Suplemento:
1º de Mayo 1886 – 2005.
Continuidad histórica de una
política criminal contra los pueblos y sus luchadores.
Con el mismo odio al pueblo
que expresara la estructura de poder norteamericana cuando asesinó a aquellos
ejemplares militantes obreros, los Mártires de Chicago, sigue hoy masacrando
poblaciones. Es la mayor expresión de una clase rapaz, de todo un ordenamiento
social que funciona para el beneficio de unos pocos y la miseria de multitudes.
Es un sistema genocida que asesina a través de la miseria y la metralla. Irak,
el hambre en el mundo, el destrozo de la naturaleza, son hoy expresiones del
"alma" de este sistema.
Consideraron aquellos
ejemplares luchadores, aquellos "sembradores de luz", que la
independencia de clase era elemento fundamental para unir y hacer
auténtica la lucha por mejores condiciones de vida con el avance continuo hacia
un mundo de justicia y libertad. Luchando hoy por las urgencias cotidianas con
los ojos puesto en un mañana, en una nueva civilización.
El drama de los oprimidos de aquella época brutal en que batallaron
los Mártires se hermana con el que hoy viven los pueblos del mundo. Por ello,
pese a los grandes cambios operados, su mensaje mantiene una indiscutible
frescura.
La lucha por las 8 horas en 1886.
En 1880 había quedado organizada la Federación de trabajadores de
EE.UU. y Canadá. En octubre de 1884 resolvió, en reunión celebrada en Chicago,
que el 1º de Mayo de 1886 se iniciara la huelga general por las 8 horas.
Se formó en Chicago una asociación de las ocho horas y se celebraron
cantidad de reuniones y mítines. Se organizaban y preparaban obreros de
distintos oficios para la anunciada Huelga General. Los grupos socialistas y
anarquistas desplegaron una ferviente e intensa actividad tendiendo siempre a
establecer fuertes lazos solidarios entre los trabajadores.
The Alarm era el periódico de los anarquistas americanos, desde sus
columnas hizo Parsons una enérgica campaña por la Huelga General en pos de las
8 horas.
El periódico más importante de los anarquistas alemanes, el Arbeiter
Zeitung, que tenía como principales redactores a Spies, Schwab y Fischer
igualmente realizó una intensa y apasionada campaña por la Huelga General y las
8 horas.
Los oradores de mayor gravitación durante la camapaña fueron los
anarquistas: Parsons, Spies, Fielden y Engel.
La prensa de la burguesía desplegó una campaña cruel e infame contra
las reivindicaciones obreras y la movilización que se llevaba a cabo.
Graves conflictos precedieron a la Huelga General, entre ellos el de
la factoría Mc. Cormicks. Aquí fueron despedidos 2.100 obreros por negarse a
abandonar sus respectivas organizaciones.
El día 1º de Mayo la Unión Central Obrera de Chicago organizó un
mitin, al que asistieron 25.000 personas.
Hablaron Spies, Parsons, Fielden y Schwab.
La paralización de los lugares de trabajo se generalizó. Las
reuniones y actividades se intensificaron. El aparato represivo estaba
movilizado. Una manifestación compuesta por 600 mujeres pertenecientes al ramo
sastrería, fue apaleada.
El día 2 se realizó un mitin de los obreros despedidos de Mc.
Cormicks para protestar por los brutales atropellos policiales. Los oradores
del mitin fueron Parsons y Schwab.
El día 3 se realizó un importante mitin cerca de Mc. Cormicks.
Continuaba el acto cuando salió el turno de los obreros que seguían trabajando
en la factoría. Una importante parte de los que estaban el mitin se corrieron
hasta Mc. Cormicks y arrojaron piedras al tiempo que pedían la paralización de
la fábrica. Rápidamente llegó la policía, acto seguido atropelló a la multitud
incluso disparando algunos tiros. Los obreros se defendieron a pedradas y a
tiros de revólver. La policía continuó su ataque contra los trabajadores e intensificó
su fuego. No respetó, una vez más, ni niños, ni mujeres, ni ancianos. Esta
brutal y asesina represión dejó tras de sí seis muertos y gran cantidad de
heridos.
La indignación ganó los corazones de los trabajadores movilizados.
Spies, Que había sido orador del mitin, corrió a las oficinas del Arbeiter
Zeitung y publicó allí un manifiesto titulado: "Circular del
Desquite" que fue distribuido en todas las reuniones obreras.
Se convoca a un mitin para el día 4 en Haymarket (Chicago). Hablaron
Spies, Parsons y Fielden. Terminaba este último su discurso cuando se
presentaron en formación y con las armas preparadas unos 180 policías.
Avanzaban con orden de disolver el mitin.
Cuando la represión amenazaba ensañarse en los cuerpos obreros cruzó
el espacio un cuerpo luminoso que, cayendo entre la primera y segunda compañía
produjo un gran estruendo. Cayeron al suelo más de sesenta policías heridos uno
de ellos muerto al instante, después 7 más morirían. La policía tiró a mansalva
contra el pueblo. Regó de cadáveres obreros las calles.
