Un balance primario del 8º Congreso del PIT-CNT.

Se empieza a cerrar un ciclo histórico.

 

«El 8º Congreso ha consagrado un grave retroceso en sus definiciones sobre estrategia y programa y en su estructura organizativa». Así empieza diciendo una declaración que fue firmada por numerosas Agrupaciones Sindicales, congresales y militantes de distintos Sindicatos, repartida el sábado en que fue electa la nueva Mesa Representativa. Como ha pasado en casi todos los Congresos posteriores a la dictadura, el fantasma de la ruptura sobrevuela sobre el Mov. Sindical uruguayo. Lo que pasó en éste 8º Congreso no fue algo casual, ni es producto exclusivamente de la cercanía de un eventual «gobierno popular» aunque esto influye y mucho. Hay un hilo conductor que se repite congreso tras congreso y que conviene analizar detenidamente, para entender porque se va desflecando la «unidad».

 

La historia se repite.

 

Si analizamos lo ocurrido en el 3º Congreso y en el 8º, encontraremos similitudes asombrosas, que dan cuenta de una línea estratégica que se empezó a desplegar a la salida de la dictadura. Así como en este Congreso se impidió la participación de muchos sindicatos (por atrasos en las cuotas) en el 3º se quiso impedir la participación de UTAA. En este Congreso se resolvió la formación de Federaciones para regimentar la participación, en el 3º se quiso regimentar la participación de los sindicatos de la enseñanza haciéndolos participar a todos como CSEU. En éste no se quiso discutir el conflicto más duro del período que fue la huelga de ADEOM contra la IMM y en el 3º no se quiso discutir los temas más pesados del período anterior como la Huelga General y los comunicados 4 y 7. En éste se aprobó y se consolidó la estrategia de alianza con la Concertación para el Crecimiento y en el 3º se aprobó y se consolidó la estrategia de participación en la Concertación Progra-mática. Y también en este Congreso al igual que en el 3º, un grupo de delegados se retiraron del Congreso para no avalar los retrocesos que se consagraban.

Como puede apreciarse, las corrientes mayoritarias en la Convención han tratado desde el inicio mismo de la restauración democrática, de liquidar todos aquellas concesiones que tuvieron que hacer en los ’60 a la Tendencia Combativa y al clasismo en general. Una especie de ajuste de cuentas, al amparo de la profunda derrota política de los ’70.

 

Un paquete bien atado.

 

Lo que salió del Congreso, salvo la resolución sobre el servicio nacional de salud (que será debidamente archivado en un cajón), es altamente funcional a las necesidades de un gobierno del FA-EP, de un Mov. Sindical regimentado y dócil, encolumnado en un pacto social para obtener algunas mejoras en la reestructura capitalista que se está procesando con el aval del imperialismo. La «Corriente Pluna» (AEBU, FUM, AUTE y otros) y el «Centrismo» (sindicalistas del PC y PS de AOEC, SUANP, AFFUR, y otros) llegaron al Congreso con un acuerdo bien soldado lo cual se expresó en todas las resoluciones importantes del 25 y 26 de octubre. Achique de la Mesa Representativa, aprobación de las Federaciones por rama, consolidación de la estrategia de pacto social y silencio absoluto sobre la huelga municipal en Mdeo., como mensaje claro de que no habrá ni independencia ni autonomía si la «izquierda oficial» llega al gobierno. Era previsible que no iban a repetir los desacuerdos del 7º Congreso y además contaban con el handicap de la división en el ala clasista posterior al último congreso. Se aseguraron así por lo menos dos tercios de la nueva Mesa y si no se hubiesen peleado por los cargos a último momento; hubieran achicado el Secretariado y obtenido más de dos tercios del mismo. El «Grupo del Gas» (SIND. del GAS, SAG, COFE y otros) quedó como oposición con un tercio de la Mesa pero no es ni por asomo una corriente homogénea. Los personalismos a su interior y las estrategias diferentes la pueden convertir en breve en una oposición decorativa.

 

¿Unidad CNT?.

Hoy es una consigna cada vez más vacía. Las razones que impulsaron la unidad sindical en los ’60, en la cual los militantes sindicales de FAU hicieron un aporte importante; se han diluido con la resignada aceptación de las corrientes mayoritarias del PIT-CNT del capitalismo como único sistema posible, al que hay que tratar de mejorar todo lo que se pueda. En un contexto de alza en la lucha de clases como fue la década del ’60, las distintas corrientes que formaron la CNT, diferían en estrategias, tácticas y sobre todo métodos; pero todas empujaban (con distintos grados) hacia «una sociedad sin explotados ni explotadores» como expresaba uno de los principios funda-cionales. Sobre esa premisa fue posible la unificación sindical en la CNT. Hoy la realidad es muy otra. Ese principio fundacional así como el programa histórico de la CNT han sido borrados y el horizonte posible es un resignado sometimiento a «lo posible» dentro del orden actual. La diferencia entre la estrategia de las corrientes mayoritarias y el ala clasista es tan grande que no hay estructura que aguante. Esas diferencias cada vez mayores son los elementos objetivos que empujan hacia la ruptura, con el agravante de que la corriente Pluna que es el ala más adaptacionista, chantajea cada vez más abiertamente para expulsar a las corrientes clasistas del PIT-CNT, a las que considera un estorbo para su estrategia. En los ’60, nuestros militantes trabajaron por la unidad sindical, pero no hacemos un fetiche de la unidad, y mucho menos la entendemos con cualquier contenido. La unidad tiene sentido si es para luchar contra el régimen de explotación y dominación, para alumbrar un nuevo orden social basado en la solidaridad y la ayuda mutua. Sin esos contenidos y aceptando una estrategia de adaptación a la barbarie capitalista, lo que existe no es unidad sino amontonamiento, yuxtaposición de elementos incompatibles, sumatoria de lo inconciliable.

 

Adentro y afuera. Con los de abajo como siempre.

 

El retiro de ADEOM y otros 50 delegados del pasado Congreso del PIT-CNT y el llamado de un conjunto de Agrupaciones Clasistas a no votar la nueva Mesa; pone sobre el tapete otra vez y con más fuerza, la vieja discusión del sindicalismo clasista, sobre el trabajo adentro y afuera de las actuales estructuras sindicales. Parece claro que las últimas resoluciones en materia de estrategia, programa y estructura, achicaran aún más las posibilidades de contener en el seno del PIT-CNT la cada vez más fragmentada clase trabajadora y pone con más urgencia en el orden del día del sindicalismo clasista la necesidad de formular y ponerse a edificar un modelo alternativo de organización sindical, para este tiempo tan complejo y tan duro. Pero no se puede perder de vista que en la actual estructura sindical, en este PIT-CNT burocratizado e instituciona-lizado que nuclea apenas al 10% de la clase; hay decenas de miles de trabajadores superexplotados, hundidos en la miseria, desesperanzados, que aún creen en su sindicato y en su convención y que no ven por ahora la necesidad de nuevas estructuras. Eso será parte del propio proceso histórico y el sindicalismo clasista debe dar la lucha ideológica con todos los trabajadores pero acompañando sus luchas, codo a codo contra las patronales y el gobierno. Es esa práctica de unidad en la pelea  la que vale más que cien discursos y la que convencerá a toda la clase de la necesidad de nuevas herramientas sindicales. Por eso lo de adentro o afuera es una falsa contradicción. Adentro y afuera y en los costados. Con las luchas del pueblo oprimido, siempre. Esa es la cuestión.