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Más allá de la Comisión Interministerial
José Mª Pedreño - Madrid, 2 de julio de 2005


Desde que el Gobierno anunció la creación de la tan traída y llevada comisión interministerial para atender las reivindicaciones de las víctimas ocasionadas por el franquismo, parece que el Movimiento por la Memoria Histórica ha puesto sus miras – con mayor o menor escepticismo, con mayor o menor esperanza – en la respuesta que se de desde las instituciones. No es que critique la existencia de esta comisión, ni que piense que va a ser algo totalmente inútil, pero si creo que muy pocos se están dando cuenta de que el Movimiento por la Memoria Histórica va mucho más allá de las actuaciones institucionales, incluso más allá de los quehaceres cotidianos de las organizaciones y personas que componen el movimiento asociativo.

La citada comisión puede crear diversos escenarios. Puede asumir por completo los planteamientos de los que apoyamos la anulación de los actos jurídicos del franquismo, de la Ley de Amnistía (auténtica “ley de punto y final" española que impide la persecución de asesinos y genocidas del régimen franquista) y dar soluciones a todos los colectivos de victimas y familiares, así como a la sociedad española, en todos los sentidos, tanto políticos, como jurídicos, económicos o de cualquier otra índole; puede que asuma muchas de las propuestas de las organizaciones, pero sin entrar en cuestiones jurídicas; puede tratar de solucionar todo con dinero; o puede, sencillamente, no hacer nada o hacer muy poco. No trato con esta reflexión de hablar sobre lo que hará, o no hará, la famosa comisión, sino de exponer que la recuperación de la Memoria Histórica no empieza, ni termina con esta comisión interministerial, sino que va mucho más allá, tanto en el espacio como en el tiempo, tanto en lo social como en los político, tanto en lo personal como en lo colectivo, tanto en lo sentimental como en lo ideológico.

Para los que pensamos que la transformación social no pasa por las instituciones, sino que se fragua y realiza en la sociedad y que la actividad institucional tan sólo debe servir de amplificador y apoyo a las mismas, la Memoria Histórica no es exclusivamente una cuestión jurídica, cultural, social, política o económica, sino que es una cuestión tremendamente ideológica y de práctica política (entendida la política no desde su conceptulización partidista, sino como sustanciación en lo concreto de un pensamiento).

Sabemos que las organizaciones de izquierda de la época tenían miles de afiliados, que no entraban en las organizaciones para ostentar cargos públicos, sino que se vinculaban por razones muy distintas. La conciencia de que las transformaciones sociales debían sustanciarse en la vida cotidiana y que era necesario organizarse para conquistar mejoras en sus condiciones de vida es lo que impulsaba, a todos aquellos hombres y mujeres, a engrosar las organizaciones de masas de la izquierda.

Con la Memoria Histórica recuperamos ideas y utopías aniquiladas por el fascismo. Casas del pueblo y ateneos en los que se fraguaba la revolución fueron destruidos y usurpados; y los revolucionarios españoles que las llenaban de contenido, asesinados. Recuperar sus restos, sus historias, sus ideas… es recuperar la fuerza de la utopía revolucionaria, devolver al pueblo sus anhelos de emancipación, de ruptura con la alienación cultural a la que es sometido, de participación en la construcción de un mundo nuevo y de una republica democrática, popular y participativa, de una igualdad, una libertad y una justicia de todos y para todos. Decida lo que decida la comisión interministerial.¿Dejaremos de recuperar ideas?

El primer acercamiento de cualquier militante al Movimiento por la Memoria Histórica suele ser muy emotivo y cargado de nostalgia (mientras la derecha sólo tiene bolsillo, la izquierda tiene corazón). Esos momentos emotivos nos llevan a desear reproducir la vivencia en otras ocasiones. Poco a poco nos vamos dando cuenta que hay muchos más militantes y personas con una sensibilidad de izquierdas que se acercan, que se interesan por conocer más, por sentir esa emoción. Es la primera parte del proceso. Una parte en la que los sentimientos salen a flor de piel y nos hacen vincularnos unos con otros estrechando lazos en un “ritual rojo", en una especie de “comunión revolucionaria" llena de sentimientos y de nostalgia por otros tiempos en los que la izquierda fue exterminada (esa izquierda de la calle, de los ateneos y de las casas del pueblo) por que era tan fuerte que estaba a punto de “conquistar los cielos" y romper todas las estructuras de dominación que atenazaban a las clases populares españolas. Es en estos rituales de memoria donde surge todo lo demás, donde comienza todo. Se produce construcción de tejido social alrededor de valores humanos y de valores de la izquierda. Se trata de los homenajes a los supervivientes, a los que ya no están con nosotros, a los que tuvieron que irse lejos de su tierra, a los que fueron asesinados, a los que lucharon aquí y lejos de aquí, a los que sufrieron cárcel, humillaciones y vejaciones de todo tipo. Homenajes con rituales propios, llenos de banderas y cánticos revolucionarios. El homenaje, el ritual rojo, rojinegro, tricolor… es de la calle y del pueblo, no de las instituciones que podrán apoyarlo, o no apoyarlo, pero que no son esenciales para reencontrarnos alrededor de otros valores distintos a los dominantes. Decida lo que decida la comisión interministerial ¿Dejaremos de tener sentimientos? ¿Dejaremos de organizar homenajes?

