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Franco no se sentía obligado por su ley. Tras el asesinato de Carrero, Kissinger transmitió a Nixon la hipótesis de que el dictador ignoraría su propia legalidad
EDUARDO MARTÍN DE POZUELO - 26/08/2005


HORAS DESPUÉS DE LA entrevista entre Carrero y Kissinger, el almirante era asesinado en pleno Madrid por la banda terrorista ETA

Henry Kissinger, secretario de Estado de EE. UU. informó personalmente a Richard Nixon del asesinato del presidente del gobierno español, Luis Carrero Blanco, con el que se había entrevistado 24 horas antes del atentado. Kissinger advirtió a Nixon de que Franco tendría dificultades para encontrar otra persona de su total confianza y que en caso de que lo considerara conveniente, el caudillo ignoraría los procedimientos legales españoles.

La víspera del crimen, Carrero y Kissinger habían pactado explícitamente que el contenido de su conversación lo mantendrían secreto, incluso entre los altos cargos de sus respectivas administraciones. El diálogo giró entorno al comunismo y la guerra, la obsesión de Carrero, figura entre los documentos desclasificados por la Administración norteamericana, lo mismo que el borrador y la nota secreta que el Secretario de Estado envió a la Casa Blanca.

Aquella mañana del 20 de diciembre de 1973 en Madrid, el presidente Carrero Blanco se dirigía a su domicilio después de oír misa en la iglesia de San Francisco de Borja, como era su costumbre. Su coche, un Dodge Dart negro, llegó a la calle Claudio Coello y una tremenda explosión lanzó al vehículo a más de 20 metros de altura hasta caer en una terraza interior de la residencia del provincial de los Jesuitas. Carrero y otras dos personas resultaron muertas. Desde la calle sólo se percibía un gran cráter que rápidamente se llenó de agua y un intenso olor a gas que en un primer momento hizo pensar a los periodistas que allí acudieron - entre los que estaba este cronista- que había sido un accidente. La realidad era que ETA había matado al Presidente.

Kissinger comunicó de inmediato lo sucedido al presidente Nixon y lo hizo en el memorándum secreto 6720 que escribió con el apoyo del Consejo de Seguridad Nacional de Estados Unidos. "El presidente español (Primer Ministro), Luis Carrero Blanco, ha sido asesinado" comenzaba el texto y del que hoy conocemos tanto el borrador como el texto definitivo transmitido a Washington. "La muerte del presidente Carrero Blanco esta mañana elimina la mitad de la doble sucesión que Franco había organizado para sustituirle. Carrero iba continuar como el jefe del gobierno y el príncipe Juan Carlos, que había sido designado heredero en 1969, iba a convertirse en jefe del Estado después de la muerte o incapacidad de Franco", escribió inicialmente Kissinger que luego tachó la palabra presidente. Más adelante el secretario de Estado explicaba lo que preveía la ley española ante la presente situación para, unas líneas más adelante, advertir a Nixon de que "en la práctica, los deseos de Franco son incorporados sin la menor duda en la elección de la propuesta del Consejo del Reino. Si no lo fueran, probablemente él ignoraría los procedimientos legales y simplemente nombraría a su propio hombre. Fernández Miranda será considerado automáticamente el sustituto probable de Carrero. Sus credenciales conservadoras y su filosofía política hacen de él un candidato seguro y su nombramiento el último junio como viceprimer ministro es una clara indicación de que cuenta con el favor de Franco". Kissinger escribió una fra-se para situar políticamente a Torcuato Fernández Miranda, a la sazón presidente del Gobierno en funciones. La frase, que se borraría del texto definitivo, es la siguiente: "Fernández Miranda es también el Secretario General del Movimiento Nacional, una organización paraguas que Franco utiliza para dar cabida a toda la presión política legal en España".

Luego escribió: "Si el incidente de hoy diera como resultado una actividad terrorista generalizada, Franco podría inclinarse por mirar hacia los militares en busca del siguiente Primer Ministro. En estas circunstancias, el general Díaz Alegría, el actual jefe del Estado Mayor, sería un candidato posible. Él es el favorito entre los militares y cuenta además con una apariencia paneuropea.

No obstante, también tiene fama de ser partidario de una apertura gradual hacia una sociedad más libre después de la partida de franco, un factor que le convirtiera en demasiado moderado a los ojos de Franco", matizó Kissinger, que decidió suprimir del párrafo el adverbio también.Finalmente, el secretario de Estado transmitió a Nixon sus dudas de que Franco pudiera encontrar otro personaje tan próximo a él como Carrero. "La decisión de Franco de entregarle parte de su poder (a Carrero) fue importante debido a que era la primera vez que delegaba parte de su autoridad desde que asumió el control de España en 1936. Franco tendrá dificultades para encontrar a otra persona en la que pueda depositar tanta confianza".

