Carlos Molina.

El Payador Libertario.

 

Una vez, siendo entrevistado para el semanario Marcha le preguntaban.

-“¿Usted nunca ha payado con el diablo?

-Sí, sí... Con el diablo he payado. No hay otro diablo que la injusticia social, no hay otro diablo que los que se entrometen y obstruyen los destinos de mi país y mi continente. Contra ese diablo he payado toda mi vida.”

Carlos Molina. ¿Trovador repentista, payador trashumante?. ¿logró lo imposible, seguir payando después de irse?. Fue tal la energía de su canto, de su ética, tal la persistencia de su pulgar en el mi menor de la milonga, la riqueza de su rasgueo en el mi mayor de la cifra, que sigue improvisándose en la sangre, en nuestro interior. Con su sonrisa pagana de anarquista irredento, el ácrata Molina, con el pié en una silla y su golilla al viento, sigue armando décimas. Las desparrama entre tantas memorias, que cada uno toma algo de esas semillas y las aspas de Molina siguen girando. No como el girasol, sino como giralibertad, giraigualdad, girajusticia. Pocos seres tan entrañables y enteros como él.

Aunque ya nos está sugiriendo la sobriedad, cuántas décimas harían falta para hacer su justo elogio. Porque tuvo el genio de un payador lleno de inventiva y de sabia técnica, junto al temple inclaudicable de sus ideas libertarias. Este hombre profundo y rebelde marcó para siempre la historia de la payada en el mundo.

Caminante cuya brújula siempre señala hacia los mas desposeídos, los mas necesitados de su canto. Este gaucho de Cerro Largo, que muy largo tuvo el paso.