VOLVER A LA PAGINA PRINCIPAL DE COMISION DE EXILIADOS ARGENTINOS MADRID

 

 "Un hombre, (o mujer) para ser completo, ha de plantar un árbol, tener un hijo y escribir un libro."
Esta es la frase que se atribuye al poeta cubano José Martí


"tener un hijo (desaparecido) y escribir un libro"

 Las declaraciones de Meijide

Repercusiones   y carta abierta de Eduardo Duhalde

____________________________________________________________________________

enlace a Clarin: http://www.clarin.com/diario/2009/08/03/elpais/p-01970701.htm

EL LIBRO DE FERNANDEZ MEIJIDE SOBRE LA HISTORIA POLITICA DE LA CONADEP

"Deberían bajar condenas a represores por información"

Meijide cree que sería una cuestión superadora ya que, así ,"los juicios no van a ninguna parte".

 
Por: Guido Braslavsky
 
POLEMICA. MEIJIDE, EN SU CASA DE NUÑEZ, EN LA ENTREVISTA CON CLARIN.
Graciela Fernández Meijide se mete en un tema espinoso. Cree que se debe alcanzar "alguna verdad" sobre el destino de los desaparecidos y sobre todo, recuperar la identidad de los bebés apropiados durante la represión ilegal, hoy adultos. Si bien valora la nulidad de las leyes del perdón que permitieron juzgar a los militares, cree que una instancia "superadora" sería reformar el Código Penal y permitir rebajas de condenas a cambio de información "fehaciente y comprobada".

La reflexión surge en una entrevista con Clarín a propósito del lanzamiento de su libro, La historia íntima de los derechos humanos en la Argentina (a Pablo). En el que por primera vez se animó a escribir sobre el secuestro y desaparición de su hijo Pablo, de 17 años, arrancado una madrugada de octubre de 1976 del hogar familiar. Parte de una redada contra un grupo de adolescentes del Colegio Nacional de Vicente López que militaban en la Juventud Guevarista.

El libro es el testimonio minucioso del drama personal que la llevó a ser protagonista del movimiento de derechos humanos, desde la Asamblea Permanente por los Derechos Humanos (APDH) y luego la CONADEP formada en 1984 por el presidente Raúl Alfonsín, sobre cuyo informe se basó el juicio a las Juntas Militares. Meijide, 78 años, hace una crónica íntima del nacimiento de los organismos, su difícil actuación en los años de plomo, la historia política de la CONADEP que, destaca, "nadie se sentó a escribir".

"Escribí pensando en mis nietos, en la gente joven que es el futuro", afirma Meijide.

-Cuenta que al principio, "sólo me aliviaba la fantasía de vengarme y matar" a la Junta Militar.

-Sí, eso me calmaba y me permitía dormir. No tomaba pastillas.

-¿Alcanzan los juicios como reparación, o falta una verdad?

-Alguna verdad. Por distintas urgencias. Una primerísima es intentar recuperar la identidad (de los niños apropiados). Nadie sabe el número. Chicha Mariani (fundadora de Abuelas), tiene más de 80 años, está casi ciega, le dije, vos que estás yendo a los juicios en La Plata, aunque una cosa no quita la otra, ¿preferís que condenen a quien robó a tu nieta, o que aparezca? 'Conocerla', me contestó. A mí me cuesta cerrar la muerte de Pablo, porque no tenés cadáver, ni entierro, ni ceremonia. Cuando la cultura no puede hacer eso hay algo que queda inconcluso.

-¿Quién daría esa información?

-No los 'dinosaurios' que no deben tener la mínima idea. Son los más jóvenes, los que secuestraban, interrogaban, los que mataron. Esos saben. Y son los que no largan prenda. Yo lo hablé con gente, incluso de la Corte Suprema, pero nadie se anima. Así como están, los juicios no van a ninguna parte. Una cuestión superadora sería rebajar condenas según la información que se aporte.

-¿El kirchnerismo cuestionó a la CONADEP, al agregar un nuevo prólogo al Nunca Más?

-Es todo tan circunstancial, de tal chiquitaje... sustituir y llenar de mentiras. Como los 30 mil desaparecidos. ¿Con qué derecho cuando había un conteo de 9 mil? ¿Porque es un símbolo? Están los mitos, pero quien hace historia tiene responsabilidad política. Debe decir la verdad.
 
