Faluya:
La Guernica del siglo XXI.
Día tras día durante semanas el ejército
de Estados Unidos bombardeo y entró a saco con sus fuerzas militares
destruyendo gran parte de la ciudad
iraquí de Fallujah. No deparó en vidas humanas, masacró a sus habitantes.
Demolió viviendas, plazas y calles. Se trataba de hacer un escarmiento y de
proseguir con la estrategia imperialista de dominación directamente por la
fuerza. Hoy fue primero destruir
ciudades para quebrar la moral de la población, después, entrar con sus tropas
asesinando a mansalva y ocupar territorio.
Tratan de quebrar una heroica resistencia popular que a impedido que sus
planes se desarrollen sin dificultades mayores. El sistema capitalista en otra
etapa de su desarrollo mantiene ciertas constantes brutales, lo esencial de su
política de dominación no ha variado sino tornado más abierta y cruel. No es un
nuevo fascismo sino la cara actual, de este periodo histórico, del capitalismo
e imperialismo.
El escritor Saúl Landau hace una crónica
de la brutal masacre en Faluya, de ella hemos hecho un extracto:
“El 12 de noviembre, aviones
norteamericanos a reacción bombardeaban Faluya por noveno día consecutivo... El
15 de noviembre, un periodista de la BBC insertado en un destacamento de
infantes de Marina aseguró que el estimado no oficial de muertos estaba por
encima de los 2 000, muchos de ellos civiles.
Un testigo presencial iraquí dijo a
reporteros de BBC que él había visto cómo las bombas hacían impacto en blancos
residenciales... Un fotógrafo capturó la imagen de un hombre de Faluya que
sostenía a su hijo
muerto, uno de los dos que perdió en los
bombardeos por EEUU. No pudo obtener ayuda médica para detener la hemorragia.
Un reportero de Reuters escribió el 14 de
noviembre que los residentes le dijeron que los bombardeos norteamericanos
hicieron blanco en una clínica en la ciudad musulmana sunní, y mató a médicos,
enfermeras y pacientes. Los militares de EEUU negaron los reportes. Historias
como estas no llegan a los titulares.
Las bajas civiles en guerras agresivas de
EEUU no venden espacio en los medios. Pero a los editores les encantan las
imágenes de soldados norteamericanos angustiados. El 12 de noviembre el Los
Angeles Times publicó en primera plana una foto de un soldado con la cara
manchada de lodo y un cigarrillo colgando de
sus labios. Esta imagen capturó el
sufrimiento de Faluya. El soldado se quejó de que se había quedado sin fumar..
Hay humo por todas partes, dijo un iraquí
a BBC. La casa a unas puertas de la mía fue blanco de un bombardeo la noche del
miércoles. Murió un niño de 13 años. Se llamaba Ghazi. A lo largo de la calle
frente a mi casa había una fila de palmeras; ahora sólo quedan los troncos.
Cada vez hay más muertos en las calles y el hedor es insoportable.
Otro testigo presencial dijo a Reuters un
niño de 9 años fue herido en el estómago por una esquirla. Sus padres dijeron
que no pudieron llevarlo al hospital debido a los combates, así que le vendaron
el estómago con sábanas para tratar de impedir el sangramiento. Murió horas más
tarde por la pérdida de sangre y fue enterrado en el jardín.
Los reporteros norteamericanos insertados
¿prensitutas? aceptaron acríticamente la mentira del Pentágono de que muchos
miles de insurgentes iraquíes, incluyendo a los demonizados intrusos dirigidos
por Abu Musab
al-Zarqawi, que se habían unido a la jihad
anti-EEUU, se habían atrincherado para defender su vital base. Después de que
comenzó el asalto blindado y aéreo y que avanzaron las tropas de infantería, se
filtraron informes de que la Infantería de Marina y el nuevo ejército iraquí
que la seguía sólo habían encontrado resistencia ligera. En Mosul y otras
ciudades estalló la insurrección. Sin embargo, para los combatientes Faluya fue
un infierno.
¿Infierno para qué? Bernard Trainor,
general retirado de la Infantería de Marina, declaró que militarmente Faluya no
va a significar una gran ventaja. Admitió que: hemos golpeado duramente esa
ciudad y los únicos insurgentes con que acabamos fueron los dementes y los
fanáticos; los inteligentes abandonaron a los tipos que realmente quieren morir
por Alá. Mientras que los cuenta cuentos del Pentágono alardeaban de una
victoria norteamericana, Trainor señalaba que los terroristas siguen en
libertad.
