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El papel del contrapoder en la derrota del PP
José Mª Pedreño - 17 de marzo del 2004

http://www.rebelion.org/spain/040317ped.htm


Algo que se ha escapado a la clase política, a los analistas, periodistas, etc...del sistema es la importancia que el motín de carácter pacífico que se desató, en las calles de las principales ciudades españolas, la tarde y noche del sábado 13 de marzo, tuvo para materializar la derrota del PP. Es la primera vez que, en 29 años de monarquía parlamentaria, la sociedad civil participa activamente en la derrota de un gobierno, con su presencia en la calle. Ninguna formación política ha valorado la intervención de los nuevos movimientos sociales y el papel de la juventud radical en la batalla nocturna por la verdad y la paz que se desarrolló esa tarde- noche del sábado de reflexión.

Las políticas autoritarias del PP, rayando con el fascismo más descarado, y la criminalización y persecución desatada contra todos los colectivos alternativos del estado, le granjeó un enemigo que cada vez es más poderoso y que cada vez, también, está más organizado y cohesionado. Existe un contrapoder en construcción que aún no tiene expresión política propia y al que todavía falta cohesión, pero que es capaz de auto-convocarse a través de los teléfonos móviles y por Internet. Estos colectivos estaban esperando el momento de quitarse de encima la ignominiosa losa del fascismo puro y duro que suponía el gobierno del Partido Popular. La nefasta manipulación mediática que el gobierno practicó, utilizando la sangre popular derramada en Atocha, para conseguir su victoria en la urnas, fue la gota que colmó el vaso para que este contrapoder, indignado, pasara factura al PP por ocho años de persecución constante y decidiese acabar con la imparable ascensión del fascismo que represen taban sus políticas.

Porque lo que había en Madrid el sábado por la noche eran decenas de miles de jóvenes radicales, sin partido, de decenas de colectivos, más o menos organizados, pero sobre todo muy concienciados contra el sistema y, también, concienciados de que echar al PP del gobierno suponía un avance. Eran los mismos que llevan años dando la batalla contra la guerra, contra los contratos basura, los que, sin estar afiliados a ningún sindicato, formaron en primera línea en los piquetes de la huelga del 20 de junio del 2002. Eran los que fueron a limpiar de chapapote las playas gallegas y se manifestaron con el lema de "Nunca Mais". Los que dieron la batalla en las noches de Madrid cuando comenzó la guerra de Iraq. Los que se citan en los conciertos de rock radical con el vaso de "calimocho" en la mano, ejecutando un ritual propio de su generación que resume toda una estética propia: la estética de la resistencia en el siglo XXI. Son los que no votan nunca porque no tienen expresión política propia. Y decimos que no tienen expresión política propia, porque ninguna de las formaciones que se presentan a los comicios electorales representa realmente sus intereses y deseos. Estos jóvenes radicales están contra el sistema y las formaciones políticas que se presentan en las elecciones son todas pro-sistema. Algunos veteranos militantes estábamos con ellos, orgullosos de encontrarnos a su lado, como uno más, entre esos jóvenes que habían dejado esa noche su botellón sabatino para lucha contra la mentira y la injusticia. Porque esa noche no sólo representaba la posibilidad de derrotar a quienes llevaban ocho años mintiéndonos y persiguiéndonos, destrozando los pocos derechos que disfrutamos y destruyendo el mundo; esa noche representó algo más: esos movimientos se transformaron en un movimiento único que tomó conciencia de su propia fuerza y los que estábamos con ellos así pudimos sentirlo.

Estos jóvenes, que no votaban nunca, decidieron, en esta ocasión, poner en evidencia, con su protesta pacífica, la gran mentira que se había tejido alrededor de los atentados del 11 de marzo y, al mismo tiempo, refrescar la memoria a toda la sociedad respecto a las políticas neofascistas del PP. Y lo consiguieron. ¡Vaya si lo consiguieron!

Mostrando sus manos abiertas para mostrar sus intenciones pacíficas, con pancartas caseras que hablaban de paz, tomaron las calles de Madrid. Hubo un momento frente a la sede del PP, en la calle Génova, en que algunos no pudimos evitar que alguna lágrima de emoción asomase en nuestras mejillas. Todos ellos, al unísono, comenzaron a lanzar un grito que define el espíritu de resistencia de Madrid cuando lucha contra el fascismo. ¡No pasarán! ¡No pasarán! -gritaron en la noche madrileña- Y no han pasado...

Si tenemos que realizar un análisis de lo sucedido en esta carrera electoral del 14-M, tenemos que tener en cuenta numerosos elementos más, aunque algunos pensamos que el papel jugado por los jóvenes radicales españoles, con su protesta pacífica, ha sido uno de los determinantes en el resultado electoral. Si las fuerzas políticas de izquierda que han obtenido representación parlamentaria no son capaces de comprender esto, se pondrán en el punto de mira de este contrapoder que, día a día, se está construyendo sobre bases cada vez más sólidas. El propio PSOE debe asumir muchas de las posiciones de estos movimientos sociales si quiere mantenerse en el poder sin problemas. En esa misma noche, muchos de esos jóvenes, eran conscientes de que en un futuro cercano la calle de las protestas podía llegar a ser Ferraz, en vez de Génova, si Zapatero no cumplía con sus compromisos.

