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Memoria histórica y víctimas de la violencia
José Luis Orella - 10 de febrero del 2003

Nuestra sociedad está abrumada ante la necesidad de dar una satisfacción a las víctimas de la violencia. Y es que en nuestra sociedad existen muchas víctimas a las que hay que oír, atender, comprender, hacer justicia y compensar social y económicamente. A todas ellas hay que comenzar rescatándolas del olvido. De todas ellas hay que afirmar que fueron víctimas de una violencia injusta. Creo que en la España actual se pueden identificar cuatro clases distintas de víctimas de la violencia armada: la de la guerra civil española; la del exilio interior bajo el franquismo; la del exilio exterior; y la de las víctimas de la guerra de ETA.

Las víctimas de la guerra civil española. En la historia española reciente comprobamos que no todas las víctimas han sido tratadas del mismo modo. Aun para la historia siempre ha habido y habrá víctimas de diferentes niveles. Algunos de los caídos en la guerra civil española recibieron un homenaje de honor al quedar inscritos sus nombres en las placas de mármol que aun hoy día persisten en nuestras plazas y a la entrada de nuestras iglesias. Algunos vieron reconocido su heroísmo en los distintos monumentos que se erigieron en honor de los caídos. Pero otros muchos cayeron en el anonimato y en el deshonor. Un amigo mío ha podido comprobar esta clasificación de muertos de primera y de segunda clase. Sus dos hermanos religiosos murieron víctimas de la violencia armada durante la guerra civil. Uno de ellos ahora tiene reconocido su protagonismo con una declaración papal al ser considerado beato, mientras que el otro, de no menor valentía cívica y dedicación religiosa, muerto en el otro bando, permanece en el anonimato. Ni su mismo hermano, que los conocía bien, se atreve a afirmar cuál de los dos religiosos fue más heroico en la defensa de sus ideales humanos.

Las sociedades española y vasca han sido remisas en tomar postura a favor de los caídos y aun están ahora acobardadas en el reconocimiento de todas las víctimas de la violencia que ha producido esta guerra civil que comenzó en 1936 pero cuyo rescoldo se ha mantenido permanente hasta nuestros días.

Por poner unos datos, según Iñaki Egaña, el número de ajusticiados durante la guerra civil en Guipúzcoa fue de 5.600. Según Altaffaylla Kultur Taldea, el número personalizado de muertos en Navarra fue de 2.789, que acrecienta en más de un millar los atestiguados por el general Salas Larrazabal, que los cuantificaba en 1.190, e igualmente supera en muchos dígitos los señalados por Jaime del Burgo, que numeraba 678 ejecuciones, de las que 446 fueron sumarias y 242 por sentencia judicial.

Las víctimas del exilio interior. En ese vasto mundo, los intelectuales que no se exiliaron y los maestros republicanos fueron los funcionarios más represaliados en la guerra civil y en la dictadura franquista. En la mente de los sublevados, los intelectuales y los maestros habían sido los responsables de las ideas republicanas y de los avances sociales progresistas e igualitarios. Para el franquismo, era necesario preparar el futuro del nacionalcatolicismo, por lo que había que eliminar a los testigos molestos de la libertad republicana. Y con la eliminación de los intelectuales y de los maestros se disuadía cualquier pretensión de independentismo y librepensamiento.

Jaume Claret ha dedicado su estudio a los profesores universitarios excluidos, mientras que Morente Valero ha contabilizado en unos 60.00 los maestros que fueron ejecutados o tuvieron que pasar a la clandestinidad.

Las víctimas del exilio exterior. Fueron muchos los exiliados republicanos por motivo de la guerra civil. Sólo quiero ahora referirme entre las víctimas de la violencia armada a los niños de la guerra que malviven en Rusia y en otros países del Este europeo. No pudieron volver a España porque, tras la guerra civil, se vieron envueltos en la segunda guerra mundial. Ni ahora lo pueden hacer, por razones económicas y familiares. Sin embargo, siguen sufriendo en sus carnes la violencia de una guerra injusta. La España de la democracia y de la reconciliación no ha hecho todos sus deberes con la memoria y la vida de las víctimas exiliadas de la guerra civil.

Las víctimas de la guerra de ETA. Según la monografía de José Ignacio Ruiz Olabuénaga titulada "Violencia juvenil en la Comunidad Autónoma Vasca", se evalúa cuantitativamente la violencia de ETA en estos términos: muertos y heridos a manos de ETA: 2.700; muertos a causa de la acción policial: 120; muertos por las fuerzas parapoliciales o de extrema derecha: 72; familiares próximos de personas heridas:

20.000. Por otra parte, los secuestrados de ETA han sido 77 personas. Sin embargo, no se pueden contabilizar las personas que se han exiliado por sufrir continuas amenazas de ETA. Según C. Martín y D. Páez, «globalmente se pueden estimar los afectados por la persecución a ETA en un total de entre 20.000 y 25.000 personas arrestadas desde 1968, de las que una parte sufrió tortura y maltrato». Se han exiliado por tener una vinculación a ETA unas 2.000 personas, mientras que 50 personas fueron deportadas.

Para poder instalar una paz social duradera es necesario emprender unas políticas generales que comiencen reconociendo la personalidad de las víctimas y luego intenten implantar la justicia y la reconciliación.

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José Luis Orella es historiador