Seguramente Henry Kissinger debió sentirse impresionado con la espectacular forma de morir del personaje con el que había estado hablando menos de 24 horas antes, aunque sus comunicaciones con Washington no dejan distinguir ningún sentimiento o emoción. El encuentro entre el secretario de Estado americano y el presidente del gobierno español, del que procede la última foto con vida de Carrero Blanco, tuvo lugar la víspera del crimen, a la diez y media de la mañana, en el despacho de Castellana. La conversación, transcrita en su integridad y calificada de secreto/ sensible muestra a un secretario de Estado muy interesado en hablar del problema de Oriente Medio y a un Carrero obsesionado con el comunismo. El contenido del diálogo quedó marcado desde el comienzo. Carrero le dio "las gracias por su visita y por la oportunidad de conocerle personalmente" y le felicitó por "todo lo que está haciendo por la paz del mundo". Kissinger agradeció sus palabras y "la cálida recepción que hemos recibido en España", y el español le preguntó de sopetón sobre las posibilidades de una paz de una forma definitiva.

"Si podemos lograr que comience la conferencia de paz, entonces hay una gran posibilidad de progreso. Seguimos obteniendo informes de que los sirios pueden empezar la guerra de nuevo. Eso sería terrible...", respondió Kissinger. Y Carrero volvió a su eterno discurso: "Si le hablo con toda sinceridad, creo que el factor más peligroso en todo esto es el comunismo. Los rusos son los que más están sacando de esta situación. No sé qué piensa usted, pero creo que los comunistas son iguales hoy que hace 50 años. Sus objetivos no han cambiado. Están intentando debilitar a los países no comunistas para su propio beneficio...".

Ambos políticos evaluaron "la debilidad europea", el provecho que "los rusos obtienen del conflicto de Oriente Medio" y la conveniencia o no de invadir "algún pequeño país" árabe. "Es una situación increíble. Si algún pequeño país hubiera intentado en el siglo XIX hacer lo que los árabes están haciendo, habría sido ocupado" dijo Kissinger que añadió: "por cierto espero que no envíe un informe de esta conversación a sus cargos. Nosotros no lo haremos".

Unas horas después ETA mataba a Carrero y tres días más tarde la CIA emitía un boletín de máximo secreto en el que tranquilizaba a la Casa Blanca al informar que "la atmósfera general (española) se ha vuelto más normal después del funeral del primer ministro Carrero. La policía ha identificado a seis terroristas vascos como los asesinos y están dando los pasos para detenerlos".

Investigación: Eduardo Martín de Pozuelo Edición: Iñaki Ellakuría Documentación: C. Salmurri, F. Martínez
Mañana: España ya no quería ser diferente / 48

EL ATENTADO
El misterio de la operación Ogro
IÑAKI ELLAKURÍA - 26/08/2005

El 20 de diciembre, meses después de que Franco hubiera nombrado a Carrero como presidente del Gobierno, ETA atentaba en pleno Madrid acabando con la vida del militar. A los pocos días, la policía identificaba a varios miembros del comando Txikia, presuntos autores del atentado. Entre ellos, Javier María Larrateguí Atxulo, José Miguel Argala (asesinado en diciembre de 1978 por el Batallón Vasco Español como venganza por la muerte de Carrero), José Igancio Múgica Arregui Ezquerra, o Pedro Ignacio Pérez Wilson, también conocido como el inglés. Un año más tarde los supuestos autores del atentado, que en su mayoría se refugiaban en el País Vasco-francés, publicaron un libro, Operación Ogro, bajo el pseudónimo de Eva Forest, en el que exponían su versión de la historia. La mayoría de ellos se benefició de la amnistía de marzo de 1977.

Tras el asesinato de Carrero fueron muchos los que pusieron en duda que ETA sola hubiera podido cometer un atentado de esa magnitud. Además, las enigmáticas palabras de Franco después de la acción etarra ( "Estas cosas ocurren" y sobre todo "No hay mal que por bien no venga") colaboraron a que la rumorología sobre los verdaderos autores del atentado funcionara a todo tren. Incluso más de un analista ha señalado (sin demostrar) la posibilidad de que los servicios secretos de Estados Unidos hubieran prestado algún tipo de ayuda a los terroristas. En este sentido, apuntaban las buenas relaciones del PNV con la CIA o que a escasos metros del lugar de la explosión se encontrara la embajada norteamericana. - IE