Contra el imperialismo y con las luchas de los
pueblos latinoamericanos.
Con la
autodeterminación de los pueblos.
América Latina sufre pero no duerme. Corren nuevamente
tiempos revueltos, llenos de bronca, rebeldía, urgencias y sueños.
Tuvieron nuestros pueblos que sufrir una cadena interminable
de tropelías que llevó adelante primero el colonialismo europeo y finalmente el
imperialismo yanqui. Y hoy sigue sintiendo
en su carne el cruel bisturí del imperio. En su versión última una especie de
colonial-imperialismo.
Pero pese a padecer esa brutal explotación, opresión y
ultraje, no se disciplinó como querían los poderosos ni tampoco desarrolló una
cultura de la sumisión. Acumuló odio, anhelo de justicia, repudio a la
arbitrariedad y prepotencia y sueños de libertad.
Muchas y variadas han sido sus expresiones de lucha. Cercano
en el tiempo está ese otro período revuelto de la década del 60. Oportunidad
histórica donde un profundo sentimiento antiimperialista recorrió el
continente. Hoy en otro contexto histórico ese sentimiento está presente.
Dijimos en aquel momento: “Lucha antiimperialista que debe librarse aquí en
toda América Latina con total independencia... e integrarse en el combate que
se lleva a cabo por erradicar la opresión externa e interna y elaborar nuevas y
propias formas socialistas. Indeclinable adhesión al principio de
autodeterminación de todos los pueblos... con su correlato de no intervención
es un postulado necesario en la lucha de liberación... Ratifica la posición
antiimperialista integral que ha animado a su militancia, así como a los otros
sectores revolucionarios del continente... es imprescindible la solidaridad de todos
los pueblos, en especial de los países subdesarrollados o dependientes, con
cualquiera de ellos que inicie su lucha libertadora, elija la forma que elija,
solidaridad que es garantía de autenticidad del proceso de liberación y de la
rápida extensión de su ejemplo: sin obsecuencia de ningún tipo, sin traslados
automáticos de un país a otro, sin especulaciones en la solidaridad”.
Estamos en otro momento histórico, muchos son los
acontecimientos ocurridos en las últimas cuatro décadas pero un enemigo de los
pueblos, semejante en su monstruosidad no ha cesado con su siembra de opresión,
sangre y miseria para nuestros sufridos pueblos.
Para aquellos que quieren cambiar los símbolos y sus
contenidos, que hablan de la muerte de las ideologías, les decimos hoy nuevamente
que el imperialismo yanqui es el imperialismo yanqui. Ahí lo tenemos, está su
bestialidad antipueblo a la vista.
Este imperialismo erigido en gendarme del mundo amenaza hoy a
diestra y siniestra con intervenciones armadas y guerra al tiempo que hunde más
y más en la miseria a diversos pueblos. Su saqueo y prepotencia son armas
diarias en nuestro continente. Con sus bases, sus armas y grupos técnicos, su
Comando Sur, sus trasnacionales, el FMI, el Banco Mundial o Interamericano y
Organización Mundial del Comercio. Sus diversos tentáculos de succión y
opresión han dejado tierra arrasada, marginación, desesperación, perspectivas
de un mañana terrible. Pero nuestros pueblos no se han resignado y salen a la
calle, quieren comer y quieren una vida digna. Un sentimiento que sale de lo
profundo dice: ¡basta de atropello, gringos! Y su sangre generosa vuelve a
nutrir la tierra de sus sueños.
La estructura imperial
con los yanquis a la cabeza pero en la cual también participa la Unión
Europea y Japón, son insaciables, vienen por más. Las transnacionales piden más
porciones y el imperio norteamericano presiona para concretar el ALCA. Un ALCA
que le permita consagrar y ampliar esa política despiadada que viene llevando
adelante.
Por un aumento de los lazos solidarios entre nuestros pueblos
y sus luchas. Por una relación fecunda y en aumento con todos los pueblos del
mundo que aún sueñan con un futuro de justicia y libertad.