El imperio y América Latina.

 

 

Los gobiernos de los países del “primer mundo”, y algún agregado intermedio, han seguido adelante con su política neoliberal que significa, entre otras cosas, avasallamiento de los recursos y bienes de los países antes llamados del Tercer Mundo. Con sus contradicciones, pues a veces son notorios los intereses desencontrados, han estado igualmente de acuerdo cuando se trata de ese avasallamiento. Han diezmado continentes enteros y condenado al hambre a cientos de millones de personas. Los G7 u 8, el FMI, la OMC, el Banco Mundial, Banco Interamericano han seguido proyectando el diseño del atropello y la miseria para nuestros pueblos. Este conjunto, esta política tiene una fuerza hegemónica en su interior. Fuerza hegemónica imperial que no tiene empacho en reducir también a sus aliados en determinados planos en función de su estrategia mundial.  

La globalización que pregonan tiene en su seno un mundo unipolar; una estrategia basada en la fuerza militar, con desprecio abierto por las normas formales de derecho internacional, útiles principalmente al poder dominante; desprecio por la opinión mundial; intervención directa y “preventiva” y un pensamiento único como ideal uniformador que logre efectos de resignación. Cierto poder algo compartido en la ONU pasó ahora de un plumazo a tener un dueño único: el imperio norteamericano. No importó cubrir aquellos aspectos formales que le eran funcional al sistema en su etapa anterior. Una ideología de fuerza sostiene el andamiaje estratégico imperial. Otros elementos de ideología económica, muchas veces producidos por los organismos internacionales y difundidos sostenidamente por los medios de comunicación lo complementan.

En tal marco tal política ha llevado al desmantelamiento de múltiples conquistas logradas en largos tramos históricos por los pueblos. Conquistas logradas con sacrificio, lucha y generosa sangre derramada.

Poder mundial, petróleo, intereses geopolíticos imperiales y de grandes trasnacionales han estado al orden del día en estos últimos tiempos. Junto a ello un feroz y sangriento genocidio y la amenaza flotando, cual espada de Damocles, sobre cualquiera que se oponga al proyecto imperial. La franja que separa ricos y pobres se agranda hasta límites de repugnancia. Ya no es sólo un sistema de “democracia” para los ricos sino para los muy ricos. Para ellos existiría el nuevo orden mundial, toda su compleja y “moderna” articulación. Para esta articulación crudamente de clase las necesidades y opinión de los pueblos realmente no cuentan ni siquiera en los viejos niveles formales. 

Pero la situación mundial reviste una mayor complejidad que la que el imperio y su pensamiento único pretenden y que a sangre y fuego han tratado de imponer. Y el imaginario de los pueblos, así como sus urgencias sociales, no acompañan así como así estos delirios perversos.

 

 

El imperio por lo menos tiene un pie de barro.

 

Los datos nos dicen que EE.UU. sigue en recesión. Una recesión que se viene desplegando desde principios del 2001. El superávit del 1.4% del PBI del año 2000 se transformó en un déficit del 4.6% que es lo que se estima para este año. Un ex-subsecretario del Tesoro dice: “Si se mide por el empleo, ésta es una de las peores recesiones desde la Gran Depresión”. Trabajan hoy 2.100.000 personas menos que hace dos años. Pero la desocupación real es enorme. En estos últimos años la gente no busca trabajo y por eso no integra los índices como para establecer con precisión la desocupación. El porcentaje de adultos que buscan trabajo cayó de 0.9% a 66,2%. Se dice que es la mayor caída en 40 años. Con un aumento de desocupados de marzo del 2001 a la fecha de 4 millones. Desde enero en adelante se han perdido 394 mil puestos de trabajo. El gobierno habla de una tasa de desempleo de un 6.4% . Pero especialistas afirman que esa tasa es realmente del 7,4%. Los datos oficiales dan un desempleo de 9 millones y medio pero se estima que esta cifra queda muy corta en relación con la situación real. Los pedidos semanales de subsidio de desempleo duplican lo esperado, están en 430 mil. Por ejemplo la industria manufacturera lleva 35 meses consecutivos de pérdidas de empleo, a la vez que cae en la devastación.

