Avances, quietudes y retrocesos en la política uruguaya.
*La situación general: En un breve pantallazo, se puede
observar el deterioro creciente en las condiciones de vida, de sectores cada
vez mayores de la población. Las propias cifras del gobierno, aún con sus
ocultamientos, lo certifican. Mucho se ha propagandeado acerca del descenso de
los índices de desocupación. Las cifras del gobierno indican un descenso de 3
puntos, o sea un 0,3 no llega a marcar un 1%. Sin duda que el descenso de la
desocupación, aunque fuese real, no es para nada significativo en un país con
un índice del 17,6% de desocupación total. Más si tomamos en cuenta, que en ese
descenso se están contando los «jornales solidarios» de Montevideo, y otras
políticas similares en el interior, vemos que es considerado como ocupado, una
persona que trabaja 12 días al mes y no llega a percibir 1200 pesos. También
influyen en ese descenso, la enorme cantidad de personas que continúan
abandonando el país. Solamente en España, en el último año, de las 20.000
personas que ingresaron desde Uruguay, sólo 1400 utilizaron su pasaje de
vuelta. Pese a las leyes de extranjería, los «sudacas» siguen entrando a Europa
buscando sobrevivir.
*Precios de primer mundo, sueldos enanos: En medio de ese panorama,
de una desocupación, que a pesar que las cifras oficiales lo nieguen, sigue en
aumento. Donde la generalidad es ir sobreviviendo de changas o como salga,
también se da una evolución en sentido contrario en los precios de los
artículos más básicos. La relación parece ser inversamente proporcional. A
menores ingresos para los más, la subsistencia básica se encarece. Cuanto más
exporta el país y los datos macro económicos son más brillantes, menos salario
percibe la gente y más cara es la subsistencia básica.
Tomando sólo el período que abarca: julio
2002-agosto 2003, el aumento en el costo de los productos de la canasta básica
es el siguiente: aceites 110%, arroz 85%, fideos 78%, carnes rojas 70%, carnes
blancas 55%, y la lista podría seguir. Por poner sólo un ejemplo, el consumo de
carnes se redujo en un 40%, y con absoluto descaro, el Presidente del Instituto
de la Carne declaró que: «la población debe ir buscando sustitutos
alimenticios». La gran noticia del control de la epidemia de aftosa, con la
consiguiente posibilidad de exportaciones ha producido lo siguiente.
Al productor le conviene la exportación en dólares,
los mejores cortes se venden para afuera, mientras que en el mercado interno
(cada vez más menguado en su capacidad de consumo), termina también siendo
dolarizado. En el país de las vacas (ahora parece que son de oro) se come carne
de segunda a precios europeos. Las buenas noticias de la macroeco-nomía son
siempre una mala noticia para la vida real de la gente.
*La maquinita de recaudar: Las permanentes
disminuciones en la capacidad de compra de sectores cada vez mayores de la
sociedad, junto con el estancamiento de la producción, hace que el Estado vaya
recaudando cada vez menos. Pero a su vez el Estado debe asumir las obligaciones
contraídas. Y esto no es para nada, aquello de garantizar el bienestar de la
población, ni el derecho a un trabajo, vivienda, educación, atención de salud,
y todos esos personajes de la literatura jurídica-constitucional. El compromiso
fundamental del Estado, es el cumplimiento con los organismos internacionales
de crédito, el pago de la deuda externa. Para poder cubrir ese monto, la carga
impositiva debe estar sobre el consumo de los artículos más imprescindibles.
Más arriba veíamos la evolución de los precios de la comida. Pero otro
incremento brutal se ha visto en las tarifas de los servicios públicos.
Los servicios públicos, como ser: luz, agua,
teléfono, han tenido un aumento cercano al 35% en el último año. Este
incremento no está en nada relacionado con los costos de su producción, y
tampoco con los costos de salarios de sus operarios, ajustados en el mejor de
los casos en un 5% en el último año. Todas las tarifas están viniendo con una
carga del IVA de un 23%, sumado a esto lo que los Entes vuelcan a rentas
generales, estamos pagando, cerca de un 40% por un servicio que no recibimos.
