Tiempos
de Elecciones.
La Revista llamada "Zurda",
vinculada a un nuevo grupo del Frente Amplio, hizo un reportaje a FAU en
momentos de elecciones. La pregunta es la del título. Nuestra Organización dio su
opinión sobre el tema. La Revista publicó integramente las consideraciones
realizadas. Va a continuación el texto correspondiente.
¿Por qué no votan los anarquistas?
Nos hacen esta pregunta una vez más.
Una pregunta que obviamente no tiene una respuesta simple. Es equivalente a
preguntar: ¿Como concibe el anarquismo el accionar político? ¿Considera el
anarquismo que hay un nivel político específico y que en él se debe actuar?
¿Las practicas políticas no son todas de un mismo orden, no tienen algo común que
las constituye y les da perfil inconfundible? ¿Las elecciones no son parte
substancial de toda práctica política?
Está la categoría política constituida sobre bases tan fluidas (muchas de ellas
polémicas) que esta lista de preguntas, que corresponden a una misma
constelación, podrían ampliarse bastante más.
Nos importa precisar, antes que nada, que sería un atrevimiento de nuestra
parte hablar en nombre del anarquismo. El anarquismo es una ideología, una
doctrina, con muchos matices. Nosotros respondemos como FAU, como una
organización política anarquista que tiene ya 43 años de existencia y una
trayectoria en la que ha hecho, con consecuencia, lo que ha podido en función
de su proyecto.
El anarquismo no es un dogma, nunca se planteó que tenía la verdad revelada en
sus manos, en consecuencia ha operado siempre a la vez que en el campo de lo
social en una labor crítica y reflexiva. Mucho de esa actitud está en FAU.
Pensamos, obviamente, que los contextos históricos ofrecen variantes
constantemente, y por momentos de gran trascendencia. Que lo que podemos llamar
etapas del capitalismo tienen cosas que le son específicas. Lo específico es
cuestión de primordial importancia para analizar ya sea, tanto el tema que
estamos tratando, como una formación social, como un periodo perteneciente a
una misma estructura de dominación del sistema capitalista. Pero no creemos que
lo específico anule lo general. Es cierto, en el curso del siglo que está por
fenecer, se montaron teorías, se establecieron paradigmas, que nos hablaban con
certezas científicas, de totalidades casi incuestionables. Hoy muchos de estos
fundamentos teóricos, de estos paradigmas, de estos epistemes, están altamente
cuestionados y algunos rodaron por el suelo.
Pero hubo mucha cosa positiva que produjeron las luchas y el pensamiento
socialista. Y también, por que no decirlo, mucha investigación independiente
acerca de temas particulares que abrieron campos de reflexión y aportaron
nuevos elementos para nuevos discursos.
Dentro de lo producido por el pensamiento socialista, con buena corroboración
por parte de experiencias sociales, están los mecanismos que hacen a la
reproducción del sistema vigente. Mecanismos básicos que aún en contextos
sociales altamente diferenciados operan de manera semejante. Son ese básico
conjunto de "piezas" relacionadas, articuladas, que habilitan unas
cosas e impiden otras. Que, por ejemplo, permiten que crezca la riqueza y la
pobreza; que los distintos poderes fundamentales estén siempre en manos de una
minoría privilegiada; que los medios de comunicación tiendan a conformar
"ideales", "valores" y patrones "culturales"
reafirmadores del sistema vigente.
Hablar de elecciones es aludir a una "pieza" de una estructura de
poder que es bastante más amplia.
Sabemos que en esta época, donde el aparato ideológico del sistema da la guerra
abierta a lo solidario, a todo lo que pueda generar culturas de cooperación y
alimenta la fragmentación, la atomización, el que cada cual ande por la suya,
no resulta sencillo plantear algunas cosas.
Porque esa agresividad ideológica de los que dan por finada a la propia
ideología, la historia y otras yerbas, intenta generar la desmovilización moral
y combativa de las poblaciones con hechos históricos, tales como las
experiencias llamadas socialistas que tuvieron triste final.
Pero la verdadera alternativa socialista está ahí, no es una elaboración por
fuera de las experiencias históricas, y con sus errores y aciertos, es el
producto auténtico que comprende las ansias de justicia y libertad de los
pueblos. Sería importante comenzar a replantearse una crítica más rigurosa,
sobre aquellas cosas que han hecho naufragar la alternativa de estructurar una
sociedad sobre bases distintas a las miserables que sostienen a este sistema.
