LAS MUJERES, EL AMOR Y LA FAMILIA
EN
LA SOCIEDAD ANARQUISTA
(2ª parte)
(extraído de «Cartas a una mujer»
de LUIGGI FABBRI )
Las mujeres, el amor y la familia
en la Sociedad Anarquista
(2ª parte)
(extraído de "Cartas a una mujer" de Luiggi Fabbri)
«Y el amor, éste sublime sentimiento que es la última expresión
perfeccionada del instinto de conservación de la especie, será libre también.
El amor libre que tanto espanta a los santurrones que del amor no han gustado
mas que la innoble degeneración del fruto prohibido, no es al fin de cuentas
sino la afirmación y la consecuencia de la libertad de la mujer. Roto el cerco
de la tiranía religiosa, el amor será lo que quieran los que se amen. El amor
es un sentimiento demasiado íntimo y demasiado fuerte para que pueda ser
esclavo. Si hoy lo han amarrado con mil cadenas, no han hecho otra cosa que
provocar por su parte explosiones y rebeliones terribles e inmoralidades mil
veces mas numerosas y tremendas que aquellas madres católicas y burguesas temen
para sus hijos con el triunfo del amor libre. Este sentimiento, nobilísimo,
jamás es esclavo , bueno por naturaleza, si se le encadena se hace malo, y
entonces se llama adulterio, prostitución, etc. (éste etcétera sustituye todo
lo que en los libros de patología sexual se llama enfermedades y degeneraciones
de los sentidos); o tiene el coraje de la rebelión y vuelve a ser libre; o de
lo contrario muere.
Hay quién tiene miedo del abuso de la libertad; pero piensa tú que todas las
tiranías han surgido por temor al abuso de la libertad y han hecho después
mucho mas mal que el peor de los abusos, y recuerda que para remediar y curar
las heridas de la libertad hay una sola medicina: la misma libertad. Por lo
demás, ¿quién no sabe que el mayor incentivo al abuso de un placer es el de
saberlo limitado o prohibido y que donde un dado goce es permitido menos deseo
provoca?
En la sociedad anarquista, donde nadie ejercerá funciones de cura ni de
juez, donde no existirá la preocupación económica del pan a conquistar contra
la abundancia ajena, para sí, para la mujer y los hijos; los jóvenes que se
quieran se unirán y se casarán...sin juez y sin cura. ¿La inmoralidad está
acaso en la falta de un código o de una estola blanca y amarilla? Si aquellos
se quieren siempre, permanecerán siempre unidos. Si llega el día en que su
afecto cesa, se separarán; y si cesa en uno antes que en el otro, éste sabrá
respetar la voluntad del primero y su misma dignidad, a mas del respeto por la
libertad del otro, le impedirán imponerle un afecto que no siente. Me dirás que
habrá quienes se separarán a cada momento. ¿Y que querrías hacerle? Si ésto es
un mal y tu crees que aporte infelicidad, ¡peor para ellos! Aprenderán los
otros a comportarse de modo distinto. ¿Habrá algunos hombres que cambiarán de
mujer con frecuencia? Yo no lo creo, porque pienso que la raza humana marcha
hacia una siempre creciente duración de los afectos. Pero si así fuera, las
mujeres aprenderán a no enamorarse de éstos, o sino, éstos se entenderán con
aquellas mujeres que gusten cambiar de marido a cada estación.
Esto será un mal desde tu punto de vista, y también lo es desde el mío, un
mal que sin embargo, no creo probable en la medida temida por los moralistas
actuales. Pero aún cuando lo fuera, mejor serás que las cosas ocurran de ese
modo, ya que ese mal lo hará el que quiera, y lo elegirá voluntariamente,
mientras que hoy un mal infinitamente mayor es impuesto también a quién no lo
desea, aún a quién lo detesta, por prejuicios estúpidos, po necesidades
feroces, por instituciones violentas. Si en la sociedad anarquista una mujer
podrá a su elección cambiar de amante todos los meses; hoy, millares y millones
de mujeres están obligadas, a su pesar, por causas independientes de su
voluntad; a sufrir un amante (¡oh, ironía de la palabra!...) muchas veces en un
solo día. Este es el mar del amor esclavo. El del amor libre: el que escoge.
Por lo demás, los inconvenientes que puedas objetarme yo no los niego. La
sociedad anarquista, ya te lo he dicho; no será la absoluta perfección. La
cuestión está en saber si después habrá menos inconvenientes que hoy, y esta es
cosa indiscutible que tu misma no puedes negar. En el amor, ya que hablamos de
ésto, se suprimirá el mas grave, el mas nocivo, el mas inmoral inconveniente:
la violencia, con sus naturales efectos, la mentira y el engaño. ¿Te parece
poco?
Como ves, en el amor, aún admitidas las peores hipótesis, la moral libertaria
es siempre preferible a la moral autoritaria. Pero tales hipótesis son muy
improbables, y la prueba la puedes encontrar en ti misma. ¿Acaso porque no
hubiera un mecanismo religioso o político que te ligara al hombre amado, le
serías tú menos fiel? ¡No, ciertamente! Y entonces, ¿por que quieres creer que
los otros se conducirán de distinta manera, puesto que tú no eres una excepción
en la humanidad, sino que representas el término medio general? Y la
generalidad de las mujeres ( y también de los hombres ) hará como tú. Libres,
sin ser forzados por necesidades económicas a darse a quién no aman, los
hombres y las mujeres del porvenir podrán escogerse mejor, y entonces las
uniones serán mas duraderas que hoy y mas afectuosas, por mas voluntarias, con un
afecto mucho mas vivo por el perenne deseo que cada uno tendrá de no disgustar
al otro, que de otra manera podría abandonarlo.
Así la familia nueva, absolutamente distinta de la actual por el origen y
por el fin, será la molécula libre, formada de átomos libremente agregados, de
todo el organismo de inteligencia y amor que moverá al mundo.