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CAMBIO  CLIMÁTICO  E  IDIOMA  COMÚN

Pascual Pont

El informe del Panel Internacional para el Cambio Climático (IPCC), emitido en París el 2 de febrero de 2007, no deja lugar a dudas: La Tierra, en su conjunto, camina hacia una gravísima catástrofe sino se cambia la dinámica de consumo que está siguiendo la humanidad. No es necesario detallar causas y consecuencias puesto que los diferentes medios de comunicación lo están haciendo habitualmente, sino centrarnos en lo que constituye la esencia del problema y que se puede resumir en dos puntos: el ahorro de energía y el cambio en la inercia del comportamiento humano.

La necesidad de ahorrar energía se escenificó espectacularmente con el apagón de cinco minutos que tuvo lugar el 1 de febrero de 2007, es decir, la víspera de la emisión del informe del Panel Internacional para el Cambio Climático. Este apagón, que afectó especialmente a la iluminación de los monumentos más emblemáticos, como la Torre Eiffel en París, la Puerta de Alcalá en Madrid o la Ciudad de las Artes y las Ciencias de Valencia, pretendía despertar la conciencia de toda la población, que en su inmensa mayoría no lee estos informes, ni analiza sus conclusiones. Pero este apagón es sólo un acto simbólico, una declaración de buenas intenciones, pues todo continua como antes del apagón, y es de temer que todo siga con pequeños parches, si nos atenemos al hecho de que hace ya 35 años se alertó del problema a los líderes políticos, económicos y sociales, sin que en todo este tiempo se hayan tomado las medidas que se indicaron como necesarias.

En 1972, coincidieron tres importantes actuaciones que evidenciaron la responsabilidad humana con el futuro del planeta:

  1. La publicación de “Una sola Tierra” el informe elaborado por Barbara Ward y René Dubos, con ayuda de un Comité de 152 Consultores de 58 países, encargado por el Secretario General de la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Medio Ambiente Humano. Después de mostrar con gran claridad y exactitud la unidad y fragilidad de la Tierra y los diferentes problemas que protagoniza el ser humano, termina preguntándose si la Tierra “¿No es merecedora de todo el ingenio, el valor y la generosidad de que seamos capaces, para evitar su degradación y destrucción y, al hacerlo así, para asegurar nuestra propia subsistencia?”.
  2. La publicación de “Los límites del crecimiento” por el Club de Roma, encuentro de personalidades de muy diferente signo, promovido por Aurelio Peccei para el estudio global de los problemas mundiales.
  3. La carta de Sicco Mansholt, miembro de la Comisión de la CEE desde su fundación en 1958, a su presidente F. M. Malfatti, propugnando la adopción de una política económica y social que haga frente a los graves problemas mundiales; política que se resume en cambiar la dinámica de crecimiento por la de ordenación armonizadora. La petición de Manshol fue rechazada de forma prácticamente unánime. Sólo algunos individuos tomaron en serio el peligro y crearon los movimientos ecologistas y aunque su número fue creciendo, sólo ahora, 35 años después, cuando algunos daños son ya irreversibles, empieza a extenderse la necesidad de una actuación inmediata.

El cambio afecta a todos los aspectos de la vida y en especial al comportamiento humano a quien se le va a exigir muchas renuncias, especialmente en las sociedades instaladas en el consumismo y la dominación. No va a ser fácil, aún suponiendo que se logre un máximo consenso en la aceptación de su conveniencia. En el ser humano hay una gran distancia entre la intención y la acción, máxime cuando se trata de variar una inercia ya instalada. Los centros de desintoxicación saben lo difícil que resulta a muchos individuos liberarse de la dependencia de las drogas, a pesar del empeño que le ponen y de ser conscientes de lo infelices que les hacen. Por ello, junto a las actuaciones técnicas y económicas, habrá que tomar medidas que faciliten el cambio del comportamiento humano, prestando una especial atención al lenguaje dada la condición cultural del ser humano.

La utilización de un idioma común, que todo el mundo pueda sentir como propio tiene importantes efectos directos en el ahorro de energía, además de actuar como catalizador en el desarrollo de la solidaridad planetaria que se precisa.  Las razones que sustentan estas afirmaciones son las siguientes:

Febrero 2007