Análisis sobre la actual situación Argentina.

 

Los compañeros de AUCA nos han hecho llegar este material en el que analizan la actual coyuntura argentina. El gobierno de Kirchner, algunas de sus medidas tomadas en este tiempo, han originado variados comentarios e interpretaciones, por ello es particularmente de interés este análisis hecho desde el campo libertario.

 

 

Argentina está cambiando desde abajo.

 

A poco más de dos meses de la asunción de Kirchner, el nuevo gobierno ha despertado la esperanza de millones de trabajadores que recibieron con júbilo las primeras medidas de gobierno, como el pase a retiro de las cúpulas militares, la anulación del decreto que impedía la extradición de los militares genocidas, el cambio en política exterior, el aumento de salarios del sector privado, la embestida contra Barrionuevo y la mayoría automática en la Corte Suprema, el control de capitales golondrinas, etc.

El nuevo gobierno se muestra distinto a los anteriores y comienza a resolver algunos de los reclamos históricos de los trabajadores y las clases populares, más precisamente los que no le implican un enfrentamiento con el bloque de clases dominantes y sus intereses fundamentales.

Así Kirchner intenta mostrar que él es el artífice de los cambios, que su gobierno garantiza las medidas que el pueblo espera, pero poco dice -y mucho negocia- del nudo principal que ata a la Argentina a la cadena de dependencia, la deuda externa y los planes económicos subordinados a los intereses del FMI y los imperialismos.

Es por eso que decimos que el nuevo gobierno expresa una política dual, donde por una lado enfrenta a un sector de las clases dominantes y por el otro acuerda. Pero si bien Kirchner intenta mostrar que los cambios son consecuencia de su voluntad, la realidad es que son producto de una nueva disposición de fuerzas entre clases, y las clases dominantes saben que la situación política ha cambiado y la relación de fuerzas no les permite aplicar a fondo las políticas de ajuste y entrega, y no porque sean más buenos que antes.

¿Y por qué no pueden aplicar a fondo estos planes? Básicamente porque el nivel de organización y conciencia de los trabajadores y las clases populares es cada vez mayor y sigue creciendo. Durante años de resistencia al menemismo y las políticas neoliberales se ha reconstruido la capacidad política y de acción directa del pueblo y se ha forjado una fuerte conciencia programática: pan, trabajo, salud, educación, vivienda, justicia social, soberanía nacional e independencia económica.

Ningún gobierno podrá ir contra estos reclamos sin terminar, tarde o temprano, como De la Rua o Menem: odiados y denostados por el pueblo.

 

Forcejear para después pactar:

 

Los argentinos nos habíamos acostumbrado a que durante los gobiernos de Menem y De la Rua, cada vez que los embajadores de Estados Unidos o Europa presionaban, se les entregaba todo lo que pedían sin ningún reparo. El gobierno de Kirchner ha puesto en práctica el método de forcejear, fortalecerse -sobre todo en el frente interno- y luego ceder. Pero esto, en definitiva no tiene nada de «combativo» como dice Clarín o «nuevo» como lo define La Nación; Es ni más ni menos lo que hacen todos los países capitalistas para mejorar su posición relativa en el mercado mundial.

Pero más allá de que no se entreguen todos los reclamos del FMI o el G7, se terminan entregando la mayoría de ellos.

El acuerdo -aún no firmado formalmente- logrado entre Lavagna y el FMI en su último viaje a Washington implicará el aumento de las tarifas de las privatizadas (lo que a su vez generará un alza en el índice de pobreza y el corte de servicio a decenas de miles de trabajadores). Hasta los más acérrimos defensores del Gobierno, como el grupo Clarín reconoce que «la posición del fondo con respecto a las tarifas contaría con el respaldo del influyente Grupo de los 7, así como, las autoridades de la casa blanca y la Comunidad europea».

También implicará una multimillonaria compensación a los bancos por la eliminación del CER y la ley de inmunidad -impunidad- para los funcionarios del Banco Central.

Otro de los puntos que se están negociando es el nivel de superávit fiscal (en relación al PBI) para el pago de la deuda externa. Mientras que el FMI pretende 3,5 %, el Gobierno ofrece ¡el 3%!. ¡Qué grandes negociadores!. Para tener una mayor comprensión de lo que estos porcentajes significan debemos agregar que cada punto son 3000 millones de pesos.

Si bien Kirchner planteo en su discurso de asunción que no pagaría la deuda externa con el hambre del pueblo, en la práctica está haciendo otra cosa. En vez de volcar esos fondos para salud, educación, salarios, etc., la van a utilizar para pagarle la deuda a las potencias imperialistas, para que los yanquis y los europeos se la gasten en misiles, bombas, aviones, barcos y toda la maquinaria de guerra.

 

No desesperarse, seguir trabajando y construyendo poder popular.

 

El nuevo gobierno y su política dual ha generado gran consenso en las clases populares que al menos ven como positivo que se apliquen algunas de las medidas por las que se venía luchando hacía tanto tiempo. Esta aparente sensación de calma «de que ahora no pasa nada» -como decía un asambleísta- es totalmente falsa. Está sucediendo todo lo contrario. La nueva disposición de fuerzas entre clases ha permitido un gran avance político, se ha generado un gran consenso anti-neoliberal y anti-imperialista. Que este nuevo consenso no se exprese en una organización determinada es un gran problema, porque frente a la contraofensiva de los sectores más concentrados de la economía nos encontraremos desarmados, sin un frente que oponga la fuerza necesaria para detenerlos.

Desde el Kirchnerismo, la CTA, Ibarra, y sectores «progresistas» se trabaja para construir este frente pero con características definidamente socialdemócratas, con eje en la clase media y reposando sobre el imperialismo europeo, que según ellos es «menos malo». Plantean un frente regional con Lula y Lagos y toman distancia de las FARC, el EZLN, Chávez y Fidel.

En definitiva, un frente político social objetivamente incapaz de resolver los grandes problemas de nuestro país, porque mantienen lazos que los unen con quienes son los responsables de esta situación.

Nosotros debemos trabajar para construir otro frente.

Un frente popular, antimperialista y por el cambio social, donde confluyan todos los sectores anti-autoritarios y combativos. Un frente que sea incluyente, amplio, pero conducido estratégicamente por los trabajadores (ocupados y desocupados).

Desde Auca y desde todos los espacios de los que participamos, trabajamos con ese objetivo, empujamos por la unidad de todos los sectores que plantean más o menos lo mismo y están dispuestos, sin mezquindad y sin muchas vueltas, a transitar el camino de la revolución nacional y social que abra el camino hacia el socialismo y la libertad.

 

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