A muerto Andrés Medina.

Una vida de luchas y sueños.

 

 

Se nos ha ido un querido compañero, su ejemplo de persona y de disposición militante quedará para siempre en el mejor de los recuerdos. Un infarto cerebral lo mató en la plenitud de su vida, con 45 años de edad y con ganas de encarar cosas y hacer lo agarró sin piedad la tragedia. De un día para otro ya no fue. Pero ya es, y lo seguirá siendo, en la mejor memoria: el inquieto y múltiple Andrés el panadero. Modesto, tenaz, autodidacta estudioso, fraternal, sensible a los sufrimientos de su pueblo.

Abrazó las ideas libertarias cuando estaba dando sus últimos coletazos la dictadura. Corría el año 1982 y Andrés ya andaba repartiendo, a escondidas y con el riesgo consiguiente, en barrios y fábricas propaganda contra la dictadura, en reclamos de las libertades públicas, por la libertad de los presos. Poco después, junto a otros compañeros de trabajo, multiplicaba esfuerzos para reorganizar el viejo e histórica sindicato de panaderos.

Con firmeza y con naturalidad transitó esos últimos años de la siniestra dictadura, esa que seguía intentando paralizar al pueblo a través de la represión brutal y el miedo. Su adolescencia transcurrió en el medio de una sociedad transformada en estado policial, donde un ejército avasallaba a diario libertades y derechos elementales, donde solo los de arriba casi no eran molestados. Fue hijo de la “sociedad” de la tortura, del atropello constante, de cuarteles y cárceles llenas de luchadores sociales, de sindicatos perseguidos. Para él eso era parte sustancial del alma del capitalismo, y no se equivocaba. Tanta infamia que saltaba delante de sus ojos, que tanto dolía, no le dejó espacio para cobijar ninguna de esas ilusiones que la democracia burguesa difunde con tanta eficacia durante tanto tiempo. Su mueca de descreimiento contenía una creencia profunda: que sólo del pueblo saldrá algo en beneficio de una justicia verdadera. Del pueblo y sus instituciones legítimas e independientes de las estructuras de poder.

Andrés leía de todo como decimos habitualmente: literatura, teóricos libertarios, cuestiones científicas, historia.

Fue la suya una vida corta pero rica. Rica en el aspecto humano e igualmente en el social. Se relacionó bien en barrios, sindicatos, con amigos y compañeros. En familia creo un clima comunitario compartiendo gran parte de sus inquietudes y actividades con su compañera Paula y sus dos hijas, Débora y Verónica.

Nació en el Departamento de Treinta y Tres en el año 1959. Allí vivió hasta que cumplió un año. Llegó después, con su  familia, a Montevideo. Una vez en Montevideo pasó a vivir en el barrio Borro hasta el 1970.

Cuando tenía sólo nueve años de edad muere su padre y de hecho se transforma en el “jefe” de familia, era de los seis hermanos el mayor. Empezó por ese entonces a trabajar en una panadería, primero entrando leña y poco después ya en la “cuadra” en donde va aprendiendo el oficio. Esta lucha y este esfuerzo no lo vivió como tragedia sino con orgullo, pues con entereza enfrentaba las dificultades. Tempranamente en su vida percibió la tremenda injusticia social, pero sentía que ella no daba para quejas sino para luchas a fondo.

De 1970 a 1974 vive en Toledo Chico (en Capilla del Sauce).

Sigue su trabajo en la panaderías que se transforma en parte importante de su vida. En un primer momento va a la Escuela y trabaja de panadero, después sigue el Liceo y trabaja de panadero. 

En 1974 regresa con su familia a Montevideo y consigue, ya con oficio, trabajo efectivo de panadero en “La Favorita”.

Comienza su militancia sindical en Panaderos y tiene contacto con otros militantes sindicales que clandestinamente en ese momento están en pos de la formación del PIT. Arrima el hombro en lo que puede. Tiene contacto regular y solidario con familiares de presos políticos, participa en la lucha contra la dictadura.

Le gusta leer y seguir aprendiendo cosas. En 1983 hizo un curso de locución, lo terminó en 1984, en ese mismo momento trabajó con Omar Gutiérrez en el programa “Tren de la Noche”.

Fue uno de los pilares en la reconstrucción del viejo y combativo sindicato de panaderos, luchó para la recreación de la bolsa de trabajo. Fue impulsor principal en la formación de la lista 1,  para la que propuso el nombre de “Abelardo Pita” en recuerdo de aquel querido y abnegado militante del sindicato. La Lista 1 ganará las elecciones en 1986.

A finales de 1985 se viene a vivir al Cerro de Montevideo y aquí se quedará hasta principios del año 1987.

En estos años participó en el Comedor Infantil del Cerro y el Centro Cultural Cerrense.

Impulsa en su Sindicato la salida de un periódico que llevará el nombre de “El Obrero Panadero” en recuerdo también del periódico de aquella época de los Sindicatos de Resistencia.

Las huelgas de panadero y los piquetes en cada panadería para hacer respetar derechos lo tuvieron a Andrés en primera línea. Incluidas algunas movilización callejera que constituyeron hechos “curiosos”, como las realizadas por 18 de julio a las 3 de la mañana. Es que para los panaderos por su horario de trabajo esta era la hora que mejor venía para nuclear una cierta cantidad de obreros. Organizó charlas y debates sobre diversos temas en el Sindicato, le parecía fundamental a nivel obrero esta tarea de información y capacitación.

