Política Nacional.

 

El nuevo gobierno “progresista” que cuenta con un gran apoyo popular y con la expectativa de la gente, ya ha dado claras señales de que no va a ser muy diferentes que los gobiernos anteriores. En la región, ya tenemos la experiencia de Lula en Brasil que nada cambió. ¿Qué elementos confirman esto? A la vista están: en primer lugar la designación de Astori como Ministro de Economía, lo cual coloca a un neoliberal ex de izquierda al frente de la economía del país, marginando del equipo económico a aquellos que tienen otra visión. El pago de la deuda externa es la principal consigna de Astori, garantizando el saqueo del país al FMI y a EEUU. Todos los cambios prometidos en la base económico –productiva serán imposibles si se paga rigurosamente la deuda externa. Ni hablar de que se aumente el presupuesto a Salud Pública o a la Educación. Por lo tanto, se toma el camino de satisfacer los intereses extranjeros, por más de que en el discurso se sostenga lo contrario. Astori mantiene el discurso macroeconómico de los partidos tradicionales y continúa sosteniendo la necesidad de asociaciones de empresas públicas con privadas.

En segundo lugar, las declaraciones de Tabaré Vázquez y su equipo entorno a la Reforma Constitucional donde se garantiza el recurso agua en manos del Estado. Se sostiene que no van a caer las concesiones ya realizadas (beneficiando a las multinacionales que ya están usufructuando este recurso natural vital) y que se elaboraría una ley interpretativa de la Reforma, la cual buscaría limitar el alcance de la misma.

En tercer lugar, como complemento de lo anterior, el anuncio de la privatización de vías férreas, la anuencia al desembarco de CTI Móvil en el país y a las plantas de celulosa. Todo esto indica que se favorecerá al capital multinacional en detrimento de los trabajadores y el pueblo.

Cuarto, otras designaciones ministeriales. Señalemos sólo la de Industria, Jorge Lepra, empresario y gerente regional de Texaco, lo cual afirma lo anteriormente dicho; y para peor en un marco regional donde la producción de energía está pasando por una grave crisis producto de las políticas privatizadoras.

Quinto, designaciones en entes autónomos, servicios descentralizados y otros organismos. Se colocan a sindicalistas en Directorios de entes, no en representación de los sindicatos pero sí manteniendo estrecha vinculación con los mismos, como forma de incluir a los trabajadores en la reestructura de las empresas (léase proceso de privatización) y no tener oposición de los mismos. Y es harto significativa la designación de Gaggero –latifundista, miembro de la Federación Rural, uno de los dueños del país- al frente del Instituto Nacional de Colonización. Queda bien claro qué intereses se defenderán en materia agraria. ¿Qué va a pasar con los asalariados rurales o pequelos productores que han solicitado tierras?

En sexto lugar, los acuerdos firmados con los partidos políticos tradicionales. Sanguinetti marcó la cancha de la discusión política en Educación, Economía y Relaciones Exteriores, y si bien el FA no cede demasiados cargos sí cedió la iniciativa política. Pocos anuncios se han hecho en lo referente a educación, donde todo parece indicar que habrá un continuismo político, es decir, seguirá adelante la Reforma Educativa. Sin lugar a dudas, la enseñanza será un sector de conflicto para el nuevo gobierno. Recordemos que la implantación de dicha Reforma fue posible gracias a que “gente de izquierda” estuvo –y está- dispuesta a aplicarla, y que esa gente está dentro del FA.

Podemos continuar. Sobre el tema Derechos Humanos muy poco se ha dicho. Las designaciones de autoridades policiales dan pavor: se mantiene a Enrique Navas al frente de la Dirección de Cárceles, cuando se sabe que es un conocido represor y habría que investigar su “carrera” para ver todos los desmanes que ha realizado. Y se lo nombra en el cargo por su moralidad (¡!??)

En lo referente al Plan de Emergencia Social, hay más interrogantes que certezas. Lo que salta a la vista es que el dinero que se dispone para ello es muy poco, y que el objetivo perseguido es sacar a los indigentes de su situación, convirtiéndolos en pobres a secas. Pero si no hay políticas de empleo reales la pobreza se reproducirá y habrá más indigentes en el futuro. Sabemos que no hay posibilidad alguna pagando la deuda externa de generar fuentes de empleo, por lo tanto, las limitantes son claras. El Plan de Emergencia tiene un techo al cual se va a llegar muy rápido.

Todos estos anuncios llaman la atención, sobretodo porque los uruguayos esperan un cambio, luego de tanto verdugueo blanquicolorado. Pero los “cambios” que se vienen consisten sólo en cambiar la forma de aplicar el modelo neoliberal. Este gobierno solo va a ser un reajuste del sistema capitalista, un reajuste que va a servir para robarle al pueblo mucho más, tal cual Lula y Kirchner hacen más allá de nuestras fronteras.  El discurso sin duda sostiene ese imaginario de cambio, de transformaciones profundas y casi mágicas; discurso que va a chocar en dos o tres años con la cruda realidad de que no cambió nada o casi nada. Ese momento va a ser duro para la población que tantas esperanzas tiene hoy. Ese trance de desilusión sólo podrá superarse con la organización del pueblo, desde los barrios, desde los lugares de trabajo y centros de estudio.

Ya vemos hoy que sectores militantes están disconformes con varios de los anuncios realizados, que miran con cierta desconfianza al nuevo gobierno. Incluso el Partido Comunista ha marcado algunas diferencias, tratando de sacar tajada de esta situación. Esto no es más que la comprobación de que este nuevo gobierno dejará por el camino muchas ilusiones, ilusiones que solo pueden convertirse en realidad mediante la lucha popular.