El reparto del trabajo y la riqueza en una economía
globalizada.
Un trabajo del
compañero José María Olaizola Albeniz (España).
El reparto del trabajo, la semana de 35 horas, hacia la de 32 y muchas menos, el reparto de la riqueza y el salario social, son una necesidad vital en un mundo contradictorio, donde la abundancia y la acumulación de riqueza, convive con la miseria, la muerte por el hambre, por falta de atención sanitaria, por falta de medicamentos, por falta de agua potable, por desnutrición, por la extrema pobreza en la viven mas de 1.100 millones de seres humanos.
Previamente,
es necesario situarnos en donde estamos, desde una perspectiva económica,
social y política, ser conscientes del mundo del que formamos parte, y en el
cual intervenimos, y como, dentro del mismo, el fenómeno de la globalización
desarrolla nuevas formas de poder y de distribución de la riqueza a escala
planetaria. Debemos conocer su impacto en el mundo del trabajo, en la
utilización del tiempo de trabajo, en la forma de consumir, en la vida
cotidiana, en el medio ambiente...., como nos condiciona en la práctica, en el
día a día, en todos los aspectos, de forma casi absoluta, a la vez que
alarmante, terrible y dramática en muchas de las ocasiones. No podemos hablar
de reparto sin tener una perspectiva planetaria.
La
globalización es un proceso que se desarrolla a niveles mundiales, es un
proceso de distribución de poder entre capas sociales y territorios, de los
trabajadores hacia los capitalistas, del sur hacia el norte, de la periferia
hacia el centro, dejando al margen un continente como el africano condenado a
la miseria, a la enfermedad y a la muerte. Económicamente está basado en una
acción que supone la culminación de la expansión del capitalismo, y en
consecuencia, los efectos de sus propias leyes económicas: la centralización en
base a compras, fusiones y adquisiciones, y la concentración del capital cuya
base son las ventas y la expulsión de competidores.
Este proceso
de redistribución lleva al capital a dotarse de un poder cada vez mayor, el más
absoluto de todos los tiempos, imponiendo una dominación aplastante en todos
los aspectos de la vida, incluso, los de la intimidad, y con voluntad de seguir
acrecentando dicho poder. De hecho, actualmente, se dan los pasos hacia la
privatización de los recursos naturales y del genoma humano, en su carrera por
ser los amos absolutos de todo, y en este caso podríamos hablar de la
privatización de la vida misma, con lo que ello supone de ataque brutal a la
libertad y a la dignidad humana.
Un poder
autónomo, al margen de los poderes políticos, por encima de los procesos
democráticos formales, donde el poder de decisión de los ciudadanos cada vez se
diluye más, convirtiendo a la clase política en una clase supeditada a sus
intereses y a su servicio, convirtiéndose los políticos en garantes de los
planes del capital, desarrollando a su servicio un cuerpo jurídico de leyes
favorables a su actuación con total impunidad, y por supuesto, en última
instancia poniendo a su disposición el poder represivo de las llamadas fuerzas
del orden, más bien del orden establecido o dominante, en el caso de que la
convulsión social pusiera en mínimo peligro su poder.
La evidencia
de estas aseveraciones está en los procesos electorales. Sean elegidos gobiernos
de derechas o de izquierdas, en lo fundamental, no afecta en nada a las
políticas económicas existentes, sustentadas en el neoliberalismo, las cuales
son determinantes en el proceso social y político. Sean unos o sean otros, no
cambia el proceso de redistribución a favor del capital que aumentan sus
beneficios de forma escandalosa, y por tanto, en contra de los trabajadores y
los ciudadanos en general. Sigue produciéndose la acumulación de poder y
riquezas, cada vez en menos manos. Hoy día en España, asistimos a un debate
(por llamarle de alguna forma) político de enfrentamiento, por leyes que unos
entienden progresistas y otros piensan que son contrarias a la familia, la
nación, ....., o si mintieron o no en un momento determinado,....Pero al margen
de estas algaradas, muchas de ellas vergonzosas, donde la mentira es habitual,
las cuales se repiten en las innumerables tertulias en los medios de
comunicación, la política económica del gobierno socialista, encabezada por el
ministro Solbes, en nada difiere de la del anterior gobierno del PP, con el
ministro Rato. Actualmente director del Fondo Monetario Internacional, uno de
los instrumentos administrativos de la globalización económica, de la misma
forma que Solbes venia de ejercer el cargo de comisario en asuntos económicos
en la Comunidad Económica Europea, de la cual, ambos, son fervientes
defensores.
Así mismo,
ahí esta el "no" francés a esta Europa construida a espaldas de los
ciudadanos, que tampoco ha modificado la situación existente. Las políticas económicas
siguen siendo las mismas, y ahora Blair pretende, aún, una mayor
liberalización, basada en su propio modelo de neoliberalismo más avanzado que
junto al norteamericano, es lo que viene a llamarse el modelo anglosajón.
Sistemas basados en precarizar y flexibilizar los mercados de trabajo al
máximo, repartiendo precariedad, reduciendo el paro a costa de extender la
pobreza. Reduciendo los costos de las políticas sociales al mínimo, utilizando
lo que han venido en llamarse las políticas activas de empleo, destinadas
especialmente a los sectores más castigados, como son: los jóvenes, madres
solteras, parados de más de 55 años, obligándoles a aceptar empleos en
cualquier circunstancia. Ahora, en Gran Bretaña, están estudiando un plan para
aplicar estas medidas, a un sector de 2,7 millones de personas que reciben una
prestación de incapacidad y están en edad de trabajar, más o menos el 7,5% de
la población activa. Es la ideología de la empleabilidad que se impone en todos
los países desarrollados, con diferentes intensidades, pero todos en la misma
dirección, convirtiendo a los parados en culpables de su situación, y por
tanto, como responsables de su salida, cambiando la psicología de los mismos,
de beneficiarios de la ayuda social a estar dispuestos en todo momento a
aceptar las condiciones impuestas por el mercado de trabajo.
En definitiva
un trabajador "a la carta", pendiente del empleador, dispuesto a
trabajar cuando se le llame, las horas que sean precisas, en un horario
variable con un salario bajo.
La respuesta
del gobierno francés ante el "no" europeo ha sido aprobar los polos
de competitividad. Profundizar en el modelo neoliberal, en contra de lo votado
por una mayoría importante del electorado francés, quienes lo han hecho desde
posiciones alternativas, pensando que es posible escapar a la fatalidad y el
poder terrible de los determinismos económicos y políticos neoliberales,
pensando que su voto tiene un significado fundamental y es un freno a la
pretensión de imponer, a niveles planetarios, despreciando a los ciudadanos, un
único modelo económico, el definido por el dogma de la globalización. Es cierto
que el "no" francés es una esperanza, es una expresión más de un
descontento real con el modelo de desarrollo actual, pero también es cierto y
evidente, que los procesos electorales no son los determinantes, y la respuesta
social debe concretarse en un compromiso social al margen del sistema, capaz de
articular fuerza suficiente para cambiar una realidad claramente injusta y
desigual. La evidencia es que el gobierno francés sigue la misma dinámica de
desarrollo llevada hasta ahora, la marcada por las políticas neoliberales con
la creación de los polos de competitividad, apoyados en las rebajas sociales y
en las desgravaciones fiscales para el capital, y una de las iniciativas
principales que Tony Blair pretende impulsar en su presidencia de la Comunidad
Económica Europea.
Podemos poner
tantos y tantos ejemplos de la falta de autonomía política y de los políticos:
gobierno rojiverde en Alemania, y especialmente, casos como el de Lula en
Brasil y el Partido del Trabajo (PT), ganador de las últimas elecciones,
promotores, organizadores e impulsores de los Foros sociales, los dos primeros
celebrados en Porto Alegre, de los presupuestos municipales compartidos, “el
gran descubrimiento de la izquierda”, y más recientemente, la victoria del
Frente Amplio en Uruguay, donde los antiguos tupamaros tienen responsabilidades
importantes gubernamentales, y solo, unos meses de gobierno, han sido
suficientes para enfriar la mayoría de las ilusiones populares que se habían
puesto en el proceso electoral.
