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En busca del tiempo perdido. En 1951, Franco reveló a un negociador secreto enviado por Truman que temía el ataque de una Francia aliada con Rusia
EDUARDO MARTÍN DE POZUELO - 26/07/2005 - La Vanguardia

http://www.lavanguardia.es/web/20050726/51189840300.html


EL ALMIRANTE encargado de sondear a Franco en busca de acuerdos militares tuvo que oír que su oferta llegaba tarde y mal

En 1950, EE.UU. concluyó que la península Ibérica era imprescindible para la defensa de Occidente. El 15 de febrero de 1951 el presidente Harry S. Truman quedó convencido de ello y aprobó una política de acercamiento hacia la España de Franco, con la intención de instalar en territorio español bases militares "que permitirían operar en una amplia zona de Europa occidental, el norte de África y el Mediterráneo occidental, así como toda la amplia línea del océano Atlántico central y norte", tal como expuso secretamente el Estado Mayor Conjunto de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN).

Pero el asunto no se presentaba sencillo. Por un lado, el franquismo no era presentable en Europa occidental y, por otro, EE. UU. tenía que comprobar antes qué pretendía Franco. El 12 y 13 de febrero, el Departamento de Estado avisó a británicos y franceses de la intención de llevar a cabo conversaciones de sondeo con Franco para evaluar lo que España podría desear y sería capaz de contribuir a la defensa común. Los británicos se opusieron de plano; los franceses, también. Aun así, el 14 de marzo el embajador estadounidense en Madrid, Griffis, tuvo una charla informal con Franco en la que el dictador le comunicó que Norteamérica podría utilizar instalaciones españolas con la condición de que se usaran conjuntamente y que revirtieran a España al finalizar cualquier hostilidad. Pese a la reiterada oposición del Reino Unido y de Francia, el 11 de julio de 1951 Truman ordenó al almirante Sherman, jefe del operativo naval de Estados Unidos, sondear al Caudillo. Lo hizo el 16 de julio de 1951, en Madrid. Aquel día Franco espetó a los norteamericanos que habían perdido un tiempo precioso.

Sólo cuatro personas estuvieron presentes en la reunión exploratoria que, vista ahora, marcaría el futuro de España: Franco, el marqués de Prats, el embajador Griffis y el almirante Sherman, que redactó para Truman la memoria de esta histórica conversación que se guardó con el sello de máximo secreto.

Griffis hizo las presentaciones. "A continuación - escribió Sherman- informé al general Franco, a través del marqués de Prat, que actuaba como intérprete, que el presidente había autorizado que yo viniera a Madrid como representante del Departamento de Defensa y del Estado Mayor de EE. UU. Indiqué que le habíamos dado una extensa y cuidadosa atención a los problemas estratégicos involucrados en la defensa del mundo occidental y entonces comenté brevemente sobre la importancia estratégica de España en relación con la defensa de Europa occidental. Mis comentarios incluyeron referencias a su importancia en las comunicaciones aéreas hacia y desde Europa occidental, y su posición dominante en las comunicaciones aéreas y navales del Mediterráneo".

Sherman resumió para Franco una versión suavizada de los problemas militares a los que se enfrentarían en el caso de hostilidades y comentó brevemente el problema del despliegue de fuerzas aéreas y navales en apoyo de la defensa de Europa occidental. Luego anunció, con prudencia, las necesidades estadounidenses: "Señalé entonces las medidas que parecen necesarias llevar a cabo en la situación actual. Éstas incluyen pri-vilegios de tránsito y de operativa aérea en España, en el Marruecos español y en Canarias. También señalé nuestra necesidad para fondear en las aguas territoriales españolas en las mismas áreas, así como en las Baleares, e indiqué nuestra concepción de las operaciones antisubmarinas y de las operaciones de portaaviones en el Mediterráneo".

Sherman comentó a Franco que EE. UU. preveía iniciar con él cierta cooperación militar que incluyera el estudio de instalaciones, intercambio de información, consultas relacionadas con los planes de defensa de España y consejos técnicos sobre la cuestión del suministro y la logística militar. Pero lo que el mensajero de Truman no le dijo es que la Casa Blanca consideraba a España imprescindible para sus intereses defensivos: el último bastión contra una supuesta invasión comunista de Europa.

A modo de respuesta inicial, Franco mencionó a Sherman que estaba de "acuerdo en principio" con su planteamientos y, sin solución de continuidad, expuso los pasos que había tenido que dar en solitario "desde 1945 para preparar a España para enfrentarse a la amenaza contra Europa occidental". "Franco subrayó - expuso el almirante en su informe secreto para la Casa Blanca- que había hecho todo lo posible con los medios disponibles a su alcance para formar a su personal y que consideraba que las fuerzas activas y las de reserva estaban básicamente bien entrenadas, aunque faltas de equipo", hecho que le preocupaba mucho y que hizo saber al militar norteamericano.

Es evidente que Franco esperaba desde hacía tiempo la visita norteamericana, pues, de lo contrario, no se entendería que, tras exponer a Sherman su versión de un trabajo en solitario para la defensa de Occidente, se atreviera a decirle a un enviado del presidente de EE. UU. que llegaba tarde y mal. El almirante redactó diplomáticamente el episodio: "Franco enfatizó que se había perdido un tiempo precioso y que ya era bastante tarde para comenzar a preparar a España para que participara con efectividad en el enfrentamiento contra un probable agresor".

Y tras exponer su malestar por la tardanza, el dictador puso sobre el tapete el temor que le inspiraban los franceses, matizando que se refería a los ciudadanos galos y a sus políticos y no al ejército del país vecino. Sherman dejó escrita la opinión vertida por Franco: "No lucharán contra los rusos, sino que, en el caso de que los rusos ocuparan el resto de Europa, los franceses se prepararán, bajo un nuevo gobierno, para luchar contra España". La idea del pueblo francés aliado a los rusos y enemigo de España preocupaba tanto al jefe del Estado español que la repitió varias veces. En este punto Franco fue muy reiterativo y cada vez "hizo una cuidadosa distinción entre el gobierno francés y el ejército francés". Por el contrario, cuando opinó de EE. UU. se deshizo en alabanzas y "habló de los éxitos del general Eisenhower en términos altamente elogiosos".

Finalmente, Franco aceptó que los requisitos norteamericanos podrían ser satisfechos a cambio de asistencia económica y militar. Como resultado de ello, el 22 de agosto Truman envió al general de división Spry y un equipo técnico para estudiar las instalaciones militares españolas. Británicos y franceses ya habían sido informados.

Investigación: Eduardo Martín de Pozuelo
Edición: Iñaki Ellakuría
Documentación: C. Salmurri, F. Martínez
Mañana: "Sólo se puede negociar con Franco" / 18