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Gramsci en la recuperación de la memoria histórica
José Mª Pedreño - Presidente de Foro por la Memoria - Agosto 2003


'...no olvidar las leyes de sus antepasados y amoldarse a los tiempos.'
EL PRINCIPE. Maquiavelo.

Nuestra II República nació el 14 de abril de 1931. En esas mismas fechas, el fascismo italiano mantenía en prisión a quien seguramente era el más capacitado teórico del movimiento obrero en aquellos momentos: Antonio Gramsci. Aunque el objetivo de las autoridades fascistas era privar a toda la izquierda europea de uno de sus cerebros privilegiados, no lo consiguieron y, entre 1928 y 1935, Gramsci escribió 2.848 páginas manuscritas (Los cuadernos de la cárcel), en medio de una trágica situación, preso y enfermo, en la cárcel de Turi (Bari) y en la clínica de Formia. Cuando hablamos de cómo hacer la revolución, en una sociedad como la nuestra, es muy difícil no acudir a Gramsci. Ningún teórico definió tan bien como él una serie de conceptos (bloque histórico, hegemonía, filosofía de la praxis, guerra de posiciones) que, hoy en día, casi todos manejamos y vemos -o más bien deseamos ver- materializados en la acción política diaria. Tampoco podemos dejar de hablar, cuando nos acercarnos a Gramsci, de la lucha cultural y los intelectuales. En un intento de comprender, desde el marxismo gramsciano, como se está construyendo el movimiento por la Recuperación de la Memoria Histórica, vamos a ir viendo, brevemente, como el análisis de la realidad, el estudio, el debate y la práctica nos permiten mejorar las condiciones para dinamizar esta apasionante lucha por la dignidad.

Habrá a quien le parecerá que ya está todo hecho o que, como el enemigo es más fuerte que nunca, no hay posibilidad de hacer mucho, sin embargo, queda todo por hacer. Cuando tras una terrible guerra un país queda destruido, una vez asumida la derrota, sus habitantes comienzan la reconstrucción del mismo. Es un asunto de sentido común, sin embargo, después de la derrota y la destrucción de nuestras organizaciones, nos estamos dedicando a terminar con lo poco que quedaba de ellas. Son tiempos de reconstrucción y creación, de sumar voluntades y darles forma orgánica. Reconstruir, recuperar, refundar, reencontrarse, construir es la tarea que tenemos por delante.

Cuando hablamos de 'Recuperar la Memoria Histórica' no lo hacemos solamente con el ánimo nostálgico de quien rememora una izquierda que se fue, sino con la voluntad de aprender y extraer, de los tiempos pasados, enseñanzas que nos sirvan en el presente y en el futuro. Conocer la historia de la vieja izquierda es hablar de materialismo histórico y es hablar de conocimiento, por lo tanto es hablar de ideología y de cultura. Mezclar los sueños de los viejos camaradas con los nuestros, y el impulso nostálgico de la tarea, nos ayudará a construir nuestra propia utopía. Conocer la gallardía de quienes antes que renunciar a sus principios prefirieron morir, nos hará sentir esos principios como propios. Si planificamos el trabajo de forma adecuada y la dirección es capaz de obrar con humanidad, honestidad e inteligencia podemos transformar este frente de lucha en un verdadero 'soplo de aire fresco' para toda la izquierda. Un política de alianzas basada en los objetivos que deseamos alcanzar nos dará la garantía de poder sumar a miles de personas a la tarea.

Gramsci elaboró alrededor de 'El Príncipe' toda una estrategia de partido. Si este artículo se abre con el primer consejo que Maquiavelo da a 'El Príncipe' es porque define muy bien lo que se intenta con la Recuperación de nuestra Memoria Histórica: no olvidar las leyes de nuestros antepasados (recuperar principios morales, políticos y sociales) y amoldarse a los tiempos (adaptarse a las realidades actuales y ser capaces de utilizar las técnicas modernas)

Cuando hablamos de guerra de posiciones estamos hablando de una situación en la cual los bandos contendientes se observan desde trincheras y fortificaciones fijas. Esto no significa que no se produzcan asaltos y ocupación de las posiciones enemigas. Esta es la situación habitual en las sociedades capitalistas avanzadas. En el frente cultural se producen incesantes pequeños asaltos. Hasta ahora, los tópicos elaborados por el franquismo respecto a la guerra civil y la dictadura eran inamovibles. La mayor parte de la sociedad los asumía como algo verídico. Desde nuestras posiciones, tan sólo en ámbitos académicos, se elaboraban, de forma rigurosa, estudios científicos que desmentían esos tópicos, sin divulgarlos más allá del propio ámbito. La hegemonía social respecto a la Historia la detentaban las clases dominantes. La actividad que estamos desarrollando supone, en primer lugar, sumar la acumulación de fuerzas sociales, culturales y políticas necesarias y, en segundo lugar, el asalto contra las posiciones del enemigo con el ánimo de entrar como una cuña en sus trincheras culturales para ocuparlas y arrebatarle la hegemonía en el aspecto histórico. A primera vista esto podría parecer una ingenuidad ya que la Historia no puede cambiarse, pero cambiar el sentido de su interpretación puede ayudarnos a transformar el presente, al romper el proceso de deshistorización del ejercicio del poder y de las relaciones sociales.