 

 

El texto siguiente esta reproducido de la página

http://www.plataforma-argentina.org/article.php3?id_article=566

 

LAS DECLARACIONES DE GRACIELA FERNÁNDEZ MEIJIDE.

La ex ministra de la Alianza puso en duda que los desaparecidos hayan sido 30 mil y propuso rebajar condenas a represores a cambio de datos y confesiones.
Lunes 10 de agosto de 2009.

 

 

Rechazo e indiferencia. Esos fueron los sentimientos que generaron entre organismos de derechos humanos, funcionarios y querellantes en causas de lesa humanidad las declaraciones de Graciela Fernández Meijide durante una entrevista para publicitar su libro. La ex ministra de la Alianza y ex integrante de la Conadep propuso rebajar las condenas de represores a cambio de información sobre menores apropiados y sobre el destino de desaparecidos, tildó de “mito” la cifra de 30 mil víctimas fatales de la dictadura, sugirió que “nadie sabe el número” de bebés robados y, finalmente, dijo que, “así como están, los juicios no van a ninguna parte”.

“De ninguna manera acepto negociar a mi nieta, un horror”, dijo María Isabel Mariani, fundadora de Abuelas de Plaza de Mayo, que según Fernández Meijide compartía su idea. “Rechazamos la propuesta de plano. Rebajar condenas es denigrante, es entrar en un trueque histórico”, explicó Estela de Carlotto, presidenta de Abuelas. Y agregó que “tenemos metodologías y experiencia para asegurar que hay alrededor de quinientos chicos apropiados”.

La Asociación de Ex Detenidos Desaparecidos calificó los dichos como “una infamia” y sostuvo que “quienes quieran negociar con los genocidas su impunidad serán sus cómplices”. Otros organismos les quitaron entidad a los dichos de la ex dirigente de 78 años, retirada de la actividad política. “Es lamentable reducir la dimensión de la tragedia argentina a un problema contable”, respondió en una carta el titular de la Secretaría de Derechos Humanos, Eduardo Luis Duhalde, quien calificó como “despropósito” minimizar el valor de los juicios. Elena Mariani, coordinadora del programa Verdad y Justicia, sostuvo que “haber integrado la Conadep no autoriza a decir estupideces”.

Ex dirigente de la APDH, Fernández Meijide acaba de publicar Historia íntima de los derechos humanos en la Argentina, dedicado a su hijo Pablo, desaparecido en 1976. Entrevistada por diversos medios de comunicación, calificó de “mentira” la cifra de 30 mil desaparecidos y de “chiquitaje” el cambio de prólogo del Nunca Más, reeditado por la Secretaría de Derechos Humanos para cuestionar la teoría de los dos demonios. También propuso aminorar condenas a cambio de datos y evaluó que no serían “los dinosaurios” quienes los entregarían, pues “no deben tener la más mínima idea”, sino “los más jóvenes, los que secuestraron y mataron”.

La idea no es nueva. El año pasado el general Martín Balza cuestionó la falta de políticas para quebrar el pacto de silencio y Claudio Tamburrini, sobreviviente de Mansión Seré, planteó la alternativa de reducir penas a cambio de confesiones: sostuvo que “al inducir a denunciarse mutuamente se quiebra el pacto de silencio”, “se reduce la intensidad del castigo pero se incrementa el número de delincuentes penalizados, extendiendo las penas a los cómplices civiles”.

“Quiero recuperar a mi nieta por sobre todas las cosas, pero eso no significa que vaya a negociar”, explicó Chicha Mariani, que con 80 años aún busca a Clara Anahí. “Nos agrede al decir que usamos cifras falsas. Es doloroso tener que condenar estas expresiones, que no son novedosas”, admitió Carlotto, quien recordó el rechazo que generó Fernández Meijide al cuestionar la cifra de desaparecidos cuando declaró ante el juez Baltasar Garzón.

Duhalde recordó que “el único registro fehaciente de la cantidad de víctimas asesinadas está en poder de los asesinos”, que las denuncias continúan en el presente y que “es falaz” tomar los registros parciales del Estado como registros totales. Le recordó que la teoría de los dos demonios, “en la medida en que sostiene que la violencia popular fue anterior a los crímenes de Estado, se convierte en teoría de un solo demonio, el de los sectores populares” y reivindicó el valor de los juicios, que “han servido para que la condena al terrorismo de Estado sea irreversible”.

