A 9 años de la masacre del Filtro.
El día
24 de agosto, en una soleada y fría tarde, se realizó la marcha desde el
Obelisco hasta el Hospital Filtro. En reclamo de justicia, ante el asesinato,
hace ya 9 años, de Fernando Morroni y Roberto Facal. Crímenes que aún al día de
hoy siguen impunes. La impunidad de esta democracia, que en ese día mostró su
rostro más atroz. El democrático gobierno de Lacalle, y aquel nefasto Ministro
del interior Ángel María Gianola. En aquella tarde-noche, la policía disparó a
sangre fría contra miles de manifestantes que reclamaban por el respeto al
derecho a asilo político de los ciudadanos vascos.
Pero la
democracia no estaba dispuesta a ceder ni un ápice, los ciudadanos vascos
fueron extraditados, y los alrededores del Hospital Filtro se convirtieron en
una zona de masacre. Jóvenes, viejos, mujeres embarazadas, niños, todos fueron
el blanco movedizo de las balas policiales. Esa marea de gente desarmada,
enfrentó valientemente con piedras y lo que encontró a mano, a la cobardía en
uniforme. Hubo un antes y un después de los sucesos del Filtro. Las
generaciones que no habíamos sufrido en carne propia la represión directa de la
dictadura, conocimos el rostro de este nuevo período. Aprendimos lo que esta
democracia tiene para ofrecer llegado el caso. Ese nuevo diseño represivo, que
en lenguaje de la nueva seguridad de Estado que exporta EE.UU. se llama «conflicto
de baja intensidad».
Por
eso, todos los 24 de agosto, miles de personas nos reunimos para denunciar ese
atropello, para repudiar la impunidad de los asesinos de ayer y hoy. Construir
todos los días, en la medida de nuestras fuerzas, el fortalecimiento de las
instancias populares que nos permitan ir diseñando un mañana distinto. Ese
encuentro, que además de muchos otros días y lugares, se da los 24 de agosto.
Para que nunca se olvide, para que esa memoria nos sirva para aprender, para
señalar el camino, la pelea por un cambio radical, para superar las lucecitas
de colores de esta seudo-democracia.