La burguesía, su prensa, aumentó su excitación, empujaba a la fuerza
pública a la matanza.
Se detuvieron obreros por todos lados, se violaron domicilios y todo
tipo de derechos. Los militantes fueron perseguidos y encarcelados, los
oradores conocidos inmediatamente detenidos. El periódico Arbeiter Zeitung
cerrado y sus impresoras y editores también detenidos. Los mítines fueron
prohibidos.
La prensa burguesa clamaba "¡Crucificadlos!", al mismo
tiempo el conjunto de las fuerzas del sistema preparaban lo que después sería
la farsa sangrienta.
El "Gran Jurado" hizo uso de cualquier cosa para acusar a
los militantes anarquistas: invención de hechos, soplones pagos, testigos
falsos, desestimación de testigos de la defensa, etc. De los acusados no
pudieron detener a Schnaubelt. Parson se entregó porque manifestó que quería
seguir la suerte de sus compañeros. Schnaubelt estaba acusado de haber tirado
la bomba.
El 20 de agosto 8 hombres fueron condenados por ser anarquistas, por
ser enemigos de este sistema de explotación y opresión.
Neebe fue condenado a 15 años de prisión y los demás a la horca.
Pero a último momento a Schwab y Fielden se les cambió la pena de muerte por la
de cadena perpetua.
Lingg por su parte había decidido morir llevando consigo a los
carceleros. Había dicho que no quería dejarse matar como un perro por sus
verdugos. En su celda tenía dos bombas, una redonda y la otra un tubo para gas
lleno de dinamita y trozos de hierro con una cápsula en un extremo. En un registro
a fondo los carceleros encontraron las bombas. Lingg no se dio por vencido, se
las ingenió para hacerse de cápsulas de una pulgada de largo de fulminato de
mercurio. Con ella se suicidó un día antes de la ejecución.
Otras cápsulas semejantes fueron después encontradas en su celda, se
presume que iban destinadas a sus compañeros y que no pudo acercárcelas.
El 11 de noviembre se levantaron cinco horcas para segar la vida de
los valientes luchadores. Cuatro finalmente fueron los ahorcados: Augusto
Spies, Adolfo Fischer, Jorge Engel y Alberto Parsons.
Algunas de las palabras finales de
los Mártires.
Augusto Spies.
"Al dirigirme a este tribual lo hago como representante de un
clase enfrente de los de otra clase enemiga. Hemos dicho que el sistema del
salario, como forma específica del desenvolvimiento social, habría de dejar
paso por necesidad lógica, a formas más elevadas de civilización.
Es a la anarquía a la que se juzga. Yo me sentencio porque soy
anarquista.
Podeís sentenciarme, pero que al menos se sepa que en el Illinois
ocho hombres fueron sentenciados a muerte por creer en un bienestar futuro, por
no perder la fe en el último triunfo de la libertad y la justicia.
Jorge Engel.
Sólo por la fuerza podrán emanciparse los trabajadores, de acuerdo
con lo que la historia enseña. He trabajado por el establecimiento de un
sistema social en que es imposible el hecho de que mientras unos amontonan
millones, otros caen en la degradación y la miseria. Combato el sistema que da
privilegio. Mi más ardiente deseo es que los trabajadores sepan quienes son sus
enemigos y sus amigos.
Desprecio el poder de un gobierno inicuo, sus policías y sus espías.
Alberto Parson.
Este proceso se ha iniciado y se ha seguido contra nosotros,
inspirado por los capitalistas, por los que creen que el pueblo no tiene más
que un derecho y un deber, el de la obediencia. Se acaba de condenarnos como
anarquistas. Pues sí yo soy anarquista.
El sistema capitalista esta amparado por la ley, y de hecho la ley y
el capital son una misma cosa.
¿Creéis que la guerra social se acabará estrangulándonos
bárbaramente?. ¡Ah no! Sobre vuestro veredicto quedará el del pueblo americano
y del mundo entero. Quedará el veredicto popular para decir que la guerra
social no ha terminado.
Adolfo Fischer.
Si creéis que con este bárbaro veredicto aniquiláis a los
anarquistas y a la anarquía, estáis en un error. Si yo he de ser ahorcado por
profesar las ideas anarquistas, por mi amor a la libertad, a la igualdad y a la
fraternidad, entonces no tengo nada que objetar. Si la muerte es la pena
correlativa a nuestra ardiente pasión por la libertad de la especie humana,
entonces, yo lo digo muy alto, disponed de mi vida.
Luis Lingg.
Me concedéis, después de condenarme a muerte, la libertad de
pronunciar mi último discurso. Me acusáis de despreciar la ley y el orden. Yo
declaro francamente que soy partidario de los procedimientos de fuerza para
conquistar una vida mejor... afirmo que enfrente de la fuerza brutal de la
policía es necesario emplear la fuerza.
Yo repito que soy enemigo del orden actual y repito también que lo combatiré con todas mis fuerzas mientras aliente. Desprecio vuestro orden, vuestras leyes, vuestra fuerza, vuestra autoridad. ¡Ahorcadme!".