Editorial:

DD.HH. y acerca de la historia de los responsables.

 

Horror, trivialidad e intenciones no santas sobre la tragedia popular.

 

Se tribializan consideraciones políticas, se da información con horrorosa insensibilidad, se habla del terror criminal realizado por el Estado con casi naturalidad. Aparecen en escena, hasta teatralmente, figuras siniestras del ejército que estuvieron implicados y siendo cómplices solidarios hasta ayer, como si se dignaran hacer hoy un generoso favor social. Políticos del nuevo gobierno los homenajean y hablan de su credibilidad. Juegan una macabra a la rueda-rueda y los medios, hasta ayer silenciosos, hoy vomitan información y toda vez que pueden tratan de entreverar las cartas, sugiriendo o proponiendo perdones comunes o responsabilidades también comunes. Por momento un trágico cambalachismo pero salido de las páginas de Poe, cubren horas de televisión, y largos espacios de radio y diarios. 

Los tratados y otras medidas que aseguran la continuidad de la básica y hambreadora política neoliberal pasan por vía de los hechos a un segundo plano. Los datos militares y su propia presencia, más la pala que trata de golpear contra los huesos de nuestros queridos compañeros, prolongan su permanencia en la escena, en la atención popular.

Por vía de los hechos se desvirtúa, se minimiza, se pretende confundir, se habla con ligereza de lo que ha significado este periodo histórico. De lo que ha dejado al descubierto más que nunca a nivel de la configuración social uruguaya.

El ejército, la justicia, el estado, la economía y determinados símbolos que están unidos a todo esto, serían cosas separadas, independientes, que tienen sus errores y aciertos como cualquier hijo de vecina. En esta versión de revista de historieta todo es posible, la operación zanahoria no es una cosa horrenda, sangrienta con ejecuciones cobardes y miserables, los hornos crematorios son artesanales, casi ecológicos y la trituración de huesos una manualidad. Si los restos no aparecen hoy o mañana, aparecerán dentro de 18 meses. Tecnología de viernes 13 de un mundo subdesarrollado y nada más. Un espectáculo doloroso y nauseabundo.

Y esa malla del poder dominante que contiene sus partes específicas y bien articuladas para el funcionamiento fundamental de un sistema, para asegurar su reproducción y despliegue dentro de precisos parámetros, se esfuma al amparo de los discursos que la secuestran.

La violencia y su soporte de fuerza despiadada del sistema como por arte de magia desaparece, lo que queda es una sociedad común y un estado que es de todos. La sociedad es amorfa, es una sociedad de iguales, no tiene clases, no tiene mecanismos de opresión, no tiene poderosos y quienes han sido condenados a la miseria. Todos los dispositivos permanentes que hacen que la vida sea miserable y llena de privaciones para la gran mayoría y de disfrutes e impunidades para unos pocos es una fantasía de gente negativa y vengativa, de mala onda. En una sociedad armónica así lo que hay que cuidar es la paz social, no discrepar y hacer rezongos sociales que desestabiliza y crea tensiones, que para bien de la felicidad colectiva hay que sepultarlos.

Lo jurídico-político-militar no serían piezas que pertenecen al mismo puzzle, que casualmente se juntan con relaciones de producción y también de producción de “verdades” para disciplinar cuerpos de multitudes que hagan aceptable el ordenamiento social que les ha tocado en “suerte”. 

La política de dominación de las clases privilegiadas no sería de permanente guerra encubierta que dos por tres, peligro mediante, deja de ser camuflada para presentarse con todo su mecanismo al descubierto, con su rostro atroz y sanguinario.

En esta versión de Alicia y su país de las maravillas el ejército, ese aparato del Estado, tuvo un desliz, tuvo excesos, ¿quien no comete errores?. Ese cuerpo conformado para la muerte asesina, para la represión, para lo brutalmente violento, que se nutre de una especial micro “cultura” y “valores” que hagan eficientes y funcionales sus acciones en el momento de su operatividad, hicieron los deberes: secuestraron, torturaron, asesinaron, desaparecieron. En tal marco las atrocidades con niños, mujeres embarazadas, vuelos de la muerte, ejecuciones, cadáveres quemados son anécdotas. Pero que casualidad todo esto lo hizo en el marco de una estrategia de defensa de un orden y una “civilización” occidental y pico. Con imperio norteamericano y su Kissinger detrás, con Plan Condor y respaldo de todo un circuito de poder. Ese mismo que fue asegurando su impunidad y que trata hoy de que el costo le sea menor por el cumplimiento de la tarea encomendada. Casualmente con las dictaduras en Latinoamérica se abre paso el modelo llamado neoliberal que hemos padecido todo este tiempo y que sembró la brutal miseria por doquier a grados superiores a periodos anteriores. Otro genocidio que tiene en su haber.

Este es el ejército, esta pieza del sistema, que muchos hoy dicen que hay que regresar a la sociedad civil. Se les podría decir casi parafraseando a Troilo, si nunca se fueron y siempre estuvieron ahí, si siempre estarán volviendo. Es sólo un paso al costado en un cambio de coyuntura donde operan los otros mecanismos de sujeción, los regulares. Pero ahí queda el monstruo, siempre listo para su sanguinaria labor cuando los demonios del privilegio lo convoquen. Es sólo cuestión de lavarle un poco la cara y que quede ahí amartillado. De derecha a “izquierda” parecen decirle: “que el costo les sea menor”.

 

¡Carajo, no hay más ley que la de los de abajo!.

 

Dice profunda verdad esta canción que canta el Sabalero, sólo cambiarle por justicia lo de ley. Una apertura que quiso ser chica será finalmente grande. Los que la impusieron la ampliarán. Fue una parte del pueblo, organismos de DD.HH., familiares, militantes sociales y políticos, quien mantuvieron la llama de la esperanza de lograr verdad y justicia. Ese sentimiento estuvo todo este tiempo, bastante acorazado por el miedo, pero vivo en el sentimiento en buena parte de nuestra población. Estuvo empujando y seguirá empujando. Gran parte de eso que hoy, adecuándose a la nueva coyuntura, los medios difunden, estuve circulando por esos circuitos que producen “el saber de la gente”. Y no hay hoja a doblar rápidamente y olvido decretado que funcionen. Esto quedará para siempre como dolor pero también como enseñanza histórica de cómo es el enemigo de clase por dentro. Junto a la experiencia directa que arrojaran tantas luchas económicas y sociales con sus distintas  represiones, quedará en el imaginario popular esta otra de la bestia en toda su dimensión. La auténtica verdad y justicia para estas y tantas otras infamias la encontrará el pueblo durante un proceso de cambio en el que serán guía las ideas y sueños de esos luchadores asesinados y desaparecidos que tanto nos duelen y fortalecen.