El Movimiento Sindical en «el año del triunfo popular».

Prueba de fuego para la independencia de clase.

   

      El año electoral, que ya empezó hace rato y la inminencia de que la izquierda parlamentaria acceda al gobierno nacional por primera vez, están poniendo en juego, no en el papel, no en el terreno de la teoría, sino en el terreno histórico, en la arena de la lucha de clases real; las diferentes concepciones de independencia de clase y la importancia que las diferentes corrientes sindicales le dan hoy a este principio fundacional de las Organizaciones Sociales de los trabajadores.

En las corrientes mayoritarias y hegemónicas, la subordinación al proyecto político de «gobierno popular de las fuerzas progresistas para construir un país productivo con justicia social» se evidencia cada vez más claramente. En las permanentes declaraciones de los principales dirigentes de esas corrientes respecto a que «no es lo mismo un gobierno progresista que uno de los partidos tradicionales». En la acentuación de la táctica de «no hacer olas», de no dar el apoyo que corresponde dar a las situaciones de conflicto, como es por ejemplo el caso de la salud privada, que vive una crisis terminal, que deja permanentemente trabajadores en la calle y que no se avizora donde está el fondo del pozo. En la urgencia por entregar a «todos los pre-candidatos» las aspiraciones del Mov. Sindical, que no es la misma urgencia por enfrentar la ofensiva permanente del capital contra los de abajo y sus condiciones de vida.

También la reunión de cuatro dirigentes del PIT-CNT con el encargado de asuntos políticos de la embajada de EE.UU., que fue sin consulta alguna a los Sindicatos y sin la menor información a la opinión pública; es una especie de correlato social de las reuniones de Vázquez con funcionarios imperiales para que quede claro que el futuro gobierno va a respetar los compromisos internacionales y el ordenamiento democrático-burgués.

   Sin duda que la coyuntura electoral, las expectativas de un cambio «por arriba» y la forma en que todo ello debilita la ya menguada independencia política del sindicalismo uruguayo; engrosa los elementos objetivos que erosionan la unidad orgánica del PIT-CNT y acelera un proceso de ruptura que, y no es ocioso repetirlo, las corrientes mayoritarias están muy interesadas en apurar. Para el ala sindical moderada es vital que el ala radical sea disciplinada antes de la asunción del gobierno del FA-EP, y si no fuera posible es mejor que se vayan. Porque si el sindicalismo combativo estuviera fuera, creen que sería más fácil aislarlo y estigmatizarlo sin pagar el precio de aparecer como poco unitarios.

Sin embargo nos parece que lo mas preocupante es que dentro del sindicalismo clasista y combativo, en el espacio donde se ubican las Agrupaciones y militantes «de Tendencia»; la coyuntura electoral tambien tiene un efecto disolvente. Este espacio mas allá de su existencia a la interna de los distintos Sindicatos, hace tiempo que no logra coordinar las cuestiones mínimas y eso se ha visto agravado éste año. No es una opinión a la ligera decir que las expectativas electorales operan negativamente sobre la actividad de este espacio.

Respetamos y defendemos el derecho de todos los militantes sindicales a integrar organizaciones políticas. También respetamos el derecho, aunque no compartamos la opción, a que participen de la instancia electoral de la manera que sea, ya sea presentando candidatos o llamando a no votar. Pero lo que nos parece profundamente negativo es que la actividad sindical y popular autónoma y combativa, se vea relegada por las tareas específicamente político-partidarias. Que cros. y cras. muy valiosos estén restando militancia e ideas a las tareas sociales populares para volcarlas a sus sectores políticos en la cuestión electoral.

   Sigue habiendo, aún entre la militancia de intención revolucionaria, una concepción vanguardista de la política y en este terreno, en este espacio que nosotros integramos tanto en lo social como en lo político, hay también una dura batalla a librar en defensa de la independencia de clase, por lo menos como la entendemos los anarquistas de FAU.