Ese 40% va a las arcas del Estado, un simple pasamano hacia los agentes de la
deuda externa, que desangra diariamente 1,8 millones de dólares. Un millón
ochocientos mil dólares todos los días, en un país en el que mueren niños por
desnutrición. Todo un tema sobre el cual los posicionamientos son dignos de
analizar.
*¿Ya llegó la pre-campaña?: Todo parece indicar que
estamos en una campaña electoral permanente, con todos los cálculos
pertinentes, en el toma y daca de la democracia. En medio de toda esta
dramática situación, las diversas propuestas políticas se van perfilando. La
derecha que va imponiendo su proyecto sin muchas oposiciones. Los operativos
saturación son un buen ejemplo de esto, en el campo laboral el nuevo proyecto
de flexibilización (esta vez de los horarios de trabajo) del Ministro, al que
se viene oponiendo el PIT-CNT, y que aún no ha sido abordado por los partidos,
la lógica parece ser el dejar pasar todo.
En esto de ir dejando pasar, la derecha más
reaccionaria, viene consolidando en el terreno legal algunos de sus postulados.
En ese empecinamiento de la desmemoria, primero hubo una suerte de consenso en
el invento de la Comisión para la Paz, pero más recientemente, lo que se dio a
conocer como el «Proyecto Millor». Este proyecto, consolida la prohibición de
los «escraches», toda una parafernalia legal, para garantizarle el buen sueño a
los torturadores. El derecho de reunión, la libertad de expresión, todo eso
anulado. Pero la «izquierda» cuando llegó la hora de votar en el Parlamento, se
retiró de sala. No hubo siquiera la dignidad de decir NO. Parece que en esto de
la pre- campaña, jugados a ganar los indecisos derechosos, todo vale, incluso
no pronunciarse ante los verdugos. El FA se lavó las manos, no argumentó en
contra, no dio la discusión del tema, y ni siquiera votó en contra. Dejó que la
derecha consolidara ese proyecto que cercena la posibilidad de expresarnos, de
gritarles a los verdugos que son una mierda. De todos modos, esa pelea por la
memoria y la dignidad, está lejos de terminar.
*Respuestas y posibilidades: Tal como viene planteada la
situación, y como se posicionan los diversos actores políticos, (cada vez más
actores que políticos), el camino que queda por delante a los oprimidos no
parece ser nada fácil. Aquellos esquemas clásicos, en algunos casos tan arraigados,
de un movimiento popular que buscaba ciertos apoyos en algunos sectores de la
clase política, parece estar cada vez más lejano. La apelación a la
sensibilización de algunos sectores ajenos a las problemáticas concretas, es
una inversión por lo menos dudosa.
Cierto es, que la toma de partido de los
directamente involucrados no es un tema sencillo. Los oprimidos nos encontramos
inmersos en una fragmentación, quizá en un grado nunca visto, pero la apuesta a
las propias fuerzas (pocas o muchas), es la única posibilidad de éxito, de
avance aunque sea relativo o parcial. La etapa actual, no parece ser propicia a
grandes rebeliones, a movimientos de insurrección. Pero el trabajo cotidiano
debe ir encarado hacia ese objetivo. Desde nuestros lugares concretos de
inserción, contribuir a ese espíritu de rebeldía, a la búsqueda de soluciones
autogestionadas. La consolidación de movimientos independientes,
representativos de las necesidades concretas y específicas, es la tarea
fundamental del hoy. Apostar a la articulación de esas diversas luchas en un
solo puño, aunque le erremos más de una vez, es la única posibilidad de
conseguir mejoras reales, sin comprar espejitos, ni que nuestros brazos y
corazones sean, un trampolín para intereses mezquinos. Que nuestros esfuerzos
no sean la escalerita al sillón del poder.