Brasil, Marcha de los desocupados por trabajo,
Los
compañeros de la Federación Anarquista Gaúcha nos han hecho llegar una crónica
de esta importante actividad en la que ellos participaron activamente a través
de la fuerte inserción que tienen en organizaciones sociales. Ellos estuvieron
en la organización y despliegue de la Marcha.
Estamos en el 22 de junio. El gimnasio municipal de
Gravataí, conurbano de Porto Alegre, recibe y aloja los grupos de desocupados
que vienen de distintas partes: la región más cercana a la capital, Caxias do
Sul, Bagé, Pelotas, Lajeado todos del interior. Este es el local elegido para
concentrar a los compañeros. convocados desde la base periférica urbana a luchar con la modalidad de una marcha
por los sentidos reclamos de trabajo, tierra y techo.
Más de dos meses antes estaban algunas
organizaciones populares del sur brasileño, activistas de la causa de
recolectores, desocupados, precarios, los bolsones pobres de la ciudad para
charlar con respecto de nuestra opresiva y miserable realidad. A fines de 2000,
ya impulsábamos una experiencia de este tipo que había logrado las conquistas
que planteaba. Ahora estábamos el Movimiento de Catadores de Materiales
Reciclables, Movimiento de Trabajadores Desocupados y Comité de Resistencia
Popular a tratar de coordinar una vez más una expresión unida de lucha
callejera. Nuestros objetivos: construir un acto de fuerza de los pobres para
validar nuestro derecho colectivo a recursos públicos y crear fuentes de
trabajo, vivienda y asentamientos bajo la gestión directa de los movimientos
populares.
El modelo de dominación llamado neoliberalismo es
implacable con la clase trabajadora brasileña, como sabemos que pasa lo mismo
con el conjunto de países vecinos de nuestra región. El FMI pone los gobiernos
de turno de rodillas y manda recortar del presupuesto, los fondos de áreas
sociales para destinarlo al pago de la deuda y los intereses que reclama el
poder financiero. Los trabajadores ocupados sufren duros golpes de las clases
dominantes en contra de sus derechos, el sueldo mínimo no da para nada y el
costo de vida galopa por arriba de las necesidades que tenemos todos. El mundo
del trabajo está fragmentado por una parcela pequeña de obreros en relaciones
de empleo formales, una cantidad de asalariados sin protección, temporarios,
informales, desocupados atrapados por estructuras de marginación. Solamente un
25% de una población económicamente activa de 76 millones de trabajadores tiene
protección de la legislación laboral. Por otro lado, estudios denuncian que 53
millones de pobres perciben un sueldo cercano a 80 reales y un grupo de 21
millones viven en condiciones miserables. Por la noche el día 22, formamos
núcleos de 20 a 30 cros. eligiendo cada grupo la identidad de combatientes del
pueblo para denominarse: guerrillero Mariguella, el indio Sepé Tiarajú, la
campesina sin-tierra Rosa Nunes, el negro quilombola Zumbi dos Palmares, el
obrero Santos Días, estos y otros símbolos de los 500 años de resistencia
popular tuvieran su lugar con honor en nuestra lucha. El núcleo debe cumplir un
rol activo en la marcha, hacer la defensa de sus integrantes, prestar ayuda a
los caminantes, cuidar los niños, formar el equipo de alimentación, orientar la
conducta en la calle, etc. Además es instancia de debate, donde debe evaluarse
la coyuntura de lucha, aclarar al máximo la pauta por lo cual nos movemos. Al
fin de estos días una programación cultural, la música popular, las
herramientas de trabajo, las colores de nuestras banderas formaron el escenario
simbólico propio para llenar las voluntades de pelear y vencer unidos. 23 de
junio, salida de la marcha. Somos alrededor de 800 adultos y 150 niños. Estamos
a minutos de empezar la jornada que cumplirá más de 30 kilómetros, arrancando
de Gravataí, atravesando Cachoeirinha y llegando a Porto Alegre, donde el
gobierno del estado escuchará los sonidos, las vibraciones, las protestas de
quienes marchan. Un grupo de cros. está destacado para presentar nuestra pauta
con firmeza a las autoridades burguesas. Ocupamos la calle finalmente, no sin
ponerse en agitación inmediata, gritando las consignas, homenajeando nuestros
mártires. El tráfico ya empieza a sentir los primeros actos de la fuerza social
movilizada. Mucha gente curiosa, algunos gestos solidarios (la mayoría), otros
expresan reacción hostil. A algunos kilómetros de allí la primera parada es en
el local del sindicato de los metalúrgicos. De ellos tuvimos apoyo desde el
principio como obreros que son. Comemos, descansamos y volvemos a la ruta.
