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Alicante. Buscan fosas comunes con miles de víctimas de la Guerra Civil
laverdad.es - 4 de octubre de 2004




La asociación Archivo, Guerra y Exilio quiere rescatar la memoria de los represaliados por el franquismo «Parte de España ignora lo que pasó, está muda; hasta en los libros de texto se pretende ocultar la Historia»

ANTONIO LÓPEZ/ALICANTE

Cientos de víctimas, represaliadas por la dictadura franquista, permanecen en anónimas fosas comunes repartidas por campos, caminos y cunetas de la provincia de Alicante, todavía ignoradas.

Quizá sean miles. Nadie lo sabe con exactitud. Peor aún: nadie parece interesado en descubrir cuántas son, ni dónde están enterradas. Nadie salvo la delegación alicantina de la Asociación Archivo, Guerra y Exilio (AGE), un grupo de guerrilleros capitaneados en la provincia por Julián Antonio Ramírez, exiliado, ex combatiente en la Resistencia francesa contra los nazis y locutor de Radio París en sus emisiones para España durante el franquismo. Ahora, su pacífica pero voluntariosa guerra no es otra que «rescatar la memoria histórica de todos los represaliados por el franquismo».

Son un grupo de hombres luchadores, ya de avanzada edad, ahora empeñados en remover cielo y tierra para sacar a la luz todo lo sucedido durante la Guerra Civil, también en la Dictadura, «y lo primero es que todo el mundo pueda conocer y consultar el Archivo de Salamanca que posee el Ejército español, pues esa tarea no puede realizarse en una base militar. Hay que rescatar los lapsus históricos para que los jóvenes de hoy y del futuro puedan conocerse a sí mismos», explica Julián, que estuvo condenado a muerte al igual que otro guerrillero republicano, su amigo Paco Martínez López, alias El Quico.

Pedagogía

Ambos tienen hoy en Alicante su reivindicativo campo de acción. Junto a una ímproba tarea investigadora han iniciado otra, no menos ardua, de carácter pedagógico. «Damos charlas por los institutos de la provincia, para que nuestros jóvenes conozcan la realidad de lo sucedido. Sin rencor, sin odio, sólo con la verdad por delante, persiguiendo la dignidad y justicia que las víctimas del franquismo no tuvieron. Ya hemos estado en Alicante, Elda, Muchamiel, Alcoi, Ibi....».

Al mismo tiempo, instan a estamentos oficiales, recorren pueblos y ciudades, visitan archivos municipales, llaman a cualquier puerta pidiendo ayuda, recabando testimonios de los más viejos del lugar «para conocer lo que pasó en los pueblos, en los caminos y en las ciudades. Sabemos que hubo muchos fusilamientos y que hay infinidad de fosas sin descubrir en cunetas, tumbas anónimas con restos ignorados que intentamos descubrir y recuperar». No se conoce con exactitud cuántos fueron represaliados hasta la muerte en la provincia de Alicante, «pero seguro que hablamos de muchos cientos de mujeres y hombres, jóvenes y mayores», afirman Julián y Paco.

Su labor, idéntica a la de muchos otros camaradas del resto del país, consiste en devolver la identidad a quienes fueron asesinados y desaparecieron por soñar un mundo más justo. El suyo es un peculiar homenaje «a los miles de hombres que, tras veinticinco años de democracia, aún permanecen enterrados, anónimos, en montes y cunetas. «Fueron injustamente asesinados y se merecen un reconocimiento público de la sociedad española, alicantina, pues con su vida escribieron el abecé de nuestras libertades actuales».

Esta tarea ya ha dado sus frutos en algunos puntos del país (hay casi mil fosas localizadas pero sólo se han recuperado algo más de cien cuerpos (de un total estimado de 30.000 desaparecidos) «y nuestro deseo es que salgan a la luz también todas las tumbas que debe haber esparcidas por la provincia de Alicante; pero para ello necesitamos mucha colaboración de todos, autoridades y ciudadanos», explican Paco y Julián.

Hasta ahora, la falta de medios y también un extraño pero profundo silencio que se extiende por pueblos y aldeas está dificultando su empeño. «Nadie quiere hablar de lo sucedido. Es como si aún tuviesen el miedo metido en el cuerpo, como si temieran represalias de algo o de alguien. No se fían y, por tanto, no hablan. Y menos con extraños». Sólo los jóvenes, la tercera generación de quienes protagonizaron la Guerra Civil, parecen dispuestos a colaborar:«Algunos recaban de sus abuelos recuerdos y testimonios de lo que vivieron en aquellos tristes años».

Exhumaciones

Al mismo tiempo, la AGE alicantina hace suyo el objetivo de la asociación nacional a la que pertenecen; saben que hace 65 años la Dictadura costeó la exhumación y traslado de cadáveres del bando franquista. Una orden gubernamental de mayo de 1940 hablaba de «las justas aspiraciones de los familiares de quienes gloriosamente cayeron por Dios y por España, víctimas de la barbarie roja y con deudos asesinados por la horda marxista».