La
globalización aparece con claridad en los años ochenta y noventa, coincidiendo
y de acuerdo con los gobiernos de Margaret Thatcher y Ronald Regan, en base a
tres ejes de actuación: la reconversión, con cierre de empresas, flexibilidad y
precarización; el aumento de la subcontratación y la deslocalización
industrial; y la reingenieria, todos ellos procesos que siguen su curso. Ello
produjo una situación de paro masivo, y un deterioro muy importante de la
negociación colectiva, al mismo tiempo un ataque en profundidad a los
sindicatos, a los trabajadores organizados. Era fundamental, en los nuevos
planes del capital, de la globalización, acabar con el poder de los trabajadores
organizados, produciéndose dentro de este sector una crisis y un retroceso
monumental, Ataque que sigue con una desregulación del mercado de trabajo cada
vez mayor, reforma laboral tras reforma.
En estos
momentos tenemos en España una nueva reforma en periodo de negociación, en la
que está sobre la mesa los condicionantes de la globalización económica, junto
a la amenaza real de las deslocalizaciones, y a las dificultades de captar
inversión extranjera, lo cual exige una mayor flexibilidad al sistema de relaciones
laborales español, en la dirección de abaratar costes y el tiempo que conlleva
aplicar los despidos o los expedientes de regulación, la ultraactividad de los
derechos adquiridos en los convenios colectivos, y endurecer la reglamentación
de ciertos derechos como el acoso, el estrés , la depresión,...... Avanzando
sin pausa hacia la relación contractual de tipo individualizado la cual se va
instalando con fuerza.
Desregulación
del mercado de trabajo que ha puesto en duda el mismo contenido de clase de los
trabajadores, a causa de la desestructuración que se ha producido dentro de la
misma, a base de la imposición y aceptación de la mayoría, de los diferentes
tipos de contratos, las distintas condiciones laborales, incluso dentro de una
misma empresa, configurando intereses diferentes según el contrato de cada
cual. La subcontratación, las empresas de trabajo temporal, los trabajadores
fijos y temporales, con contrato o ilegales, con convenio colectivo o sin él.
Todo ello ha llevado indefectiblemente a una fragmentación de la clase
trabajadora organizada, de tal nivel, que su fuerza, su poder, se reduce en el
tiempo de forma progresiva.
No podemos
olvidar la enorme cantidad de mano de obra emigrante, la cual escapa de la
miseria y la pobreza, condenadas por la propia intervención del capital, al
mismo tiempo, alentada por la cultura del consumismo más banal, llegando a los
países ricos de forma masiva, y cuya desesperación, enorme necesidad y
desamparo total, les empuja a trabajar en condiciones inhumanas, en algunos
casos equiparables a la esclavitud. Esta situación empuja hacia abajo las
condiciones salariales, laborales y los derechos de los trabajadores
conseguidos en muchos años de lucha, con muchos momentos de gran dureza,
soportando la represión, sufriendo la cárcel y habiendo tenido muchos muertos
por la represión del Estado.
La
globalización también conlleva que la producción de muchas empresas y sectores
se realice en diferentes países, lo que dificulta aún mucho más las
posibilidades de respuesta por parte de los trabajadores utilizando sus medios
clásicos: la huelga y el sabotage. Al mismo tiempo que mina el sentido
internacionalista de antaño de la clase trabajadora, dificultando el ejercicio
de la solidaridad debido a las diferentes condiciones salariales y laborales de
unos y otros, sustituyéndose los valores tradicionales de la clase trabajadora
por otros, como el dinero, lo inmediato, el consumo desaforado,.... En
consecuencia una clase trabajadora, de la cual, una parte, cada vez en menor número,
está bien instalada, con empleo fijo, atemorizada con perder su ventajosa
situación y sus privilegios respecto a sus propios compañeros en peores
condiciones laborales y salariales, con miedo a la precarización, perdiendo
poco a poco los valores tradicionales de solidaridad y apoyo mutuo, e
imponiéndose la cultura del individualismo, de los intereses personales y
corporativos.
La
concentración y centralización sigue su desarrollo, avanza de forma imparable,
por lo que las empresas adquieren una dimensión transnacional.
Una vez que
los mercados nacionales se quedaron pequeños para su volumen de producción, y
sobre todo se quedaron pequeños para el volumen de fondos que movilizan los
grandes agentes financieros, el capital se volcó y sigue volcado en generar y
desarrollar al límite una sociedad de consumo de masas internacional. Consumo
que lleva a endeudarse a las familias y a los ciudadanos hasta cotas
inimaginables, perdiendo su libertad y convirtiéndose en rehenes de las
entidades financieras, además, de la necesidad del pluriempleo, las horas
extras ...
Simplemente
un dato para situarnos, aparte de las noticias de cada mes señalando que el
nivel de endeudamiento de las familias españolas aumenta sin cesar, las
entidades de préstamos rápidos aumentan su beneficio en un 37 %, beneficios que
no dejan de crecer en los últimos años, gestionan unos 48.500 millones de euros
y los intereses para los préstamos que ofrecen, oscilan entre el 10 y el 25%.
El consumismo es uno de los factores básicos en las globalización económica.
Quienes acceden al mismo, sienten que ascienden en la escala social, dinámica
favorecida e impulsada por los medidos de comunicación que fabrican el consenso
social y que entre otras funciones tienen la de alimentar esta sensación de ascenso,
evitando que alguien pueda poner en duda el valor sagrado del consumo. El
factor consumo adquiere cada vez mayor validez, hasta convertirse en uno de los
ejes más importantes del sistema productivo, y desgraciadamente, en el
principal referente cultural del ser humano. Una cultura vacía, sin contenido,
marcada por las modas.
El capital
transnacional es quien se beneficia por las nuevas reglas de distribución de la
riqueza, en base al incremento constante de la productividad, de la cual se
apropia, y a una reducción paralela de los costes salariales. La concentración
y la centralización lleva a que el núcleo dirigente del proceso de
globalización sea cada vez más reducido. Veamos unas cifras para situarnos y
valorar su gran poder. En el sector de las tecnologías y las comunicaciones, 10
multinacionales controlan el 66% del mercado mundial de los semiconductores; 9
empresas transnacionales controlan el 89% del mercado mundial de la información
y las telecomunicaciones, y 10 corporaciones transnacionales manejan el mercado
mundial de ordenadores.
Las cien
mayores empresas productivas multinacionales, con 12 millones y medio de
empleados, tienen un peso económico equivalente a los cien mayores países
subdesarrollados con 4.150 millones de personas y representan casi cinco veces
las exportaciones de todo el tercer mundo. Por tanto, estas cien empresas son
el motor de la producción internacional.
