Artículos y Documentos

Un karateca para don Juan Carlos. En 1966, Estados Unidos aprobó que un militar de la confianza del Príncipe le fuera asignado como instructor deportivo
EDUARDO MARTÍN DE POZUELO - 28/08/2005


LA OPERACIÓN, aprobada por la Inteligencia militar, permitía al futuro monarca tener hilo directo con los norteamericanos

En 1966, el entonces príncipe Juan Carlos solicitó de Estados Unidos que un coronel norteamericano, por aquellas fechas instructor de kárate de su cuñado, el rey Constantino de Grecia, fuera destinado a Madrid para que fuera su entrenador en ese deporte. El asunto, naturalmente considerado secreto y que alcanzó la más altas esferas del gobierno de EE. UU., parece encerrar una jugada maestra del futuro Rey de España para tener hilo directo con la Casa Blanca cada vez que lo considerara necesario y sin tener que pasar por tantos filtros o controles del gobierno de Franco. Esta es la historia del karateca real,el teniente coronel Bell, vista a través de los documentos desclasificados por EE. UU.

El 14 de junio de 1966 el diplomático norteamericano experto en cuestiones latinas y militares destinado en España Frank V. Ortiz escribió al "Honorable William W. Walker, ministro consejero de la embajada de Estados Unidos en Madrid", para anunciarle que había recibido la visita de una mujer agente de inteligencia que le había hablado de un asunto referente al príncipe Juan Carlos y un instructor de kárate militar. Además, Ortiz advertía a Walker que el asunto podría plantear problemas motivados por el deseo de información que despertaba - entre los americanos- la idea de colocar un agente americano junto al heredero de la Corona.

"Querido Bill - decía Ortiz-, me visitó ayer una tal señorita Hansen de los Servicios de Inteligencia de las Fuerzas Armadas. Me informó de que hay un instructor de kárate llamado Bell disponible para instruir al príncipe Juan Carlos. Recomendé que el asunto se comunicara a la embajada a través del canal militar para su aprobación. Desafortunadamente, ella parecía juzgar que sería menester que un tal coronel Liepczyk, que ahora se encuentra en Atenas, acompañara al instructor de kárate ´para entablar amistad con Juan Carlos´. Yo insistí enérgicamente en que Juan Carlos encontrara sus propios ´amigos´ en la embajada y que no creía que fuera necesario que el coronel Liepczyk entrara a formar parte integrante del programa de kárate (el coronel Liepczyk juega a squash y verá a Juan Carlos en Corfú este verano en compañía del rey Constantino, del que el coronel se considera muy amigo). Tuve la impresión de que se convertiría en fuente de problemas como intrigante político. Seguramente oirás más sobre ello en lo sucesivo. Esta carta te servirá como primera advertencia para que estés sobreaviso".

Efectivamente, desde aquel momento el caso del coronel Bell y la instrucción de kárate del Príncipe se convirtió en un motivo de intercambio de correspondencia entre distintos departamentos de la Administración norteamericana, ya que afectó tanto al Departamento de Estado como al de Defensa, dado que el protagonista indirecto de esta curiosa anécdota era militar; de este modo, todos opinaron y todos tuvieron algo que decir, máxime cuando, como hemos señalado, las agencias de Información y de Inteligencia andaban enredando por en medio. El caso es que Bell pasó por la embajada de Madrid y pudo participar en las conversaciones.

Otra carta, ésta del citado William W. Walker, Charge d´affaires ad interim en Madrid a George W. Landau, del Departamen-to de Estado en Washington de 30 de septiembre de 1966, resume los entresijos del caso del karateca real.

"Querido George, con relación a tu carta del 16 de septiembre acerca del teniente coronel Bell, efectivamente mantuvimos largas conversaciones con él a su paso por Madrid. Su estancia obedeció a su propia iniciativa, que aprovechamos para permitirle que nos pusiera en antecedentes sobre el proyecto de intentar aclarar su papel futuro en este asunto. Desde que hablaste con él, estoy seguro de que conoces los términos generales de la cuestión. El coronel Bell ha trabajado como instructor de kárate del rey Constantino durante varios veranos desde 1962 en Corfú y Atenas, y durante estos periodos también instruyó al príncipe Juan Carlos, que entonces estaba visitando al rey".