Hoy, ellos, «sin afán de revancha», piden que el Estado español también se haga cargo de los gastos de exhumación de los que perdieron la vida en el bando republicano, «pues lo creemos justo y se saldaría así una deuda histórica con ellos, vencidos y olvidados».

AGE también defiende la situación de los llamados niños de la Guerra, «muchos de los cuales viven aún en Chile o en Rusia y que se van muriendo sin que se les hayan reconocido sus derechos», y sobre todo el drama de los guerrilleros supervivientes que, como ellos mismos, aún padecen en vida la marginación, la injusticia y el olvido oficial. «Los guerrilleros vivos somos los más penalizados, al no reconocerse nuestros derechos como ex combatientes. Y las viudas y huérfanos de nuestros camaradas que murieron tampoco tienen derecho a pensión alguna». En la actualidad viven en la provincia de Alicante alrededor de sesenta familias de ex combatientes que no cobran pensión militar alguna, pese a que su rango oficial les fue reconocido por el Congreso de los Diputados durante la Transición.

Otra asociación, la de Recuperación de la Memoria Histórica (ARMH), que exhuma fosas desde el 2001, ha descubierto cuerpos de republicanos enterrados en el Valle de los Caídos, a pocos metros de Franco. Allí, el Registro de Entrada del 23 de marzo de 1959 indica que en el Columbario 198, cripta derecha de la Capilla del Sepulcro, ingresan cajas con restos de 16 alicantinos, republicanos sacados de sus tumbas desconocidas y apilados en un monumento construido con mano de obra esclava de miles de presos que combatieron a Franco.

LA FOSA COMÚN ALICANTINA

Situación: muy cerca de la estación de Albatera, a pocos metros de las vías del ferrocarril.

Contenido: se ignora, tal vez decenas de cuerpos; en fosas similares de la provincia, aún sin hallar, se cree que habrá varios cientos.

Monumento: hay dos vigas de acero con cadenas enrolladas, colocadas por la CNT y AIT en el año 1995, junto al siguiente texto: «En recuerdo de todos los seres humanos que sufrieron y murieron por un mundo más justo y más libre. Campo de Albatera. Mayo 1939-1995».

Recuerdo: periódicamente aparecen en el lugar ramos de fores y velas encendidas, sin que nadie sepa quién o quienes las colocan .

El campo: cientos de metros camino adelante se llega a donde suponen estaba el campo de concentración de Albatera (hoy en el término municipal de San Isidro), ubicado en lo que es un palmeral. Estuvo abierto desde abril hasta septiembre del año 1930. Según AGE, Franco ordenó que se desmantelara por completo para que no quedase resto alguno ni pruebas físicas o documentales.

Hallazgos: varios agricultores aseguran haber encontrado restos óseos al cavar en fincas de la zona.


En el campo de de Albatera cabían 800 presos y metieron a 20.000

A. L./ALBATERA

Guiados por varios miembros de AGE, entre ellos un vecino de Albatera, La Verdad ha logrado redescubrir el campo de concentración de Albatera, situado hoy en el término de San isidro.

Es el único de la provincia del que existe documentación (hay croquis y dibujos en el Archivo Municipal) aunque se ignoran sus dimensiones y características. Situado junto al ferrocarril, la superficie es hoy un extenso palmeral y sólo queda en pie una edificación, «antiguo puesto de vigilancia, reconvertido en caseta de aperos de labranza», explica un joven vecino del lugar, Javier Campos, miembro de AGE.

«Nadie en el pueblo te habla de lo que pasó en ese campo, que en realidad eran dos, el chico y el grande, y en Albatera muy pocos saben de su existencia. Mi abuelo fue capitán republicano, estuvo en él y hay testimonios recogidos de que era como Austwichtz, no sabemos si por sus dimensiones o por lo que le hacían a los presos. Allí estaban hacinados y para comer les daban una lata de sardinas y un trozo de pan para cuatro personas. Todos estaban numerados y a quien intentaba fugarse lo fusilaban, junto con el número anterior y el posterior a él. También solían empalar, colocando al preso entre dos maderos, de pie, sin darle de comer, o le aplicaban la parrilla: noventa días al sol sin probar bocado».

Hoy día no es difícil imaginar la imagen de los detenidos bajando del tren, que aún pasa por el mismo lugar, recorriendo un corto trecho hasta ingresar en un recinto donde sufrían todo tipo de calamidades y enfermedades, además de torturas, hambre y sed. «En realidad era un antiguo campo de trabajo de la República, que albergaba a presos comunes. La Dictadura lo reconvirtió en campo de concentración y donde cabían sólo 800 personas llegó a haber hasta veinte mil», según AGE.