Los medios aceptan como axioma que las
tropas de EEUU son los buenos en este conflicto. No se enfrentan a lo evidente.
Washington invadió y ocupó ilegalmente a Irak y reconquistó Faluya sin ningún
propósito militar serio. Con toda lógica, los medios debieran llamar patriotas
a los militantes iraquíes que resisten la ocupación ilegal.
En su lugar, la prensa insinuó que los
insurgentes lucharon suciamente usando explosivos improvisados y trampas caza
bobos para matar a nuestros inocentes soldados, los cuales usan armas limpias
como F-16, helicópteros de combate, tanques y artillería.
Vamos, si Washington incluso prometió
reconstruir la ciudad que sus aviones militares acaban de destruir. Bush
comprometió a los contribuyentes con deudas de cientos de millones de dólares,
que Bechtel, Halliburton y otros beneficiarios corporativos de la guerra
utilizarán para la reconstrucción.
La banalidad y la corrupción emergen de la
épica maldad de esta guerra, una guerra que ha implicado la muerte masiva de
civiles y la destrucción de antiguas ciudades.
En 1935 el general nazi Erich Luderndorff
argumentó en su libro La guerra total, que la guerra moderna engloba a toda la
sociedad; por lo tanto, los militares no deben perdonar a nadie. El general
fascista italiano Giulio Douhet se hizo eco de este tema. Al tomar a civiles
como blancos, dijo, un ejército puede avanzar
más rápidamente. El terror aéreo elimina
con eficacia a los obstáculos civiles.
La doctrina se convirtió en práctica a
fines de abril de 1937. Pilotos nazis arrojaron sus bombas sobre Guernica, la
antigua capital vasca al igual que los pilotos norteamericanos hicieron
recientemente en Faluya...
Antes de volar en su heroica misión, los
pilotos alemanes habían hecho un brindis con sus homólogos españoles en un
lenguaje que ambos podían entender: ¡Viva la muerte!, gritaron mientras alzaban
sus copas de vino. El bombardeo de Guernica introdujo un concepto por el que
los militares no hacían distinción
entre civiles y combatientes. ¡Muerte a
todos!...
Los medios norteamericanos parlotean
acerca de las dificultades a que se enfrentan los infantes de Marina. Nunca los
llaman abusadores que ocupan otro país, subyugando a patriotas con tecnología
superior para matar civiles y destruir sus hogares y mezquitas.
El 15 de noviembre, un camarógrafo de NBC
insertado filmó a un soldado norteamericano cuando asesinaba a sangre fría a un
prisionero iraquí herido.
Como mostró CNN en la cinta, su reportero
ofreció circunstancias atenuantes para el asesinato que habíamos presenciado.
El herido podía haberse colocado él mismo un explosivo, como otros insurgentes
habían hecho.
Ese tipo de periodismo recuerda las viejas
guerras imperiales, nos recordó Andrew Greely en la edición del 12 de noviembre
de The Chicago Sun Times. Estados Unidos ha realizado anteriormente otras
guerras injustas contra México, las guerras indias, la Hispano-Americana, la
insurrección filipina, Viet Nam. Nuestras manos no están limpias. Están
cubiertas de sangre, y en esta oportunidad habrá más sangre.
Faluya debiera servir como símbolo de esta
guerra de atrocidad contra el pueblo iraquí, nuestro Guernica...
La Administración Bush comprendió el
peligro de un cuadro tal. Poco antes de la fraudulenta presentación de Colin
Powell en la ONU, el 5 de febrero de 2003, donde defendió la invasión a Irak,
funcionarios de la ONU, a solicitud de EEUU, colocaron una cortina sobre un
tapiz que reproducía el Guernica de Picasso,
situado a la entrada de la sala del
Consejo de Seguridad. Como telón de fondo para la TV, el mural antiguerrerista
hubiera parecido contradecir la presentación del Secretario de Estado a favor
de la guerra en Irak. ¿Habrá sabido de alguna manera el difunto pintor que su
mural predeciría otra Guernica, llamada Faluya?.