IZQUIERDA  Y  ESPERANTO
SATeH
MALDEKSTRO  KAJ  ESPERANTO

¿ POR  QUÉ  EXISTE  UN  MOVIMIENTO  DE  LOS  TRABAJADORES  ESPERANTISTAS ?

Gary Mickle

La primera observación que plantean muchos escépticos acerca del esperanto es que no es “útil” de la misma forma en la que lo son otros idiomas, supuestamente más “importantes”. Un escéptico de tendencias izquierdistas puede preguntarse, al enterarse de la existencia de un movimiento esperantista obrero, cuál ha sido su interés, excepto quizás como pasatiempo. Voy a argumentar que el esperanto es más que eso, y para ello quiero examinar algunas de las razones por las cuales hubo trabajadores progresistas, y otro tipo de personas, que eligieron el aprender y usar el esperanto en el pasado, y que hoy en día siguen haciéndolo.

    Los trabajadores utilizaron el esperanto por razones prácticas

El esperanto – tanto el idioma como la comunidad de hablantes – es básicamente una opción práctica para el contacto con personas de otros países. Sin duda no es la única disponible, y cuantas más opciones – idiomas y contactos – se tengan, mejor. A pesar de su pequeño número de usuarios, el esperanto tiene algunas ventajas notables, una de las cuales es que sus hablantes se encuentran por todo el mundo y que casi siempre disfrutan con una amplia variedad de contactos extranjeros. De lo contrario no se habrían tomado la molestia de aprenderlo.

El esperanto existe ya desde 1887, y fue en la primera década del siglo XX cuando un número creciente de trabajadores comenzaron a aprender y crear sus propias organizaciones, independientes del movimiento esperantista burgués que se había formado unos años antes. Alrededor de la misma época el esperanto hizo su entrada en Asia Oriental. Los primeros que lo estudiaron en China fueron anarquistas, que lo utilizaron para contactar con los trabajadores esperantistas europeos.

Uno de los motivos para la creación de una organización proletaria esperantista mundial en la década de 1920 fue que en el período posterior a la 1ª Guerra Mundial, un gran número de trabajadores, que eran monolingües en su mayoría, buscaron activamente el contacto con compañeros de otros países, y algunos de ellos encontraron que el esperanto era la única lengua que podían aprender de manera lo suficientemente rápida y fácil en su tiempo libre. La guerra los había llevado a la conclusión de que el mutuo aislamiento de las clases trabajadoras de los diferentes países había hecho que fuera más fácil para la clase dominante manipularles a través de las ideologías nacionalistas.

Ayudó, por supuesto, el que en ese momento existiera un gran movimiento cultural de los trabajadores, relacionados con tendencias socialistas, comunistas, anarquistas y otras de izquierda. Tal ambiente demostró ser el lugar ideal para la actividad esperantista. Por ejemplo, los partidos comunistas promovieron la correspondencia entre trabajadores de distintos países, y el esperanto se utilizó ampliamente para tal fin.

El número de esperantistas proletarios creció de forma rápida en el período inmediatamente posterior a la guerra. Además, eran más reacios que nunca antes a organizarse dentro del movimiento esperantista general, que pretendía ser “políticamente neutral” (y aún hoy pretende serlo). Ese movimiento se había visto comprometido profundamente, a sus ojos, por el fiel apoyo que había dado al esfuerzo de guerra de las diversas naciones europeas. Se había hecho necesario organizar de forma permanente a los trabajadores esperantistas.

    Globalización desde abajo

La asociación que se fundó en 1921 fue llamada Sennacieca Asocio Tutmonda, o SAT (= Asociación Anacional Mundial). El nombre dice mucho de sus características. Aunque fue concebida como una organización de clase proletaria, se negó a limitar su horizonte político. Por lo tanto, no se designó a sí misma como “socialista” o algo por el estilo. Desde el principio intentó convertirse en un lugar donde los partidarios de la más amplia gama de tendencias de izquierda pudieran participar en un intercambio libre de ideas. Hubo, sin embargo, un ambiente muy pronunciado de antinacionalismo, que afectaba a todas las tendencias. El grupo fundador quería limitar las influencias nacionales tanto que se dio un paso más allá del internacionalismo para dar a la asociación una estructura “anacional” y consagrar este principio en su nombre. Sólo los hablantes del esperanto con la suficiente competencia lingüística serían miembros – sin la intermediación de las secciones nacionales. SAT adoptó el lema: “Miembros de SAT, acostumbraos a actuar, pensar y sentir extranacionalmente”.

