¿Cómo se posiciona el Movimiento Sindical

frente al nuevo gobierno?.

 

 

El gobierno del FA es un hecho; asume en marzo. Ya no caben más especulaciones acerca de cómo será. Ahora es concreto y tangible. Ahora hay que hacer frente a nuevos problemas, más complejos. La independencia de clase y la esencia del sindicalismo, se juegan una dura prueba en los próximos cinco años.

 

 La victoria del FA deja abiertas más interrogantes que certezas sobre lo que vendrá. Pocos son los anuncios que se hacen desde el gobierno electo como para poder delinear un bosquejo de las reformas que encararán en el país. Lo único que sabemos como cierto es que cambios van a tener que realizar, sino no van a poder llevar adelante el período de gobierno. Importa analizar la magnitud de los cambios y cómo van a operar los mismos en el imaginario social, porque se pueden hacer pocas cosas que den la sensación de cambios profundos y rotundos. Sobre todo en un país pequeño como el Uruguay.

Lo único serio que han anunciado es el Plan de Emergencia, el cual será financiado por el Banco Mundial, lo cual nos indica que se inscribe o colinda con las estrategias de dicho Banco para combatir la pobreza. Es un plan de 100 millones de dólares para brindar atención a 100 mil personas, lo cual nos indica que será un plan asistencialista, carente de soluciones y perspectivas de fondo, máxime cuando las políticas de generación de empleo van a depender de la voluntad de los empresarios y de las concesiones  que le otorgue el nuevo gobierno.

Poco se ha escuchado sobre las políticas para la salud pública y la crisis del mutualismo, la educación, planes de vivienda, por nombrar los más recurrentes. Si bien se supone que pondrán en práctica lo aprobado por el congreso del FA, ¿por qué no se expone públicamente? Cuando escribimos este artículo siquiera hay nombres de ministros, salvo el de Astori. Demasiado silencio cuando la gente está esperando “los cambios”.

Es evidente, como en todo gobierno, que va a haber conflictos internos, disputas, y virajes en las políticas. Allí se va a hacer evidente la naturaleza del nuevo gobierno.  Pero puede ocurrir lo que en la región: un gobierno al estilo Lula que ha entregado todo al capital multinacional y nacional aliado al mismo; o como Kirchner, que hace el discurso para el pueblo, pero al final, termina cediendo frente a los organismos internacionales. Y ambos gobiernos mantienen aún para la población la imagen de gobiernos de izquierda o “progresistas”. Ese es el nivel que importa analizar: el grado de legitimidad que el nuevo gobierno tendrá frente a la población.

 

Sin duda, el movimiento sindical es piedra angular en la composición de dicha legitimidad, porque se ha mostrado como la base social del gobierno electo. Hasta ahora, las corrientes mayoritarias de la Convención han tratado de atar al PITCNT al nuevo gobierno. El VIII Congreso realizado en el 2003 tuvo ese objetivo. Cada comisión que funciona en el seno del PITCNT trabaja con miras a presentar proyectos para el gobierno entrante. Varios dirigentes de primera línea pasarán a ocupar bancas en el parlamento o estar en alguna comisión, despacho, etc. Parece ser que la filosofía es “todos somos lo mismo”. Como síntoma de este apronte mencionemos la baja conflictividad  suscitada en este año.

Además, ya de cara al inicio del 2005, varios dirigentes del PITCNT han dicho frente al tema de la instalación de plantas de celulosa que el movimiento sindical no tenía posición, violando una de las resoluciones del último congreso, donde se define por unanimidad rechazar la instalación de estas plantas, a pedido de los Plenarios Sindicales de Soriano y Río Negro. Esto, debería traer un fuerte debate a la interna de los sindicatos sobre la política que lleva adelante la Dirección del PITCNT, y de paso, introducir otro debate: ¿está dispuesta la clase trabajadora a ceder frente a las multinacionales y el saqueo sistemático de nuestro país? Porque en la lógica del “país productivo” se acepta a cualquier inversor, y se ha demostrado que estas empresas de celulosa contaminan el medio ambiente en forma por demás excesiva, sin generar los puestos de trabajo que prometen.

Es la estrategia de “país productivo” la que va a estar siendo enjuiciada día a día, y los trabajadores deberán debatir acerca de todo lo que se ha pospuesto en aras de que prime esa estrategia y de que el FA llegue al gobierno.

         Sin duda, otro tema que va a generar conflictos es el tema del agua, donde el movimiento sindical deberá defender lo aprobado en la Reforma Constitucional. Y este tema no amerita doble lectura: o se cumple con sentir popular o se está con las multinacionales. La política dubitativa del FA ha llevado a que su Mesa Política resolviera pedir el congelamiento del tema hasta que asuman.