Junto a las
empresas productivas, el capital financiero es uno de los más influyentes en el
proceso de globalización. Las transnacionales se sitúan donde hay recursos para
explotar ( mercados y factores de producción). El capital financiero no
necesita de estos factores, debido al desarrollo tecnológico y de las
telecomunicaciones, puede desplazar instantáneamente fabulosas cantidades de
dinero para llevar a cabo sus transacciones financieras, al tratarse de
productos inmateriales. A través de las telecomunicaciones se elimina el coste
de desplazamiento de forma casi total. Son suficientes un juego de escrituras,
la contabilidad interna de los agentes financieros multinacionales,...., para
desplazar simultáneamente cientos de millones de divisas de un extremo del
planeta al otro. Este tipo de operaciones, no ligadas al proceso productivo
aumenta sin cesar. Para situarnos de las proporciones que ha alcanzado este
proceso, las transacciones diarias a escala planetaria han alcanzado un volumen
de más de 600.000 millones de dólares, lo que quiere decir, más o menos el
doble del total de reservas de que disponen los principales países
industrializados. El G7 dispone de unas reservas de entre 250.000 a 300.000
millones de dólares aproximadamente. El capital financiero puede, cuando quiera
y lo desee, poner en circulación los 600.000 millones de dólares cada día. Esta
libertad de movimientos da al capital financiero un poder desestabilizador casi
total, pudiendo trastocar gravemente cualquier economía nacional, obligando a
las mismas a aplicar políticas económicas cuyo principal objetivo es la
estabilidad macroeconómica, y no el crecimiento económico que pueda resolver
los problemas del paro y la pobreza. El capital financiero no soló está
alimentado por las rentas del trabajo, sino también, por los sustanciosos
negocios del mundo de la droga, el tráfico de seres humanos, la venta ilegal de
órganos humanos, la venta de armas, la especulación, combinándose los aspectos
legales, que no quiere decir justos, con el aspecto ilegal y criminal.
Todo el
proceso se sustenta sobre una base administrativa, formada por un entramado de
organismos y tecnócratas internacionales, miembros de organismos como la
Organización para el Comercio y el Desarrollo (OCDE), el Fondo Monetario
Internacional (FMI), la Organización Mundial de Comercio (OMC), las diferentes
direcciones generales de comercio y la competencia a nivel europeo, sectores
profesionales, por ejemplo, periodistas de los medios de comunicación de
alcance internacional, una red de asesores, consultores, lobbys, vinculados a
las organizaciones internacionales y a los gobiernos, al servicio neoliberal,
encerrados en el mismo, propagandistas de dicho discurso y del pensamiento
único globalizador que habitualmente marcan las agendas y los ordenes del día
de las reuniones políticas, claramente al margen y por encima del debate
democrático.
El capital
transnacional controla los medios de comunicación internacionales y de mayor
audiencia, sector donde la concentración cada vez es más importante. A través
de los mismos se impone un mismo discurso a niveles planetarios, siempre en
defensa de sus intereses. La objetividad informativa es lo menos habitual, más
bien escasa o desaparecida, se ahonda y se insiste en el pensamiento único como
la única salida, a base de una información uniforme, dirigida, abrumadora,
unidireccional que el cerebro humano recibe machaconamente, cuya finalidad es
anular su criterio personal y libre, empujándole a la integración casi total en
el sistema y consiguiendo que interiorice la imposibilidad de otra salida.
Giovanni Sartori, politólogo y ganador del premio Príncipe de Asturias de las
Ciencias Sociales del 2005, desde hace años dedicado a fustigar a los grandes
medios de comunicación, a los que acusa de “desinformar” por el interés de los
políticos y empresarios, a través de su obra, ha planteado y explicado como el
predominio de la televisión en la formación de la opinión pública crea una
videocracia, que en la práctica vacía la democracia como gobierno de opinión.
Lo que marca
al capital transnacional, su ideología, su finalidad es la competitividad, ser
más competitivo que los demás. Diariamente se nos recuerda lo mismo de forma
insistente, repetitiva: tenemos que aumentar la productividad ya que perdemos
competitividad, discurso que se repite a nivel planetario. Es una ideología
depredadora del medio ambiente, cuyas consecuencias son: el cambio climático,
el aumento de la contaminación, el deshielo de los glaciares de forma
alarmante. Una ideología depredadora de la Naturaleza, de la vida, una
ideología agresiva, de confrontación, de enfrentamiento, con una dinámica donde
la razón no existe, sino la ley del más fuerte, ideología que se traslada a
todos los ámbitos de la actividad humana, incluso al mundo de la educación.
Competitividad
que se obtiene a base de la reducción de los costes salariales, empeorando las
condiciones laborales, implantando nuevas tecnologías e innovando en exclusivo
beneficio del capitalismo, atacando a la baja los derechos laborales,
utilizando abusiva y peligrosamente los recursos naturales, exploliando las
riquezas del llamado tercer mundo, machando con su discurso único e infalible,
en consecuencia, es una ideología de guerra, arrasadora de la vida.
No podemos
hablar de alternativas y de soluciones, ante semejante despropósito, tanta
irracionalidad, desigualdad e injusticia, crueldad e inmenso poder y control,
sin saber a qué y a quien nos enfrentamos, cual es su poder, y cuales son sus
efectos determinantes en nuestro poder de decisión, en nuestra autonomía, en
nuestro quehacer social, ya que en un mundo globalizado, interrelacionado, las
alternativas parciales no tienen ninguna viabilidad, esencialmente en los
países más desarrollados.
Las
alternativas y soluciones parciales no le preocupan al capital transnacional.
El mismo capital las promociona para darse legitimidad, guardándose para si
mismo, los planteamientos generales desde una visión global planetaria.
Precisamente,
el evidente fracaso de la izquierda en general se debe a este aspecto. Incluso
la resistencia desde las organizaciones alternativas y antiglobalización o
altermundialistas como han decidido llamarse últimamente, no deja de ser
bastante testimonial a pesar de ser una respuesta clara, la misma es
coyuntural, solo se visualiza globalmente en acciones puntuales. El fracaso de
la izquierda viene marcado por sus planteamientos parciales dentro del sistema,
y no globales, pretendiendo humanizar la actual globalización económica cuando
su dinámica lo arrasa todo. Cualquier gestión desde la izquierda esta
totalmente condicionada por los determinismos económicos impuestos por el
neoliberalismo. Una de las características del neoliberalismo, es liberalizarlo
todo, en definitiva privatizarlo todo y reducir al Estado a su mínima
expresión. La izquierda en su gestión termina haciendo lo mismo, privatizar,
como hay decenas de ejemplos en su gestión municipal. y ahí tenemos los
ejemplos de Brasil, Uruguay,...., de los que hemos hablado. Lo peor de todo es
la falta de honestidad y de ética, su miedo a perder su buena situación dentro
de la escala social, no ser capaces de reconocer la imposibilidad de cambiar el
sistema desde dentro del mismo, ya que el poder no está en los políticos, ni en
los gobiernos, ni en la aparente democracia, y plantear con claridad a las
clases populares otras alternativas. La falta de coherencia no solo queda ahí,
sino que terminan adaptándose a la nueva situación, unos más que otros, se
entra en las prácticas corruptas, en la prevaricación, y la mayoría de ellos
cuando salen del poder salen bien colocados.
Dentro de
esta situación de dominación a nivel planetario, existen pequeñas islas bien
interesantes como es el caso de Chiapas, con sus municipios rebeldes y
autónomos. Una sociedad paralela que se desarrolla al margen de la oficial, del
poder, y en un momento determinado, dijo: basta ya. Una autonomía desarrollada
por el movimiento zapatista junto a los indígenas durante más de veinte años.