Eugenio Lanti

En el mismo sentido, la principal figura de SAT, Eugenio Lanti, dijo:

“Los contactos intelectuales entre los proletarios de los diferentes países, en realidad, sólo tienen lugar por medio de intelectuales políglotas. Por eso, la actividad de SAT, que tiene por objeto unir a los trabajadores del mundo y ponerles en contacto directo, es en sí misma revolucionaria”.

SAT no pretendía usurpar el papel de los partidos políticos, participando en la lucha política directa, sino que debía ser una asociación cultural comprometida en la educación de los trabajadores – lo que ayudaría a romper las barreras étnicas y nacionales entre los trabajadores por medio de su participación en la actividad colectiva práctica.

El número de miembros de SAT alcanzó su apogeo a finales de la década de 1920, cuando llegó a estar alrededor de los 6000, y desde entonces ha descendido a poco más de 700. Las razones de este declive son múltiples y sería necesaria una larga excursión histórica para tratarlas aquí. Baste decir que la mayoría de ellas tiene que ver con la historia de la comunidad de los hablantes del esperanto y con los problemas de la izquierda política en general, aunque algunos de ellos provienen de las dificultades de la propia SAT en el mantenimiento de un perfil de izquierda y antinacionalista, que se diferencie claramente del movimiento esperantista burgués, cuyos discursos cada vez más comunitaristas, identitarios y hasta nacionalistas impregnan toda la comunidad de hablantes de esperanto e incluso aparecen a veces en la propia SAT.

Un motivo que ha reducido el interés público por el esperanto es la percepción de que el inglés desempeña ahora el papel que en su momento se preveía para el esperanto. Aunque muchos izquierdistas lo ven también de esa manera, creo que vendría bien el examinar la cuestión más de cerca. Incluso en Europa Occidental, donde el inglés ha sido durante mucho tiempo el principal idioma extranjero enseñado en las escuelas, y donde las condiciones económicas, y por tanto también las educativas, lo favorecen, la mayoría de las personas no salen del sistema educativo con suficientes conocimientos de inglés como para utilizarlo con eficacia para fines políticos o para acercarse personalmente a la gente que lo utiliza. El esperanto – con independencia de que exista alguna posibilidad de que sea “introducido” en todo el mundo – ayuda a compensar esto. El sistema educativo burgués produce hordas de fracasados que han perdido la confianza en su propia capacidad para aprender lenguas extranjeras (entre otras cosas), mientras que el esperanto ayuda a algunos de ellos a recuperar la confianza de que realmente pueden aprender idiomas.

El esperanto induce a los usuarios a cultivar un interés general en los idiomas, ya que muchos de sus hablantes se relacionan con la lingüística, y con la sociología y la política del lenguaje. La comunidad de los hablantes de esperanto hace más que cualquier otro grupo que conozco por estimular entre sus miembros el aprendizaje de otros idiomas, incluido los “exóticos” o los estudiados con menos frecuencia. Es un gran lugar para adquirir habilidades de traducción, en compañía de otras personas con las que por lo general se establecen relaciones de cooperación y amistad.

Tampoco es un mal ejercicio para los hablantes monolingües de una gran lengua, el tener la ocasión de ponerse en el lugar de las personas que no tienen en general la posibilidad de utilizar su lengua para la comunicación internacional. Una manera de hacerlo es emplear un lenguaje que pertenece a todos sus usuarios por igual, y que no es la lengua materna más que de unos pocos. Los hablantes de esperanto promueven una ética de la comunicación lingüística equitativa, abordando un componente de la desigualdad social mundial en la que la mayoría de la gente no piensa nunca.

Los esperantistas mantienen una tradición de hospitalidad hacia los viajeros esperantistas procedentes de otros países, algo de lo que hace uso un montón de gente que no tiene grandes cantidades de dinero para gastar en los viajes de vacaciones (en ambos sentidos, como invitado y anfitrión). Para algunas personas, esto por sí solo es suficiente razón para aprender esperanto.

Es innegable que existen esperantistas fanáticos que querrían convencer a la gente de que el esperanto sería una panacea contra las luchas internacionales, el imperialismo cultural y otros males similares, pero el número de tales fanáticos está disminuyendo. A pesar de que no ha llegado al punto de que se produzca un cisma, los esperantistas tienden actualmente a alinearse en dos grupos. Uno de ellos insiste en mantener una postura de “movimiento” y en asirse a cualquier esperanza para preservar la esperanza de que un día el esperanto pueda convertirse en el idioma internacional. La tendencia “movimentista” es, sin embargo, menguante. Otro grupo considera la lengua más como la base para una “comunidad” con una especie de estilo de vida alternativo. Considerar al esperanto como un hobby todavía molesta a algunos esperantistas, pero yo no creo que debiera hacerlo. Por el contrario, también los pasatiempos y las actividades de tiempo libre deberían examinarse desde un punto de vista político.