Periódicos oficialistas como el Nuevo Herald titulan: “Crece el hambre en Miami”. La cifra de personas que reclaman ayuda alimentaria de emergencia subió en un 49% en el 2002 con relación al año anterior. Con situaciones críticas en el área escolar y de la salud pública.

Se estima que la deuda total de EE.UU. es de no menos de 32 billones de dólares; oficialmente se anuncia que el déficit fiscal de este año es ya a esta altura de 455 mil millones de dólares, constituyendo esto un 50% más de lo previsto. Han influido en esta situación el presupuesto de guerra y recortes impositivos en beneficio de los más pudientes.

En el marco de esta crisis económica se inscribe su agresiva, violenta estrategia de poder mundial para la que no tiene límites ni siquiera en sus socios del G8. Se habla de una política de fuga hacia delante por parte del imperio. Pero la cuestión no parece resultar tan sencilla. Intervenir en continentes enteros y saquearlos a través de sus organismos internacionales y trasnacionales, ejército mediante algunas veces, y además subordinar a las otras potencias “desarrolladas”, especialmente a la “vieja Europa”, tiene su costo en no muy largo plazo.

Por de pronto ya en Irak debe enfrentar una resistencia creciente de la población que no tiene miras de parar. Y comienzan a llegar regularmente los cajones con cadáveres de soldados norteamericanos. El síndrome Vietnam empieza a sobrevolar.

 

 

El ALCA más y peor de lo mismo.

 

En ese contexto de “cultura-Rambo” y que comprende una importante crisis económica del imperio es que está  planteada el ALCA que quieren imponer.

Este Tratado está para ser suscrito en diciembre de 2004 por 34 países de América con miras a que su firma definitiva se realice en diciembre de 2005. Todo el Tratado es la legitimación total para seguir saqueando, desbastando, las economías de los países de América Latina, para que sigan obteniendo grandes y brutales beneficios las trasnacionales, para lograr el trasiego de las riquezas de estar tierras principalmente hacia el imperio yanqui.

Basta ver en el borrador original con la incorporación empeorada del capítulo 11 del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) o los mecanismos de solución de controversias  para ver de qué se trata. Es dar a las trasnacionales más campo libre para cualquier tropelía. En nuestro número anterior de LL hay referencia detallada al respecto.

No hay duda: es meter al lobo en el gallinero con un cerco de tanques de guerra detrás del alambrado para respaldarlo.

Obviamente una relación política, militar y económica más que desigual. Veamos sólo un par de cifras. Del valor del Producto Bruto Interno total de los 34 países que compondrían el ALCA, EE.UU. tiene el 79%, Brasil 6% y los otros 32 países suman apenas alrededor del 15%. Esta diferencia abismal se expresa igualmente en lo referente a exportaciones e importaciones. Si a esto agregamos una estrategia de dominación despiadada, de la que ya hay sobradas experiencias concretas, las consecuencias quedan a la vista.

En estos dos últimos años la resistencia al ALCA ha ido en aumento. Fuerzas sociales y políticas han manifestado su firme oposición. Hasta en reuniones como la realizada en Puebla en abril pasado por el Comité de Negociaciones Comerciales quedó en evidencia la dificultad que tiene ya EE.UU. para imponer sus implacables condiciones. Pero por las dudas que el proyecto no salga de acuerdo a las intenciones iniciales el imperio sigue trabajando a dos puntas: el ALCA y acuerdos bilaterales como el concretado con Chile. Lo que trata de impedir es que se formen bloques que acumulen fuerza para lograr mejores negociaciones. Lo han dicho de forma amenazante figuras que expresan la política imperial: “Estados Unidos no va a negociar con bloques, como MERCOSUR o el Pacto Andino”.

Los pueblos de nuestro Continente se han movilizado y lo siguen haciendo en repudio al ALCA, a todo lo que este Tratado significa. En nuestro país se acaba de formar un organismo social a tal efecto: “Campaña Nacional por la soberanía y contra el ALCA”. La creciente miseria y marginación a que fueron arrojados nuestros pueblos por esa brutal política neoliberal dejó claro en el imaginario de mucha gente lo que puede significar un poco más y empeorado de lo mismo a través del ALCA.

 

 

Un escenario social político con grados importantes de resistencia.