Estos jóvenes son antimilitaristas, no les gusta la monarquía, no quieren jerarquías, aspiran a la democracia directa y participativa, están contra las grandes empresas, odian a la banca, no creen en las instituciones del estado burgués, practican la solidaridad directa, se hermanan con los inmigrantes y son los nuevos parias con sus contratos precarios, dependen de la familia para poder tener un techo sobre su cabeza, se independizan ocupando algún viejo edificio o se hipotecan para toda la vida. Sus lecturas pasan por los comics alternativos y las páginas electrónicas de "Rebelión", "Nodo50", "Kaosenlared", etc... se comunican por teléfono móvil y por correo electrónico. Se citan en centros y bares alternativos. Son impermeables a los largos discursos de cabezas eruditas que piensan que lo saben todo sin entender que, desde que existe Internet, cualquiera de estos muchachos está tan (o más) informado que cualquier dirigente de la vieja izquierda. Y no les gustan que les digamos lo que tienen que hacer. Tiene uno que convivir con ellos para entenderles, escucharles mucho, abrirse con ilusión a sus iniciativas.

El voto útil de la izquierda no se fue al PSOE como consecuencia del buen hacer de sus técnicos, ni del mal hacer del PP. El voto útil de la izquierda se fue al PSOE porque el pueblo se concienció de que había que parar al PP gracias, en gran parte, al motín pacífico de estos jóvenes y porque IU, con su empecinamiento por ser una fuerza política defensora de la Constitución del 78, de la democracia parlamentaria representativa, del posibilismo estéril, alejada de la realidad social, mendigando alianzas a lo largo de toda la campaña, se ha transformado en un PSOE en miniatura. Por eso ha terminado situándose en un callejón sin salida. El electorado, al tener que elegir entre el "café y la achicoria", entre lo auténtico y lo sucedáneo, entre la socialdemocracia neoliberal de la tercera vía del PSOE y la indefinición ideológica de IU, ha decidido elegir y ha elegido -aún sabiendo lo que significa- lo auténtico: el PSOE. Si IU se hubiese preocupado por ser la expresión política y el crisol organizativo de estos movimientos sociales -que ya no son emergentes, sino que se han consolidando a lo largo de las luchas que se han desarrollado los últimos años-, no hubiera necesitado preocuparse tanto por los votos, ni hubiera tenido que emplear tantos recursos económicos en la campaña. Esos recursos, puestos al servicio de la construcción de contrapoder hubieran sido más efectivos que cualquier campaña electoral planificada mediante las modernas técnicas de marketing.

IU se ha transformado en una fuerza política sin contenidos ideológicos claros, que no satisface las aspiraciones de este contrapoder, no es su expresión, aunque, en apariencia, comparta algunos valores con él. IU ha dejado de ser el instrumento de transformación social al que inicialmente aspiraba: el movimiento político social asambleario y plural de la izquierda transformadora española. La actual dirección de IU desconoce lo que son los nuevos movimientos sociales, se ha lanzado a la caza de votos en el mismo lugar donde los caza el resto de los partidos del sistema. Ha moderado su discurso buscando un centro ocupado por otras opciones políticas. Se adapta a las estadísticas en lugar de intentar cambiarlas. En vez de asesorarse por los compañeros que trabajan en la base de estos movimientos, prefiere rodearse de técnicos, desprovistos de ninguna clase de sentido ideológico, totalmente desconocedores de muchas de las realidades de las que hablan en un programa improvisado, criticable y criticado, cambiado numerosas veces a lo largo de toda la campaña, incapaz de definir ninguna clase de política, no solamente de izquierdas, sino creible.

Es lógico no coincidir, por tanto, con el análisis realizado por Gaspar Llamazares tras las elecciones. No se han perdido sólo cien mil votos -tal como expresan las cifras-, se han perdido cientos de miles de votos que se han ido al PSOE, como voto útil para acabar con el fascismo del PP, pero al final, la pérdida sólo ha sido de cien mil votos. ¿Cómo ha sido posible ésto? La salvación de la debacle total ha llegado gracias a los votos de estas decenas de miles de jóvenes que antes no votaban y que saben que el PSOE está más cerca del sistema que IU y, por tanto, han preferido votar lo que para ellos era el mal menor de IU. Si estos jóvenes no hubieran decidido votar, IU hubiera desaparecido totalmente como fuerza parlamentaria. Son demasiados, y de tal calibre, los errores cometidos por los dirigentes de IU que deben pagar con su dimisión inmediata. Han dejado a a la organización sin salida, la han transformado en una enfermo agonizante sin cura posible. Los cinco diputados obtenidos sólo servirán para alargar su lenta agonía.

Respecto al PCE, aunque el panorama no es mucho más halagüeño, su tradición de lucha y los cuadros que aún trabajan en los distintos movimientos sociales la hacen, todavía, una organización suficientemente solvente como para crear el aglutinante y crisol de los movimientos sociales antisistema y referente de esta juventud dispuesta a cambiar el mundo.

EL PCE se debe a ese contrapoder, su misión es dotarlo de contenidos ideológicos, volcarse en su construcción, en su extensión, en su coordinación y en su vertebración. Debe impulsar la constitución de un movimiento de base, que refleje claros contenidos de clase, republicano, laico, antisistema, basado en relaciones horizontales, plural en sus formas organizativas, con clara aspiración a conquistar el poder del estado (que no es lo mismo que gobernar). Un movimiento que no necesite de grandes campañas publicitarias para la obtención de votos, al estar asentado sobre una fuerte base social. En definitiva, la organización de la izquierda española del siglo XXI, el movimiento que necesitan las clases subalternas españolas. Un instrumento de esas características, basado en esas relaciones horizontales debería llamarse "Movimiento 14 de abril" y organizarse a través de todos los espacios de libertad que, a lo largo y ancho del estado, se van construyendo.

Los jóvenes son todavía rebeldes, el día 13 de marzo tomaron conciencia de su propia fuerza, si se les aporta ideología al mismo tiempo que se asumen sus aspiraciones, se les habrá dotado de un marco organizativo y dejarán de ser rebeldes para empezar a ser revolucionarios.