    La corriente anacionalista

Sea o no un hobby, el esperanto tiene sin duda una dimensión política. Los trabajadores esperantistas, en especial los de la tendencia anacionalista (antinacionalista y universalista) en SAT, han valorado mucho el esperanto por su capacidad para inculcar en sus usuarios de clase trabajadora una especie de “cosmopolitismo proletario” de carácter práctico que los lleva un paso más allá del omnipresente espíritu de nacionalismo que lo que hace el internacionalismo.

¿Qué se debe objetar sobre el internacionalismo? La mayoría de las veces, nada. Para muchas personas y en muchos lugares y circunstancias, es un paso en la dirección correcta – lejos del nacionalismo. Desde una perspectiva conscientemente antinacionalista, sin embargo, uno puede tener algunas legítimas reservas sobre el concepto de internacionalismo:

El tradicional internacionalismo del movimiento obrero, en cualquier caso, se asociaba con una forma de organización jerárquica, que no tiene mucho crédito para los contactos transnacionales básicos entre los trabajadores, y eso es lo que SAT intenta remediar, poniendo en contacto a trabajadores de tantos lugares como sea posible y por medio de la liberación de los grilletes mentales del nacionalismo. Sus ideas, y sobre todo las ideas de su facción anacionalista, son una declaración de principios de una idea que más recientemente ha llegado a ser conocido como la “globalización desde abajo”.

Eugenio Lanti lo expresó de esta manera en una de sus más conocidas obras, el Manifesto de la Sennaciistoj (Manifiesto de los Anacionalistas):

“En un famoso manifiesto que apareció hace 83 años, los trabajadores de todos los países fueron llamados a unirse. Y con ese fin se han establecido varias Internacionales, cuyos líderes tienen tratos más o menos frecuentes con los demás, ya sea por medio de correspondencia o en congresos, la mayoría de las veces a través de traductores e intérpretes. En general, las masas todavía se mantienen completamente aparte en entornos nacionales y no tienen contacto mutuo – salvo en los campos de batalla durante las terribles guerras”.

Los anacionalistas – que, hay que subrayarlo de nuevo, constituyen sólo una de las diversas plataformas políticas en SAT – exhortaron a los trabajadores a que se abstengan de cualquier tipo de lucha nacional y a dedicarse exclusivamente a la lucha de clases. Aunque hoy la primacía de la lucha de clases es contestada por parte de algunos miembros de SAT, la pertinencia actual de la advertencia de Lanti contra la “lucha nacional” se hace evidente si se tiene en cuenta cuán a menudo la promoción de valores identitarios y etnicistas se esconde todavía detrás de la cortina de humo del “antiimperialismo” y la “autodeterminación”, a fin de atraer izquierdistas. El movimiento esperantista burgués es un buen ejemplo de lo que combatía Lanti. Grandes sectores del mismo apoyan ahora imprudentemente causas como el “etnismo”, el nacionalismo pan-europeo, o el purismo lingüístico.

    La utilización del esperanto en la actualidad

Una de las ideas que tradicionalmente ha prevalecido en SAT, y sobre cuya obsolescencia se puede discutir actualmente, es la idea de que el esperanto deba convertirse en la lengua internacional reconocida universalmente. Los miembros de SAT compartían originalmente con el movimiento burgués esperantista la convicción de que el esperanto tenía buenas posibilidades de “ganar” la carrera para convertirse en el principal medio de comunicación mundial. Hoy en día parece más prudente considerar el esperanto más como una herramienta para promover el bilingüismo y el multilingüismo, así como para alentar a los menos privilegiados a adoptar una perspectiva y un estilo de vida más cosmopolitas, antes que hacer un dogma del eventual triunfo de esperanto sobre otros idiomas, a los que se percibiría como una competencia. Las opiniones sobre este particular varían bastante, tanto dentro de SAT, como en el resto de la comunidad de hablantes de esperanto.

SAT, en cualquier caso, no se fundó para promover directamente la introducción del Esperanto en todo el mundo. El objetivo fundamental de SAT, tal como se formula en su estatuto, es tan pertinente hoy como lo era en la década de 1920, en que fue escrito:

“En definitiva, el objetivo a largo plazo de SAT es el de promover en todo el mundo, por medio de la utilización de una lengua planificada racionalmente, el desarrollo de espíritus capaces de pensar racionalmente, de comparar, comprender y evaluar correctamente las ideas, las tesis y tendencias, y que, por lo tanto, también son capaces de seleccionar por su cuenta el camino que consideren que es la forma más directa o alcanzable, a fin de liberar a su clase y de llevar la humanidad a un nivel de civilización y cultura tan alto como sea posible.”

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