Actualmente sigue su construcción, con los nuevos caracoles y las juntas de
buen gobierno, a lo que se ha añadido recientemente las comisiones de
vigilancia. Dispuestos a pasar a una fase superior, después de entender que han
terminado con la estructuración políticomilitar, han decidido salir de su
territorio para llevar sus formas y prácticas más allá del mismo. Es un proceso
que se desarrolla en una zona geográfica rica en recursos naturales, no
desarrollada industrialmente, y tampoco turísticamente, rural, con una
población indígena, donde se autogestionan y administran con sus propias leyes
y acuerdos, donde su autonomía es casi total, apostando por la humanidad y en
contra de la globalización. Un movimiento basado en la igualdad, en el respeto
a la pluralidad, en la dignidad, en lo comunitario, y por tanto, en la decisión
y responsabilidad compartida. En el respeto a la Naturaleza, en “el todo para
todos y nada para nosotros”, como crítica y oposición al poder, al centralismo,
al ejecutivismo, a la burocracia; basado en “el mundo donde quepan muchos
mundos y todos los colores de la tierra”, como respeto a la diversidad, a la
potenciación de la misma como una necesidad, en oposición radical a lo único y
donde los diversos mundos se relacionan respetando la autonomía de cada cual, y
sobre todo, entre iguales. Son los valores de antaño, con un lenguaje nuevo,
valores libertarios todos, en definitiva valores en líneas generales que deben
guiar o conformar la respuesta al neoliberalismo. Vivimos una situación
absurda, irracional, injusta, peligrosa,......de constante incremento de poder,
de amasar en pocas manos toda la rentabilidad que producen los aumentos de
productividad, de empujar a la competitividad en una espiral infernal,
diversificando la producción, contradiciendo las preocupaciones contra la
deslocalización por parte de los Gobiernos, como en el caso del Gobierno Vasco
a través del programa Gauzatu concedió en el 2004 ayudas a las pymes vascas,
osea la pequeña y mediana empresa, por valor de 21,9 millones de euros a su
implantación en lugares como Polonia, China y Chequia preferentemente, con
inversiones de 2,2 millones de euros de media por proyecto, implantaciones que
buscan: tradición industrial, mano de obra cualificada y barata, precio del
suelo barato, fiscalidad favorable, infraestructuras idóneas, planes de
desarrollo a la vista, ubicación próxima a grandes mercados y que al mismo
tiempo constituyan mercados de un alto potencial de crecimiento en los próximos
veinte años. No se deslocaliza en este caso, pero si se invierte en otros
países, lo que a la larga va en perjuicio de la situación salarial y laboral
del país de origen, por tanto, todo siempre a costa de los más desfavorecidos y
utilizando a unos trabajadores contra otros.
Al contrario
desde la racionalidad y el sentido común, nos dice que si se ha producido un
cambio técnico que requiere menos horas de trabajo para producir la misma
cantidad de bienes y servicios, lo lógico es que la gente trabaje menos tiempo,
sin embargo esta conclusión social que surge de observar el cambio tecnológico
no se lleva a la práctica. De hecho en EE.UU, los trabajadores trabajan más que
hace treinta años o cuarenta, la jornada es más larga y el tiempo de trabajo
por unidad familiar también es mayor.
Aunque los vientos no soplan a favor, el reparto del trabajo, acompañado del de la riqueza es la alternativa en que se debe insistir, y a pesar de las declaraciones del presidente del gobierno, José Luis Rodriguez Zapatero a la cúpula de la CEOE, la patronal española, tranquilizándoles, asegurando que no habría ley de las 35 horas en España y donde se debía trabajar más, como buen discípulo del neoliberalismo dominante. El trabajo es riqueza y el tiempo de trabajo lo es todo, lo que más valor tiene, y quien lo controla y distribuye es su propietario.
A través de
la historia, el debate sobre el tiempo de trabajo ha sido protagonista en
numerosas ocasiones en la sociedad y en el movimiento obrero. En realidad el
control del tiempo de trabajo, siempre ha sido y lo es para los trabajadores,
uno de temas principales en sus reivindicaciones.
Antes de la
revolución industrial, no existían problemas entre tiempo de trabajo, descanso
y ocio. El tiempo de trabajo no es uniforme. Las jornadas son ocupadas por el
trabajo y la duración e intensidad la condicionan los límites naturales: luz,
sol, la resistencia física del trabajador, los hábitos.
La actividad
y el ocio, trabajar y dejar de hacerlo, no estaba sujeto a horarios
preestablecidos, se hacía de forma informal. Lo importante era que el
trabajador, el artesano, era quién decidía la intensidad y la duración del
trabajo a realizar.
Posteriormente
el trabajador precapitalista controla la relación jornadasalariotrabajo, tiene
un oficio y ese es su poder. El trabajador de esa época se planteaba cuales
eran sus necesidades, y en consecuencia, cuanto debía trabajar. La máquina
rompe esta dinámica y trastoca totalmente el concepto del tiempo de trabajo. El
desarrollo tecnológico, las máquinas de control numérico o la sustitución de
las máquinas normales por máquinas automáticas han tenido y siguen teniendo una
mayor incidencia en la reducción del empleo industrial.
Llegados al
punto en que es necesario realizar inversiones en capital fijopara la compra de
la maquinaria, al convertirse esta inversión en determinante económico aparece
el concepto del tiempo industrial, y a partir de ese momento el trabajador
comienza a perder el control del tiempo de trabajo, al desaparecer la relación
existente entre conocimiento del oficio y control del tiempo de trabajo.
La
organización científica del trabajo termina con los oficios, y en consecuencia,
mina el poder de los trabajadores y termina con el control obrero, apareciendo
el “obrero masa”. Se rompe la relación entre el trabajo a realizar y el número
de trabajadores para realizar dicho trabajo, creando una relación entre clases,
totalmente diferente, al perder el trabajador su autonomía y pasar a ser
dependiente del patrón.
El trabajador
de esa época no acepta estos cambios, se incorpora a la nueva disciplina con
muchos problemas, sin embargo las nuevas generaciones de trabajadores
culturalmente diferentes, formados social e inconscientemente en “los nuevos
valores”, en valores industriales, en los años 90 no plantean grandes problemas
para incorporarse al nuevo mercado de trabajo, aceptando condiciones que para
sus padres son inaceptables, por ruptura con su vida social, por los aumentos
de ritmo de trabajo, por buscar una productividad exagerada, por indignas. Para
su padre el trabajo era un medio de vida, para el hijo es un estilo de vida
integrado en un proceso de consumo de masas. En esta nueva situación, la del
tiempo industrial se pasa de las necesidades a cubrir a las expectativas, de
trabajar para vivir a trabajar para consumir y ocupar la posición deseada en la
escala social.
La
industrialización, el tiempo industrial, la civilización industrial acaban con
el tiempo social, pasando lo social a ser determinado por lo económico, Ahora,
el neoliberalismo, la globalización economica, su ideología, la sociedad de
mercado impulsa el llamado progreso a costa de la desestructuración y la
dislocación social.
En 1866 la I
Internacional incluyó entre sus reivindicaciones los tres ochos, ocho horas de
trabajo, ocho de descanso, ocho de ocio. Tres años más tarde se fundaba la Liga
de los tres ochos en Boston. En 1.886 se acordó en Chicago la Huelga General
por la reducción de jornada. En dicha lucha se produjo el procesamiento y ejecución
de varios dirigentes anarquistas, origen de la celebración del 1º de Mayo.
Con la
reducción a ocho horas por ley de jornada de laboral, coincidiendo con la
sociedad de masas y el aumento del consumo, aparecen las horas extraordinarias,
desvirtuando la ley. Actualmente la dinámica es liberalizar en su totalidad el
tiempo de trabajo, desreguralizarlo, flexibilizarlo, se pueden llegar a
acuerdos sobre reducción del tiempo de trabajo con los sindicatos, dándoles un
control aparente que en definitiva siempre está a disposición del empresario.
El panorama es el siguiente: bolsas horarias de libre disposición del patrón
para las puntas de producción, necesarias para cubrir las necesidades puntuales
de demanda del mercado; turnos múltiples que se encadenan; ampliación de los
periodos temporales para el disfrute de las vacaciones; contratación puntual a
través de las Empresas de Trabajo temporal (ETTs) por días y hasta por horas;
bolsas de trabajo para contratación puntual; horas extraordinarias excesivas,
legales o no declaradas, incluso muchas de las veces no pagadas; trabajadores
de fin de semana, a los cuales también se les flexibiliza, al estar pendientes
de una llamada cuando son necesarios; trabajadores para cubrir picos de
producción; bloques de disfrute por acumulación de horas trabajadas; la
obligación de hacer horas extras pactadas en la negociación colectiva; la
negociación por parte de los sindicatos de cómputos anuales que permiten al
empresario organizarlo casi a su libre disposición. En definitiva, la autonomía
del trabajador desaparece totalmente y su desestructuración como clase es la
gran derrota para los mismos, al mismo tiempo que para la sociedad en general.