Según Walker, fue don Juan Carlos quien expresó al embajador su interés en proseguir su formación de kárate y preguntó si Estados Unidos podría proporcionarle un instructor. "Nuestros primeros esfuerzos para lograrlo, hace más de un año, no tuvieron éxito", indicaba el diplomático, pero luego, siempre según el firmante, "Juan Carlos reiteró la petición de un instructor al teniente coronel Bell durante sus sesiones en Corfú".

La idea de colocar a Bell junto al príncipe fue tomando cuerpo de modo que un coronel al mando de Bell (coronel Glover Johns) dio a entender a Walker que el departamento de las Fuerzas Armadas aprobaba el destino a Madrid del teniente coronel Bell en calidad de agregado militar adjunto. Para ello, los militares adoptarían "las medidas pertinentes para crear el puesto correspondiente en el organigrama de agregación en cuyo marco (Bell) desempeñaría sus funciones, que entendemos ejercerá efectivamente de manera inmediata", escribió Walker.

¿Pensaba la embajada de EE. UU. en Madrid que a don Juan Carlos le venía bien practicar deportes orientales y que debían ayudarle? No exactamente, y por lo que se trasluce de la documentación norteamericana el Príncipe tampoco pensaba sólo en cuestiones deportivas. En la misma carta Walker aclaró el transfondo del asunto, que no es otro que el futuro de España. La legación consideraba "que sería útil y conveniente mantener un contacto con el príncipe Juan Carlos a través de la presencia aquí del teniente coronel Bell en calidad de agregado" y añadía que "naturalmente el contacto sería más útil si la evolución política se produjera en la línea de Juan Carlos", aunque también valoraban que "sería casi igualmente conveniente en caso de que la citada evolución se produejra en la línea de don Juan, y mucho menos útil si no hay evolución en el presente o si la evolución es en la línea de la regencia u otras vías. No vemos ningún riesgo o inconveniente de importancia en seguir adelante con el destino del coronel Bell, con tal de que el proyecto sea correctamente explicado y controlado, como así creemos que puede y debe ser".

El 5 de diciembre de 1966, la carta de Walker tuvo respuesta desde Washington: "La vicesecretaría de los Servicios de Inteligencia de las Fuerzas Armadas nos ha notificado que el proyecto ha sido aprobado y que el propio departamento está presto a asignar al teniente coronel Bell como agregado militar de la embajada en Madrid".

Investigación: Eduardo Martín de Pozuelo Edición: Iñaki Ellakuría Documentación: C. Salmurri, F. Martínez
Mañana: "Y don Juan Carlos aceptó ser el sucesor" / 50

EL PLAN NORTEAMERICANO
EE.UU. no quería dejar de lado al gobierno español
I. E. - 28/08/2005

En la carta dirigida a William W. Walker, ministro consejero de la embajada de EE. UU. en Madrid - documento analizado en el texto central- se hablaba de la necesidad de informar de algún modo al gobierno español sobre el asunto del karateca.

El documento se refiere a dos posibles vías de actuación. La primera: "Yo recordaría personalmente a Aguirre de Cárcer (embajador español en EE. UU.) que ya había planteado anteriormente el tema del entrenamiento de kárate de Juan Carlos en un contexto menos específico con Ángel Sagaz, quien había contestado después de las verificaciones oportunas que no creaba problema alguno desde el punto de vista del Ministerio de Asuntos Exteriores. Pondríamos a Aguirre en antecedentes en la medida que consideráramos necesario sobre cómo el teniente coronel Bell llegó a conocer a Juan Carlos y a establecer una relación con él".

La segunda acción consistiría en que "el teniente coronel John McCleary explicara a su equivalente en el Alto Estado Mayor español, en primer lugar, que Juan Carlos está interesado en el entrenamiento de kárate, que el coronel Bell había comenzado a instruirle en Grecia y que Juan Carlos había expresado un notable interés en continuar la instrucción; y, segundo, que el departamento de las Fuerzas Armadas proyectaba ahora enviar al teniente coronel Bell aquí como agregado militar adjunto en destino regular. Este destino daría a Bell la oportunidad de continuar con la instrucción de kárate con Juan Carlos que éste ha indicado que desea". -