Fuente: Página 12

 

 


A TÍTULO PERSONAL

 

CARTA DE EDUARDO LUIS DUHALDE

A GRACIELA FERNÁNDEZ MEIJIDE

 

 

 

CARTA PÚBLICA A LA

SRA. GRACIELA FERNÁNDEZ MEIJIDE:

 

Le escribo esta carta pública a la madre de un detenido-desaparecido y a la integrante por muchos años del Movimiento de Derechos Humanos. Lo hago no como Secretario de Derechos Humanos de la Nación, sino como compañero de las luchas antidictatoriales. Por esta razón rompo mi norma de conducta de no polemizar en torno a un tema tan grave e inconmensurable como son las consecuencias del genocidio sufrido.

 

La opinión pública está acostumbrada a esfuerzos por disminuir la dimensión de la tragedia argentina, normalmente en boca de epígonos del terrorismo de Estado como Mariano Grondona o Cecilia Pando. De igual modo escuchamos cada tanto voces negacionistas del Holocausto que sostienen que no fueron seis millones los judíos inmolados por el nazismo, sino un número inferior como si la aberración criminal fuera una cuestión aritmética.

 

Distinto es su caso porque por historia usted no integra los cuadros de la barbarie.

 

Bastaría ver el regocijo que sus declaraciones han producido en quienes justifican el obrar del terrorismo de Estado para advertir las consecuencias enormemente graves de sus dichos que parten de un error esencial: el creer que existe algún registro fehaciente de la dimensión del crimen masivo de lesa humanidad perpetrado por las Fuerzas Armadas argentinas y sus socios civiles.

 

El único registro fehaciente de la cantidad de víctimas asesinadas, su identidad y destino final solo está en poder de los asesinos. De aquellos que mientras pregonan que su accionar fue "justo y en defensa de la patria" ocultan todo dato, sabiendo que su proceder fue abiertamente criminal.

 

Bien sabe usted que no hay un censo nacional completo sobre el número de víctimas y que éste es irremisiblemente aproximativo.

 

Usted como integrante de la CONADEP conoce el enorme esfuerzo que durante el lapso de los sólo ocho meses de vida de la Comisión se realizó para receptar testimonios de familiares de víctimas que accedieron a convertir en denuncia su dolor. Era el comienzo de la recuperación de la democracia, con los asesinos caminando por las calles y en libertad.

 

Concluido el trabajo de la CONADEP y finalmente depositado el fondo documental en la entonces Subsecretaría de Derechos Humanos, algunos familiares continuaron haciendo sus denuncias aunque ya no estaba la motivación de expresarse ante la Comisión. La euforia que precedió al juicio de los ex Comandantes dio paso a la decepción más absoluta con el dictado de las leyes de Obediencia Debida y Punto Final y los posteriores indultos que aseguraron la impunidad de los criminales por más de 20 años.

 

¿Tenía acaso sentido que los familiares de los detenidos -desaparecidos que no habían hecho su denuncia ante la CONADEP concurrieran a seguir haciéndolo ante un Estado que protegía a los criminales? Cuando 20 años después las leyes de la impunidad fueron derogadas y declaradas inconstitucionales, ya era tarde. Muchos de los padres de las víctimas habían fallecido o la resignación ante lo inevitable había mermado sus fuerzas para hacer su denuncia.

 

A ello se suma que en alguna zona del país, aún en democracia, parte de los peores represores continuaron teniendo poder: como Bussi institucionalmente en Tucumán o Benjamín Menéndez fácticamente en Córdoba, prolongando la cadena de temor. En otras provincias como Chaco, Misiones o Salta donde poblaciones campesinas fueron víctimas del terrorismo de Estado, su condición de marginados sociales no favoreció su acceso a la Justicia.

 

Recién a partir del año 2004 con el fin de la impunidad, al amparo de las políticas públicas de Memoria, Verdad y Justicia, se incrementó el cotidiano goteo de nuevas denuncias que sigue hasta el presente.

 

En consecuencia tomar los registros parciales de la CONADEP y los posteriores a la Secretaría de Derechos Humanos como registros totales, es tan falaz y mentiroso como reducir el número de desaparecidos a la cantidad de restos óseos localizados, que apenas superan el número de 1000.

 

Lo dicho vale para explicar la parcialidad de la identificación lograda hasta el presente a través de las denuncias de los familiares. Tampoco ha servido la cuantificación de los familiares presentados, reclamando el beneficio de las leyes reparatorias, puesto que no todos los desaparecidos dejaron herederos forzosos y que parte de aquellos familiares rechazaron reclamar la indemnización hasta que no se supieran quienes fueron los autores del crímen y fueran condenados y los restos de su familiar fuera hallado.