Si hablamos de tiempo de trabajo es necesario hablar de tiempo social, no
podemos disociarlos. El tiempo no trabajado y su reducción debe ir en
consonancia con su disfrute al mismo tiempo en relación con el entorno, la
familia, el pueblo. Esta reivindicación es fundamental en el momento actual en
que el aumento de la flexibilidad de la jornada de trabajo, la precarización
del empleo, precariza la vida hasta límites alarmantes.
A finales del
siglo XVIII aparece la máquina de vapor, y la jornada laboral bajó hasta las 80
horas semanales. Desde hace 75 años la jornada laboral de las 8 horas es la normal,
aunque actualmente con un día menos de trabajo y un tiempo de vida laboral
menor. Durante ese periodo de tiempo, la reducción del tiempo de trabajo puede
haber disminuido entre un 25 y 35%. Dicha reducción se produce principalmente
entre los años 1929 y 1945, posteriormente las reducciones de la jornada
laboral van disminuyendo a un ritmo mucho menor, estando prácticamente
estancadas en los últimos años entre las 1.800 y 1.600 horas anuales en Europa.
Hoy día, la tendencia es la de no reducir ninguna hora, la patronal española,
ni la europea quieren hablar de reducciones de jornada, en todo caso, si los
cómputos son anuales y de libre disposición para la patronal. La necesidad de
aumentar la productividad obligados por la competitividad va en dirección
opuesta a conseguir reducciones de la jornada laboral, así como nuevas
contrataciones.
La tan debatida, en otros tiempos, Ley francesa de las 35 horas, consecuencia del programa electoral de izquierdas en1988, en el que participaban los socialistas, comunistas y verdes que ganaron las elecciones, siendo Lionel Jospin, Jefe del Gobierno y Martine Aubry, Ministra de Trabajo, aprobaron una Ley que afectaba únicamente a las grandes empresas, anualizando la jornada laboral, con un gran costo para el erario público para compensar a las empresas, y sin desaparición de las horas extras. La ley no contemplaba la obligación a la patronal de crear nuevos empleos, por el contrario abría el camino a una mayor flexibilidad en el empleo a través de la anualización del cálculo del tiempo de trabajo, no garantizaba el mantenimiento del poder adquisitivo de los salarios, y finalmente, no contemplaba en su ámbito de actuación a las pequeñas y medianas empresas, de manera que marginaba a centenares de miles de trabajadores, de los beneficios que supone la reducción del tiempo de trabajo, por lo que sus efectos en la creación de empleo fueron relativos, unos 350.000 nuevos empleos en cinco años.
Medidas insuficientes para atajar situaciones con un paro oficial superior al 10%, ni la situación de millones de personas que viven por debajo de la umbral de la pobreza, situación que se repite con mayor o menor intensidad en los países desarrollados, 20 millones de parados y 50 millones de pobres en Europa. A pesar de ello, el actual Gobierno de derechas presidido por Chirac, ha tomado medidas para desvirtuar más la Ley sin necesidad de derogarla, flexibilizando un poco más. Han subido el techo de las horas extras anuales a realizar, pasando del 180 a 220 horas.
Se podrán trabajar más horas de las aprobadas por Ley si así lo acuerdan entre los empresarios y los trabajadores, actualmente se están imponiendo convenios de empresa con jornada laboral de 40 horas, también se puede cambiar descanso por salario. Por lo tanto, en estas condiciones las posibilidades de creación de empleo desaparecen.
Si observamos
la agenda 2010 aprobada en Alemania, con un Gobierno rojiverde, sin hablar de
los correspondientes recortes sociales y prestaciones, subsidios, ....., desde
las empresas y con aceptación de los sindicatos se está reimplantando la
jornada laboral de 40 horas o más, como así ha sido en grandes empresas como
Siemens o Bosch o la Chrysler en su centro de investigación, lo que quiere
decir que se aumentan las horas de trabajo que tenían anteriormente, además, se
suprimen los suplementos por trabajar los fines de semana y festivos, las pagas
extras y de Navidad, se reducen las semanas de vacaciones, cinco en
Alemania,....esta es la dinámica que se impone, de ahí, las palabras del
presidente del Gobierno español a la CEOE, en definitiva, no solo en EE.UU se
trabaja más que hace 30 o 40 años, sino, también en Europa se empieza a
trabajar más, ahora, que hace unos años.
Sin embargo
este terrible absurdo, no se puede aceptar como un fatalismo, las razones son
evidentes, el ansia de libertad y de justicia del ser humano, su voluntad no
puede aceptar la sinrazón, la alternativa es el reparto del trabajo y la
riqueza que produce, la cual, pertenece a todos, es inevitable, es sobre todo
vital, ya que de lo que se trata es de la vida, de la vida de todos, de la vida
de la naturaleza, del tiempo para vivir.
La
Constitución Española tan recurrida para otras cosas, como es la nación, dice
que los poderes públicos adoptarán una política enfocada al pleno empleo, que
en su caso puede ser el reparto del trabajo, de la misma forma que habla del
derecho del ciudadano al trabajo, y a tener una vida digna. Sin embargo, una
vez más, comprobamos como se utilizan las leyes de forma interesada, la
exigencia en este caso debe estar ligada a la reducción del tiempo de trabajo
como forma de conseguir el pleno empleo por solidaridad, a los mismos derechos,
a la igualdad y a la dignidad como única forma de acabar con el paro y la
exclusión social, y no ligado a planes de empleo o a políticas activas de
empleo que lo único que hacen es precarizar el empleo y la vida, en contra de
la dignidad.
El desarrollo
actual permite la posibilidad de trabajar menos, pero el mercado, la
competitividad imponen una jornada laboral mayor, pero no solo esto, sino que
impone una vida laboral compulsiva y absurda, cuyos efectos son: crisis en la
familia, ritmos de trabajo más intensos con sus repercusiones psíquicas y
físicas, desestructuración de las relaciones sociales normales, vaciamiento social
y cultural, aumento del miedo. El aumento de la jornada laboral y la
fexibilidad es un contrasentido histórico, y provoca un gravísimo desajuste
social. El desarrollo tecnológico sigue avanzando sin pausa, la revolución
científicotécnica, la informática, las telecomunicaciones, la microelectrónica,
la biogenética que conforman la más importante revolución tecnológica de todos
los tiempos, factores fundamentales para conseguir incrementos importantes de
productividad, producen efectos contrarios a los que dicta el sentido común y
la razón.
No todo queda
ahí, la insaciabilidad del capital es de tal volumen que muchas empresas
ofrecen a sus empleados para soportar mejor las largas jornadas de trabajo a
las que les someten: cafeterías, gimnasios, juegos de ocio en las oficinas.
Grandes empresas disponen de servicio médico, y cuando un trabajador tiene un
accidente en su puesto de trabajo, entre eltrayecto de ir a su consulta, el
médico ya ha tenido un aviso por parte del Jefe de Recursos Humanos, para que
se le asigne otro puesto de trabajo, dándole como apto para dicha labor, lo que
sea, antes de dar una baja.
Estas mismas
empresas disponen de gimnasio donde se les ofrece la posibilidad de llevar a
cabo su rehabilitación. En miles de empresas españolas, por ejemplo la banca,
con unos beneficios anuales escandalosos, donde se aplican planes de
prejubilación con 50 años, se trabaja 10 y 12 horas diarias con normalidad y
nadie cobra las horas extraordinarias. No solo la tecnología no libera al ser
humano, sino que en muchos casos, encadena al trabajo, instrumentos como el
móvil, la agenda electrónica, el ordenador se convierten, a veces, en
instrumentos de trabajo permanentes. En definitiva, una vida estresante,
competitiva, temerosa de perder lo que se tiene, en la que miles de persona
tienen que añadir el tiempo de los desplazamientos para dirigirse a su trabajo
especialmente en las grandes ciudades.
