Movimiento
Sindical:
¿Cómo actuar en el marco de un gobierno “progresista”?.
Sin duda que las respuestas
pueden ser variadas según la corriente sindical a la que se pertenezca. Para
aquellos militantes sindicales que pertenecen al partido de gobierno, sin duda
consideran a éste como “su gobierno” y confunden el proceso de unidad sindical
que desembocó en 1964 en la CNT con el proceso de unidad de la izquierda de
1971. Nada más alejado de la verdad; dicha visión desconoce la independencia de
clase de las organizaciones sindicales. Ata al PITCNT al FA, y en realidad no
somos lo mismo.
Cierto es que se ha venido
profundizando una subordinación del PITCNT al FA, política que han llevado a
cabo todos los sectores reformistas que integran la Convención, desde el PC
hasta el “grupo de los 14” (integrado por dirigentes sindicales de AU, PS, VA,
NE, etc.), aunque el PC hoy se muestre “rebeldón”. Esta subordinación política
se manifiesta en la constante intención de concretar un pacto social son las
cámaras empresariales, que generaron multitudinarios actos en el 2002. Ese
pacto social, negación de la lucha de clases, es la base con la que el FA llega
al gobierno. La dirección del PITCNT trabajó en ese sentido: se plantea que la
salida a la crisis que vive el país es la reactivación productiva, junto con
las patronales. El gobierno del FA sería el encargado de llevar a cabo esta
política.
Esta estrategia ya ha dado
malos resultados para la clase trabajadora. Ha disminuido nuestro nivel de vida
pero los patrones se siguen enriqueciendo y pocos conflictos han existido
reclamando al menos, un aumento salarial. La clase trabajadora ha quedado
indefensa contra la rapacidad de los de arriba. Y ahora que se cifran
expectativas en que el nuevo gobierno va a resolver varios de los problemas de
los trabajadores se complica, para quienes tenemos una concepción clasista, la
lucha sindical.
Mucho se habla de la
negociación colectiva; pero si los patrones no quieren acordar no hay
mecanismos para obligarlos a firmar un convenio. Como contrapartida, se puede
desarrollar un buen conflicto en reclamo de la firma del mismo y ensanchar la
base sindical, organizando cada vez a más trabajadores, y por cierto,
conquistando derechos para los trabajadores. Por otro lado, ofrece el riesgo de
que se transen demasiadas cosas, y que ocurra lo que en Alemania o EEUU, donde
se puede declarar a cualquier huelga como “ilegal” (las huelgas “salvajes”),
porque en los convenios se acuerda la
no realización de huelgas y sí recurrir a todos los mecanismos de arbitraje. Y
recordemos, que las patronales siempre tienen en sus manos el arma del lock
out, como ahora ocurre en el conflicto del SUNTMA (ver nota aparte). Esta en
riesgo la independencia de clase, porque pueden llegar a relegarse derechos de
los trabajadores en aras del “país productivo”. Ya tenemos como experiencia los
convenios de Norteña o los acuerdos de rebaja salarial en varios sanatorios de
la salud privada, con el pretexto de conservar la fuente de trabajo y donde ha
ocurrido nada más que el cierre de la empresa y el desempleo de miles de
trabajadores.
Sin duda que hay que cambiar
esta política: los trabajadores no podemos firmar acuerdos que nos perjudiquen
porque recuperar los derechos perdidos va a costar mucho más esfuerzo y además,
así avanzan las patronales. En el marco de un gobierno “progresista” esto debe
tenerse muy claro, porque no hay ningún gobierno que vaya a otorgar mágicamente
nada a los trabajadores; menos un gobierno de este cariz que busca siempre
conciliar los intereses de clase. Por lo tanto, también en este nuevo marco
están en juego los intereses de la clase trabajadora: las plantas de celulosa,
la problemática del agua, las inversiones extranjeras privatizadoras, temas en
los que el nuevo gobierno ha tenido una conducta claramente antipopular. Por
otro, qué va a pasar con el presupuesto quinquenal donde se juega el salario y
las condiciones de trabajo de miles de funcionarios públicos y el futuro de la
salud, la educación y la vivienda.
Otro tema que merece un
capítulo aparte es el del “sindicato” policial, que se presentan como “hermanos
de clase” de los trabajadores y “parte del movimiento sindical”. Aquellos que
siempre han reprimido y asesinado a los laburantes ahora vienen a servirse de
los derechos conquistados por la clase; por otro lado, ese “sindicato” no es
más que un órgano corporativo que sólo va a servir para cambiar la imagen de la
policía, como institución, a nivel de la sociedad. Lo triste, es que el
Secretariado Ejecutivo del PITCNT haya evaluado como “prioritario” reunirse con
el “novel sindicato” y considere fundamental su desarrollo. Esta es la misma
lógica que llevó a las reuniones con los yanquis, porque se consideran
importantes las reuniones con instituciones ajenas a la clase trabajadora. Es
su forma de hacer política. Hacen política para las clases dominantes, porque
la concepción de la conducción del PITCNT de qué es la política, es una
concepción burguesa. Pero hay otra forma de hacer política, de desarrollar una
verdadera política de clase, impulsando la organización de los trabajadores,
impulsando valores morales de clase propios, desarrollando experiencias de
lucha, etc. Este tipo de política no la va a llevar adelante ningún miembro del
actual Secretariado del PITCNT, es tarea
de aquellos que creemos en el poder organizado de los trabajadores, y para ello
es necesario impulsar en cada lugar de trabajo una línea clara, que ponga el
centro de atención en lo que hacen los trabajadores y no en lo que hace el
nuevo gobierno o el patrón. Vale más una lucha a la defensiva que entregar
derechos sin pelear; porque la lucha paga en victorias y en enseñanzas.
Es un momento complejo, pero
por otro lado hermoso para impulsar y desarrollar una práctica clasista y
combativa en el medio sindical, porque ni el gobierno ni el reformismo van a
poder dar respuesta a la problemática de los trabajadores. Sólo la organización
desde la base, reforzando la militancia en los sindicatos y desarrollando
movilización callejera será la garantía real del cambio. El movimiento sindical
está en una encrucijada: resolverla a favor de nuestros intereses de clase es
el desafío que tenemos entre manos. Y sólo depende de nuestro esfuerzo
militante.