Ningún incidente hasta ahí, la prensa más chica registra la movida, una vez más
los grandes medios ignoran. Nos estamos dirigiendo hasta el municipio de
Cachoeirinha, el trecho es de los más largo, cerca de 9 kms. durante el
transcurso, pasamos enfrente de un negocio de la clase que domina y explota la
recolección de reciclables y sus trabajadores, es duramente criticada. La
marcha en pleno adhiere responder al enérgico rechazo del cro. Que denuncia el
carácter de esta empresa y marca el proyecto cooperativo del movimiento de
control directo de la cadena productiva de los materiales. El patrón y sus
lacayos son sorprendidos. Más adelante una logia de “fast food” del McDonalds
recibe la misma carga de repudio de la expresión organizada de los pobres que
han ganado las calles. Un cro.
procedente de los pequeños productores dispara un discurso en contra su calidad
de comida fútil, su adhesión a los transgénicos, contra el más que dudoso
efecto a la salud pública de estos productos. Otro compañero luego acusa sobre
los dispositivos represivos que impone esa empresa a la organización de los trabajadores, sus formas de contratos
temporales, las técnicas de dominio psicológico y la explotación de la juventud.
La noche cae por primera vez para los que caminamos. El local que nos acoge es
una parroquia administrada por un cura con posiciones de izquierda. Es instancia donde el cansancio de la energía
gastada puede ser debidamente recuperado para el rayar de un nuevo día. Los
núcleos hacen sus reuniones. La coordinadora general actualiza sus datos, para
ver qué medidas tácticas tomamos para lo que vendrá. Ahí vamos a saber que el
gobierno del Río Grande, jefiado por Germano Rigotto anuncia que no está con
agenda para nuestra comisión. Decidimos hacer hincapié en que debe recibirnos,
no queremos reunión tramposa con el segundo escalón, exigimos su presencia en
la mesa a discutir nuestras urgencias. Está claro una vez más que la
negociación es consecuencia de la correlación de fuerzas creada por los que
luchan y agitan sus reclamos. Negociar sin pelea es derrota cierta. La marcha
vuelve a arrancar temprano al otro día. Estamos en el 24. “El gobierno no tiene
agenda para los pobres” exclaman las voces del pueblo. Para Lula mandamos
también nuestra crítica: “hambre cero es trabajo”, ninguna referencia al
programa que más parece una pieza de publicidad, que real combate al hambre y
la pobreza que nos agobian. Queremos tener lo que comer por obra del trabajo
colectivo, los medios que controla el poder reapropiados socialmente por la
clase oprimida, ese es el sentido de dignidad que sólo la lucha puede devolver.
Entramos en Porto Alegre. Los pasos son cada vez más decididos, el ánimo no da
lugar a los dolores en el pie, en las piernas, a la fatiga del cuerpo. Somos
quienes viven a diario en procura de una changa cualquiera, acosados por la
incertidumbre del pan y por eso acostumbrados a hacer uso pleno de la energía
que mueve cada miembro. Muchos obreros sobre el margen de la calle nos saludan,
lo mismo transeúntes, intercambiamos la simpatía con palabras acusatorias a las
estructuras de opresión en general que resiste la clase trabajadora, el mundo
de los pobres. La marcha que también hacen los Sin-tierra en el interior rural,
con el antagonismo aflorado de los latifundistas, estás en evidencia en esta
coyuntura. Los grandes propietarios rurales amenazan su intento de ocupar una
área de 13,5 mil hectáreas en vías de desapropiación. Insultan a los Sin Tierra
con rabia de clase y califican a estos valientes trabajadores como “ratas”.