Muchos
ciudadanos prefieren tener más tiempo libre que más dinero, pero las exigencias
del mercado y el temor de que si no las cumples puedes quedar excluido del
mismo les atenaza. Es incomprensible en el siglo XXI la tendencia existente del
aumento de la jornada laboral, la convivencia social exige más tiempo libre,
vitalmente necesario para una reordenación de la vida personal, familiar y
social, al mismo tiempo, ir aumentando nuestra responsabilidad e intervención
directa en la comunidad y en la sociedad en general.
Por ello es
urgente potenciar un autentico compromiso social en base al reparto, el empleo
digno para todos y contra la exclusión social, entre todas las organizaciones
sociales, sindicales, políticas, y los ciudadanos que primamos al ser humano y
a la sociedad civil por encima de los intereses individuales y corporativos,
que situamos a los derechos sociales, laborales, la dignidad, la igualdad por
encima de los poderes coercitivos de los poderes económicos y políticos, que
planteamos la viabilidad ecológica y social del planeta frente a la
especulación y el beneficio a cualquier precio, tanto para el presente como
para el futuro, cuyo objetivo sea satisfacer las necesidades, los deseos, los
sueños, las aspiraciones de los trabajadores, de los explotados, de los
ciudadanos, de los dominados.
Un compromiso
social partidario de cambios radicales ya que el sistema actual está impedido
para actuar de manera libre, igualitaria y justa, para cambiar radicalmente la
sociedad con la finalidad de recuperar los valores de la solidaridad, el apoyo
mutuo, la libertad, la justicia y la fraternidad.
Optar por
cambios radicales, supone atreverse a preparar un proceso de lucha, de ruptura
con el sistema, desarrollando un proceso de trabajo que dé dimensión
estratégica al antagonismo social, en base a acuerdos estratégicos, para ganar
capacidad de hegemonía y orientación de la lucha social.
Un compromiso
social que dé la palabra a los grupos sociales desfavorecidos, construyendo y
elaborando con ellos en el quehacer diario, en el ejercicio de la solidaridad
para superar las fracturas existentes en la sociedad, recomponiendo y dignificando
a la clases populares y al ser humano en general, planteando a la sociedad una
serie de propuestas necesarias para cambiar la correlación de fuerzas entre el
capitalismo globalizador y sus víctimas. Propuestas que deben satisfacer tanto
a la población ocupada, a los parados y a quienes sufren exclusión económica,
laboral y social. Con capacidad de movilización en base a la propuesta del
reparto y la creación del empleo digno, en clara confrontación con el
neoliberalismo con la finalidad de ir recuperando la iniciativa popular, e ir
rompiendo el monocorde y monolítico pensamiento único.
La propuesta
del reparto del trabajo y de la riqueza, no como medida coyuntural sino como
estrategia a largo plazo para cambiar el sentido de los valores de la actual
sociedad y transformarla radicalmente. Estrategia en cuyo proceso se debe ir
creando comunidad, sociedad paralela en contra de la explotación, la
dominación, ampliando la capacidad de resistencia y de transformación,
avanzando en la práctica hacia más autonomía, más igualdad y más libertad, al
mismo tiempo, creando alternatividad al sistema imperante. Priorizando en su
actuación las situaciones de mayor injusticia y hacia los que las padecen. La
lucha contra la actual situación del mundo, de desigualdades evidentes y
sangrantes debe situarse en la base, lo más cerca de la vida cotidiana de los
ciudadanos, y conjuntamente hacer frente al capitalismo, recuperando los
comportamientos éticos en la acción, alejada de las vanguardias, sean del signo
que sean, del poder, recuperando el valor de la palabra como cumplimiento de lo
acordado y lo prometido.
Esta
estrategia del reparto del trabajo y la riqueza, al mismo tiempo de
construcción de comunidad alternativa necesita definir algunos aspectos:
– El espacio geográfico de actuación debe ser a
nivel planetario. No se puede combatir la globalización económica y el
neoliberalismo que actúa planetariamente con un proyecto global, desde
instancias locales, regionales, o nacionales. Es necesario actuar localmente, al
mismo tiempo que planetariamente. Es imprescindible recuperar el
internacionalismo. Es necesario una organización y un movimiento internacional
con los mismos objetivos y formas de actuación. Ya existe una base, en la
mayoría del movimiento antiglobalización, al cual hay que darle coherencia,
sentido y práctica comunitaria. Movimiento con unos ideales, prácticas y
objetivos claramente libertarios, pero, excesivamente disperso, atomizado, con
múltiples organizaciones creadas en base a un objetivo parcial, como puede ser
la deuda, la pobreza,....., el cual llega a acuerdos para respuestas conjuntas
pero puntuales, que coinciden generalmente con reuniones de Jefes de Estado, en
algunos casos respuestas de verdadera envergadura como Génova por ejemplo. Un
movimiento que es necesario estructurar y que en el día a día actúe
conjuntamente. El miedo a organizarse solo le sirve al capital, las
organizaciones con objetivos parciales como puede ser: la ecología o la paz o
el sindicalismo a secas,.... no son un problema para el capital.
Las
organizaciones pueden ser traversales en su estructuración, no tienen porque
ser ejecutivas, hay está entre muchos ejemplos, el anarcosindicalismo, el
zapatismo, ... pero no tiene ningún sentido no hacerlo, no organizarse, cuando
enfrente tenemos una organización impresionante, la del capital transnacional
con un inmenso poder. Ante esa realidad solo se le puede hacer frente con
organización, actuando conjuntamente de forma global, no es inteligente la
existencia de miles de organizaciones con capacidad alternativa, cada una,
planteando su reivindicación parcial.
– El espacio físico corresponde al conjunto de
la sociedad. Es la sociedad en pleno quien sufre los efectos de la
globalización, es la sociedad quien está desestructurada y avanza en su
dislocación total, en consecuencia el protagonista del cambio debe ser el
ciudadano. Vivimos una etapa en que los trabajadores han dejado de ser los
protagonistas del cambio social, es necesario ampliar el espacio al ciudadano,
al ser humano en su más amplia dimensión, deseoso de libertad, debe ser el
centro y protagonista de la transformación radical que necesita el mundo. Esto
no quiere decir en absoluto renunciar a la lucha y a la resistencia en los
centros de trabajo, sino ampliarla al conjunto del territorio, a la ciudad.
La estrategia
sindical no puede quedarse encerrada en la empresa o mostrarse testimonialmente
en la calle, cuando en la generación de la riqueza socialmente producida
intervienen muchos más factores que el trabajo asalariado individual, como son,
el consumo, la formación, la investigación, las nuevas tecnologías, el trabajo
no remunerado, ........, en fin, la fábrica es la ciudad, es el planeta entero.
– Un proyecto estratégico que debe ser
coherente en la relación entre medios y fines. La autonomía como base, medio y
fin. La acción directa como forma de intervenir en la lucha, en el quehacer
cotidiano, en la acción. La acción directa como forma de intervención libre,
autónoma, individual y colectiva, participando directamente los ciudadanos, sin
delegaciones, sin intermediarios, resolviendo directamente los problemas que
les afectan, dentro del marco de la estrategia acordada, la del reparto. Acción
directa en la que las insumisiones y la desobediencia civil deben jugar un papel
importante. La acción directa como método fundamental, como aprendizaje y
práctica para alcanzar la democracia directa, la democracia real, de verdad,
superando la democracia formal producto de los procesos electorales, inútiles y
falsos, con un costo enorme para la sociedad, convertidos en espectáculo y
marketing, el político convertido en gerente, rodeado de técnicos y asesores,
quienes promueven y redactan las leyes. Una democracia directa, participativa y
real donde lo público, lo de todos, adquiera el valor más importante, y cuya
gestión corresponda directamente a los ciudadanos en base a la autogestión de
los mismos.