 

Lo dicho explica por qué las cifras que usted utiliza son parciales y que por otra parte jamás fueron ocultados, puesto que usted las halló en la información on line del Estado argentino y obran también en la última edición del Nunca Más.

 

Concluido este aspecto cabe adentrarse en el número de 30.000 detenidos-desaparecidos convertido en consigna permanente no sólo del Movimiento de Derechos Humanos sino de vastos sectores sociales. La cifra no es arbitraria y es el producto de diversas variables:

 

a) La cantidad de sitios clandestinos de detención y exterminio, en todo el país, que superan el número de 500.

 

b) Las estimaciones sobre el número de prisioneros que hubo en los grandes centros de detención y exterminios como la ESMA, Campo de Mayo, La Perla, el Batallón de Tucumán, el Circuito Camps, El Olimpo, El Atlético, etc., ya que ellos solos superan con creces el número actual registrado en la CONADEP y la Secretaría de Derechos Humanos.

 

c) La estimación en torno al número proporcional de Habeas Corpus presentados en el país.

 

d) El número de integrantes de las estructuras militares afectadas a la represión ilegal durante todo el periodo dictatorial que superan los 150 mil hombres, activos a la caza de sus víctimas.

 

e) Los propios dichos de los militares previo al golpe de Estado, de que sus relevamientos efectuados con anterioridad, desde las escuelas hasta las fábricas, que indicaban en más de 30.000 las personas a eliminar (ver por ejemplo los dichos de un militar en la carta del escritor Haroldo Conti desaparecido el 5 de mayo de 1976, escrita previa al golpe y dirigida a Roberto Fernández Retamar de fecha 02 de enero de 1976).

 

f) Los informes de la Embajada Norteamericana al Departamento de Estado, haciendo constar que en el año 1978 los jefes de la dictadura argentina informaron a la DINA chilena que las víctimas alcanzaban ya el número de 22.000. Debe recordarse que la dictadura continuó en su labor represiva ilegal de secuestros y asesinatos por cinco años más con posterioridad a ese informe y que aquella cifra de 22.000 correspondía a solo los dos primeros años de la dictadura.

 

Todo ello hace que la cifra de 30.000 no sea ni arbitraria ni caprichosa. Aunque es lamentable reducir la dimensión de la tragedia argentina a un problema contable.

 

El carácter masivo, criminal y abyecto no se mide por un resultado aritmético, al menos para los que creemos que cuando se asesina un hombre se está asesinando a la humanidad.

 

No puedo dejar de referirme a sus expresiones de que contrariar la teoría de los dos demonios es un problema de "chiquitaje". Aquella perversa teoría no iguala como pareciera la responsabilidad de la violencia popular al terrorismo estatal, sino que en la medida en que sostiene que la violencia popular fue anterior a los crímenes de Estado, en definitiva se convierte en la teoría de un solo demonio, el de los sectores populares. Así se tergiversa, se miente y se oculta la verdad histórica de que a partir del Bombardeo de la Plaza de Mayo el 16 de junio de 1955 con sus 300 muertos, con los sucesivos asaltos al Estado y la proscripción política, con los fusilamientos de junio de 1956 y la Masacre de José León Suarez, con las cárceles llenas de presos políticos, con la aplicación del Plan CONINTES, con los asesinatos de militantes populares desde Felipe Vallese en adelante hasta llegar a la Masacre de Trelew, se generó una masiva, sistemática y criminal represión al pueblo argentino que se prolongó hasta la propia génesis del asalto al poder el 24 de marzo de 1976.

 

Por último, dice usted que los juicios a los militares no van a ninguna parte. Ello es un verdadero despropósito: la condena de las Juntas, de Camps, Menéndez, Bussi, Etchecolatz y tantos otros, no solo sirven para recuperar a la Justicia como una actividad fundante del Estado: ha servido para que la condena social al terrorismo de Estado sea irreversible y de encarnadura al "Nunca Más". Felizmente todos los días se avanza en los centenares de causas judiciales en trámite, con aporte de nuevas pruebas.

 

Es triste comprobar que usted pretenda ignorar todas estas circunstancias, aunque seguramente sus afirmaciones le asegurarán un buen éxito editorial para el libro que ha escrito.

 

EDUARDO LUIS DUHALDE