Nuestra solidaridad con esta pelea es total y efectiva desde la lucha de clases
que activamos en el escenario urbano. La parada esta vez es en el local
metalúrgico de Porto Alegre, el sindicato, donde vamos a comer.
En este espacio de tiempo que nos preparamos para
partir rumbo al centro de la capital, acertamos las últimas medidas. La llegada
prevista, evaluamos, debe despertar la atención máxima de la ciudad, romper el
silencio de la media burguesa, imponer elementos de fuerza para hacerse
escuchar y lograr la victoria de la marcha. Importa decir que la pauta de
reclamos incluye infraestructura para talleres productivos y que sobran
inmuebles públicos o particulares que nos interesan. Es cuando nos ponemos a
planear una acción directa decisiva para avanzar por esta línea. La táctica elegida es de ocupación de un
predio ocioso. Los núcleos debaten la oportunidad del plan en lo
social-político y la coordinadora general detalla. Las informaciones técnicas
son reservadas a un destacamento de compañeros, que van operar el rompimiento
de lo que impide el desenlace planteado.
El momento es lo más tenso, la policía desde el
principio de Porto Alegre queda en el calzo, a veces provoca o procura dirigir
sin éxito nuestros pasos. La decisión tomada genera cierto nerviosismo a los
más inexperientes, pero no crea disenso. En el trecho decisivo una maniobra
precisa descoloca a los policías, la marcha cierra los espacios a los botones y
el grupo destacado opera rápido para romper los portones que nos separan del
objetivo. El pueblo ocupa finalmente el taller de la “Carro do Povo” (“coche
del pueblo”) a fines de la tarde del 24. Se trata de una fábrica cerrada que
acumula deudas de 6 millones de reales
para el Estado y R$ 12 millones para la banca, con patrimonio evaluado en R$ 13
millones. El hecho esta vez llama a la prensa y la coyuntura abraza la acción
directa de los desocupados y recolectores. La fuerza represiva queda
tácticamente batida, sin autorización judicial para invadir y disparar su violencia.
El local es donde pasamos la noche.
El 25 está marcada la audiencia y la manifestación
enfrente del palacio del gobierno. La marcha toma por el centro y concentra su
gente toda para amplificar su bronca. Un grupo queda en el taller ocupado. El
gobernador cede y recibe personalmente a la comisión designada por los
movimientos. Los factores de fuerza creados por nosotros están bien presentes
en la mesa de negociación. Al final de la mañana la conquista está hecha.
Estábamos preparados para quedar todos en estado de movilización hasta cuando
sea, sin volver con las “manos vacías”. No fue necesario. Un grupo de trabajo
con los secretarios se encarga de instrumentar los frentes de trabajo, junto
con los otros temas. Eso se explica, por nuestra hipótesis, entre otras cosas
que ya comentamos, por contar de un recurso reservado para estos fines sabido
por nosotros. El secretario del trabajo intentaba desviar este presupuesto para
su empresa de construcción, subemplear con el engaño de generar fuentes de trabajo.
La lucha popular bloqueó esta operación politiquera.
El resultado parcial a nuestro favor conmocionó a
muchos compañeros. El proceso de lucha y organización hizo recobrar confianza
en las propias fuerzas. Nuestra postura todavía es de vigilancia para que no se
nos escapen los logros que impusimos. Pues la desarticulación de las
organizaciones de base puede convertir la victoria en derrota, por medio de la
clase política que espera debilidad para suspender la conquista que hicimos. En
las villas y asentamientos nos ponemos ahora a organizar los grupos de trabajo,
crear formas sociales de autogestión, desde talleres productivos hasta
servicios de apoyo mutuo: huertas, panaderías, puestos de recolección de
materiales, comedores, etc. Así creemos ir conformando la resistencia,
generando el tejido solidario para el desarrollo de un fuerte movimiento urbano
de las clases oprimidas, sus fracciones más pobres, marginadas, desocupadas en
estrecha solidaridad con el conjunto de las organizaciones obreras y populares.
Por
la construcción del poder popular, vamos arriba siempre.
Desde
los frentes que organizan las
villas y organizaciones de recolectores.
Federação
Anarquista Gaúcha.