Dichas
propuestas se deben plantear gradualmente, despertando conciencias, acumulando
fuerzas, creando condiciones para ir avanzando y no solo resistiendo,
construyendo comunidad, cambiando valores, los opuestos a los actuales, con el
consiguiente cambio cultural, por ello, desde un primer momento, la reducción
de la jornada laboral a 35 horas semanales, por Ley, sin reducción de salario, que
era una de las reivindicaciones de los años ochenta y noventa que produjo
movilizaciones de cierta importancia, actualmente a la defensiva por la presión
que ejerce la globalización. Acompañada de la supresión de horas extras y los
pluriempleos, adelanto de la jubilación a los 60 años, hacia los 55,
eliminación de las empresas de trabajo temporal, creación de empleo digno,
salario social para los parados que no reciban prestaciones o sean inferiores
al Salario Mínimo Interprofesional (SMI), y una fiscalidad progresiva, que
pague quien más tiene, todas esta medidas no es lo mismo que plantear una
reducción de tiempo de trabajo en cómputo anual.
Los objetivos
centrales de esta propuesta están en el reparto del trabajo y de la riqueza.
Debe ser prioritario poder trabajar todos y utilizar la riqueza para
conseguirlo. Si queremos realmente acabar con el paro y la exclusión social
debemos plantear una política ambiciosa de reducción del tiempo de trabajo,
trabajar menos para trabajar todos. Treinta y cinco horas, en principio, hacia
las 32, así, progresivamente hasta lograr aquellas que sean precisas para que
sea un reparto justo y total, con empleo digno y los mismos derechos para
todos. Dicha reducción generaría cientos de miles de empleos, como así ha sido con
la devaluada ley francesa, teniendo en cuenta que en este caso va acompañada de
otras medidas que la hacen mucho más efectiva. La medida conlleva reparto de la
riqueza, que compensaría en cierta cantidad el enorme incremento de
productividad producido durante los últimos veinte años de los cuales solo se
ha favorecido el capital. El salario social igual al SMI para todos los parados
y paradas que no reciban prestaciones o que éstas sean inferiores, es una
propuesta en clave de reparto de la riqueza y de solidaridad. El problema del
paro no es una mera cuestión estadística, existen suficientes estudios que
muestran las serias repercusiones psíquicas y de salud física que una situación
de este tipo acarrea, la cual se agrava cuando se le añaden penurias y dificultades
económicas. El problema del paro, provoca impotencia, inseguridad, angustia,
mina la cohesión social, miedo a un futuro sin porvenir, lo que da origen a la
crispación en muchas ocasiones, siendo un caldo de cultivo para la violencia.
Problema que afecta a todos los países, incluso a los desarrollados creando un
problema humano de proporciones considerables que no podemos seguir obviando.
De hecho las encuestas tanto europeas, como nacionales o regionales indican que
la mayor preocupación de lo ciudadanos es el paro.
Un salario
social que iría disminuyendo en la medida que el reparto de trabajo vaya
alcanzando cotas superiores. Un salario social que se complementaría con un
salario indirecto universal en forma de bienes públicos, asumiendo el costo de
los servicios colectivos como la enseñanza, la sanidad, la vivienda, el
transporte público, las pensiones, la cultura,... Salario indirecto que de
forma progresiva, en la medida que la aplicación del reparto vaya aumentando,
tenga mayor importancia que el salario directo. La dinámica debe ser la de
llegar a un salario directo digno, capaz de cubrir las necesidades, por lo
tanto, durante el proceso se podría hablar de reducciones de salario, siempre
restando en mayor proporción a quien más recibe, y repercutiendo estas
reducciones en el salario indirecto.
Un salario
social ligado al derecho al trabajo. No debemos sustituir el derecho al trabajo
por el derecho a la asistencia pública, lo cual nos llevaría a una sociedad
dual, lo que desde la perspectiva del reparto no se contempla, sino todo lo
contrario. La finalidad no es crear dependencia sino cooperación entre iguales
para lograr fines comunes con los mismos derechos y obligaciones. La
cooperación requiere esfuerzo, es preciso trabajar para que el mundo funcione y
mejore. Crear las condiciones para la transformación social y para el propio
crecimiento individual exige trabajo, por tanto, salario social sujeto a
contraprestación correspondiente a lo que se percibe en su totalidad, un
trabajo socialmente útil y autogestionado. Un salario social producto de una
reforma impositiva que grave en mayor medida a quien más tiene, a la energía, a
los capitales, a su libre circulación, como puede ser la tasa Tobin, a la
tecnología,..... Salario que debe tener en cuenta el trabajo que dedican las
mujeres en el hogar, al cuidado de los hijos, de los enfermos, de las persona
mayores, lo cual tiene un valor social importantísimo, siempre teniendo en
cuenta que no es un trabajo que corresponde a la mujer sino que es un trabajo a
repartir.
La caridad,
el asistencialismo, los ingresos mínimos de inserción, denigran al ser humano,
todo ser humano debe tener los mismos derechos. Los festivales de rock,
organizados y participando las grandes figuras de la canción quienes se benefician
de esta sociedad basada en el consumismo y ocio mercantilizado, y disponen de
grandes fortunas, donde Bono, el cantante de U2, se da la mano con Bill Gaites,
y se entrevista con Bush y compañía, en fin, los exponentes de la globalización
y principales responsables, únicamente sirve para darle normalidad a la
terrible situación de la pobreza en el mundo, hacer espectáculo del hambre y la
muerte que conlleva, en definitiva desvirtuar el terrible problema que sufren
millones
de seres
humanos, además de servir de cortina de humo para dejar en un segundo plano las
movilizaciones fuertemente reprimidas de los movimientos antiglobalización, en
definitiva, caridad gratuita, promoción y más denigración. Lo mismo podríamos
decir en general de las ONGs, subvencionadas en mayor parte con dinero público,
que dependiendo de quien gobierne y la adscripción del demandante, dichas
subvenciones aumentan o decrecen, hacen un trabajo de asistencialismo, a la
vez, de modo de vida bien remunerado para sus promotores, creando personas
dependientes y no libres con los mismos derechos que los demás. Esta actividad
sigue manteniendo la fractura social repartiendo las sobras que se permite el
sistema.
El compromiso
social basado en la estrategia del reparto, con reivindicaciones inmediatas que
deben ir avanzando cualitativa y cuantitativamente debe ir asociada a la
resolución paralela de los peligros globales que azotan a la sociedad: las
guerras, la destrucción de la Naturaleza y la pobreza, todas ellas relacionadas
con el reparto, y todas ellas con un resultado común: los más pobres son los
que sufren sus mayores consecuencias.
Por la paz
que lleve al desarme de las naciones y la desaparición de los ejércitos, al fin
de las guerras. Hoy día no dejamos de hablar de Africa, el continente
abandonado, la falta de hipocresía, de vergüenza, el insulto es de tal calibre
que no se puede calificar. Uno de los problemas que desgarran toda Africa son
las guerras, en todos los países africanos ha
habido o hay guerras salvo en Botswana. De todos
es conocido quienesson los proveedores de armas, con su venta, los diferentes
países hacen negocios extraordinarios, negocios como bien saben ellos con
burocraciasexcesivas, corruptas, dictatoriales, todo en base a razones
geotratégicas desde la estúpida visión militar y del poder en lugar de
desarrollar infraestructuras imprescindibles para su desarrollo. La ayuda que
EE.UU. destina a Africa supone el gasto de dos días del Pentágono. No sólo hay
guerras en Africa, ahí están el resto de conflictos en los que no voy a entrar
pero, hay suficiente material para hablar de ellos. Es una obligación acabar
con la institución militar, un arma de guerra es un arma para matar, es una de
las mayores aberraciones que pueda existir, y del ahorro de su costo serviría
como fuente importante de financiación para el reparto de la riqueza y la
creación de empleo, invirtiendo en trabajos socialmente necesarios.