Dentro de las reflexiones -que ya muchos se hacen- está el papel que juegan las
elecciones en un sistema como el presente. ¿Tiene esto algo de participación
genuina? ¿Tiene esto algo que ver con una democracia auténtica?. Si el discurso
"moderno" que elaboramos es para insertarnos en esta estructura, para
dejar que todo siga como siempre; para tener la ilusión que estamos haciendo
política de cambio y hasta gran política, no cabe duda, que lo que tiene más
espacio, hoy por hoy, es la acción clásica. permitida y altamente deseada...
por los conocidos de siempre.
Hay cosas, no muchas, sobre el funcionamiento del sistema, su carácter
clasista, sus mecanismo de poder y reproducción, que el socialismo ha señalado,
en especial el socialismo de matriz libertaria. Esos mecanismos tienen una
dinámica perversa y sería pecar de voluntarismo e idealismo, el pretender desde
su propia potencia ponerlos patas arriba. No son omnipotentes y pueden ser
enfrentados y desestructurados, pero... no en el marco de dinámicas que lo
retroalimentan.
Todo el juego electoral cumple fines tendentes a la legitimación del sistema.
Como vida regular, alternada con alguna dictadura cuando convenga, le es vital
esta legitimación, esta ficción de participación popular, que simultáneamente
cumple el rol de expropiación de la soberanía popular. Pero esta fantasía,
ocultadora de los crudos lugares de poder, no es ingenua, es más bien exigente.
Para entrar en ella hay que desvestirse, solo se aceptan los que vienen con
ropas menores. En un documento de FAU del año 1969, decíamos: hay que ir
"buscando el visto bueno de los poderosos: FMI., capital internacional,
militares... hacer conducta, rebajar programas, criticar duramente las culturas
combativas".
Las reglas de juego de la burguesía son fuertes, son envolventes, atan con
invisible hilo de acero. Por eso tanta gente bien intencionada, es poco o nada
lo que puede hacer, y la mayoría de las veces el ambiente "les hace la
cabeza". En tal marco hay que cuidar todos los pasos que se dan; no hace
mucho un político del FA dijo que su ida al filtro había significado pérdidas
de voto. Y esa es la cosa.
Este mecanismo de democracia virtual parece irse desgastando a nivel general,
en el Uruguay más lentamente. Esa calesita infernal que cambia políticos,
partidos, constituciones; que alternan por períodos socialdemócratas,
demócratas, partidos tradicionales de cada lugar, no va dejando en pié nada
nuevo o positivo. Es hora de pensar en prácticas políticas distintas. No bastan
discursos con adornos modernos, con lenguaje al día, el asunto, parece ser, es
ir avanzando hacia prácticas y estrategias superadoras de instancias que no
hacen lugar a lo nuevo. Y menos si eso nuevo quiere cambios en profundidad.
Esos que son tan imperiosos.
Vivimos otra época, se dice a diario. Pero se repiten las mismas viejas y
fracasadas recetas. Claro que vivimos una época asombrosa en cuanto a adelantos
técnicos-cientiíficos. Ahí está la robótica, la cibernética, la genética,
haciendo maravillas. Ahí tenemos las comunicaciones al instante de forma que
parece mágica. Pero junto con todo esta maravilla, que mucho apreciamos, nos ha
llegado de la mano: más miseria de las poblaciones, más deterioro del medio
ambiente, más brutales invasiones y genocidio. Y no es casualidad.
Los anarquista de FAU hemos votado en muchos lugares e instancias: sindicatos,
cooperativas, centros populares y estudiantiles, plebiscitos populares. El
problema no es el voto ni la democracia. La cuestión es a que mecanismo
pertenece tal voto y de que democracia hablamos.
En estas circunstancias, cuando la agresión ideológica del sistema es alta,
cuando los medios de comunicación tienen cada día mayor poder de fabricar
opinión, cuando coordinarse y movilizarse se vuelve tarea difícil, cuando la
miseria de nuestras poblaciones crece, cuando el proyecto neoliberal diezma a
los pobres del mundo, cuando desde sectores de izquierda y de intelectuales los
discursos se tornan lavados y confusos, se hace imperativo contar con
orientaciones precisas y firmes. Hay una búsqueda -en la que está mucha gente-
de herramientas que permitan la unidad del pueblo para la lucha por sus
imperiosas y urgentes necesidades. En esa búsqueda queremos estar.
Repetiríamos una vez más, la cuestión no es emitir un voto cada cinco años,
sino lo que hacemos durante esos cinco años en esa pelea que debe ser de todos
los días.
Federación
Anarquista Uruguaya
(setiembre de 1999)