viviente que se les
puso por delante. Nos recuerdan un golpe de estado que sus
abuelos dieron y en el que practicaron la guerra colonial
contra los trabajadores de este país al grito de “a mí la
Legión”. Rememoran otras guerras del mismo tipo, a las que
el ejercito español siempre ha sido tan aficionado (sólo ha
servido para practicar la guerra colonial contra pueblos desarmados,
incluso contra su propio pueblo), tergiversando la historia
para ayudar en la justificación de lo injustificable. Recientemente
hemos sabido que, nuevamente, esa gran entidad, valedora de
la reserva espiritual de occidente, la Fundación Francisco
Franco, ha recibido subvenciones millonarias para perpetuar
la memoria del que consideran padre de nuestra democracia,
esa democracia de los vencedores, que no del pueblo llano,
al que ni siquiera se ha dado la oportunidad de poder enterrar
dignamente a sus muertos.
Cuando se participa
de un golpe de estado mundial, transformando a todas las instancias
internacionales en marionetas del imperialismo, es decir,
ocupando mediante la amenaza y el chantaje las instituciones
democráticas mundiales, se practica la guerra colonial para
poder participar del chapapotero botín de oro negro
y, de paso, recordarnos a todos que si no nos plegamos a sus
deseos –y los de su amo- podrían llegar a exterminar a los
pocos bichos vivientes que aún quedamos, recuperan
la memoria de otras ocasiones en que se hizo lo mismo.
El enemigo siempre
nos da lecciones que debemos aprender. Nos asustamos cuando
nos recuerdan el terror rojo y agachamos la cabeza,
tratando de pasar de largo, cuando debemos decir, bien alto
y bien claro, que Paracuellos y las checas fueron
un acto de resistencia antifascista, mientras lo que las clases
dominantes españolas pusieron en marcha, el 18 de julio de
1936, fue un acto de agresión, un autentico crimen contra
la humanidad, organizado con meses de antelación, practicado
con nocturnidad y alevosía que, al final les salió bien, a
pesar de que en algunas ocasiones intentamos ser tan malos
como ellos –sin llegar a serlo- para poder vencerles. Los
aliados destruyeron varias ciudades alemanas con sus bombardeos,
ocasionando cientos de miles de muertes entre los civiles
alemanes, sin embargo, a nadie se le ocurre constituir la
Fundación Adolfo Hitler y poner una estatua de este individuo
en el centro de Berlín y, mucho menos, decir que es el padre
de la democracia alemana. Seguimos llamando ataques terroristas
a los actos de resistencia de los iraquíes, los palestinos
y otros pueblos sojuzgados por el imperialismo, olvidándonos
de que Franco llamaba terroristas a nuestros guerrilleros,
los nazis y la Francia de Vichy hacían lo propio con la resistencia
francesa y los fascistas italianos con los partisanos. Ponemos
a la resistencia palestina al mismo nivel que los sionistas
israelíes, sin recordar que hubo un “Comité de no intervención”
que puso al mismo nivel de la balanza al pueblo leal antifascista
y a los militares golpistas, durante nuestra guerra civil,
ayudando a la implantación del régimen de terror del que tuvimos
la oportunidad de disfrutar durante cuarenta años, con propina
de otros veintiocho, bajo unas urnas controladas por los dineros
acumulados durante el tiempo que duró ese inmenso paredón
al que, los abuelos y padres de estos señores del PP, llamaron
La Victoria.
Cuando nos percatamos
de esta situación, nos damos cuenta de que recuperar nuestra
memoria es un acto de lucha que no puede ser desligado de
la acción política concreta. Hacerlo sin tener la mirada puesta
en lo que está ocurriendo en el mundo, no evitará la reproducción
de las agresiones históricas que la gente humilde padece cuando
los poderosos deciden aplastar sus ansias de justicia. Por
eso politizamos la Recuperación de la Memoria Histórica, las
jornadas de divulgación, las excavaciones, los actos que organizamos,
porque pensamos que son acciones de resistencia antifascista,
en unos momentos en que el fascismo se ha hecho más fuerte
que nunca disfrazándose de una democracia que, desde luego,
no lo es.
José Mª Pedreño
Gómez
Presidente de Foro por la Memoria
29 de agosto de 2003
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