A partir de esos primeros momentos, comienza el interés por conocer más, por saber más, por reproducir las sensaciones. Se empiezan a desgranar libros, a devorarlos, a tratar de aprender, a seguir buscando como paliar el vacío que esta sociedad de consumo, salvaje y desproporcionado, deja en nuestra conciencia de personas que viven deseando compartir. Se quiere aprender más y se van buscando más libros, películas, documentales, exposiciones… Todo lo que tenga relación con la memoria se transforma en tema de interés. Hablamos de la divulgación como método de formación social, de formación ideológica, de creación de una conciencia crítica. Decida lo que decida la comisión interministerial. ¿Dejaremos de aprender? ¿Dejaremos de leer sobre lo ocurrido? ¿Dejaremos de divulgar lo que conozcamos? ¿Dejaremos de investigar?

El Movimiento por la Memoria Histórica es un crisol en el que se unen personas e ideas, desde la pluralidad, para rescatar la memoria de hombres y mujeres que representan a su vez un pensamiento emancipatorio plural. Su desarrollo produce un tejido social organizado alrededor de un trabajo concreto en el que se dan cita sentimientos, rigor científico, cultura, valores humanos e ideales. Decida lo que decida la comisión interministerial. ¿Vamos a dejar de trabajar para sumar personas alrededor de estos valores?

Con la Memoria Histórica recuperamos referentes para luchar contra el capitalismo imperante en la actualidad. Con ello entramos en una nueva dimensión de lo que representa el internacionalismo, el antiimperialismo y la solidaridad. Recuperando referentes aprendemos ser de izquierdas y a que serlo no significa llevar etiquetas ni un carné en el bolsillo, sino que es una forma de concebir el mundo, de vivir y de compartir. Decida lo que decida la comisión interministerial. ¿Vamos a dejar de mirar al pasado para luchar en el presente?

El neoliberalismo privatiza espacios limitándonos la libertad. El Movimiento por la Memoria Histórica recupera espacios trasformando los lugares donde se realizó la represión en espacios de encuentro y libertad. Decida lo que decida la comisión interministerial. ¿Vamos a dejar luchar por conquistar estos espacios?

El Movimiento por la Memoria rompe la cadena de dominación cultural al ofrecer una alternativa militante a los grandes templos del mercado que representan los centros comerciales y de ocio del sistema. Decida lo que decida la comisión interministerial. ¿Vamos a dejar de ofrecer alternativas militantes a la sociedad?

El Movimiento por la Memoria representa una alternativa cultural, a la ofrecida por el pensamiento único, impulsando la posibilidad de conocer otras formas de entender la vida, la sociedad y la política. Decida lo que decida la comisión interministerial. ¿Vamos a dejar de impulsar la posibilidad de que la sociedad conozca otras alternativas culturales?

El Movimiento por la Memoria es un instrumento constante de construcción de contrapoder, de organización y vertebración del pueblo, transformándose en parte de la lucha contra la hegemonía del pensamiento único neoliberal. Decida lo que decida la comisión interministerial. ¿Vamos a dejar de construir contrapoder?

Hagan lo que hagan las instituciones, el pueblo siempre debe ir más allá. La comisión solucionará o no solucionará problemas, posiblemente su actuación mejorará muchas situaciones, pero la construcción de una sociedad cada vez más avanzada, articulada alrededor de los valores de igualdad, la justicia social y la libertad es tarea de todo el pueblo. La tarea de la izquierda es organizarlo para que lo consiga.

José Mª Pedreño
Madrid, 2 de julio de 2005