Matando
jóvenes en Malvín Norte.
El
papel de los medios.
Había un muerto y cinco heridos pero si
uno escuchaba los noticieros y los comentarios de la mayoría de los medios de
comunicación podía llegar a la conclusión que la víctima era el milico que tiró
salvajemente a matar a jóvenes que sólo estaban festejando un cumpleaños. La
saña brutal de un integrante de las fuerzas represivas quedaba en un segundo
plano. Determinados “comunicadores” tienen ya los reflejos hechos, han
incorporado una disposición de servilismo y de obsecuencia con sus patrones que
pueden ya, muy sueltos de cuerpos, instrumentar la línea ideológico-política
que viene de arriba sin pudor alguno: los pobres son feos y peligrosos, y sin
son muy pobres más peligrosos aún. Cualquier grado de represión, por más
asesina que sea, tiene que intentar justificarse, buscar los mecanismos para
que finalmente resulte casi una consecuencia lógica.
Era como una especie de prolongación de la
campaña para trabajar el miedo que realizó Sanguinetti en el periodo
preelectoral solo que en miniatura y en otro contexto. Circula por esas
arterias infectadas del sistema, de los círculos de poder dominante, toda una
ideología de criminalizar la pobreza y la rebeldía. En eso están los que
detentan el poder y los cortesanos siempre dispuestos a decir amén.
A cualquier persona bien nacida le
indignaba escuchar aquello, jóvenes acribillados a balazos, rematados en el
suelo. Dolía la infamia y el atropello, pero a poco de escuchar los medios
estos jóvenes, más su entorno, eran el peligro y donde debía centrarse la
preocupación por la seguridad. No se trataba de ver como nos librarnos de estos
asesinos con patente que andan sueltos y que siguen contando con ideologías de
impunidad para cubrirlos.
El trágico episodio se desarrolló en
Euskal Erría 70. El joven Santiago Yerle asesinado y cinco heridos. Era sólo un
festejo de cumpleaños no un enfrentamiento armado. Se festejaba el cumpleaños
de Patricio Villafán, estrenaba sus 18 años. Una barra de amigos, jóvenes todos
ellos, entre 15 y 19 años, cantaban alegremente en una plaza que está frente a
la torre 30 del complejo Euskal Erría. Era la tardecita del lunes 22, estaba
recién oscureciendo.
Un milico 222, que había sido fusilero
naval, estaba acostumbrado a prepotiar y amenazar a la gente del lugar,
especialmente a los jóvenes. Más de una vez había desenfundado el arma y
amenazado de muerte, hasta tirado algunos tiros al aire para intimidar. Mataba
perros a tiros, agredía, insultaba. Era un agente del orden, eso sí, expresaba
muy abiertamente la política oficial, la que está en las entrañas del poder,
sin embages, sin fantasías simbólicas. Admirando quizás con devoción, aquellos
otros momentos históricos en que se podía matar y torturar sin cubrir
formalidad alguna; admirando aquellos otros “héroes” que asesinaron,
desaparecieron, torturaron, ultrajaron al pueblo, y que siguen impunes y
cubiertos, los Gavazzo, los Corderos, los Campos Hermida, los Goyo Alvarez.
Había llegado un poco tarde, pero nunca es tarde para reprimir a los de abajo y
en cuanto a impunidad a lograr siempre habrá una mano amiga: medios de
comunicación, aparato jurídico, políticos y otros. No hay elementos suficientes
para procesarlo, repetía un juez a los periodistas. Si se trata de un pobre que
roba una gallina alcanza como prueba una pluma que le haya quedado pegada a la
ropa. Pero en este caso, como era un integrante de un organismo que cuida el
orden de los de arriba, el que hubiera herido a varios y matado a uno no
resultaban “elementos suficientes”. Era demasiado escandaloso y tuvieron que
procesarlo, pero ahí no queda la cosa ha dicho su abogado que intenta demostrar
la inocencia de su defendido. Es que fue agredido por estos jóvenes pues no se
quedaban quietos cuando el tiraba, dificultaba su puntería, pucha si esto no es
agresión.
Han hablado cientos de testigos que vieron
distintos momentos del siniestro episodio. No hay testigos suficientes ha dicho
el juez. Esos mismos testigos han afirmado que no les permitían socorrer a los
heridos que se estaban desangrando y que el resto de los milicos que estaban en
el lugar solo se preocupaban de cubrir a su compañero asesino.
Después vinieron las historias truculentas
de enfrentamientos de los del complejo de Euskal Erría con los del asentamiento
cercano. Se trataba de auspiciar la lucha entre pobres al mismo tiempo que
marcar la peligrosidad de los mismos.
El episodio ha servido para saber como se
mueven, y están dispuesta a moverse, un conjunto de fuerzas que constituyen la
estructura de poder. No es la tesis de la conspiración, no es necesaria. Es
algo bastante peor, es el dispositivo normal del poder, es la violencia que
sustenta el orden existente, son las estrategias de mantenimiento y
reproducción.
La imagen es gráfica, diga lo que diga la
“democracia” atrás tiene, por su seguridad, un asesino tirando contra el
pueblo.