De fuerte voluntad no se achicaba ante las dificultades que se le planteaban y por el contrario le buscaba a ellas la vuelta en procura de superarlas. Cuando tomó más responsabilidades en la tarea sindical, en un momento en la Comisión Directiva, enfrentó un problema. Había hecho un curso de locución y leía bastante bien, el escribir artículos le exigía esfuerzos pero con dedicación y tenacidad los superaba, pero ahora que tenía que hablar en asambleas y dar informes en reuniones, todo esto improvisado, le resultaba un hueso duro de roer. “No hay caso para improvisar no ando bien, tengo que ver como arreglo esto” dijo una vez. A los pocos días ya estaba con un grabador, encerrado en una pieza, improvisando cosas que después escuchaba para ir corrigiendo. Al poco tiempo ya era buen expositor improvisado en asambleas.

Después de la dictadura, con compañeros salidos de la cárcel, venidos del exterior, que habían estado estos años en el país y en lucha contra la dictadura, se comienza la reconstrucción de FAU. Andrés estará en esta tarea con su aporte militante. Integró, junto con un núcleo de compañeros panaderos, la Mesa Sindical de FAU en 1986.

Colaboró y escribió algún artículo en “Solidaridad”, periódico mensual de FAU destinado al medio obrero-popular que comenzaba a salir en el año 1987.

En el año 1987-88 pasó a vivir en el Cerrito de la Victoria, barrio Aires Puros. Casi en seguida empieza a participar activamente en actividades sociales y culturales en el Club del Barrio, tenía esa facilidad de relacionarse con la gente que emanaba de su sensibilidad social y su amplitud de miras. La calle le había enseñado una flexibilidad que compaginaba muy bien con su firmeza.

En el 1989 conoce a quien será su compañero por el resto de su vida, Paula, al año siguiente forman pareja. En el 1991 nace su primer hija: Débora.

Más adelante vinculado al Club Amanecer acompaña la Vuelta Ciclista, en esta oportunidad pasa por Bella Unión, ve las condiciones sociales del lugar, despiertan en él el interés por ir a vivir ahí. Esto ocurre a la altura de abril de 1997.

Ya en Bella Unión se vincula inmediatamente a militantes del Sindicato de UTAA y trabajo con ellos en la reconstrucción de este sindicato que se encuentra muy disminuido. Al mismo tiempo comienza una actividad en una radio del lugar “La Celeste” aquí hace un programa de varias horas de música popular y con noticias de problemas sociales de la zona. Dos Marchas Cañeras a Montevideo lo contarán en sus filas militando fuerte, con responsabilidades. Una de ellas es la que plantea una próxima Marcha con llegada a Punta del Este. Cuando el movimiento obrero-popular realiza esta Marcha estará Andrés entre la fila de los cañeros que vienen dispuesto a llegar a este lugar símbolo de los de arriba. Concesiones hechas por el PIT-CNT impiden esa llegada a Punta del Este y el acto se realiza en lugar apartado.

Participa en un grupo de teatro popular de Bella Unión  junto con su compañera y sus hijas. Integra también últimamente un grupo llamado “Poeta de las Tres Fronteras”.

Viene a Montevideo a las tareas de Coordinación de la actividad de FAU. Fue orador en más de un acto central de la Organización. Integraba actualmente, designado por el último Congreso, el Secretariado.

Fue en la delegación de FAU que concurrió a Porto Alegre en oportunidad de la realización del Foro Social. En tal marco, pero independientemente de la programación oficial se organizaron y realizaron actividades como: Encuentro de Organizaciones Sociales Independientes e instancias libertarias en las que participó activamente. A principios de este año, organizadas por Tinku continuó esta instancia de Encuentro de Organizaciones Sociales en Bolivia, allí fue Andrés, con Martín, representando al Espacio de Solidaridad y a la FAU.

Sus inquietudes eran inagotables, tan extensos como sus sueños. Siempre buscando. Actividades sociales de combate, técnicas, labores de las llamadas culturales, todas cabían en su horizonte y todas lo entusiasmaban.

El año pasado nomás cruzaba hacia la Argentina para participar de un curso de periodismo de buen nivel que un grupo de técnicos estaba llevando adelante. En el momento de su muerte estaba en la organización de Monta de la Triple Frontera. Desde sus programas en radio Milenio FM, Amaneciendo y Mates y Temas, impulsó esta actividad gauchesca. Actividad que se realizó en este momento y que en su recuerdo en adelante llevará su nombre.

Para Andrés el concepto libertad era aprender, saber, participar, luchar, estar junto a la gente en sus dramas y alegrías.

Vivaz, experiente, modesto, inquieto, luchador, sensible y firme fueron rasgos que compusieron su personalidad. Su pasaje por esta “tierra de injusticias” no fue cosa vana, dejó su marca. Su lucha y su vida toda marcan un camino. Un camino largo pero verdadero el que tiene en su extremo el pasaje hacia un mundo de libertad, solidaridad y justicia.

Chau Andrés, estás entre nosotros.