 

Ha habido en estos dos últimos años importantes expresiones populares de descontento, muchas de ellas han ganado la calle, protagonizado enfrentamientos duros. Diversos han sido sus objetivos puntuales pero común el sentimiento o anhelo de fondo: basta con la miseria y el atropello, con la impunidad y arbitrariedad de los de arriba. Así hemos visto la rebelión popular de Bolivia, la de Ecuador. Huelgas o manifestaciones combativas en Perú, Chile. El movimiento del pueblo con los piqueteros a la cabeza en la Argentina. El movimiento zapatista hoy instalando su autogobierno municipal. La guerrilla en Colombia operando con eficacia aún en ese marco en el que un gobierno de derecha actúa junto con todo un reforzamiento militar y económico de EE.UU. Los movimientos Sin Tierra, Sin Techo y Recicladores del Brasil. Los más pobres de Venezuela ganado la calle e incidiendo para que el golpe trabajado por el imperio no cristalizara. Las reclamaciones indígenas, las diversas experiencias autogestionarias, los reclamos de participación, el enfrentamiento a nuevos ajustes y flexibilizaciones. Todo esto ha conformado un determinado sentimiento, ciertas nociones de justicia hoy y aquí. Una movilización social que no cesa y que muchas veces se expresa de manera poco “ortodoxa” pero que da muestras de su existencia y no pocas veces de su ira. Nuevas formas de hacer política, elementos ideológicos, simbólicos, también propios de este tiempo se instalan en la escena. Comprenderlos no es sencillo más bien sí necesario.

 

Este abajo que se mueve, en chico y en grande, todos los días o en episodios espectaculares, ha gravitado decisivamente para marcar espacios a la acción política tradicional, a la de los partidos que desde el Estado, como gobierno, consideran que debe canalizarse ese descontento y esas exigencias de justicia. En ancas de tal coyuntura social van llegando los Lula, los Kirchner o se sostiene un Cháves, por ejemplo. Por momentos plantean realizar algunas reformas tibias o podar execrencias que impiden ya la funcionalidad democrático-burguesa en estas latitudes. No tocan nada de fondo pero eso sí, el cumplimiento fundamental con el FMI y el imperio es del orden prioritario. Lo de Lula ha sido paradigmático en tal sentido. Pero igual algunas de esas cosas al imperio no le sirven del todo en ésta su estrategia actual. Que quieran aumentar su margen de maniobra limitando un poquito su desorbitante apetito no es bien visto. De ahí que acuerdos regionales y un poquito de política social puede pasar a ser pecado. Lo cierto es que las perspectivas de estos gobiernos popular-socialdemocrátas no es ir muy lejos, ni siquiera la de llegar al “Estado de bienestar” de la etapa anterior del sistema. Pero la estrategia del imperio quiere genuflexión, títeres, que no haya traba alguna para su extracción de riquezas y que el sistema se sostenga con poca política social y con fuerza directa principalmente. Que se cumplan las formales y funcionales instancias “democráticas” no es, hoy por hoy, su preocupación central. Pero ciertamente si tal estrategia se aplica término a término las “clases políticas” de nuestro continente tendrían poco o nada para hacer fuera de reprimir constante y sangrientamente al pueblo. Amén de matarlo de hambre. En aumentar en algo su margen de maniobra les va la vida. Lo que anda en la vuelta, en tal contexto, son políticas gatopardistas de corto aliento.

 

 

Sí, se puede.

 

       El camino posible, para un mejoramiento efectivo y sostenido, es el pueblo fuera de cualquier compromiso con el Estado y los partidos políticos que administran las cuestiones de los verdaderos detentadores del poder dominante. Podrá haber auténtico avance popular con autonomía, con objetivos propios, sin articulación orgánica alguna con los que contienen y canalizan para bien del “orden” estatuido las expresiones de descontento, reclamo, exigencia perentoria que tiene la gente.  Sólo así hay posibilidad de ir mejorando esta trágica situación. Sí, es presionando, luchando, manteniendo autonomía, creando una nueva y propia forma de hacer política, que podrán lograrse conquistas y recuperar las perdidas al tiempo que instalar un proceso que apunte a transformaciones de fondo. El hambre cero o la justicia justa no vienen de arriba. “Pon tus barbas en remojo”.