El desastre
ecológico es uno de los más graves problemas de la humanidad, con una tendencia
creciente a agravarse muy peligrosamente.
El cambio
climático es evidente. Es imprescindible y urgente estabilizar las emisiones de
gas que producen el efecto invernadero. El cambio climático solo puede agravar
el problema de la pobreza. El efecto invernadero seguirá elevando el
calentamiento global debido a la fusión de los casquetes polares, los glaciares
de Alaska han menguado un 15%. En el periodo de calentamiento se irán anegando
regiones costeras enteras, convertirá terrenos agrícolas en desierto,
desplazará zonas climáticas de forma impredecible. De hecho cerca de 25
millones de personas han dejado sus hogares a causa del calentamiento, que
obliga al abandono de sus tierras a unos 8.000 hombres y mujeres diariamente.
Por poner un ejemplo, el ciudadano vasco tiene un huella ecológica de 4,66
hectáreas cuando debía ser de 1,9, huella que crece año tras año, el doble de
la media mundial, y estamos hablando de valores oficiales, esta es la tónica de
los países desarrollados, de los 6.400 millones de habitantes del planeta, son
1.900 los que están por encima de la media deseable de huella ecológica y su
desmedido consumo hace que la media mundial por habitante sea del 2,28
hectáreas, una muestra más de la insolidaridad y la indecencia de los más
ricos. Por supuesto sin olvidar los riesgos de contaminación nuclear y química,
ya ocurridos en ciertas ocasiones.
El desarrollo
irresponsable sigue construyendo infraestructuras, incluso son los planes de
desarrollo fundamentales para crecer, infraestructuras de carreteras, ya
sobresaturadas, que se combina con el continuo desarrollo de la las empresas
automovilísticas, cuando el transporte por carretera genera entre el 35 y 38%
de las emisiones de CO2 a la atmósfera. Por tanto un nuevo estilo de vida, de
desarrollo, de consumo, de transportes se impone con urgencia. La pobreza con
falta de vergüenza, con golpes de corazón se puede marginar, pero los problemas
de la contaminación en general, la nuclear, la química, la genética y sus
peligros no se pueden marginar, eso nos afectan a todos irremediablemente.
El drama de
la pobreza con pocas palabras se puede entender perfectamente. Jean Ziegler,
destacado sociólogo y relator de la ONU para la alimentación, declaraba
recientemente que: “un niño que muere de hambre muere asesinado”. Cada pocos segundos
muere un niño de menos de diez años, cada pocos minutos otro queda ciego por
falta de vitamina A.
Somos parte,
por tanto, partícipes de un orden mundial, de un sistema, que no sólo es
asesino, también es absurdo, sin sentido, cruel, mata sin necesidad en un mundo
donde globalmente se produce lo suficiente para que todos los seres humanos
puedan llevar una existencia digna. En la pobreza extrema se encuentran 1.100
millones de seres humanos (añadir los que se encuentran en pobreza simple), y
al menos 8 millones de ellos morirán este año por falta de recursos. Pienso que
las palabras y otras valoraciones sobran, solo algunas apreciaciones más para
saber hasta donde llega la hipocresía.
Al comienzo
del milenio, 189 Jefes de Estado y de Gobierno firmaban los objetivos de
Desarrollo del Milenio, el primero era “erradicar la pobreza extrema y el
hambre para el año 2.015”. En el mismo año 2000 se desarrollaba la campaña
Deuda Externa, ¿Deuda Eterna? Año 2000 para mil millones de personas, en la que
se denunciaba la lógica criminal de un orden mundial irracional e injusto, en
el que los deudores, pobres y hambrientos acaban subvencionando con sus
recursos a los acreedores ricos. En el 2005, recientemente se da a conocer a
bombo y platillo el acuerdo del G 7 (Rusia no participa del mismo) sobre
condonación de deuda externa para algunos países del mundo de 40.000 millones
de
dólares. De
estos millones de deuda que se condonan y que figuran en los libros de
contabilidad, serán reales 17.000. Los países del acuerdo empezarán a pagar
para cubrir las pérdidas al Banco Mundial y al Banco Africano de Desarrollo el
2008, por lo que algunos Jefes de Estado y Gobierno del acuerdo no estarán en
ese momento, osea les ha salido gratis.
Además muchos
de ellos no verán como se cubren las pérdidas ya que han decidido que las
aportaciones a los dos bancos se harán durante 30 años. El acuerdo significa
muy poco para los países beneficiados. La deuda externa en Africa alcanza los
296.000 millones de dólares, la condonación puede significar como mucho una
reducción del 16 %. Desde 1970 ese continente ha recibido unos 540.000 millones
de dólares en créditos, una cifra equivalente más o menos a dos tercios del
Producto Interior Bruto (PIB) de España, y ya ha pagado 550.000 millones de dólares
entre intereses y principal. En el 2002 el mundo rico aportó a Africa 30
dólares por africano, de esta ínfima cantidad, 18 fueron para pago de asesores
y consultores occidentales y en conceptos relacionados con la deuda, el resto,
12 fueron para Africa.
Concluyendo,
compromiso social basado en la estrategia del reparto, asumido por todos para
acabar con el trabajo asalariado jerarquizado, que anula el potencial creativo
del ser humano y es el ámbito donde se practica el robo legal de la riqueza
producida, íntimamente vinculado a la desaparición de guerras y consiguiente
desmilitarización total, equilibrio ecológico e eliminación de la pobreza, en
un espacio planetario y como centro del cambio social el ser humano, el
ciudadano, en fin, recuperar la libertad y la armonía en el mundo entre los
seres humanos y la Naturaleza.
Esto, o
seguir profundizando en el actual modelo de desarrollo incapaz de controlar el
consumo y los riesgos del mercado global. Seguir profundizando en la
incertidumbre. el miedo a todo, en la desestructuración y dislocación social,
en el estrés, en la impotencia, en la angustia, en las desigualdades, en las
injusticias, en la violencia, en el control del ciudadano, en la crispación, en
la desesperación, en la criminalidad, en las enfermedades físicas y psíquicas,
en la violencia.
Seguir con el drama humano de las guerras, el hambre, de los desastres naturales, seguir explotados, seguir asesinando legalmente por el hambre .....Espero que el ser humano, ni las organizaciones grupos, sindicatos, asociaciones,.... que están por la antiglobalización, la libertad, la justicia, la igualdad, y la fraternidad no sean tan estúpidos como para seguir en esta debacle, en esta locura sin sentido, sin dar los pasos necesarios para la acumulación de fuerzas y la construcción alternativa necesarias, capaz de cambiar radicalmente la actual sociedad. El problema es elegir entre la muerte o la vida, entre el suicidio o el buen entendimiento, la armonía y la felicidad.
Para terminar vamos a ser honestos con nosotros mismos, hoy día no podemos decir que existe progreso, desarrollo, más democracia, libertad, es una mentira terrible y dramática, nunca podremos ser demócratas, ni libres, ni hablar de progreso, mientras un solo ser humano muera de hambre cuando esto se puede impedir sin dificultades, y hablo en plural, hablo de nosotros, porque todos somos responsables, quizás, sean diferentes responsabilidades, pero todos lo somos, cuando se hable de esto no podemos mirar a otro lado o echar balones fuera.
Hernani, 20 de Julio de 2005 José María Olaizola Albeniz.