        

El PITCNT ha venido desarrollando una estrategia política errada: ha apuntado a realizar acuerdos con los empresarios, al “relacionamiento con la fuerza política”, a los foros, mesas redondas, y no se ha priorizado una estrategia de acumulación de fuerzas y de lucha. Esta es una concepción acerca de la política; es creer que “la política” o “el poder” están en los cargos, en los sillones, en los organismos del Estado, en los partidos políticos. Es la misma lógica que llevó a realizar la reunión con el agregado cultural yanqui en secreto.

Para quienes tenemos una concepción de poder popular, esto nos parece una fantochada y un desperdicio de energías, recursos militantes y económicos, de tiempo, en generar actividades que no son resorte de los intereses de clase. Se asume de este modo el proyecto y la ideología de otra clase: de la pequeño –burguesía. Poco ha tenido que ver con una política de acumulación la “Concertación para el Crecimiento”.  No se puede seguir con esta estrategia; si ella continúa, el PITCNT será cada vez más un local en la calle 18 de Julio y no la organización aglutinante y unificadora de toda la clase trabajadora, espíritu con que se creó la CNT. La organización de los trabajadores no puede estar lejos de los problemas de los trabajadores, son su razón de ser. Pero se han priorizado acuerdos con otras clases y fracciones de clase y habrá más preocupación por dialogar con el nuevo gobierno y en los hechos formar parte de él, que de construir una alternativa para los trabajadores.

Ya esta política de compromisos que ha llevado al FA al gobierno ya se está haciendo sentir: hay que cumplir con trabajadores y empresarios.¿Cómo? No existe una política ambivalente duradera; en algún momento deberán optar por una u otra clase. Las ilusiones pequeño -burguesas de la armonía entre clases son insostenibles durante mucho tiempo. Pero para ello, los trabajadores no deben sentarse a esperar que caigan las soluciones desde el cielo. La lucha de clases no se detiene y nadie puede asegurar que no haya conflictos en el futuro, nadie puede maniatar al conjunto de la clase trabajadora, porque el movimiento sindical es mucho más amplio que la cúpula burocrática del PITCNT. Los sindicatos van a continuar existiendo en los lugares de trabajo más allá de las políticas adoptadas por la Dirección del PITCNT. Es la voluntad de los trabajadores lo que da vida a los sindicatos. Existen hoy amplias posibilidades de desarrollar actividad sindical con un sentido combativo, clasista, aunque estas concepciones vengan perdiendo posiciones en el conjunto de la clase trabajadora. Estas posibilidades pasan también hoy, por saber analizar el sentir de los trabajadores que esperan cambios; y a otro nivel, cuáles son los flancos débiles del futuro gobierno, por aprovechar sus contradicciones para acumular y capitalizar el descontento y organización de los trabajadores.

Para nosotros, se trata de imprimir una línea política clara a los sindicatos, haciendo primar la acción directa, con participación real y comprometida de la gente. Organizar a aquellos militantes más esclarecidos en agrupaciones de Tendencia, generar una alternativa dentro del movimiento sindical de orientación para el conjunto de la clase. Por ello es imprescindible posicionarse adecuadamente ya, con total independencia de clase, marcando que el eje, que el factor principal está en lo que hacemos los trabajadores. 

 

Hoy existen sindicatos con cierto peso, donde desarrollar una militancia constante es más sencillo o donde ya se parte de cierta base; pero en sectores enteros se parte casi de cero. Volvemos a encontrarnos como a principios del siglo XX: los trabajadores creando sindicatos. Nadie garantiza que va a cesar la represión antisindical, nadie garantiza que se desarrolle la negociación colectiva. Nadie puede decretar el fin de la lucha, el fin del eterno antagonismo entre obreros y patrones. Porque si los trabajadores caemos en la trampa de esperar soluciones mágicas, ya vamos a ver que las patronales nos vuelven a caminar por encima.

Los únicos garantes de los cambios reales –que son los que se producen desde el pueblo- serán los trabajadores organizados, en la calle, peleando como siempre, reencontrando los caminos de la acción directa que tantas victorias le han dado a nuestra clase, a diferencia de las negociaciones a puertas cerradas, donde se ha fraguado el pacto social y la derrota de los trabajadores.

Pero como decíamos más arriba: se abre un período donde se va a intentar poner en práctica la conciliación de clases y el “país productivo”, estrategia que pronto va a tocar su techo y  se van a ver en la cancha los resultados de la misma, como así también su inviabilidad, el beneficio que otorga únicamente a los patrones y a las clases dominantes. Por ello decimos que se abre un período interesante, de posibilidades, que los anarquistas debemos saber aprovechar para capitalizar y crecer lo más posible.