Gramsci distinguía tres fases en la revolución: toma de conciencia por parte de las clases dominadas, conquista de la hegemonía cultural e ideológica y toma del poder. En el Movimiento por la Recuperación de la Memoria Histórica, coincidiendo con los aspectos en que la dividíamos, distinguimos también tres fases que, de forma resumida, exponemos así:

a.- Toma de conciencia. Colectivos de expresos políticos, ex-guerrilleros antifranquistas, excombatientes, exiliados, niños de la guerra y miles de familiares de desaparecidos y asesinados que se sienten olvidados y marginados toman conciencia de este olvido y marginación. Comienza la lucha por conseguir reparación y reconocimiento. (Aspecto humano de la RMH)

b.- Conquista de la hegemonía ideológica y cultural. Intelectuales y militantes inician las elaboraciones culturales y teóricas para sensibilizar a la sociedad sobre este olvido y marginación tratando de dotar al movimiento de un método de actuación que le permita alcanzar sus objetivos y conseguir su unidad y cohesión. (Aspecto cultural e ideológico de la RMH)

c.- Toma del poder. El movimiento, una vez sensibilizada la sociedad, impone sus criterios al estado, al haber asumido, la mayoría de la sociedad, sus reivindicaciones. (Aspecto político de la ARMH)

Para poder dar respuesta a los aspectos humanos de forma global, reparando todas las injusticias, es necesario llegar a la tercera fase, si no llegamos a ella, sólo damos respuesta a parte de las reivindicaciones. Es decir, sólo se consigue dar respuesta a casos o colectivos aislados. Esto no quiere decir que cuando lleguemos a esta fase se solucionarán de golpe todos los casos, pero sí que se darán las condiciones para crear las estructuras necesarias que nos permitan hacerlo. En esto, hay que decir que muchos casos no se podrán solucionar nunca, ya que muchas de las fosas comunes quedaron, a lo largo de estos sesenta y siete años, bajo el asfalto o el hormigón. También, muchos de los que sufrieron cárcel y persecución ya no estarán con nosotros. Esto no debe desanimarnos, por que al final conseguiremos el reconocimiento y la justicia que merecen todos, viendo como el nombre de Franco, y el de sus secuaces, se hace maldito para la Historia y sus víctimas serán recordadas siempre como mártires de la Libertad.

¿Cómo llegamos a la tercera fase? La respuesta está clara, dando cohesión a la primera, mediante la segunda (conquista de la hegemonía ideológica y cultural). El papel de los intelectuales y los militantes de izquierda es fundamental en esta fase. Se aportan propuestas al colectivo marginado y olvidado para darle cohesión y, sobre todo, proporcionarle un método para llegar a la tercera fase en la que se da respuesta a todos y cada uno de los afectados. En esta fase es cuando más necesario se hace el papel de la ideología y del Partido como globalizador de luchas.

En este camino hay muchos elementos culturales y políticos entrelazados que integran, dentro de la lucha de clases entre dominantes y dominados, al movimiento por la Recuperación de la Memoria Histórica. En todo el proceso se produce un fenómeno de construcción y vertebración de sociedad civil en el que se dan cita los afectados, los intelectuales, los militantes de la izquierda y el pueblo en general. El neoliberalismo (ideología actual de las clases dominadas) introduce el caos en la sociedad, rompiéndola y desestructurándola para obtener individuos aislados, más susceptibles de ser alienados culturalmente y, por lo tanto, explotados incluso en sus momentos de ocio (un ocio engañoso basado en el consumo y, por lo tanto, transformado en explotación). Así mismo, el enfrentamiento también se produce al ser las clases dominantes herederas de los que se enriquecieron, o mantuvieron sus privilegios, a costa de la represión que sus antecesores ejercieron sobre todas las personas afectadas. Esta situación hace que esta construcción social forme parte del bloque histórico que intente arrebatar la hegemonía social a las clases dominantes y sea un elemento de ruptura de la cadena de dominación del sistema.

Y en esto, aparece la necesidad del método para cubrir los objetivos: la filosofía de la praxis. Estudio, análisis de la situación, debate, establecimiento de métodos de actuación, puesta en práctica, nuevo análisis y debate para mejorar el método y nueva acción. Esta propuesta a todo el colectivo es lo que llamamos dotar de dirección política al movimiento por la Recuperación de la Memoria Histórica: establecer unos objetivos claros y una forma pensada, meditada, rigurosa, reproducible -teniendo en cuenta los distintos matices de cada situación- y probada en la práctica para alcanzarlos.

José Mª Pedreño
Presidente de Foro por la Memoria