Hoy, dos vigas de acero con unas cadenas recuerdan la única fosa común hallada en la provincia, a tiro de piedra del campo. Forma parte de la Senda del Poeta en recuerdo a Miguel Hernández «y con frecuencia parecen haber ramos flores y velas pero no se sabe quien las pone. En este pueblo todavía hay mucha gente que tiene miedo».


«Nadie te cuenta lo que sucedió»

A. L./ALBATERA
Javier Campos, vecino de Albatera y miembro de AGE, intenta hallar algo de luz histórica en su propio pueblo.

- ¿La gente os cuenta cosas de aquellos años?

- Hay mucho miedo todavía. Sólo la tercera generación de la Guerra Civil, los jóvenes de hoy, parecen dispuestos a recabar datos y preguntar a sus abuelos. Cuando lo de Tejero, en Albatera se hicieron listas de vecinos para ir a detenerlos.

- ¿Y el campo de concentración?

- Tampoco de eso habla nadie. Pocos albaterenses saben que hubo algo así en el pueblo. Mi abuelo sí estuvo en él y contaba cosas. Había gente de todo el país, morían fusilados, de tifus e incluso venían de otras provincias para llevárselos y al salir los mataban.


«Con diez años ya colaboraba con la guerrilla»

A. L./ALICANTE

Pese a la democracia y con 79 años, Paco Martínez 'Quico' continúa su lucha, ahora sin armas, por sus camaradas.

- Para Franco éramos bandoleros, no guerrilleros. Pero ahora tampoco nos hacen demasiado caso. Nos olvidan.

- ¿Y no queda nada escrito?

- Quieren que no hayamos existido. En el Archivo de la Guerra, en Salamanca, hay sacas de documentos de aquella época que se están pudriendo.

- ¿A qué edad se fue a luchar con la guerrilla?

- Con 10 años ya colaboraba con ella en tareas de apoyo, porque un niño era muy eficaz trabajando de forma clandestina. Me descubrieron cuando tenía 20 años, así que escapé y me puse a luchar de verdad.

- ¿Nunca le capturaron?

- Estuve condenado a muerte pero pude huir a Francia y luego querían mandarme a Indochina; eso me evitó ir a un campo de concentración porque me metieron durante tres meses en los calabozos de la Legión Extranjera y así pude salvar la vida. Luego logré el estatus de preso político y el Gobierno me dejó salir.

- ¿Se sabe cuántas fosas comunes puede haber en Alicante?

- Eso es muy difícil de averiguar, es algo muy oscuro porque muchas de ellas se hicieron sin dejar datos sobre su ubicación ni testimonios de nadie. En todo el país hay unos 30.000 enterrados anónimamente y en la provincia de Alicante pueden ser muchos cientos. Si nadie habla jamás podremos hallarlas.

- ¿Dónde esá la dificultad?

- En el temor de los mayores a hablar. En León, hay una fosa común donde estuvieron dejando flores frescas durante cincuenta años. Nadie sabía quién lo hacía, hasta que se abrió la fosa. Entonces, esa persona sí se decidió a identificarse y a hablar sin demasiado temor.


«Me condenaron a muerte por leer poemas de Lorca»

A. L./ALICANTE

Julián preside la delegación alicantina de AGE. Exiliado desde 1939 hasta la muerte de Franco, posee la Medalla de Oro de la Guerra 1939-1945. Evitó una condena a muerte de la que, aún hoy, ignora más datos.

- ¿Quién y cómo le comunicó la sentencia?

- Nadie. Dijeron que habían oído mi nombre en una lista de gente que dio Radio Bilbao. El motivo era que yo había leído poemas de García Lorca en un acto de la Federación Universitaria Escolar (FUE). Era cierto pero no creo que eso fuese motivo suficiente, así que quiero ver si hay algo más en el Archivo de la Guerra.

- ¿Cómo fue su participación en el conflicto?

- Que quede claro que yo no hice la guerra: a mí me la hicieron. Entré en el exilio al caer Barcelona y me hice guerrillero en la Resistencia francesa. Hasta allí llevé en dos camiones al llamado Batallón de Talentos del Ejército del Ebro formado por escritores, poetas, intelectuales y artistas. Yo era el responsable logístico del batallón.

- ¿Y a qué se dedicaba en París?

- Estuve 25 años en Radio París y llegué a redactor jefe de los informativos en español. Dábamos noticias que no se conocían aquí, pero solían estar sujetas a coacción cuando el Gobierno de Franco se quejaba al galo. A mí me suspendieron cuatro veces, pero me reincorporaba enseguida. Quien quería saber qué pasaba en España oía nuestra emisora o la BBC.

- ¿Cuando regresó a España?

-Curiosamente, mi primer viaje acá fue como periodista acompañando a un ministro francés que iba a visitar a Franco. Desde un rincón vi al dictador. Al acabar la entrevista, el ministro francés con el que íbamos nos llevó a la Embajada, se aseguró de que no le grabaríamos y dijo una frase histórica: «Ese hombre está hecho una mierda».