América Latina:

Argentina.

A tres años de la Masacre de Avellaneda.

 

¿qué fue la masacre?:

 

El 26 de junio del 2002 se llevó a cabo una jornada de cortes y movilizaciones en cinco puntos de acceso a la Capital Federal y en el interior. La manifestación mas multitudinaria se efectuó en el Puente Pueyrredón de Avellaneda. Los reclamos eran: aumento de los subsidios a desocupados a 300 pesos argentinos, alimentos para los comedores populares, mejoras en salud y educación, desprocesamiento de los luchadores populares y la solidaridad con los obreros de la fábrica Zanón (bajo control obrero) ante el peligro de desalojo.

En ese contexto de miseria y represión, el gobierno de Eduardo Duhalde diseñó un esquema represivo conjunto, a cargo de la Policía Bonaerense, Gendarmería y Prefectura Naval. Esas fuerzas realizaron un despliegue jamás visto, que incluyó el uso masivo de armas de fuego contra los manifestantes, con munición de plomo, tanto en el puente como en las 20 cuadras aledañas al mismo. Esta salvaje represión dejó el trágico saldo de cientos de heridos (mas de treinta con balas de plomo), varias decenas de detenidos, y encontró su punto culminante en la estación de trenes de Avellaneda con los cobardes asesinatos de Maximiliano Kosteki y Darío Santillán asesinado por la espalda mientras auxiliaba a Maxi que en ese momento ya estaba herido de muerte.

 

¿quiénes fueron los responsables?:

 

Desde principios del 2002, altos funcionarios del poder ejecutivo venían realizando una serie de reuniones con responsables de las fuerzas represivas para discutir cómo frenar el avance de las luchas piqueteras. El resultado fue la planificación de la operación criminal que se llevó a cabo en Avellaneda. El Comisario Inspector Alfredo Fanchiotti, el cabo Alejandro Acosta y el Sub-oficial Carlos Leiva fueron algunos de los que apretaron el gatillo.

Pero los medios nunca señalaron cuál fue la siniestra cadena de autoría intelectual y la responsabilidad política de la masacre, que comienza por Eduardo Duhalde y pasa por Juan José Álvarez (ex secretario de Seguridad Interior), Felipe Solá (Gobernador de la Provincia de Buenos Aires), Alfredo Atanasof (ex jefe de gabinete), Carlos Soria y Oscar Rodríguez (jefe y vicejefe de la SIDE), entre otros. Tras el repudio popular ante la masacre, el ex presidente tuvo que adelantar las elecciones.

 

La lucha sigue:

 

Hoy a tres años de aquellas jornadas, seguimos reclamando justicia. Porque las necesidades de ese pueblo argentino siguen siendo lacerantes, y la respuesta del gobierno ha sido la impunidad de los que planificaron la masacre, y continuar encarcelando a los militantes populares, como en el caso de Gabriel Roser militante del MUP. No es un caso aislado, que se dé sólo en Argentina, se trata de un realidad en escala de región. Podríamos ver procesos contra militantes del MST en Brasil, y a nivel de política general, procesos bastante parecidos en nuestros países.

Ante la realidad de la desocupación, producida por las políticas impuestas por los centros de poder mundial, las respuestas siguen siendo las mismas en nuestros países. Obediencia ciega a los mandatos del imperio para garantizar la buena digestión de los poderosos. También, en esa dura pelea que nos toca asumir a los de debajo de este tercer mundo, los pocos avances que se han constatado, han sido fruto del sacrificio y de la lucha popular. Ningún gobierno ha regalado nada, sino que las organizaciones del pueblo lo han conquistado con duros años de lucha.

No nos es ajena la realidad de la región. La memoria de esas luchas en Argentina, son también parte de nuestra memoria. Son la memoria de nuestro castigado continente. No dejar pasar ni por un instante, la denuncia de que el presidente del tan propagandeado MERCOSUR es el señor Eduardo Duhalde, presidente de Argentina cuando la masacre de Avellaneda. No podemos olvidarlo y hay que decirlo allí donde podamos. Decirlo con pintadas, con volantes, hablar con nuestros compañeros de trabajo, de estudio, con los vecinos del barrio. Los latinoamericanos tenemos un destino común, y desde nuestros lugares concretos estamos dando la batalla hacia una sociedad mas justa, libre y solidaria. Por eso, cuando el nombre de Darío Santillán se entronca con la construcción de un Frente Popular, que se plantea nuclear al conjunto de los oprimidos para esa batalla, debemos decir presente desde aquí, apostando a la unidad.

Saludamos esa iniciativa de conjunción en la lucha que es el Frente Popular Darío Santillán, en el camino del fortalecimiento de las instancias populares que toman como bandera la independencia de clase. No olvidamos el ejemplo de lucha de los compañeros, como tampoco olvidamos a los culpables materiales e intelectuales de sus asesinatos. Porque al decir de Galeano, “para los navegantes con ganas de viento, la memoria es un puerto de partida”.